Una nueva generación de cientistas sociales está dando lecturas más lúcidas a una realidad que no deja de sorprendernos. Y es que las repetidas miradas de un mercurial Eugenio Tironi o un televisivo Fernando Villegas se quedan cortas ante la emergencia ciudadana de los últimos meses.
Por debajo fermentan jóvenes analistas que comparten su experticia con los mismos movimientos sociales. Uno de ellos es Alberto Mayol, quien a sus 35 años conjuga sus apariciones mediáticas con sus clases en Ciencias Sociales de la Universidad de Chile.
-Juguemos a analistas ¿Qué te pareció el reciente cambio de gabinete?
-Lo que le ha pesado a este gobierno es la ausencia de proyecto. Cuando tu proyecto son tus intereses particulares eso se evidencia. Y eso pasó con Piñera, quien debe haber tenido una de sus peores semanas con el reciente golpe de Estado de la UDI.
–A la Concertación tampoco le ha ido bien en los últimos días.
-La ausencia de proyecto también es de la Concertación. Su proyecto implícito emocional era ser la antípoda de Pinochet. El cemento de la Concertación fue la religión Pinochet. Pero cuando tienes 20 por ciento de aprobación reuniendo a los partidos que debieran sumar el 40 por ciento del país, te das cuenta de que estás en agonía, sobreviviendo bajo la línea de flotación. Objetivamente están muertos. Cualquier médico sabe que el electroplano tiene algo de movimiento. Lo que uno debe saber detectar que es un electroplano y que pese a tener un mínimo movimiento, definitivamente estás muerto. Lo que tienen que hacer hoy es cerrar la puerta y ver como construyen algo nuevo en un plazo lo más breve posible.
-¿Es un problema de capacidad de lectura de lo que está pasando?
-Es la transición social a la democracia, como la llamo en un paper a publicar. Creo que para entender este movimiento social además de comprender el sujeto hay que ver que pasa con el predicado, que es la clase política y la institucionalidad.
–Las instituciones funcionan decía Lagos…
-Por ahí voy. Lo que se produjo en los últimos 3 ó 4 años es el derrumbe de un elemento mítico fundamental de nuestra cultura, que es el tema de las instituciones fuertes. Ese elemento, según una investigación que hicimos en la Universidad de Chile, es tan importante como la autoconciencia del chileno como un tipo simpático y divertido; la belleza y riqueza natural que tenemos en Chile o la noción de nuestros padres fundadores. Todos estos son elementos articuladores de la identidad.
–¿Y qué pasó?
-La sensación que quedó del caso Spiniak, que permite pensar que la clase política no sólo puede abusar del poder con el débil, sino puede ser lo más pérfida y perversa posible; luego con el terremoto cuando el Estado fracasa; y en los últimos años con la caída de la Iglesia, dan un sabor de que las grandes instituciones fallaron, lo que te deja en una orfandad enorme.
-Cagó entonces la coherencia institucional que tanto se jactaban los políticos.
-Antes había algo que te entregaba ropa. Este Santiago fue la portada del New York Times para señalar que es la mejor ciudad para visitar el mundo el 2010. Pero estamos hablando de que tienes un Chile que vive mejor que Suecia y uno mayor que vive como un pobre en Angola. Tienes esa tensión muy potente que en el fondo hay que internalizar. La distribución de la riqueza en Chile es satánica. Esa herida sangra por todos lados.
-Pero pareciera que aún la sangre no llega al río.
-Esa herida sangrante la sostenía el dique institucional que hacía que la sangre no llegara hasta la clase política. Cuando se derrumba el dique la clase política se ve inundada de algo que para ellos es cognitivamente imposible de comprender. No es una cuestión de voluntad.
-Se habían acostumbrado a un electorado fácil de seducir.
-La derecha se compró la tesis concertacionista de la focalización. El problema de ella es cuando la transformas en una realidad cognitiva. Creían que cuando hablaban con los pobres lo hacían con la ciudadanía. El político así se siente cómodo yendo a esta labor eclesial, caritativa. Se construyeron un país mental que no existe, que no es verdad y ese problema la derecha lo carga sin una capacidad de comprensión.
–Por el otro lado, Bachelet aparece como la redentora de la Concertación, claro que su futuro político depende mucho de la mala memoria de los chilenos.
-Creo que con Bachelet hubo un problema ritual. Ella representó una esperanza que intentó construir, pero de la que no pudo hacerse cargo. Y cuando se dio cuenta le dio la espalda. Recuerdo que para el cambio de mando recibió a un grupo de alumnos vestidos de uniforme con bandas presidenciales, a los meses después ellos estaban gobernando. Entender que la política es una liturgia, un rito, es fundamental. Cuando Bachelet entendió que tenía que cerrar esas compuertas lo entendió mal. En vez de hacerlo con elegancia llamó a Belisario Velasco. Si hubiese entendido que había un punto intermedio, hubiese hecho algo interesante.
EL SAQUEO DEL CAPITAL POLÍTICO
–¿Qué legó Pinochet respecto de la estabilidad institucional que se creían los políticos del siglo XX?
-Chile había construido un capital político dentro de lo que era la institucionalidad muy fuerte. Pero desde Pinochet en adelante se consumió ese capital institucional para producir capital económico. Vas desgastando la institucionalidad sistemáticamente a la vez que amplias el horizonte de libertades económicas que permiten producir crecimiento. El problema es que llega un momento en que se vacía esta institucionalidad y no hay recursos por seguir ocupando para producir crecimiento.
-Es parecido a lo que ocurre hoy con los recursos naturales.
-En Chile tienes el efecto cultural de que un país minero se comporta como pueblo minero. Tenemos una idea con la que cubrimos esta cultura minera de explotación, que es la que nos financia, con la presunción de que tenemos un país diverso, que es un país que produce uvas por no sé donde o salmones más allá. Y es mentira, somos un país minero que jura que un día va a llegar la pasada y vas a resolverlo todo de una.
LA EDUCACIÓN COMO UN BIEN DE CONSUMO
-¿Qué te parece el énfasis puesto en la productividad cuando se discute sobre Educación?
-Hay gente que en Chile dice que nos hemos convertido en un país fenicio, un país de mercaderes. ¡Pero los fenicios también eran inventores! Nosotros somos peor que los fenicios. Todo el debate sobe educación es vergonzoso. Todo el análisis se hace como si fuera una función productiva.
-Pero hace poco Piñera dijo que la Educación era un bien de consumo.
– Lo más notable de ese sinceramiento es que está equivocada desde su propio punto de vista. En Chile se llegó hasta tal punto de vulnerar los principios mismos de la economía neoliberal, que concibe la Educación como inversión productiva; pues bien, ahora es puro consumo. Yo vendo una cuestión y la gente tiene que comprarla y este producto produce desarrollo porque la gente lo compra. Es muy freak.
–Este imaginario también se sustenta en los complejos educativos privados. Un símbolo: El edificio de la Universidad San Sebastián frente a la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile.
-Todas las ciudades van reflejando las características de un modelo económico. La Facultad de Derecho representa la imagen de la facultad principal del país, donde se formaban los presidentes, un reloj que daba la hora a Plaza Italia; era un símbolo muy potente. La construcción al frente es arquitectónicamente competitiva. Le interesa ser más grande, ser más moderna y parecida, porque es a la vez una cita de Derecho de la U. Incluso quiso mostrarse confesional con la idea de la estatua al Papa. La anécdota es muy parecida a lo que hacia la Iglesia cuando instalaba catedrales góticas en Francia, las que edificaba donde había antes un templo druida. Ganas el poder simbólico de ponerte encima y es trágico para los que tenían otra costumbre del sitio.
– La USS apostó por sitiar a la Universidad de Chile. Por detrás está el AIEP de la UNAB. Eso es Chile. Todos los bienes públicos están sitiados y los bienes privados se imponen. No hay crítica a los bienes privados y no hay respeto a los bienes públicos.
EL HORIZONTE DEL MOVIMIENTO SOCIAL
-¿Qué horizonte le ves al actual movimiento social?
-Los movimientos sociales no consolidan en algo muy concreto. Lo que hacen es ser capaces de hacer permanentes las discusiones y los temas. Si este movimiento social desea tener un horizonte debiera ser la capacidad de instalar las problemáticas y generar semi liderazgos con legitimidad. El movimiento social juega en una lógica de aprendizaje y de desarrollo.
-Hay miedo de que la institucionalidad diluya las demandas, como ocurrió el 2006.
-Sí, pero ahora la demanda es más urgente. Por lo menos se paró la reforma estructural que pretendía hacer Piñera, que de haberla hecho hubiese sido muy difícil de cambiar. Al diseño educacional le faltaba el cierre. El último aliento de este movimiento logró pararlo, aunque existe la posibilidad de que sea un canto de cisne y se nos muera el movimiento pasado mañana.
–¿No tienes otra sensación más optimista?
-Creo que está abierta la puerta para que la ciudadanía tome más poder. No tengo miedo a que haya grandes líderes o que algún partido político viabilice esta cuestión. Tengo más miedo a la incapacidad de proyectar este momento. No tiene sentido para este movimiento pedir a los políticos de siempre que construyan la salida. Los dirigentes tienen que entrar a todas las mesas que los llamen y estar atentos al punto de salirse. Para la ciudadanía es importante ver que el movimiento está en plan de diálogo. También los movimientos deben dejar de hablarles a los suyos y empezar a hablarle al país.
-¿La sociedad podría estar lista para gobernar?
-Vamos a tener que hacernos cargos del poder, aunque para la ciudadanía es cómodo el sistema actual, es como las pelotas, pero cómodo. No tenemos que preocuparnos ni hacernos responsables de nada. Sólo se trata de victimizarse y llorar. Los déficits institucionales pueden terminar por muy distintos lados, puede ser muy saludable la politización ciudadana, pero una salida posible también es continuar la despolitización profunda que se había jugado a que la política era una mierda y que no tenía que existir.
REDES SOCIALES Y ENERGÍAS LIBIDINALES
–Hay un lugar común de los medios masivos respecto al mito fundacional de que este movimiento es producto de las redes sociales ¿te lo compras?
-Es importante ponderar. La tecnología lo que favorece es la reducción de los costos de transacción de la comunicación, la hace más fácil. Otro rol de las redes sociales es que como en Chile la voz de buena parte de la ciudadanía a través de los medios de comunicación tradicionales no tenía alternativa de salir, gracias a redes sociales puedes visibilizar discursos. Claro que las redes sociales por sí mismas no significan nada. Lo que permiten es que los sujetos se adapten a las condiciones tecnológicas con la que están operando los medios. Así te subes al propio sistema para perjudicarlo. Es como un caballo de Troya que se ha aprovechado de esos recursos. Este movimiento sí que lo ha hecho, incluso considerando que los dos líderes universitarios son más guapos que la cresta.
–Podríamos decir que este movimiento es post publicidad e imaginarios de belleza que nos saturaron los medios masivos.
-La campaña contra Hidroaysén partió de igual a igual contra las empresas que antes invadían con su publicidad. Esta generación se aprovecha del recurso del otro que radica en la erótica, en la estética. Hay energías libinidales en las tomas y movimientos sociales, no es pura racionalidad. Si Camila Vallejo habla y aparecen 3 colegios en toma. Tomarse un colegio es casi una forma de poseerla. Con Giorgio Jackson ocurre lo mismo. Hay una erótica implícita que ha sido canalizada por este movimiento, conducida por las reglas del sistema para vencerlo.
DECISIONES TÉCNICAS EN VEZ DE POLÍTICAS
–Tanto la Concertación como la derecha gobernaron apelando a la tecnocracia. Bajo el argumento de decisiones técnicas nos metieron goles en lo económico y en lo político. ¿Qué resistencia cabe ante esos discursos?
-Hay que comprender la razón técnica como una reducción del ámbito de la razón, no una ampliación. Es una forma de racionalidad minimizada, por lo que no es superior racionalmente. Además está claro que el ámbito de la racionalidad no excluye el ámbito de la decisión. Ninguna racionalidad es capaz de proveerte de suficientes elementos para tomar una decisión adecuada. Así la razón puede alimentar la decisión, pero no puede determinarla.
–La promesa implícita es que algún día seremos un ‘país desarrollado’.
-Una promesa profética que es la llegada de la verdad, algo que es muy potente. Pero ocurre justamente lo contrario, ya que esta razón técnica al usurpar un territorio en el que no es capaz de operar, como lo hizo la Iglesia en su momento, construye un aparato de dominación que les ha funcionado muy bien. Excluye de política una serie de decisiones.
-Me viene la imagen del ex ministro Velasco diciendo que el pueblo no puede discutir respecto del superávit estructural porque es un tema de técnicos.
-Es verdad que el superávit estructural tiene que ve con decisiones previas sobre lo urgente y lo importante que la sociedad se quiere dar a si misma. Pero mira lo que pasa ahora: Aquí no había plata para educación y ahora hay. La racionalidad técnica es adaptativa y debe estar al servicio de las decisiones políticas. Eso debemos aprender.
–¿Y qué puede decir la izquierda ante esto?
-La izquierda ha caído en el anti racionalismo, el que pareciera ser poseído por la derecha. Se ha quedado en reivindicaciones afectivas, emocionales, con mucho cristianismo de izquierda, desde la ética, pero con pobreza intelectual. Algo que nos enseñó la teoría crítica es que la racionalidad económica es efectivamente destructora por su pobreza en racionalidad. Hay que incrementar esa racionalidad sin desechar lo ético afectivo. No caer en el espontaneismo y el voluntariado. Requerimos una armonía difícil de lograr, pero que es un requisito. Y eso si que es más trabajo, para que nuestras labores tengan un horizonte al respecto.
Por Mauricio Becerra R.
@kalidoscop
El Ciudadano