“Su nombre fue Amelia Robles, coronela consagrada, no olviden de su nombre, era orquídea perfumada, llévenle un ramo de flores a su tumba abandonada”.
– Simón Ramírez Martínez
La Revolución la sorprendió cuando tenía apenas 21 años. De esa época es la fotografía que se conoce de “el coronel” en su juventud, previo a que se uniera a las fuerzas revolucionarias: de frente, con gesto serio, inanimado, vestida de negro, porta una medalla. Su cabello está recogido en dos trenzas y raya en medio. Dos moños la hacen mujer.
Amelia Robles Ávila nació en Xochipala, Guerrero, el 3 de noviembre de 1889. Fue la menor de tres hermanos (del primer matrimonio de su madre, Josefa Ávila). Su padre, Casimiro Robles, fue un ranchero acomodado, propietario de varias tierras y una fábrica de mezcal, quien tiempo después moriría dejando viuda a su madre.
Amelia aprendió a lavar, planchar y coser, pero, también, a domar, lazar y montar caballos; después demostraría gran habilidad para manejar las armas, un gusto adquirido por el odio que sentía hacia su padrastro. Nació mujer, pero Amelia “de por sí fue media hombrada”.
“No he de pasar de la muerte […] Ya he salido; por eso me fui a la Revolución, para que yo me muriera…”
Sobre por qué “la güera Amelia” se unió al movimiento Revolucionario existen diversas versiones: los problemas suscitados en su hogar por su padrastro y con su propia madre, porque estaba escrito en su destino y un adivino le vaticinó que “iría a la guerra y triunfaría, aunque con mala suerte” o por una locura de muchacha para experimentar la sensación de ser completamente libre.
Este deseo era propio de algunas jóvenes mujeres quienes buscaban gozar la libertad y los privilegios de los hombres, con una vida de aventuras que se convertía en una fantasía, esto, aunado a su condición masculina, podrían haber sido las razones que llevaron a Amelia a abandonar su casa y “unirse a la bola”.
“…vino la bola y me fui a la bola. Al principio no dejó de ser una mera locura, pero después supe lo que defiende un revolucionario y defendí el Plan de Ayala. Huerta había matado a Madero y fui contra Huerta. Carranza era sólo un mistificador de la revolución y combatí a Carranza”.
Algunas versiones apuntan que fue en 1911 cuando Amelia se levantó en armas, unas aseguran que fue como participante en la toma de la plaza de Iguala, otras que formó parte como tesorera de un club maderista en Xochipala y, en ese mismo año, enviada al Golfo de México en una misión para obtener recursos de las empresas petroleras para la causa revolucionaria, unas más señalan que lo hizo en 1912, cuando el general Juan Andrew Almazán llegara a Xochipala, lo cierto es que en 1913 Amelia se unió a las filas zapatistas como parte del Ejército Libertador del Sur, y estuvo bajo el mando de los principales jefes revolucionarios del estado: los generales Jesús H. Salgado, Heliodoro Castillo y Encarnación Díaz.
Entre sus archivos personales, Amelia Robles dejó escrita de su puño y letra una bitácora que sirvió como registro de sus más de 70 acciones armadas en las que participó, aunque la lista no está completa.
En el periodo de 1913 a 1918, año en que entregó las armas, Amelia Robles participó en diversas batallas, entre las que destacan:
- El 2 de febrero de 1913 combate en el campamento de Carrizalillo, contra las fuerzas del general Julián Blanco, y el 12 de marzo de ese mismo año participa en la derrota al teniente coronel Fidel Pineda, en Tlacotepec.
- El 11 de enero de 1914 pelea en la hacienda de Amula, distrito de Álvarez, contra soldados que comandaba el capitán primero Benito Hernández.
- El 14 de junio de 1914 su ejército se apodera de la plaza de Huetamo de Núñez, estado de Michoacán, guarnecida por fuerzas federales al mando del coronel Ezequiel Piña.
- El 24 de febrero de 1915 interviene en reñido combate en el Salto Valadez y Mazatlán, Guerrero, contra una columna que dirigía el coronel Zenón Cerrato.
- El 28 de octubre de 1915 contribuye a la toma de la plaza de Santana, estado de México, contra fuerzas que comandaba el capitán primero Matilde Cardoso, pertenecientes al general Crisóforo Ocampo.
- El 2 de septiembre de 1916 pelea en el punto conocido como El Tanque, distrito de Aldama, con soldados al mando del coronel Leovigildo Álvarez.
- El 4 de septiembre de 1916 colabora en la ocupación de la plaza de Apipilulco, distrito de Hidalgo, derrotando a las fuerzas al mando del teniente coronel Centeno, reduciendo a la guarnición al casco de la hacienda de Atlixtac.
- El 15 de abril de 1917 contiende, en Cutzamala de Pinzón, Distrito de Mina, contra fuerzas que guarnecían esa plaza, al frente del general Epigmenio Carbajal y el coronel Julio Bahena.
En noviembre de 1918 “la coronela” se deslindó del Ejército Libertador del Sur. Se presentó al mando de 315 hombres en la Jefatura de Operaciones Militares de Guerreo, a cargo del general Fortunato Maycotte, de quien se uniría a sus fuerzas después de reconocer al régimen de Venustiano Carranza. Como parte de la División Maycotte, Amelia colaboró en la pacificación del estado durante 1918 hasta 1920, año en que se dio de baja de la División para unirse a la Jefatura de Operaciones Militares de Puebla y Tlaxcala.
En lo que atañe a su vida personal, “la coronela” estuvo en prisión en dos ocasiones y se le relacionó con la muerte de uno de sus medios hermanos. Para 1924, bajo el mando del general Adrián Castrejón, Amelia apoyó con las armas a Obregón contra la rebelión delahuertista, pero su condición de mujer la obligó a luchar con el grado de sargento.
Una de sus participaciones más conocidas tuvo lugar en la hacienda de Pozuelos, Hidalgo, el 21 de abril de 1924, cuando fue muerto el general delahuertista Marcial Cavazos y ella resultó herida.
Después de esta campaña que la llevó hasta Chiapas y Tabasco, Amelia tomó la determinación de adoptar un nuevo nombre, personalidad e identidad que llevaría por el resto de sus días: ya no sería más Amelia Robles, la Güera Amelia o la coronela Amelia Robles, sino “el coronel Amelio Robles” o simplemente “el señor Robles”, logrando que hombres y mujeres, revolucionarios y no revolucionarios, se dirigieran a ella así por temor o por haber aceptado su elección. La transformación de Amelia no se limitó a su nombre y a su indumentaria, sino que, también, se manifestaría en su vida sexual.
Mantuvo una relación sentimental con Ángela Torres, originaria de Apipilulco, no sabía ni leer ni escribir y disponía de una hacienda, con ella tuvo una hija adoptiva: Regula Robles Torres.
Para 1939 apoyó abiertamente la candidatura a la presidencia del general Juan Andrew Almazán, su actitud rebelde la llevaría, junto con otros compañeros zapatistas, a protagonizar un enfrentamiento por un supuesto fraude electoral.
A partir de 1955 la coronela comenzó a realizar trámites en la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), donde aparece su expediente en el Archivo de Veteranos con el nombre de Amelio Robles Ávila.
Su primer trámite data del 5 de febrero de ese año, cuando solicitó el estudio de sus antecedentes revolucionarios con la finalidad de obtener la condecoración del “Mérito Revolucionario”, que no le sería otorgada sino hasta 1973.
En agosto de 1970 ya se le había reconocido oficialmente como “Veterano de la Revolución” por los servicios prestados durante el segundo periodo, del 20 de febrero de 1913 al 15 de agosto de 1914. Posteriormente, en noviembre de 1970, se le comunicaría su ingreso como “legionario”.
Entre diciembre de 1973 y enero de 1974 recibió, por órdenes presidenciales, una “ayuda económica” que sumó diez mil pesos.
Desde marzo de 1990, en una de las habitaciones de lo que fuera su hogar, existe la Casa Museo “Coronela Amelia Robles”, inaugurada por iniciativa de la Unidad Guerrero de Culturas Populares y otras instituciones, y gracias al interés y gusto del señor Rufino Robles, sobrino de la coronela.
Sobre Amelia Robles, desde niña se supo que no era una hembra como las demás, era aguerrida, de carácter explosivo, y hasta suicida; dicen, raptó a una muchacha de buena familia. En el campo de batalla, ella era un soldado más, incluso, su valentía la hacía sobresalir frente a sus compañeros hombres. Vestía ropa de hombre, pero, se sabe, se distinguía por su elegancia y belleza física. El escritor Febronio Díaz la describió como “una mujer en verdad bonita, nívea, trenzas de trigo maduro, ojos verdes y serenos que se tornaban felinos e intimidantes […]”.
El general Emiliano Zapata la tenía en gran estima, y en el ejército conquistó tres estrellas.
Alejada de la vida militar se dedicó a la agricultura, la ganadería y la organización agraria. Asumió siempre su lesbianismo, lo que la hizo pionera en el reconocimiento de las libertades sexuales; se exhibía como hombre con pantalones olivo, camisa blanca de seda, botas cafés, sombrero texano, gasné y un porte que la condujo a la violencia para defender sus derechos de género.
Su papel como coronel en la Revolución le valió el reconocimiento y los honores de los expresidentes Adolfo López Mateos, Manuel Ávila Camacho y Luis Echeverría, así como de los distintos gobernadores de Guerrero.
La coronela Amelia Robles murió el 9 de diciembre de 1984 a los 95 años de edad. Para el momento de su muerte solicitó dos cosas: que se le hicieran honores por sus méritos militares y que se le vistiera de mujer para encomendar su alma a Dios.