Arturo Fernández Vial: “El Contraalmirante del Pueblo”

Con este artículo, El Ciudadano inicia una serie destinada a realzar y rescatar del olvido oficial a todos aquellos miembros de las Fuerzas Armadas que tuvieron una consecuente postura constitucionalista, democrática y de apoyo a los movimientos sociales y populares del país


Autor: Wari

Con este artículo, El Ciudadano inicia una serie destinada a realzar y rescatar del olvido oficial a todos aquellos miembros de las Fuerzas Armadas que tuvieron una consecuente postura constitucionalista, democrática y de apoyo a los movimientos sociales y populares del país. Comenzamos con el héroe del Combate Naval de Iquique, Arturo Fernández Vial, quien fuera amigo del anarquista Magno Espinoza, de la poetisa Gabriela Mistral y de los integrantes de la colonia tolstoyana de San Bernardo. Su respaldo a las demandas obreras de comienzos del siglo XX le valieron el homenaje de diversas organizaciones laborales, entre ellas la de los ferroviarios, quienes pusieron su nombre al club de futbol que aún destaca en las tierras penquistas.

“Todos cumplieron con su deber. Dependieron exclusivamente de sí mismos. Ninguno flaqueó. Poco antes del combate (naval de Iquique), el guardia marina Fernández Vial (por orden de Arturo Prat) subió por la jarcia y afianzó la bandera (chilena) al pico de mesana en tal forma que no se pudiera arriar”.

“CRONICAS”, Joaquín Edwards Bello

Qué nos dice el nombre de Arturo Fernández Vial; qué podría representar la figura de un contraalmirante, de un hombre de mar, en un contexto “nacional” saturado por la perorata oficial, ante la conmemoración inminente de su Bicentenario independentista. Quizás la posibilidad de un horizonte verosímil, que permite dar sentido negativo a la discursividad soterrada sobre la historia de un militar refractario, de hace ya 100 años.

O sea, la estampa de un destacado marino que, bajo las órdenes de Arturo Prat, logró sobrevivir al combate naval de Iquique; la existencia de un histórico club deportivo de origen ferroviario -y que en la década de  mil novecientos ochenta se mostró como ícono de la izquierda y la protesta penquista contra la dictadura militar de Pinochet (1)-; o bien, como un militar constitucionalista al estilo de los ya reconocidos Carlos Prat y Bachellet, o más aún, como un almirante insumiso, desobediente, indócil, poseedor de un imaginario emancipador y radical, siendo ya una figura reconocida y ganada por el naciente movimiento obrero chileno del 1900.

El hecho es que al menos y en general, Fernández Vial es la integración angular de todas aquellas razones que lo nombran y que lo constituyen. Ya sea por unas más que por otras, Fernández Vial se ha convertido en una figura que, a poco andar la llegada de los doscientos años de la patria, ha comenzado a resonar de modo transversal en distintos sectores y momentos de la vida nacional. Sea esto porque el club deportivo Arturo Fernández Vial de Concepción conmemoró un centenario de existencia el año 2003, o bien porque ante la caída de los socialismos reales y la rearticulación internacional del Anarquismo, tenga sentido pensar en la estrecha relación de amistad que existió entre el contraalmirante y el mecánico anarquista Magno Espinoza, una de las figuras y líder del movimiento obrero chileno de principios del siglo XX.

La cuestión es que no resulta ser casualidad que cada día más el nombre de Fernández Vial sea reconocido por sectores tan dispares, tanto así que incluso el actual comandante en jefe de la armada, Almirante Rodolfo Codina Díaz, en su discurso del 21 de mayo recién pasado y en presencia de la Presidenta de la República haya hecho mención a la figura de Fernández Vial y a su rol en el combate naval de Iquique bajo las órdenes de Arturo Prat.

Bueno, quién es esta figura de la historia nacional, este modelo ejemplar de la controversia corporativa y disímil de nuestra institucionalidad, hombre radical y libertario para algunos, pacifista y tolstoyano para otros, amigo personal de Gabriela Mistral y a quien la poetisa le escribe y nombra como “el desombrerado”, ya que para Fernández Vial el uso de la gorra significaba la representación inminente de quien porta el poder y la autoridad. Este hombre que en el combate naval de Iquique se mantuvo firme en la Esmeralda como “cabo de cañón”, quemando su rostro producto de la pólvora que le estallaba en la cara cada vez que disparaba en contra del Monitor Huáscar.

Arturo Fernández Vial, nombre que ha vuelto a resonar con fuerza cien años después, ahí, cuando el discurso clausurado de la razón oficial en torno al Bicentenario ha abierto un hiato para pensar el otro lado del sentido, quizás al modo de los analizadores sociales, aquellos movimientos que apropiándose del presente develan las contradicciones, restituyen la subjetividad y nos interroga por lo que somos, por lo que hasta ahora hemos llegado a ser… en estos 200 años de historia nacional.

QUIÉN FUE

Raimundo Arturo Fernández Vial nació en Santiago el 15 de marzo de 1858 y falleció en la misma ciudad en noviembre de 1931. Su madre, Magdalena de las Mercedes Vial Maturana, provenía de una familia de ilustres miembros de las fuerzas armadas chilena. Su abuelo materno, Félix Antonio Vial y Arcaya, fue sargento mayor del ejército. Y su bis abuelo, Juan de Dios Vial Santelices, fue coronel y firmante del Acta de la Independencia de Chile (2).

Fue en 1872 cuando ingresó a la Escuela Militar en clase cadete, pasando dos años como aspirante a la escuela Naval. En 1876 fue ascendido a Guardiamarina; desde esa fecha hasta 1879 llevó a cabo diversos viajes de instrucción a bordo de las naves de guerra: la “Esmeralda”,  el “Magallanes” y el “Chacabuco”; esto, al interior del territorio nacional y fuera de él hasta Centro América.

SU ROL EN LA GUERRA DEL PACÍFICO

Al declararse la Guerra del Pacífico, Fernández Vial tomó parte en la ocupación militar del litoral de Bolivia, encontrándose a bordo de la Esmeralda el 21 de mayo de 1879 bajo las ordenes del Capitán de Fragata Arturo Prat Chacón en el memorable combate naval de Iquique, y que dio por resultado la pérdida de la “Esmeralda”, ocupando Fernández Vial el puesto de Guardiamarina (3).

A consecuencia de la pérdida del navío fue tomado prisionero, permaneciendo en esa condición en Iquique y luego en Casma hasta diciembre de aquel año, fecha en que fue canjeado por otros prisioneros.

Ya en junio de 1879 Fernández Vial fue ascendido a teniente primero y, a principios de 1880, se embarcó al norte en la cañonera “Pilcomaya”, convoyando un transporte de tropas que participó en el bloqueo de Mollendo y del Callao en abril y mayo de ese año, donde se encontró con los bombardeos de aquella plaza. Realizó luego el bloqueo de Ancon y Chancay embarcado en el blindado “Almirante Cochrane”, tomando parte también en el convoy que condujo el Ejercito Expedicionario desde Pisco Alurin y en su desembarco en esta caleta y en Curayaco.

En enero de 1881, a bordo del “Huascar”, actuó en el bloqueo del Callao. Se talló en las batallas de Chorrillos y Miraflores el 13 y 15 del mismo mes, regresando en seguida al Callao, donde asistió a la rendición de esa plaza el día 17 de enero.

Como oficial del Detalle tomó parte en diversas comisiones de conducción de tropas, en el territorio enemigo.

SU LABOR EN LA ARMADA

Con posterioridad y hasta 1884, en que fue ascendido a Capitán de Corbeta, se le recomendaron importantes comisiones, entre ellas, las de estudiar y atender el cambio de la artillería; organizó en esa época, y por primera vez en Chile, compañías del desembarco en la Armada, iniciativa que le valió la felicitación del jefe de división Naval Almirante Juan Jesús la Forre.

En 1886 fue designado Capitán de Corbeta Efectivo, correspondiéndole realizar un completo estudio de la cordillera de Valdivia, presentando planos y memorias sobre aquella expedición, y, más tarde, otras de no menor importancia, de orden hidrográfico y topográfico en diversas zonas del país. Como Capitán de Fragata, en 1888, realizó un viaje de instrucción de Guardiamarinas a EUA, Japón y Oceanía.

En 1889, Fernández Vial fue enviado a Inglaterra a inspeccionar la construcción de diversas naves para el gobierno de Chile, regresando a principios de 1891. En Punta Arenas tuvo conocimiento del levantamiento de la escuadra en contra del presidente Balmaceda; se pronunció por el movimiento revolucionario colocándose a las ordenes del Congreso, pero fue traicionado más tarde y reducido a prisión de donde logró, sin embargo, huir, dirigiéndose a Montevideo. Regresó a Chile por el boquete cordillerano de San Antonio y se incorporó al ejército constitucional. Fue nombrado Segundo Jefe del Estado Mayor del Ejército y en ese puesto fundó la compañía en tierra, al mando superior de las fuerzas de marinería.

El 23 de septiembre de 1891 se embarcó en el blindado “Cochrane” y fue designado para mandar la Escuadra. Logró tener a su cargo la organización y la dirección del primer curso de artillería y condestables.

Se le nombró director del curso especial de Guardiamarinas, ascendiéndole a Capitán de Navío; ese año, al mando de las Fuerzas de Marina, asistió a las batallas de Concón y la Placilla, en la primera de las cuales se distinguió notablemente dirigiendo el desembarco de las tropas.

Desde el año 1892 a 1894 comandó diversas naves, además de la Escuadrilla de Evoluciones de la Armada. En aquel último año trabajó en la organización de la administración del dique y de los servicios de la Marina en Talcahuano, presentando al ministerio del ramo un valioso informe sobre la prosecución de los trabajos del puerto militar, de las fortificaciones y servicios de la Armada (4).

En 1895 se le nombró Adicto Naval a la Legación de Chile en Brasil, colaborando allí en el acuerdo para establecer un tratado de comercio sobre la base de uno de navegación. En igual carácter fue trasladado a Uruguay. El mismo año se le designó gobernador marítimo de Valparaíso.

En 1898 se le elevó al cargo de Director del Territorio Marítimo y miembro del Primer Consejo Naval, además de Jefe de la Oficina de Informaciones Técnicas, a cargo de la preparación de la movilización de las fuerzas navales de la República para caso de guerra.

En 1899 fue ascendido al grado de Contralmirante y, al año siguiente, se le nombró Comandante en Jefe de la División de Evoluciones.

LA FUNDACIÓN DEL CLUB DEPORTIVO

Fue en el año 1903 cuando en Chile se asomó con fuerza la primera de un conjunto de  luchas sociales que el movimiento obrero vendría a ofrecer. En este clima de efervescencia social se encontraban los gremios marítimo y ferroviario ad-portas de una huelga de inusitadas proporciones, los cuales centraron su accionar en el pujante puerto de Valparaíso. Mediante algunas revueltas iniciales que avecinaban un clima conflictual de proporciones, el presidente de la República, Germán Riesco, designó a Arturo Fernández Vial –quien se desempeñaba, en ese entonces, como Jefe de Plaza de Valparaíso-, “Interventor de Ferrocarriles”, otorgándole las máximas atribuciones y explicitándole la siguiente orden: “Almirante, disponga usted de la inmediata dispersión de esa gente, aun poniendo en práctica los procedimientos más violentos” (6).

El destacado marino, en vez de usar la fuerza bruta, optó por el diálogo con los huelguistas ferroviarios, aceptando gran parte del petitorio de reivindicaciones que estos exigían.

Fernández Vial, en conjunto con ello, fue un gran propulsor de las actividades deportivas en el país; organizó el mismo año 1903 las olimpiadas deportivas de Valparaíso, participando en aquella ocasión el “Club Deportivo Ferroviario Internacional de Concepción”, club que había sido fundado en 1897.

Una vez concluidas las olimpiadas de Valparaíso y ganadas las reivindicaciones de los huelguistas, un grupo de obreros visionarios de la Maestranza de Ferrocarriles del Estado de Concepción, tuvieron el suficiente sentido común para buscar una instancia de agradecimiento a este hombre de mar que llevó a buen término su labor de mediador. De esta forma y en un lugar indeterminado al interior de la Maestranza de Ferrocarriles de Concepción, se decidió rebautizar al club con el nombre de “Club Deportivo Almirante Arturo Fernández Vial”, hecho ocurrido el 15 de junio de 1903 (7).

Tampoco está demás contar que la historia del club está asociada hasta el día de hoy a la identidad ferroviaria, siendo aún muchos de sus socios honorarios miembros de federaciones de trabajadores de ferrocarriles.

LA HUELGA DE LA SUD AMERICANA DE VAPORES

Fue en 1903, el 15 del mes de abril, cuando comenzó la huelga de los trabajadores encargados de las tareas de carga y de descarga de la Compañía Inglesa de Vapores (Pacific Stean Navegation Company), en Valparaíso. Los huelguistas reclamaban, inicialmente, una modificación en los horarios de trabajo que hasta ese momento era de seis de la mañana a seis de la tarde.

Reclamaban también los estibadores de la Compañía Inglesa la necesidad de un alza en sus salarios, que era de alrededor de un 10%. El gerente de la Compañía Inglesa, J. W. Sharpe, se negó terminantemente a considerar la demanda de los estibadores y amenazó a los huelguistas con el envió de “nuevas cuadrillas de trabajadores que ya tenían contratados”.

Frente a esta actitud hostil de la Compañía Inglesa, los trabajadores se entrevistaron la misma mañana del día 15 con el Director del Territorio Marítimo, Contralmirante Arturo Fernández Vial. Éste, que era además presidente honorario de varias sociedades obreras, les “prometió ayudarlos y ver el modo de arreglar las dificultades pendientes” (8).

Fernández Vial, por su parte, intentó persuadir a la Compañía para que llegara a acuerdo con los trabajadores, pero no obtuvo ningún resultado. Según Fernández Vial, “las demandas obreras eran justificadas en vistas de las presentes necesidades de la clase obrera, la cual hoy tiene mayores exigencias que antes…” (9). Pronto tales declaraciones, asociadas a la simpatía que en él generaba el movimiento de los estibadores y  sus iniciativas para favorecerlos, le costaría su puesto en la Armada.

Con el correr de los días se sumaron a la huelga los estibadores de la Compañía Sud Americana de Vapores, y posteriormente los lancheros junto a los jornaleros de aduana.

El Contralmirante Fernández Vial, con fecha del 22 de abril, fue destituido de su cargo y transferido a la División de Evoluciones de la Armada. Ello fue, por cierto, una sanción que le imponía el jefe de la Armada, Almirante Jorge Montt. Este último, en realidad falló en favor de las Compañías y la prensa afín a los empleadores a quienes Fernández Vial no les simpatizaba.

El gobernador marítimo propuso a los huelguistas la constitución de un intermediario para que buscase viabilidad al conflicto; los obreros insistieron en el nombre de Fernández Vial y pese a que estaban dispuestos a un fallo arbitral como mecanismo de resolución del conflicto, éste -Vial-, no era del agrado de los empresarios, quienes no estaban de acuerdo con el nombre propuesto y menos a negociar con los trabajadores en huelga.

Ya transcurrido varios días el movimiento se radicalizó, asumiendo la “acción directa” como eje táctico de las acciones y rebelándose ante los que consideraba sus enemigos. Frente a esta radicalización, las empresas cedieron y se constituyó un tribunal arbitral compuesto entre otras personas por Fernández Vial, debiendo trasladarse a Santiago el día 12 de mayo, requerido  por las autoridades de gobierno.

El día 19 de mayo hubo acuerdo definitivo sobre los árbitros y, a fines de julio, éstos fallaban en gran medida a favor de los trabajadores. Los salarios fueron incrementados entre un 10% y un 20%, se garantizó el pago de trabajo “sobre tiempo” y los horarios de trabajo fueron modificados (10).

Desde ese momento comenzó una seguidilla de represiones y censuras de la cual el Contralmirante fue objeto; relegado al puerto de Talcahuano y encarcelado en el mismo lugar. Según se dice y sin mayor explicación, en 1903 se le expendió la cédula de retiro temporal, después de 31 años de servicio.

EPÍLOGO: ORGANIZADOR SOCIAL

A Fernández Vial terminó por otorgársele el retiro definitivo de la Armada en 1916. Se dedicó al desarrollo de organismos sociales de instrucción, escuelas nocturnas para obreros y sociedades de temperancia. Fomentó el atletismo, fundando la “Asociación Atlética Nacional”, perteneció a la Acción Cívica Contra el Alcoholismo y fomentó el desarrollo de organizaciones obreras, entre otras actividades.

Falleció en Santiago en noviembre de 1931. El gobierno de la época dispuso se le rindieran honores de Vicealmirante y que sus restos se inhumaran en la ciudad de Valparaíso, en la cripta de los héroes de Iquique, ubicado al pie del monumento a Prat.

Despidieron sus restos en la Estación Mapocho de Santiago, el vicepresidente de la República, Manuel Tuco, todos los ministros de Estado y altos jefes del ejército de la Marina, al igual que las tropas de las Fuerzas Armadas. En los funerales de Fernández Vial se hicieron presentes diversas instituciones y distinguidas personalidades del mundo social y político.

Hoy, a poco menos de un año del Bicentenario nacional, a 100 años de la irrupción del movimiento obrero chileno y de la gran masacre de la cual fue objeto en la escuela Santa María de Iquique en el año 1907, cobra sentido llevar a la palestra los grandes forjadores sociales que nuestra historia oficial ha olvidado, y talvez repensar Chile desde los imaginarios que alimentaron nuestro “proyecto país” durante el primer centenario.

NOTAS:

1) Recuerdo haber asistido en 1981 con solo 6 años de edad, al partido donde el club deportivo Fernández Vial resultó campeón del torneo de la tercera división en la ciudad de Los Ángeles, ingresando de esta manera al profesionalismo. En aquella oportunidad la hinchada se hizo famosa por corear: “el Vial unido jamás será vencido”. En aquella época, ser del Vial era ser de Izquierda.
2) Ver Guillermo de la Cuadra 6., Familias Chilenas. Editorial Zamorano y Caperan. Santiago, 1847.
3) Ver El  Diario Ilustrado. Santiago, Noviembre de 1931.
4) Ver La Unión. Valparaíso, 19 de Diciembre de 1947.
5) Ver Dirección del personal de la Armada (Valparaíso), hoja de servicios del Contralmirante Don Arturo Fernández Vial. D.P. Ordinario, num. 8.837.
6) Ver Diario El Sur. Concepción, domingo 15 de junio de 2003.
7) Ver Diario La Crónica. Concepción, sábado 14 de junio de 2003.
8) Ver Diario El Mercurio de Valparaíso, 15 de Abril de 1903.
9) Ver Diario El Mercurio de Valparaíso, 18 de Abril de 1903.
10)  Ver Mario Garcés Duran. Crisis social y motines populares en el 1900. Editorial Lom. Santiago, 2003.

por Felipe Tombolini

Sociólogo e Investigador de la Biblioteca Nacional


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