La CBG es una organización que se dedica desde 1978 a vigilar la labor de Bayer a fin de denunciar sus irregularidades, ilegalidades y abusos alertando de los peligros de sus fármacos, del envenenamiento de sus pesticidas, de sus emisiones químicas contaminantes sobre la tierra, el agua y el aire, de su flagrante violación de los derechos humanos y de sus presiones a los gobiernos y a los afectados por sus productos. Hemos hablado de todo ello con su actual portavoz, Philipp Mimkes.
En 1978 hubo una serie de explosiones en las instalaciones de la multinacional Bayer en Leverkusen (Alemania) que llevaron a los vecinos próximos a manifestarse ante la posibilidad de sufrir una grave contaminación. Un movimiento popular amplio que se terminaría plasmando en 1980 en la constitución de un grupo denominado Coordination gegen Bayer-Gefahren, CBG (Coordinadora contra los peligros de Bayer) que pronto crecería y empezaría a denunciar las malas prácticas de la compañía además de recordar la directa implicación de las industrias química y farmacéutica con el III Reich de Adolf Hitler. Hoy esa organización se haya radicada en Alemania -cerca del cuartel general de Bayer- y cuenta con unos mil quinientos asociados en el país y más de treinta mil en otras cuarenta naciones que reciben sus publicaciones, distribuyen sus folletos y ayudan a recoger información sobre la multinacional que luego se publica en cinco idiomas: alemán, inglés, francés, español e italiano. Sin recibir dinero público y financiándose íntegramente con donaciones. Pues bien, como quiera que se cumplen 150 años de la creación de Bayer hemos querido hablar con uno de los portavoces de la Coordinadora contra los peligros de Bayer, Philipp Mimkes, Licenciado en Física -estudió en las universidades de Marburg y Colonia- que en 1994 dejó su trabajo como científico para dedicar todo su tiempo a la organización.
-Ustedes tienen como objetivo vigilar a una sola empresa: Bayer ¿Por qué?
Bayer es una de las más grandes compañías químicas y farmacéuticas del mundo; ni peor ni mejor que Monsanto o BASF. Y nosotros nos hemos centrado en ella con la esperanza de que otros vigilen a otras grandes empresas. Así que tratamos de publicar toda la información posible de los problemas que Bayer causa en todo el mundo. Hace treinta años nadie en Europa se habría enterado de una explosión en una planta brasileña de Bayer o si cierto pesticida había contaminado unas aguas subterráneas en Sudáfrica pero hoy día tenemos acceso a toda esa información y podemos hacerla pública aquí en Europa para presionar a las corporaciones y acabar con esas deficiencias.
-¿Y cómo reaccionó la compañía a tal vigilancia?
De la forma habitual: primero ignoraron las protestas, después trataron de ridiculizarlas tachándolas de «no científicas» o llamándonos «radicales» y, por último, intentaron destruirnos mediante una demanda judicial por el contenido de uno de nuestros folletos informativos en el que decíamos: «En su búsqueda ilimitada de beneficios Bayer viola principios democráticos, derechos humanos y políticas de equidad. Vigila y presiona a los críticos y ayuda y financia a políticos de la derecha y sus seguidores».
-¿Y cuál fue el resultado de la demanda?
Bayer pedía compensaciones tan enormes por nuestras afirmaciones que de ganar hubieran arruinado totalmente nuestro trabajo. El proceso duró seis años. Las dos primeras instancias judiciales fallaron en favor de la compañía y apelamos ante el Tribunal Supremo cuyo presidente era entonces Roman Herzog quien más tarde se convertiría en Presidente de la República. Pues bien, el Supremo rechazó el veredicto de los tribunales ordinarios y admitió que nuestras afirmaciones tenían fundamento. Toda la prensa alemana informó de que David había ganado a Goliat lo que nos dio cierta protección hasta hoy. No obstante, a pesar de nuestra victoria, nos vimos obligados a gastar cien mil marcos en el procedimiento lo que obstaculizó nuestras campañas durante años.
-Se cumple ahora el 150 aniversario de la creación de Bayer. ¿Qué puede decirnos de su origen?
El 1 de agosto de 1863 un tintorero llamado Johann Friedrich Weskott y un empresario, Friedrich Bayer, fundaron la compañía Friedr, Bayer et comp. para fabricar colorantes sintéticos pero creció tanto que pronto amplió su gama de productos y empezó a comercializar pesticidas, fitoquímicos y fármacos. Luego, en 1925, pasaría a formar parte del conglomerado IG Farben, la mayor compañía europea por aquel entonces y la segunda del mundo tras la Standard Oil de Rockefeller.
Sería en todo caso la aspirina la que haría a Bayer mundialmente famosa pero de lo que Bayer no habla es de que a la vez comenzó a comercializar otro producto cuyo ingrediente era nada menos que ¡la heroína! Y lo comercializó presentándolo ¡como un remedio inofensivo para la tos! De hecho hizo en todo el mundo -España incluida- campañas promocionales conjuntas de la aspirina y la heroína. Y aunque los efectos secundarios y los peligros de adicción de ésta se hicieron evidentes rápidamente la corporación continuó vendiéndola obteniendo enormes beneficios ¡durante décadas!
-Posteriormente, durante la I Guerra Mundial, Bayer inventaría el gas venenoso conocido como «gas mostaza» presionando luego para su utilización en el frente violando así las leyes internacionales. ¿El resultado? Más de noventa mil soldados y civiles murieron a causa de la guerra química así instaurada.
En suma, el conflicto bélico se convirtió en un negocio y la industria química alemana empezó también a producir ¡explosivos! Y no dudó en utilizar a decenas de miles de prisioneros belgas en sus instalaciones para que trabajaran gratis. Más tarde, como parte de la abominable IG Farben, Bayer estaría implicada durante el III Reich en los más crueles crímenes de la historia de la humanidad. La compañía construyó por ejemplo una gigantesca factoría de caucho en Auschwitz y para alojar a los trabajadores esclavos montó su propio campo de concentración en el que, como hoy se sabe, murieron decenas de miles de personas.
Es más, en él se llevaron a cabo experimentos con los prisioneros –muchos de ellos aberrantes y mortales- para probar los fármacos de IG Farben. Además pronto proporcionaría gasolina y caucho al ejército alemán pero también munición y gases venenosos. De hecho fue una empresa subsidiaria la que produjo el Zyklon B que se usaría en las tristemente famosas cámaras de gas. Y por si fuera poco IG Farben fue detrás de los militares que conquistaron diversos países europeos saqueando sus factorías químicas, sus minas de carbón y la producción de aceite.
-Durante los juicios de Nüremberg se llegó a decir que IG Farben había desarrollado un plan detallado para crear «un nuevo orden económico para Europa y el mundo» y que utilizaron a Hitler para conseguir sus propósitos. ¿Qué opina usted?
Evidentemente el ascenso de Hitler no se debió sólo a IG Farben pero es obvio que la empresa le prestó su apoyo económico en cuanto se dio cuenta de que llegaría al poder para posteriormente beneficiarse de la situación, comoasí sucedió. El «plan cuatrienal» puesto en marcha en 1936 por el Gobierno alemán fue de hecho redactado por IG Farben. Y ya en 1931 Carl Duisberg, Jefe de Investigación de Bayer, abogaba por «un bloque económico unificado desde Bordeaux hasta Odessa», algo que los nazis consiguieron hacer realidad diez años después. Está claro pues que IG Farben era parte de los especuladores de la guerra en el lado alemán.
-¿Y llevó a cabo Bayer alguna actividad en España en esa época?
Sí. IG Farben tenía catorce empresas subsidiarias en España y era la compañía extranjera más importante en aquellos años. La industria química alemana era hostil a la República e hizo grandes donaciones a Franco y a la Legión Vidal, una unidad médica que también recibió dinero de Siemens y otras compañías alemanas. Además proporcionó a las tropas de Franco fibra de rayón para los uniformes pero también explosivos y expertos en guerra química. Cuando la Legión Cóndor bombardeó Guernica y otras ciudades vascas utilizó de hecho bombas fabricadas por IG Farben.
-Bien, si le parece volvamos a nuestra época y hablemos de las áreas en las que actualmente opera Bayer. Empecemos por los fármacos: hay algunos escándalos recientes muy conocidos como el del Lipobay en Argentina o el de Nexavar en la India. ¿Qué puede decirnos sobre ellos?
El Lipobay -o Baycol- es una estatina indicada para bajar los niveles de colesterol con la que Bayer hizo una potente campaña de promoción a pesar de que desde el principio su consumo se había relacionado con la rabdomiolisis, patología que habitualmente termina dando lugar a graves fallos renales. Hasta empleados de Bayer advirtieron del riesgo. Bueno, pues cuando Bayer retiró el fármaco en 2001 el número de casos de rabdomiolisis que se estimó había causado era ya de varias decenas de miles de los que al menos un centenar murió. En pocas palabras, Bayer publicitó el fármaco a pesar de que sus propios análisis mostraban que su ingesta hacía enfermar o morir con más frecuencia a quienes lo ingerían que a quienes tomaban otros fármacos. Llevada a los tribunales Bayer llegaría a un acuerdo con miles de pacientes y pagaría ¡mil millones de euros! pero nunca admitió su culpa. De ahí que consideremos una importante victoria la sentencia emitida el año pasado (2012) por un tribunal argentino declarando a Bayer culpable de no aportar a médicos y pacientes la información adecuada sobre los riesgos del Lipobay y condenándola a pagar compensaciones a los afectados.
-¿Y qué nos dice del Nexavar?
Es un caso muy distinto. Se trata de un tratamiento contra el cáncer extremadamente caro que cuesta miles de euros al mes y, por tanto, no es accesible para los enfermos del Tercer Mundo. De ahí que el Gobierno indioconcediera un permiso a la compañía nacional Cipla para producirlo sin patente. Hace ahora diez años esa misma empresa se hizo famosa por proporcionar fármacos para el VIH que costaban en Occidente 10.000 dólares mensuales ¡por menos de 100! Y es que la ley india permite la posibilidad de conceder licencias especiales a compañías de genéricos e imponer un control de precios que hagan accesibles ciertos fármacos a un público amplio. Bayer demandó entonces al Gobierno indio. El caso tenía implicaciones importantes porque la India es la «farmacia de los pobres» y el fármaco podía llegar a través de ese país no solo a los enfermos indios sino a mucha otra gente de amplias zonas del planeta. El propio Gobierno estadounidense presionó con fuerza para intentar que se revocase la aprobación. Afortunadamente, sin embargo, los tribunales indios mantuvieron su decisión y el precio de la dosis mensual de Nexavar bajó de 280.000 rupias ¡a 8.800!
-Bayer también comercializa anticonceptivos que han sido objeto de polémica…
Sí, concretamente las píldoras Yaz y Yasmín que contienen la hormona drospirenona. Se asociaron a un riesgo de embolismo e ictus tres veces mayor que el de otros productos antiguos y aún así Bayer dio amplia cobertura publicitaria a ambos productos dirigiendo sus campañas especialmente a niñas y adolescentes a las que prometieron una reducción de peso y que mejoraría su acné. Hoy se sabe que al menos doscientas murieron a causa de los efectos secundarios de esas píldoras. De hecho en Estados Unidos Bayer accedió a pagar 1.400 millones de dólares como compensación a las víctimas de Yaz; sin embargo las víctimas europeas no han recibido absolutamente nada.
Es más, se siguen vendiendo productos que contienen esa hormona en lugar de ser retirados del mercado cuando no hay justificación alguna para mantener la autorización, máxime cuando los antiguos anticonceptivos son más seguros. Hemos puesto en marcha algunas medidas para contraatacar en este asunto durante las reuniones de socios de Bayer e incluso hemos invitado a víctimas del Yaz para que protesten ante los directivos de la multinacional pero ésta no está por la labor de retirar voluntariamente sus productos porque las compensaciones a las víctimas son inferiores a los beneficios de la venta. ¡Un cínico pero simple cálculo!
-¿En qué otros casos de fármacos han intervenido ustedes?
En muchos más. Aunque probablemente el caso más triste haya sido la infección de hemofílicos con VIH y hepatitis. En los años 80 aproximadamente la mitad de la comunidad mundial de hemofílicos se infectó con preparaciones de sangre contaminada. La compañía Cutter, subsidiaria de Bayer, era entonces líder mundial con el 50% del mercado. Y la extensión de la epidemia podría haberse reducido significativamente con algunas medidas de precaución; como procedimientos de inactivación del virus.
Ya en 1982 empleados de Cutter preveían -aunque confidencialmente- una «gigantesca epidemia» entre los hemofílicos. A pesar de ello Cutter convenció a todos los implicados en el negocio de la sangre para que no utilizaran análisis con los que rastrear donantes infectados. Con el fin de reducir costes no utilizaron métodos de inactivación del virus hasta 1985. E incluso entonces Cutter vendió cargamentos no analizados en Asia e Iberoamérica y miles de hemofílicos lo pagaron con sus vidas.
En Japón la presión ciudadana hizo que Bayer tuviera que disculparse con las víctimas y pagarles pensiones de por vida pero eso no se ha conseguido en el resto de los países. En Alemania y Estados Unidos la compañía pagó compensaciones que ascendían a unos pocos cientos de millones de dólares pero eso no devolverá la vida a nadie y además la mayor parte de los costes se tuvieron que pagar con dinero público. Nosotros no sólo exigimos que Bayer y las otras compañías responsables pidan perdón y paguen pensiones a los hemofílicos supervivientes sino que los directivos responsables sean juzgados de una vez por homicidio.
-Otro tema realmente grave es el de los organismos modificados genéticamente. En estos casos el primer nombre en el que se piensa es siempre Monsanto pero desgraciadamente no es la única empresa. ¿Qué están haciendo en este caso y qué campañas están desarrollando?
Siguiendo la estela de Monsanto también las compañías alemanas Bayer y BASF desarrollaron un inmenso programa relacionado con cultivos modificados genéticamente y pesticidas pero es poco conocido por el público. Bayer por ejemplo está vendiendo maíz, soja y algodón resistentes a herbicidas, muchos de ellos experimentados en España. Es más, fue un producto de Bayer el responsable del mayor escándalo conocido de contaminación por organismos modificados. En julio de 2006 el arroz denominado Liberty Link -una variedad que no se aprobó para distribución comercial ni consumo humano en ningún lugar del mundo- apareció en la cosecha de unos granjeros norteamericanos sin que supieran cómo y la Unión Europea, Japón y Rusia detuvieron inmediatamente las importaciones de arroz estadounidense. ¿El resultado? Que tras una larga y lenta batalla legal Bayer se vio obligada a indemnizar a los granjeros estadounidenses con cerca de 750 millones de dólares.
Cabe añadir que prácticamente todos los cultivos genéticamente modificados de Bayer están relacionados con un herbicida, el glufosinato, similar al glifosato de Monsanto e, incluso, más peligroso. Una evaluación de la Unión Europea estableció que el glufosinato es de alto riesgo para todo mamífero y la clasificó como «reprotóxica». Será pues prohibida en la Unión Europea… ¡en 2017! Bueno, pues a pesar de ello hace sólo unos meses Bayer anunció la construcción de nuevas plantas de glufosinato en Estados Unidos para el mercado norteamericano y sudamericano con el fin de sustituir al glifosato contra el que muchas plantas se han vuelto resistentes.
Obviamente nosotros entendemos que las ventas de glufosinato deben cesar en todo el mundo de inmediato y que en Europa debería prohibirse ya la importación de plantas tratadas con él.
-Tema que nos lleva a otra industria íntimamente unida a los cultivos modificados: la de los pesticidas.
Cierto. De hecho Bayer es el segundo gran productor de pesticidas después de Syngenta con un 20% delmercado. Durante décadas Bayer ha vendido pesticidas mortales como Endosulfán, Paratión, Fenamifos y Monocrotofós, especialmente en los países del Tercer Mundo. Y, por cierto, el Monocrotofós fue responsable de numerosas muertes por envenenamiento en una escuela india hace apenas unas semanas.
Hoy la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima el número de personas envenenadas por pesticidas en más de ¡veinte millones al año! de las que unas 40.000 mueren; siendo el número estimado de casos no reportados aún mayor. Por supuesto los productos de Bayer han contribuido enormemente a ello. Es verdad que a finales de 2012 eliminó progresivamente algunos productos antiguos -entre ellos el Endosulfán- pero rompió su promesa inicial de retirar todos los productos que la OMS ha etiquetado de «extremadamente peligrosos». Y se podrían haber salvado muchas vidas si la promesa se hubiera cumplido. Es vergonzoso que Bayer solo acepte detener la venta de sus productos tóxicos cuando el beneficio de esas “bombas de tiempo químicas” disminuye.
Y, por cierto, nunca se aclaró el papel que el pesticida Nemacur de Bayer -cuyo principio activo es el Fenamifos- jugó en el caso del llamado Síndrome Tóxico que tuvo lugar en España en 1981 pero hay muchos indicios que indican que pudo causarlo una partida de tomates que fue rociada con él (lea el lector al respecto el recuadro que aparece al final de este texto).
-¿Se implicaron ustedes en ese caso?
Dos de nuestros miembros, Gudrun Greunke y Joerg Heimbrecht, investigaron el tema durante años y publicaron un libro titulado El montaje del Síndrome Tóxico que publicaría en 1988 Ediciones Obelisco. Para nosotros quedó muy clara la implicación de los pesticidas de Bayer pero las autoridades españolas no parecían muy interesadas en investigaciones independientes.
-¿Han desarrollado más campañas en nuestro país o colaborado con organizaciones españolas?
Hemos colaborado muchas veces con grupos españoles. Hace sólo unos meses participamos junto a numerosos estudiantes que protestaban en la Universidad de Valencia contra un pesticida de Bayer que se presentó en el campus de la universidad. Y recientemente hemos colaborado con apicultores españoles que protestaban contra pesticidas que matan abejas; como el imidacloprid de la marca Gaucho y la clotianidina de Poncho. Y en muchas ocasiones hemos publicado información sobre los peligros de medicamentos de Bayer en colaboración con el periodista español Miguel Jara. Es más, el grupo GRAIN, con sede en Barcelona, trabaja activamente en temas de biodiversidad y denunciando el programa sobre organismos genéticamente modificados de Bayer.
-Pasemos a otro tema clave: ¿por qué piensan ustedes que Bayer pone en peligro el medio ambiente?
Muchas de las actividades de Bayer son peligrosas para el medio ambiente; las emisiones de CO2 de la compañía, por ejemplo, son superiores a los ¡ocho millones de toneladas! Nosotros demandamos que Bayer detenga la quema de carbón y construya instalaciones de producción de energía renovable.
Otro gran problema es el enorme uso de agua: sólo la planta alemana de Leverkusen utiliza más agua subterránea limpia que la que bebe el millón de habitantes de la vecina ciudad de Colonia.
Pero el mayor impacto medioambiental se debe al uso de pesticidas de Bayer que contaminan ríos y aguas subterráneas y matan animales beneficiosos como abejas y pájaros.
-Y a ello habría que añadir los peligros de las instalaciones mismas y su modo de producción utilizando materiales tóxicos como el fosgeno.
Efectivamente. El fosgeno, considerado uno de los productos industriales químicos más tóxicos que existen, se desarrolló durante la I Guerra Mundial como arma química. Es mortal incluso en dosis pequeñísimas y sin embargo Bayer produce actualmente ¡cientos de miles de toneladas! Lo utilizan como producto intermedio en la producción de plásticos y de hecho acaban de ampliar algunas instalaciones para su producción en Alemania.
En décadas pasadas ya hubo algunas explosiones peligrosas en plantas de fabricación de plásticos de Bayer. En nuestra opinión se deben reducir al máximo los peligros. ¡El desastre de Fukushima demuestra que lo impensable puede suceder! Bayer y BASF deberían concentrar esfuerzos en desarrollar procesos de producción de poliuretanos y policarbonatos libres de fosgeno y adecuados para producción a gran escala. Mientras tanto no deberían construirse nuevas plantas; de lo contrario estos métodos peligrosos de producción van a seguir amenazándonos durante décadas.
-¿Realmente puede afirmarse que Bayer lleva 150 años violando los derechos humanos fundamentales?
Nuestros derechos fundamentales no son algo que las grandes corporaciones multinacionales valoren precisamente. No es que estén a favor o en contra, es que les importa poco porque se guían primordialmente por los beneficios. Solo se preocupan de ello si el público se rebela o las autoridades y jueces les imponen castigos severos. De lo contrario intentarán maximizar sus beneficios sin preocuparse demasiado del sufrimiento que puedan causar o de la pérdida de vidas humanas.
Eso deja en manos de los gobiernos y organismos internacionales la responsabilidad de promulgar leyes que protejan a sus ciudadanos pero todo indica que en realidad son las grandes empresas las que determinan hoy las grandes decisiones políticas no solo a nivel estatal y comunitario en Europa sino mundial…
Ese es justamente el problema. Hay más de de 10.000 “lobistas” –grupos de presión- sólo en Bruselas donde los grupos ecologistas y los sindicatos apenas tienen unas pocas decenas de empleados. Otros sectores sociales y políticos no tienen medios comparables ni poder suficiente para oponerse a esa enorme influencia de modo que con frecuencia los legisladores europeos terminan convirtiendo en leyes las propuestas de esas asociaciones de lobistas al servicio de las grandes empresas.
-¿Y qué hacer entonces? ¿Cómo concienciar a la gente de tan graves problemas?
El problema es que la mayor parte de la gente está desinformada; no sabe lo que está ocurriendo. Aunque haya protestas públicas ya que apenas se les da eco en los grandes medios de comunicación. Aún así hay que insistir e informar al público. Hay que levantar la voz contra quienes nos están envenenando impunemente. Y organizar protestas como las que nosotros venimos desarrollando a desde años. No podemos perder la esperanza.
El problema es que la mayoría de la gente está convencida de que no se puede hacer nada contra las grandes multinacionales. Sin embargo informar de lo que hacen a veces es eficaz. Ustedes mismos han informado sobre explotación infantil, violaciones de las leyes, estafas, envenenamiento, efectos iatrogénicos de los pesticidas, productos químicos y fármacos…; y a veces con éxito.
Cierto. Recuerdo por ejemplo que una vez logramos parar la construcción de una planta de plásticos peligrosos en una ciudad de gran densidad de población en Taiwán. Y en otra impedimos que se importaran residuos químicos extremadamente peligrosos de Australia para incinerarlos aquí en zonas pobladas. Y hace unos meses la Unión Europea prohibió la mayoría de los pesticidas de Bayer causantes de la muerte de millones de abejas. ¡Todo un éxito para una campaña que llevábamos liderando quince años! Y no son más que algunos ejemplos. En estos 35 años Bayer ha percibido claramente que ya no podía actuar a su antojo porque nosotros haríamos públicos sus posibles desmanes.
-Díganos para terminar: ¿qué campañas tienen en marcha en estos momentos?
Este año hemos comenzado tres. En primer lugar, con motivo del 150 aniversario de Bayer, hemos publicado una serie de artículos sobre la oscura historia de la compañía para que la gente la conozca; de hecho la semana pasada la televisión alemana emitió un documental sobre el tema en el que participamos.
En segundo lugar, estamos oponiéndonos al nuevo anticoagulante de Bayer, Xarelto, que ya ha sipo asociado a un incremento de riesgo de sangrado.
Y en tercer lugar, estamos intentando -junto a Greenpeace y otras organizaciones- que se rechace la solicitud que Bayer hizo en agosto de 2003 a la Unión Europea para poder importar el LL62, una variedad de arroz modificado similar al 601. Se trata de un arroz modificado que está contaminando cepas convencionales de arroz en India, Filipinas y otros países.
Terminamos. Los lectores interesados en conocer las campañas de esta organización pueden seguirlas -en cinco idiomas- a través de www.cbgnetwork.org y registrarse para recibir su boletín internacional de novedades. Es más, pueden asociarse si lo desean y ayudar a recoger información sobre las instalaciones y productos peligrosos de Bayer.
Por Jesús García Blanca
Imagen: http://www.cbgnetwork.org/
Fuente: Revista Discovery DSalud