La ciudad de Rio de Janeiro vivió, el pasado día 20 de junio, en un virtual estado de sitio, tras la última jornada de movilizaciones en las capitales de Brasil, las políticas de contención de protestas del gobierno estatal se radicalizaron, y para muchos de los brasileños presentes en las calles, recordó vivamente a la dictadura militar. Con una estrategia de tolerancia cero las calles fueron literalmente barridas por la PMERJ (policía militar del estado de Rio de Janeiro) y el choque de orden.
La jornada de movilizaciones comenzó temprano a las 17:00 hrs concentrándose en la Avenida Presidente Vargas, una de las principales arterias del centro de la ciudad. Se congregaron entre 250 mil y 300 mil personas (aunque cálculos extra oficiales entregan una cifra de 1.400.000 personas), de diversas edades que marcharon hasta la sede de la Municipalidad de Rio de Janeiro que se encontraba tomada por el choque de orden. La marcha pacífica duró poco. Alrededor de las 19:00 hrs comenzó la represión policial dispersando mayoritariamente a los ciudadanos que se concentraban frente a la municipalidad. A partir de ese momento, sólo fueron enfrentamientos. Usando balas de goma y gas lacrimógeno, grandes contingentes policiales comenzaron a presionar al movimiento, alejándolo de la municipalidad y dispersándolo hacia los Arcos de Lapa.
Foto: Pablo Vergara / Batallón de Operaciones Especiales. BOPETodos los medios de transporte dejaron de funcionar dejando a miles de manifestantes literalmente en la calle, sin poder volver a sus lugares de residencia. Como refugio fueron utilizadas las universidades federales más centrales de la ciudad, que fueron posteriormente cercadas por la policía militar que tomaba preso a cualquier persona que se acercase al edificio. Los abusos por parte de los policías fue el tono de la jornada de movilizaciones. Violencia injustificada en un movimiento masivo totalmente válido.
Todos los años de corrupción abusos e injusticia social acabó por desencadenar en este movimiento, que pese a su fuerza, carece de un programa claro, de una organización de bases efectiva. La razón del movimiento radica en una ruptura de la mayoría de la población con el gobierno del PT (partido de los trabajadores) pues este representó una promesa para el brasileño, promesa de progreso y desarrollo, que el país llegaría a ser un país moderno como los del primer mundo. Esa idea produjo una población conformada y acallada a base del crédito y de los bonos para las clases bajas. Suena familiar, ¿O no?
Inconformidades crecientes, acabaron con la paciencia del ciudadano con los abusos y robos cometidos para la implementación de la copa, donde grandes flujos de dineros públicos fueron entregados a las empresas privadas, a la FIFA y a sus socios para lucrar. Mientras las obras para la copa del mundo 2014, avanzan rápidamente, disminuyen los gastos en salud y educación pues son redireccionadas para obras relacionadas con el mundial de 2014. Además, la implementación de la Ley de la Copa, evidenció todos los atropellos a los derechos humanos en nombre de la FIFA, que ya fueron conocidos en la copa de Sudáfrica en 2010. Monopolio para el consumo dentro de los estadios, donde no puedes llevar ni siquiera tu comida preparada en casa. Fin del derecho a la libre circulación de personas en un radio de 2 kilómetros alrededor de cualquier estadio. En fin, tras mucho tiempo en silencio, el pueblo de Brasil se levanta contra el sistema capitalista y sus crecientes profundizaciones. Las principales reivindicaciones del movimiento son derecho a la libre movilidad urbana, derecho a la libre manifestación, rechazo a los grandes robos de la Copa del Mundo, y reorientación de esos dineros para gastos sociales. En definitiva es la gestión democrática de los dineros públicos. Presupuesto Participativo. Es el control democrático popular del proyecto de ciudad en Rio de Janeiro, que se ha convertido en una ciudad mercancía, donde incluso el estilo de vida de los cariocas es transable en el mercado.
Por Juan Pablo Díaz Vio
Colectivo Tatuzaroio de Comunicação e Cultura.
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Rio de Janeiro, Brasil.
y Pablo Vergara
Arquiteto Fotografo Jornal Brasil de Fato RJ
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