Ayer pasé por Ahumada y me encontré con los funcionarios de Cruz Verde que siguen en huelga. Lamentablemente no son “Todos los funcionarios” sino únicamente los que pertenecen al sindicato. Eso quiere decir que, mientras ustedes pueden seguir comprando en la farmacia, hay un grupo de trabajadores que lucha y otro que no (ojo, no estoy enjuiciando a los que no están en el sindicato, es para graficar lo que ocurre). Por este motivo la empresa, que gana plata hasta por las aspirinas que venden sueltas los ambulantes en la cuneta, no esta ni por ahí con ofrecer una solución y prefiere pagar las multas o esperar a que llueva para que la gente que lucha se vaya a sus casas o a la mierda.
Suele ocurrir que para el empresariado es más sencillo pagar una pequeña sanción-multa antes que recomponer los sueldos de sus empleados. La ecuación es sencilla: pago ahora un turro de plata en lugar de pagar para siempre sueldos justos. Corta.
Además hay una lógica encubierta detrás de toda negociación. Y es que si lo piensas todas las movilizaciones están compuestas por seres humanos y los seres humanos tienden a rendirse por cansancio o por deudas. Entonces cuando tienes a un grupo de trabajadores sindicalizados, mal pagados, aburridos y cansados es solo cosa de esperar a que se aburran, se cansen, o tengan que elegir entre seguir peleando para conseguir un despido o, como suele suceder, que elijan entre volver a sus casas y poder pagar las deudas que ya tienen. Es muy cruel, pero así funciona este mundo: Si peleas te cagas de hambre, si vuelves a trabajar puedes, al menos, pagar la poca comida que te toca comer. ¿Qué elegirías tú?
En momentos como estos es en los que nosotros, como usuarios, como peatones, como ciudadanos, podemos salir a la calle como todos los días y no hacer nada o, por primera vez, podemos darle una mano a los que luchan por una vida un poco más digna. No cuesta nada darle 100 pesos a un sindicato o compartir con ellos 10 minutos para saber el porqué de sus demandas. No podemos elegir pasar de largo y, menos aún, podemos escoger el entrar en una farmacia Cruz Verde a dejar nuestro dinero cuando ese dinero va a parar a los bolsillos enormes de gente mala y cruel que transforma una empresa en una cámara de tortura para sus empleados. Empleados que han sido la cara visible, durante años, de una empresa que ahora les da vuelta la cara y los apuñala en el corazón. Empleados que han puesto su tiempo para recibir al público, para hacerse cargo de las puteadas de medio mundo que odia los cobros excesivos y que ahora, no como víctimas, pero si como engañados y explotados, salen a la calle a denunciar a sus jefes y nadie parece escucharlos porque no tienen el poder de que la prensa les ponga un aviso publicitario para decir la verdad.
Compra en una farmacia pequeña. Trata de enfermarte menos de esas cosas que se solucionan con un poco de actitud. Sal a la calle y deja de ser peatón. Vuélvete persona, ciudadano; vuélvete menos pelotudo y no le regales tu vida y tu dinero a gente que no se lo merece en absoluto.
Apoya a los sindicatos y a la gente de la Cruz Verde que sigue peleando por darte un servicio menos corrupto.
Crónica en proceso, lamentablemente, seguimos cubriendo.
Aguante los que luchan!
Primera parte de esta crónica acá: Cruz Verde (Primera Parte)