El 12 de febrero del presente año un grupo de organizaciones sindicales, hastiadas y agotadas de quienes hablan a nombre de los trabajadores sin considerarlos, iniciamos un proceso que todos buscábamos por distintos caminos y no lográbamos concretar.
Constituimos el Comité de Iniciativa por la Unidad Sindical, Cius.
Creíamos, creemos y creeremos, en la fuerza y la unidad de los trabajadores como elemento principal en la construcción de lo que llamamos “una nueva sociedad”.
No hemos puesto nombre a ésta, pero estamos claros de la necesidad de su existencia. Se construirá desde la fuerza avasalladora de los trabajadores y sus hermanos de clase.
La misma fuerza que nos ha permitido mantenernos de pie en este largo proceso de crisis, impulsados por la exigencia de responder de una buena vez y con firmeza a la voracidad de capital y de sus servidores.
Desde ese reciente febrero se han dado pasos interesantes.
No solo la continuidad en el trabajo de análisis, sino también y muy importante el enorme aporte de todas y todos impulsados por la convicción de ir estructurando lo que pretendemos sea un instrumento que eduque, promueva la organización y se haga parte de la lucha de todos los que quieren cambios.
El único requisito que consideramos irrenunciable es la defensa irrestricta de los derechos de los trabajadores, así como el compromiso de las organizaciones que los acogen, de trabajar en la creación y fortalecimiento de la conciencia de clase en los desprovistos de ella.
No estamos contra partidos, movimientos o grupos políticos, así como tampoco cuestionamos ni impedimos la participación de los trabajadores en ellos. Lo que no compartimos es el intento de estos instrumentos de querer hacerse del control de las organizaciones, para transformarlas en correas transmisoras de sus líneas de acción.
Nuestro principal compromiso es no volver a repetir los errores que llevaron a la crisis al movimiento sindical.
Esto es lo que nos convoca el día de hoy, en el primer acto abierto del Cius y por lo mismo nos sentimos gratificados de la presencia de cada una y cada uno de ustedes en este lugar.
HAY UNA HISTORIA DETRÁS
Cuando hablamos de crisis lo hacemos interpretando los elementos que dan cuenta de ella.
Hace 42 años la fuerza de trabajo activa apenas pasaba de los tres millones y la organización de los trabajadores superaba el 30%. Los sindicatos constituidos llegaban a 6.700 y los trabajadores afiliados llegaban casi al millón con un promedio por organización que superaba los 145 socios. Se negociaba por rama y existían poderosas organizaciones nacionales adheridas a la Central Única de Trabajadores.
A fines del 2014 la fuerza de trabajo supera los ocho millones y el porcentaje de organización no llega al 14%.
La fragmentación en la organización es el principal rasgo negativo.
Actualmente hay en el país 10.634 sindicatos activos con una población afiliada de 940.222 trabajadores, lo que da cuenta de un promedio de 88 trabajadores por organización.
De estos sindicatos, 6.739 son de empresa o de establecimientos con una población afiliada de 665.582 trabajadores. Son los que pueden negociar colectivamente de acuerdo a la legislación.
Existen 464 federaciones que agrupan a 54.372 trabajadores, es decir, un promedio de 117 socios y 64 confederaciones que agrupan un total de 114.416 trabajadores, siendo el promedio de 1.787 trabajadores.
Por último, hay tres centrales sindicales, que bajo el principio de la libertad sindical no declaran la totalidad de socios afiliados a cada una.
En materia de negociación colectiva, en el año 2013 se suscribieron apenas 1.845 contratos colectivos y 472 convenios colectivos entre sindicatos y la empresa. El total de trabajadores involucrados fue de 283.376 (209.485 como contrato y 73.891 como convenios).
Por otra parte, se suscribieron 586 instrumentos colectivos entre grupos de trabajadores y la empresa.
Finalmente, es bueno tener en cuenta que las huelgas realizadas en el 2013 fueron 201 y estuvieron involucrados en ellas 30.638 trabajadores.
Si esto no refleja una crisis, no sabemos qué podría reflejarla.
Es para terminar con lo que hemos reseñado, que damos pasos en procura de la ansiada unidad.
Es para poner fin a la caída libre y reiniciar el camino de educación, organización y lucha, que unimos fuerzas.
No estamos para calificar ni minimizar el trabajo de nadie, pero no guardaremos silencio cuando se pretenda seguir conculcando los derechos de los trabajadores y trabajadoras.
Estamos aquí para expresar a viva voz que los actuales mecanismos de educación y organización sindical no sirven, salvo para frenar y castigar a quienes quieren ponerse de pie ante el capital.
Fue la organización y la convicción de los trabajadores y sus organizaciones la que consiguió, tras décadas de lucha, mejorar una legislación laboral que, sin ser el ideal, recogía algunas de las demandas históricas
En cuatro de estas normas legales graficamos lo que llegaron a conseguir los trabajadores organizados.
* Los despidos que afectaban a más de 10 trabajadores solo procedían previa autorización conjunta de los ministerios del Trabajo y de Economía (art.86 inciso 3° C. del T. antiguo).
* Descanso en domingo y feriado legales (art.322 C. del T. antiguo) y 44 horas semanales, para los empleados del comercio. (art.32 de la ley 17.365)
* La facultad a las federaciones y confederaciones para celebrar contratos colectivos de trabajo y representar a sus miembros en las instancias de conciliación y arbitraje (art.412 del C. del T.).
* En caso de despido injustificado y de negativa patronal de reincorporación, se obligaba al pago mínimo de un mes por año sin tope ni limitación alguna, en cuanto a su monto superior.(art.8° de la ley 16.455).
La historia dice que los derechos de nuestro pueblo y de la sociedad toda, fueron arrasados por el golpe militar.
Por eso debe quedar claro que no somos neutros, que tenemos en nuestros hombros la tarea que miles no pudieron culminar y que no renunciamos a ella.
Pensamos diferente, actuamos según resuelven nuestras organizaciones, pero nos une la pertenencia a la clase, la convicción que lo más importante son los trabajadores.
HAY QUE RECUPERAR NUESTROS VALORES
Esto y mucho más es el Cius, y en él hay espacio para todos los que crean que otro mundo es posible.
La discriminación y la censura de los medios de comunicación es brutal, pero es de lo que se sirven para mantenernos aislados y silentes.
Poco o nada se conoce de cientos de luchas que se dan día a día, poca información de luchas tan importantes como la del agua en Petorca y Caimanes, pueblos que reclaman contra la contaminación, que dicen no más termoeléctricas, basta de discriminación.
Todas las luchas del pueblo son valiosas, por ello hoy es fundamental, la difusión y conversación sobre las mismas, porque al conocer los trabajadores de qué se trata sentirán la necesidad de hacerse oír.
Hay que retomar los altos niveles que tuvimos hace no tanto tiempo en la solidaridad con cada causa y con cada lucha.
Solidaridad activa, de presencia, de medios, de palabras, más y más solidaridad pues eso alimenta las ganas de pelear, muestra a los que dan la pelea que el cerco es posible de romper.
Cada acción que resuelvan los abusados debe ser apoyada, de cualquier forma pero apoyada, lo que no debe pasar es que el modelo imponga el silencio.
LAS REFORMAS LABORALES
Este sistema en el que vivimos es una mierda, y sin embargo se las ha ingeniado para tenernos divididos y evitar que el repudio se generalice.
Los que lucharon contra la dictadura dijeron que las cosas cambiarían.
Fue una mentira que podemos constatar en cada paso que dieron desde que llegaron al poder.
No sólo se ha mantenido la impunidad, el Estado no recuperó su rol y cada día es menor, dependiendo todo de la gestión del empresariado. La privatización y las concesiones terminaron con décadas de gestión del Estado respecto de sus conciudadanos.
Se entregó a privados el agua, la electricidad y las telecomunicaciones.
Capitales privados son quienes administran y especulan con las platas de las AFP e Isapres, se volvió a entregar a la voracidad capitalista el usufructo del cobre y otros minerales, las carreteras son concesionadas a trasnacionales.
No existe espacio donde no se imponga el capital.
Así lo hicieron también con la leyes laborales.
No debemos olvidar ni por un minuto, que fueron más de 180 leyes las que fueron derogadas y reemplazadas por el Plan Laboral.
Las reformas de 1990 y 2001, y otros arreglitos al Código, no fueron en la dirección de dignificar a los trabajadores, al contrario. Solo baste hacer notar algunas de las normas vigentes:
*No pueden negociar las federaciones o confederaciones.
* La indemnización tiene tope de 330 días, no hay reincorporación por despido injustificado.
* Existen los contratos de tiempo parcial y la remuneración es proporcional al ingreso mínimo.
* Los trabajadores pueden cumplir dos o más funciones, sean estas alternativas o complementarias.
* El Código del Trabajo permite jornadas de 60 horas en cinco días de trabajo a la semana, o sea 12 horas diarias.
* Cuando hay renuncia voluntaria o mutuo acuerdo de las partes no hay obligación patronal de tener la previsión al día.
* Los empleadores pueden declarar y no pagar la previsión y también el seguro de cesantía.
¿Esto es muestra de la preocupación de los gobiernos de Concertación y de mayorías nuevas para con los trabajadores?
Por supuesto que no y por más que prometan, nada harán por modificar su conducta.
Creyéndonos domesticados dan el paso final, paso que, convengamos, solo se atrevieron a dar ante nuestra incapacidad de reaccionar, ante nuestra débil gestión y organización. Eso no podemos ignorarlo, por más que nos duela. Pero si queremos, podemos cambiarlo.
Presentan una reforma laboral con énfasis en la negociación colectiva, que algunos dirigentes sindicales se han atrevido a calificar como:
“… un gran paso para la organización sindical. Hemos comenzado a desmantelar el Plan Laboral de José Piñera, que lleva 35 años y cuatro meses.” (Presidenta CUT)
Esta mala señal, el discurso triunfalista, ha llevado a que entre los propios trabajadores nazcan diferencias.
En el trabajo diario nos encontramos con compañeras y compañeros que dicen estar de acuerdo con estas reformas.
Ya hemos expuesto algunos antecedentes, suficientes para probar que son más de lo mismo y que no beneficiarán al grueso de los trabajadores.
Pero hay más elementos negativos y es necesario manejarlos, exponerlos en todo lugar a donde vamos, porque así podremos romper el veto y pelearle al capital y sus servidores en su propio terreno.
Mucha atención con lo siguiente:
Según datos del SII en Chile, a diciembre de 2014, hay 988.743 empresas con un total de 8.659.897 trabajadores. Así se disgregan:
778.470 definidas como microempresas, que compran fuerza de trabajo a 1.087.373 personas. O sea 1,39 trabajador por empresa.
71.665 empresas son llamadas pequeñas, mal contratan a 1.733.185 personas, lo que da un promedio de 10 trabajadores por empresa.
Las empresas medianas son 25.838 y explotan y abusan de 1.459.043 personas, con un promedio de 56,46 trabajadores.
Las grandes empresas son 12.770, y contratan a 4.380.299 personas, promedio 343 trabajadores por empresa.
CONCLUSIONES
*Las empresas micro, pequeñas y medianas representan el 98,7% del total de las empresas en el país y aglutinan a 4.279.601 trabajadores
*Es casi imposible que los trabajadores de las micro y pequeñas empresas (cuyo personal suma 2.820.558 y equivale al 32,57% del total de trabajadores) puedan organizarse en sindicatos y negociar colectivamente (Se dificulta en grado sumo la posibilidad de que lo hagan en un sindicato interempresas).
O SEA, MÁS DEL 30% DE LOS TRABAJADORES NO SERÁN BENEFICIADOS BAJO CASI NINGÚN ASPECTO POR LA REFORMA LABORAL.
Y esto no es todo.
*Las mismas reformas establecen la obligación del quórum para constituir sindicato como el mínimo para volver a negociar, por lo tanto muchos sindicatos podrían no estar en condiciones de mantener su quórum y por lo mismo se quedarían sin poder negociar de nuevo.
*Si a esto agregamos, las sanciones por prácticas antisindicales a los sindicatos, que incluyen montos igual a los que debería pagar la patronal e incluso la pérdida de fuero para los dirigentes, la validación de suscripción de pactos dentro de la negociación que podrían hacer obligatorio el trabajo de horas extras más allá de lo legal (2 horas por día) y otras tanto o mas malas, podemos decir que:
LAS REFORMAS LABORALES NO SERÁN BENEFICIOSAS PARA UN ALTO % DE LOS TRABAJADORES ORGANIZADOS.
En el menor tiempo posible haremos llegar a todas las organizaciones un completo cuadro de análisis de las reformas.
Pero ya desde esta tribuna decimos que:
RECHAZAMOS LAS REFORMAS LABORALES, PORQUE NO SIRVEN, PORQUE APUNTAN A JUDICIALIZAR LA GESTIÓN DE LOS DIRIGENTES Y A VALIDAR LA FLEXIBILIDAD LABORAL.
Esta es nuestra visión, pero claramente no tenemos aún la fuerza para imponerla, aunque sí tenemos las convicciones, que se refuerzan día a día, por lo que debemos seguir trabajando para llegar a más trabajadores.
Lo importante, vital, es que los abusados en sus derechos conozcan este engendro que gobierno, sindicalistas oficialistas y empresarios transformarán en ley en el Parlamento.
Porque eso es lo que harán, más allá de lo correcto de nuestra evaluación.
¿QUÉ NOS QUEDA ENTONCES POR HACER?
1.- Socializar las reformas y nuestra opiniones, ya que en la medida que los trabajadores constaten la verdad, entenderán que no pueden seguir creyendo en quienes les mienten descaradamente.
2.- Entregar una propuesta a lo malo, entendiendo que serán varias decenas de miles los que sufrirán con esta ley del capital, más allá incluso de las mejoras que se puedan introducir al proyecto de ley.
3.- Incorporar demandas no consideradas en la reforma en los contratos colectivos, y elaborar un proyecto colectivo tipo para todos aquellos que vayan abriéndose a la decisión de luchar.
4.- Movilizar, bajo diferentes acciones a todos lo que sientan que esta mala reforma debe ser denunciada.
¿SOLO ESTE ES EL OBJETIVO DEL CIUS?
Lo anterior es solo el inicio del camino, el paso necesario para demostrar que estamos vigentes, activos, en proceso de unidad y decididos a no bajar los brazos.
Porque la historia nos dice que podemos, porque la confianza de la clase en quienes la representan lealmente, está con nosotros.
Solo debemos trabajar, trabajar y trabajar, para construir sólidos pilares que soporten la estructura que irá creciendo a medida que vamos creando y creando conciencia.
La gran tarea de esta etapa en que estamos es difundir nuestra propuesta, con mucha pedagogía debemos ir a los trabajadores no organizados así como fortalecer los elementos de unidad, con las organizaciones sindicales existentes.
En esta pelea no hay más enemigo que el capital.
No aspiramos a otra cosa que la unidad.
Pero no la vemos como un concepto vacío de contenido, sino como un elemento vital para adquirir la fuerza que nos permita exigir, en las calles, en cada lugar de trabajo, en todos los espacios donde el modelo impide el paso.
Esto lo logramos organizados, conscientes de que el desafío es grande pero alcanzable. Ese es el objetivo del CIUS.
NUESTRAS DEMANDAS
Hemos dicho que queremos una sociedad distinta, donde los trabajadores ocupen el espacio que les ha sido negado.
No nos pueden seguir ignorando.
Y es que somos miles. Millones.
Somos los que hacemos que este país se mueva. Sin nuestro trabajo no se levantan los edificios corporativos ni las casas de los patrones, ni las grandes autopistas ni las grandes instalaciones fabriles.
Sin nuestro trabajo no funcionan ni sus instituciones financieras ni sus instituciones estatales.
Tienen el dinero y tienen el poder, pero sin nosotros sus empresas son cáscaras vacías que nada producen.
Lavamos sus autos, mantenemos sus jardines, incluso les alimentamos y cuidamos sus hijos.
Se enriquecen con las exportaciones, pero sin el concurso de nuestras manos ni uvas ni manzanas, ni minerales, maderas o peces llegan a sus cajas, ni esas cajas a los puertos. Menos, suben solas a los barcos que las llevarán a sus destinos.
Somos nosotros, son nuestras manos, nuestro esfuerzo.
Es hora de comenzar a hacernos valer.
Partiremos por lo básico, sin negar que queremos todo lo que nos corresponde.
Aspiramos a que ningún trabajador chileno tenga que seguir mendigando de su patrón locomoción mensual y alimentación.
Queremos que los patrones paguen el aporte del seguro de cesantía que hoy nos sacan a nosotros y que no nos descuenten su aporte de la indemnización por años de servicio.
Demandamos una jornada de trabajo de ocho horas diarias por cinco días de trabajo, y descanso dominical sin restricciones.
Derecho a sala cuna sin mínimo de trabajadoras por empresa y post natal real y efectivo de seis meses.
Hacer una obligación la gratificación garantiza al menos de 4,75 ingresos mínimos mensuales pagada en doceavos.
Demandamos uniformes y calzado de trabajo, elementos de seguridad y protección para que no se sigan muriendo los trabajadores, en ningún lugar donde prestan sus servicios.
Estas y otras demandas del diario vivir deben estar en los contratos colectivos y en un pliego básico de demandas.
Que se entienda bien. Queremos un mundo distinto al que estamos viviendo, un mundo que reconozca a quienes lo habitan el derecho a cambiar lo que lo está dañando y que lo lleva a la destrucción.
Conversaremos, analizaremos y resolveremos escuchando a todos. Ya son muchos los que demandan cambios y no nos haremos a un lado en esta demanda nacional.
Cuando estemos de acuerdo en las demandas, seguramente:
No renunciaremos a exigir una nueva Constitución.
Ni a exigir el término de las AFP.
Ni a la renacionalización del cobre y otros minerales.
No claudicaremos en la lucha por salud y educación digna y gratuita para todos nuestros compatriotas.
Seguiremos demandando indemnización por años de servicio sin tope, el término del subcontrato, igual remuneración por igual trabajo.
No más contratación a honorarios, no más discriminación laboral ni salarial con la mujer.
Sostendremos que la huelga es un derecho irrenunciable, que no puede estar supedita a lo que piensen patrones o gobiernos.
Lucharemos por pensiones mínimas dignas, así como un sueldo mínimo que permita vivir dignamente al trabajador y su familia.
La vivienda tiene que ser un derecho, con viviendas aptas para la vida familiar, áreas verdes amplias no restrictivas, salas cunas y jardines infantiles donde puedan estar todos nuestros hijos.
Queremos en definitiva un nuevo país, siempre lo hemos querido, pero para construirlo necesitamos pasar de la sentida aspiración a la construcción de los instrumentos para lograrlo.
Este es el gran desafío y la principal herramienta será la movilización permanente en procura del Pliego de los Trabajadores que construiremos al calor del trabajo unitario.
Debemos trabajar con fuerzas para comenzar a crecer en cada lugar de trabajo y fortalecer los sindicatos ya constituidos.
Pasar de 10 a 100, a 1.000, a cientos de miles marchando organizados y disciplinados, detrás de las banderas de la clase trabajadora.
Una clase que no marchará sola, una clase que se reunirá con los descontentos en todas las regiones, pueblos y ciudades.
Seremos una fuerza enorme, disciplinada y organizada, pondremos en todas las manos nuestras demandas y todas la voces las gritarán.
Partiremos ocupando una cuadra de una ciudad y nos extenderemos a todas ellas, serán avenidas y alamedas las que se llenen de gente, porque la demanda de una sociedad distinta, donde los explotados tengan el valer que se merecen, se piensa y se construye unidos y organizados.
Esas son las aspiraciones del CIUS y todos seremos CIUS para concretarlas.
Construiremos el Pliego de los Trabajadores, avanzaremos hacia la unidad de todos los descontentos, somos la mayoría que decide hacer oír su voz.
Marcharemos en Santiago y regiones, si estamos en condiciones de hacerlo, el próximo 9 de abril; prepararemos un gran Primero de Mayo, donde los actores principales serán los trabajadores y con ellos todos los que sueñan con un futuro mejor.
QUE VIVAN LOS TRABAJADORES