Son el dolor de cabeza de la presidenta y de la policía. Van a verla para su cumpleaños o a los actos en que ella va; se cuelgan de los letreros de la Alameda o abren un lienzo en el Festival de Viña. Doctorados en intervenciones urbanas, los miembros de Andha Chile a Luchar, prometen seguir apareciendo en las pantallas para terminar con la política habitacional actual, en la que de 10 pesos que se pagan por un dividendo, 3 son por la casa y 7 para el banco
GLOBOS Y RADIOPATRULLAS
Querían cantarle el cumpleaños feliz a la presidenta, como lo han hecho en los últimos dos años. Madrugaron para juntarse en la sede del centro, compraron globos, serpentina y cornetas y cuando aclaraba subieron al bus que enfiló rumbo al oriente de la capital. Pero en el puente sobre el Mapocho el auto que seguía desde hace días al chofer se clonó en varios radiopatrullas. La escolta rara, pensaron arriba del bus la decena de miembros de Andha Chile a Luchar, mientras inflaban los globos. Trataron de comunicarse con amigos y parientes, pero todos los celulares estaban bloqueados. No entraban ni salían llamadas del bus. Empezaron a cantar Juntos como hermanos para que la policía creyera que iban a ver a Santa Teresita, pero la escolta no cesó y los desviaron hacia la salida de la capital.
El intento fue el enésimo del movimiento que he provocado más dolores de cabeza al ministro del Interior y que mantiene a más agentes de la Agencia Nacional de Inteligencia con pega. Todos los conocemos por las pantallas; desplegando un lienzo en el Festival de Viña, interrumpiendo a la presidenta en la misa de la catedral, manifestándose en la parada militar o colgándose de los letreros de la Alameda. Es que al movimiento liderado por Juana Silva, las pantallas les gustan, pese a que éstas no los quieran. “Siempre habrá un espacio en la tele para aparecer, el asunto es buscarlo –reflexiona Juana– las noticias todos los años repiten los lugares y detrás de los periodistas o animadores siempre hay un hueco para nosotras”.
LA CARTA Y LA LOCA
“¿Qué cómo era antes? Una pobladora común y corriente, lavando ollas en la casa y trabajando cuando podía en los empleos de emergencia de la Municipalidad de San Bernardo”, cuenta Juana Silva. Esposa de un albañil, su vida hubiese seguido igual, sin fama ni retratos en todas las comisarías, de no ser por una carta arrojada bajo su puerta en 1999, junto a la cuenta del dividendo. “Lo recojo y lo leo. –relata Juana—, decía que tenía una cuenta impaga no sé cuánto y que mi casa iba a ir a remate”.
Desde hacía unos meses que luego de perder la pega junto a su marido no pudieron seguir pagando el dividendo de 44 mil pesos mensuales. Luego de leer el papel Juana cuenta que “me asusté y empecé a mirar a todos lados, como que nadie me cachara. Sentía que todo el mundo me estaba mirando”. Como estaba sola fue donde su vecina a preguntar si también le había llegado alguna carta. “Y me dice ‘no nada’, como haciéndose la desentendida –recuerda Juana– así que le conté, no más, que recibí el papel que decía que me iban a rematar la casa porque tenía 6 dividendos impagos. Luego de escucharme me dijo que a ella también le había llegado la famosa carta. O sea, el problema no era sólo mío, era de la vecina también y cuando empiezo a preguntar en el pasaje, todos estaban con el dividendo atrasado”.
Mientras los vecinos de la población se juntaban para buscar formas de evitar el lanzamiento, llega una pobladora contando que había un proyecto que se había ganado una agrupación para pagar un dividendo de 10 lucas. “¡Chis! esta bueno, pensamos, así que hay que ir no más ¡poh! –cuenta Juana- y empezamos a juntar a todos los vecinos para que se inscribieran para pagar el dividendo de pobre”. La mayoría hizo los trámites para acogerse al beneficio y estuvieron pagando por algunos meses hasta que Juana se preguntó dónde iba a parar esa plata, que la cuestión era media extraña.
Así que el día de pago se juntaron en la población para ir a Inverca, empresa de cobranza externa del Serviu, a pagar cada uno sus 10 lucas “Llenamos 8 micros –recuerda Juana– y cuando llegamos a la oficina, todos bajándose del bus rápido para hacer la cola, pagar las 10 lucas e irte luego para la casa. Todos querían tener el vale de las 10 lucas y chao”. Juana hizo la cola, esperó, le tuvo la guagua un rato a una vecina y cuando llegó a la ventanilla de pago preguntó a la cajera ¿qué onda con las 10 lucas? Esta le explicó que las 10 lucas eran para amortiguar los intereses y que la deuda seguía intacta.
Juana le quitó a la cajera las10 lucas de la mano, se subió a una mampara y tocó un pito que andaba trayendo para reunir a la gente y decirles “nos están cagando”. Para tener más claridad había que ir al ministerio. ¿Dónde está el ministerio? Alguien preguntó y como nadie tenía idea el guardia les dijo que quedaba a la “vueltecita”. “Recuerdo que dije ‘el que esté interesado: Que me siga’. Fuimos caleta”, señala.
La visita al Ministerio de Vivienda logró que agendaran una mesa de trabajo con el ministro Ravinet. Los citaban a reuniones, respondieron mil encuestas sobre si a la hora de calcular el presupuesto familiar prevalecía la comida o el dividendo, tomaron harto café con los delegados del ministro, pero de solución nada.
Juana empezó a pasar metida en reuniones, cosa que a su marido aún no le agrada. “Me dice que estoy loca, que ando metida en puras huevás, pero tiene que mamárselas, no más”, asegura la dirigente.
MALAS JUNTAS
Al frente de donde vive Juana se inauguró el 2004 la Villa Anguita, con casas un poco más grandes, con patio y una plaza con pasto. Ricardo Lagos fue a cortar la cinta y dar el discurso de turno, el que fue interrumpido por Juana y otras pobladoras. Carmen Salgado, quien recibió su casa ese día, recuerda que “como nosotros éramos de clase media, teníamos casas más bonitas y título de dominio, no nos gustó para nada ver a Juana en el acto. A una vecina que tenía al lado le dije: Cacha la vieja picante, quieren que le regalen la casa”. Juana respondió diciendo que “ya las quiero ver a ustedes peleando por sus casas en 6 meses más… viejas culias”.
Como los deudores habitacionales cobraban fuerza, el gobierno de Lagos se apresuró en anunciar una solución luego de meses de conversaciones con los incipientes dirigentes. De la mesa de trabajo del ministro Ravinet, Juana recuerda que “nos decían: Juanita, mira ese que está allá, no se vayan a meter con él, ni tampoco con los de allá, porque son súper malos. Que eran súper conflictivos, que me metería en puros líos o que andaban haciendo pura política era lo que comentaban de la Coordinadora Metropolitana de Pobladores, de Alexis Parada, Bruno Gómez o Iván Carrasco, otros dirigentes de poblaciones”.
Para cachar la onda empezaron a juntarse después de cada reunión en el Minvu en la CUT, espacio donde se gestó el movimiento Agrupación de Deudores Habitacionales y Allegados, Andha Chile.
La “solución” de Lagos ofreció que no se pagase el dividendo luego de 11 consecutivos, siempre que se estuviera al día, un descuento de un 20% a quien pagara la deuda entera, que los adultos mayores que aún pagaban dividendos, cancelando 500 mil pesos serían dueños de sus casas; y que los cesantes no pagaran dividendo mientras no encontraran trabajo previo ahorro. “No faltó el pelota que con la primera tirada de cartas de Lagos se fue al tiro a poner pa’ la foto –cuestiona Juana– ¿Adonde los viejos que viven con pensiones asistenciales iban a sacar 500 lucas? O si no podías pagar ni el dividendo ¿quién iba a pagar al contado?”
Al otro día de anunciarse la “solución”, miembros de Andha se tomaron la Municipalidad de San Bernardo. Carmen cuenta que cuando vio a la picante de nuevo en la tele se juntaron en la villa Anguita porque ya no daban más con el dividendo. “Los pensionados fueron los primeros que no pudieron pagar el dividendo. Con una pensión de 73 lucas iban a retirar la plata y tenían que depositar todo. Como Juana vivía en la población de al frente y salía en la tele, nos dimos cuenta que nos separaba sólo una calle. Yo estaba amenazada de remate”, sentencia Carmen. Hoy lleva 7 años pagando un dividendo de $130 mil mensuales, cifra que resta de las 180 lucas de ingreso de su grupo familiar. Le restan aún 25 años.
SIN AMIGOS
Si el gobierno recrimina los contactos que tiene Juana con Pablo Longueira y el diputado UDI José Antonio Kast, en la izquierda tampoco miran con buenos ojos al movimiento, sobre todo después que se declararan apolíticos y llamaran a votar nulo en las presidenciales pasadas. Juana explica su distancia de los partidos convencionales “porque nadie nos ha enseñado a hacer las cosas. Nadie me he enseñado una escuela política, de las ollas salí a esto. En el camino he avanzado, he ido aprendiendo muchas cosas y he abierto los ojos. Sería súper tonto decir que el gobierno me está cagando y mañana ir a votar por los huevones”.
Y el llamado a los deudores pega. Lo demostraron en enero cuando llegaron 1.600 de ellos en 36 buses al Congreso o los diversos rostros de mujeres en cada protesta. Una de ellas es Claudia Ramírez, quien saltó a la fama en una reunión en Quilicura. “Quedé sin trabajo un viernes y el lunes fui invitada a la primera marcha. Cuando preguntaron si de los que allí estaban era capaz de saltar una valla, dije que yo súper fuerte. Al otro día me fui presa”, confiesa Claudia, quien lleva 5 años pagando dividendos de 87 mil pesos y le quedan otros 15.
Otro miembro de Andha, José Marchant, cuenta que “antes participaba en el movimiento sindical y en plena crisis del movimiento social me llamó la atención este grupo, ya que en Chile son pocos los que alegan”. Se vinculó a Andha cuando llegó un panfleto invitando a una reunión a la villa de Maipú, donde vive. Gana 180 lucas y paga 65 mil de dividendo, lleva 9 años pagando y le restan otros 20.
Grace Roa participa de las estructuras de Viña del Mar de la organización. Vive en la villa Dulce Norte y era vecina de Jacinto Montesinos, quien se quemó a lo bonzo frente a La Moneda agobiado por los dividendos con la banca privada. “Verlo por la tele nos impactó a todos los vecinos, muchos de los cuales estamos en peor situación que él. Juana se acercó a nosotros y con el tiempo se ha sumado más gente de la Quinta Región”. Ha pagado hasta ahora 12 millones por una casa cuyo avalúo fiscal es de $4.750.000. Llevan 12 años pagando 46 mil pesos mensuales de dividendo y les quedan otros 8 millones, más 4 repactaciones de 1 millón de pesos cada una. Grace calcula que en 15 años más recién será propietaria de una casa que será tasada en la mitad de lo que vale hoy.
LUMAS MUDAS
Para despedir octubre miembros de Andha fueron a ver a la presidenta un sábado a su casa, como no los quiso recibir fueron a verla el lunes a La Moneda. “Las ideas salen en las discusiones de grupo. No se programan tanto las cosas, se idean y vamos los que están”, cuenta Claudia. Han interrumpido los discursos de Lagos, bloqueado la carretera a Valparaíso cuando la presidenta recién recibió el mando, se han tomado bancos, subido a las señalizaciones de Alameda, interrumpido la misa en la Catedral y el Festival de Viña y, llevado 10 mil personas a marchar a Valparaíso.
Todo surgió cuando el gobierno les negó el permiso para hacer marchas. “Y como somos porfiados y no se nos daba solución había que buscar las pantallas de la tele, no más, y ahí aparecer”, piensa Carmen. Como cuando se les ocurrió subirse a la señalización que cruzaba la Alameda.
Juana agrega: “Estábamos en una reunión en el Minvu y salimos emputecidos porque luego de semanas de conversación no se instaló la mesa de trabajo. Estábamos en la calle y mirábamos qué edificio podíamos ocupar. La biblioteca estaba con pacos, el ministerio también. Miramos para arriba y estaban los letreros”. A la semana todas las señalizaciones de la Alameda tenían rejas en sus bases.
Sobre el movimiento se ha desplegado la más grande cantidad de recursos policiales de los últimos años de la transición. Un auto con policías de civil siempre está afuera de la sede del centro. “Si los conocemos y hasta los saludamos a veces”, asegura Claudia.
Según los dirigentes tienen los fonos intervenidos; los visitan a las casas miembros de la Dirección de Inteligencia Policial de Carabineros, Dipolcar; a las dirigentes las siguen carabineros de civil cada vez que se asoman al centro o alguna actividad del gobierno y hasta una dirigente de la organización fue contactada por un policía que le ofreció 40 lucas por información. Se juntó con él seguida de cerca por un reportero de El Siglo, medio que publicó las fotos del uniformado en el intento de soborno.
Cada vez que tienen una actividad pública a las dirigentes las esperan carabineros en la puerta de sus casas. Al no existir la detención por sospecha y luego de que pusieran el año pasado un recurso de amparo por el continuo hostigamiento policial, la fuerza pública recurre al denominado control de identidad efectivo, o sea, se les pide el carné, se pone en duda su identidad y la persona debe acompañarlos a la comisaría. “Allá nos tienen un buen rato, el tiempo que dura la actividad a la que íbamos. Es igual que una detención, claro que esta vez te dicen a cada rato que no estás detenida, sino que sólo debes acompañarlos a un control. Es un rapto legalizado”, explica Carmen.
Otra carta de carabineros es detenerlas acusándolas de robo o tráfico de drogas. En la V Región el año pasado dos dirigentas fueron detenidas y acusadas de traficar mientras iban a una acción. En cuanto terminó las dejaron libres. “A mi me empelotaron, a la entrada del Festival de Viña. Una paca me acusó de tráfico, me tomó y desnudó acusándome de tráfico. ‘Traficando qué’ les dije y ‘toma, allí está el bolso, revísalo’. Igual me tuvieron unas horas”, testifica Juana.
Elia Opazo, miembro de Andha, cuenta que en la Comisaría de Macul “me empelotaron, sufrí tacto anal y vaginal y luego me dijeron que lo sentían mucho, que se equivocaron”. Las razzias también han afectado a simples transeúntes, como un trío de mujeres que salieron de su trabajo a almorzar en el centro y fueron detenidas por 4 horas. “Ninguna persona humilde puede pasar a dos cuadras a la redonda cuando la Bachelet va a hacer un acto. Se han ido detenidas personas nada que ver. Si a las actividades públicas que tiene la Presidenta no va gente común y silvestre, van pacos de civil. A nosotros nos huelen a 4 cuadras. Para la parada militar me bajé en San Diego con Matta y ya venían 3 pacos a la siga mía. Ahí, meta chuchas con ellos”, manifiesta Juana.
“Este gobierno no acepta que se canten las verdades y el pueblo se exprese. Es un gobierno ficticio. El otro día se veía a la Presidenta con el Papa, le llevaba medallitas de oro, se intercambiaron cosas, pero es tan cara de raja que lleva a un mapuche acompañándola, con la represión que tienen en el sur con el pueblo mapuche”, enjuicia Carmen.
CAJITAS DE FÓSFORO
Sólo 3 de cada 10 pesos pagados por los deudores habitacionales corresponde a la vivienda propiamente tal, los 7 pesos restantes son por intereses. Por ello, Andha demanda que como la mayor parte de quienes acceden a las viviendas sociales lo hacen por sus bajos ingresos, los dividendos no superen el diez por ciento del ingreso familiar y que la deuda se extinga a los diez años, dado que el avalúo fiscal de tales casas no supera los 7 millones de pesos. “Pagando durante 7 años el dividendo, hace rato que está pagada”, aclara José. Además plantean la condonación de la deuda a todos quienes no puedan pagar, como ancianos, mujeres solas y cesantes o enfermos crónicos.
Juana considera que el tiempo que llevan luchando ha significado algunos cambios: “Logramos que se ampliara de 23 mt2 a 45 mt2. las viviendas sociales e instalar la discusión acerca de si el Estado fabrica casas con función social o como futuro negocio para los bancos. Ahora, el tema es quién se hace responsable de las políticas habitacionales de aquí para atrás, que alguien asuma los tremendos cagazos y la mercantilización que se hizo con las viviendas sociales en Chile”.
Hoy los deudores habitacionales pagan dividendos entre 45 mil y 120 mil pesos, con cuotas en UF, lo que implica un alto interés. Cuando alguien no puede seguir pagándolo la casa es rematada y nunca más estas personas pueden postular al subsidio habitacional.
“Se inventó un convenio con los bancos para darles una garantía estatal, ocupada cada vez que la persona es rematada para que el banco así acepte a los pobres para darles crédito. Se subsidia entonces no al pobre, sino que al banco, porque aparte de quedarse con la vivienda y lo que se alcanzó a pagar por ella en caso de remate, se les da la oportunidad de lucrar con otro pobre”, acusa José.
Por ello aceptaron como política no entregar ninguna casa que vaya a ser rematada. Ya pasó con 3 viviendas, en las que el día del remate no se halló ni un ladrillo en pie. “Si no hay casas para el pobre, no habrá para nadie”, sentencian.
Mauricio Becerra