Movimiento estudiantil puso en la mira el modelo
¿Ganaron o perdieron los estudiantes? Es la pregunta que todos se hacen para ponderar el año en que emergió el movimiento social más grande en décadas, que hizo frente a un gobierno inflexible y obstinado por desangrar la organización estudiantil. Piñera apostó por demostrar que aunque salgan a la calle un millón de personas todo seguirá igual. Pero por abajo en 2011 se instaló una gran crítica al modelo neoliberal a la par que los chilenos se reencantaron con la organización y la política, aprendieron y desplegaron redes, ganaron en argumentos a una ‘clase política’ eclipsada y se constató la necesidad de un cambio estructural. Esto recién comienza.
Dirigentes estudiantiles, del magisterio y académicos constatan que durante 2011 se instaló una dura crítica al mercado y sus leyes, a la clase política y al abuso, y se levantó con fuerza la necesidad de organización, gestión y protagonismo del mundo social. Todo indica que tuvieron notables logros, como desatar un maremoto antisistema y dejar el desafío de cambios profundos en el país, lo que seguirá en la agenda de 2012. Hay que prepararse para el año que viene.
1. DE CRITICAR EL LUCRO A RECHAZAR EL MODELO NEOLIBERAL
Si lo que sustentó en las últimas décadas a la Concertación -y hoy a la derecha-, era el relato del crecimiento hacia el desarrollo mediado por la aplicación total del neoliberalismo -y cuya expresión más concreta era el afán de lucro como motor de la economía-; tal premisa es la gran damnificada tras el paso del maremoto estudiantil.
Hoy el neoliberalismo tiene un cuestionamiento vasto en las calles, en diferentes clases sociales y en las conversaciones cotidianas. Si el lucro sangró un poco cuando se destapó la colusión de las farmacias en 2009 y quedó mal herido con el escándalo de las repactaciones unilaterales de La Polar, los estudiantes que cuestionaron el endeudamiento le hicieron sentido a millones de chilenos. Ahora, a nadie le importa crecer al seis por ciento anual y que el ingreso per cápita sea de 15 mil dólares.
Pedro Glatz, ex vicepresidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica (Feuc) en 2011, valora que “por primera vez aparece como discurso posible en la esfera pública la crítica al modelo socioeconómico. Lo puedes decir hoy en la tele y no se acaba tu legitimidad como interlocutor. Hoy, el neoliberalismo desplegado en Chile está alcanzando en muchas esferas un punto de no retorno, de contradicción aguda”.
Marcos Cuevas, dirigente de la Asociación Nacional de Funcionarios del Ministerio de Educación (Andime) resalta que “el lucro viene cuestionándose desde la ‘revuelta pingüina’ y que hoy adquiere carta de ciudadanía. En el fondo se están cuestionando las bases ideológicas del modelo neoliberal. El gran triunfo del movimiento estudiantil fue haber puesto al lucro como el núcleo articulador del modelo”.
“Este discurso que nos creímos por mucho tiempo de que si te esfuerzas vas a lograrlo, el self made man en versión chilensis, no es real. La gente dejó de creerse eso. Si por mucho tiempo era válido decir que vamos creciendo, que va a haber chorreo y en algunos índices el país muestra un buen desempeño, la tónica es que cada semana nos sonrojamos de nuestras comparaciones con la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico)”, agrega Glatz.
Cuando todos pensaban que con la llegada a La Moneda de Sebastián Piñera, epítome del modelo aplicado en el país, se daría el tiro de gracia a lo que quedaba del Estado chileno del siglo XX, quienes crecieron bajo el neoliberalismo salieron a la calle a gritar que “Chile está cansado de las leyes de mercado”.
“¿Acaso no es la gran derrota para este sistema que sus hijos pidan más Estado? – reflexiona Cuevas-; el modelo neoliberal está en crisis porque maduró. Fue y es un árbol que ya dio sus frutos y no dará más”.
Felipe Ramírez, electo secretario general de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech), agrega que “las demandas del fin del lucro y del endeudamiento permiten hacer un cuestionamiento del modelo en forma transversal. Esto le hace sentido a muchas personas”.
Alfredo Vielma, vocero de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (Aces), añade que “cuando hablamos de fin al lucro no es sólo en educación. Terminar con el abuso se amplía a los derechos sociales y eso despertó a la gente”.
2. REENCANTAMIENTO CON LA ORGANIZACIÓN
Organizarse para responder al periodo vivido este año fue vital.
En la Feuc tuvieron que destinar una persona dedicada a responder a muchas invitaciones. “Nos preguntaban cómo organizarnos, por modelos de estatutos, cómo organizar eventos o conseguir plata”, recuerda Glatz, quien cree que “si en los ’90 fue la época de la desarticulación de los movimientos sociales y de la ciudadanía, hoy, a nuestra generación, les hace más sentido organizarse para transformarlo”.
Para Vielma, “la diferencia con el ayer es que hay un reencantamiento de la gente hacia el movimiento social, por volver a construir objetivos transversales”.
Cuevas observa que “los estudiantes en esta década han creado distintos tipos de organización. De hecho, el movimiento de 2006 no fue conducido por los centros de estudiantes, que son las instancias representativas formales, sino que a través de colectivos, microespacios de organización que se reúnen y asocian con otros iguales”.
3. LA POLÍTICA REAL FRENTE A LA CUPULAR
La brumosa mañana del 12 de mayo de 2011, cuando sólo en Santiago marcharon cerca de 200 mil estudiantes, el entonces ministro de Educación, Joaquín Lavín, salió por la tele invitando a los dirigentes estudiantiles a que dejaran de “hablar de política; hablemos de educación”. Afuera, chicos nacidos en democracia gritaban: “¡Y va a caer la educación de Pinochet!”.
“Creo que esa imagen refleja el gran cambio ocurrido –reflexiona Glatz–; lo que dijo Lavín fue en respuesta a nuestra demanda de nacionalización y manejo de los recursos naturales y a una nueva Constitución. El discurso gremialista salió desde uno de sus estandartes: Joaquín Lavín. Camila y Giorgio le contestaron ‘nosotros estamos hablando de política’”.
Si por años la derecha desperfiló la política, la Concertación la encerró entre cuatro paredes y los medios la reducían a las peleas por los cupos parlamentarios, este año la política llegó para quedarse. “El mundo adulto comprendía a la política como algo sucio y tenso que había generado el Golpe militar, con sus brutalidades y después la Concertación con sus negociaciones. Así, la palabra política estaba totalmente desprestigiada” -recuerda Cuevas.
Francisco Figueroa, quien fuera vicepresidente de la Fech, distingue que “este reencantamiento con la política es muy diferente a lo que ellos hicieron. Nosotros la entendemos como acción colectiva para transformaciones reales y de fondo, no la vemos como una discusión por la repartición de cargos y de fondos”.
El sociólogo Alberto Mayol agrega que “reapareció la tercera acepción de la política cuando estábamos acostumbrados a la ‘política de palacio’ o a las ‘políticas públicas’. Hoy emerge la idea de la política que implica la coordinación de acciones entre las personas para poder vivir en sociedad. Esa coordinación significa asociación, discusión, presión, rendición de cuentas y participación”.
Cuevas rescata que hoy “la política se está construyendo desde el mundo social. Lo que vivimos desde la llegada de la Concertación al poder fue más bien la política entendida como la administración de los tecnócratas que creen tener las reglas de cómo opera la sociedad, donde no cabía espacio para el protagonismo del mundo social”.
Figueroa valora que hoy “hablar de política está en las sobremesas de las familias. Eso es un avance muy grande luego de décadas de desarticulación social y el individualismo, inducido por las élites a través de sus instituciones y sus medios”. Mayol coincide en que “el gran triunfo de los estudiantes fue por fuera de las tomas. Fue en la mesa de sus casas, cuando convencen a sus padres de que tenían que apoyarlos, que había que cambiar las cosas. Así llegaron al 90% de apoyo”.
Según Vielma, “cada espacio en que participamos y opinamos es político. No es la política del Parlamento o votar por el mal menor, sino que la política de generar nuevos espacios, una nueva forma de hacer política de lo cotidiano”.
“Con la llegada del mundo social, la política entra por la puerta ancha. La visión de los estudiantes sobre cómo debe transitar la sociedad concebida desde abajo va en contra de lo sacrosanto, lo que no puede ser tocado. Rompe así la idea neoliberal que nos entendía como seres particulares que nos entendemos por intereses puramente individuales. Los cabros vinieron a decir que representan al conjunto de la sociedad y que individualmente tú te ves beneficiado. Si asocias organización con esta idea de política se abren campos de lucha ideológica, cultural y valóricas que no habíamos visto en las décadas pasadas”.
Glatz añade que “no hay batalla más política e ideológica que la educación. Por lo mismo la revalorización de lo político en todas sus esferas explica gran parte del éxito del movimiento”.
4. HORIZONTE DE CAMBIO ESTRUCTURAL
El maremoto ciudadano que se tomó las calles del país ocurre justo cuando los diques que habían sostenido la institucionalidad dejada por Pinochet comenzaban a resquebrajarse. Apoyos mínimos en las encuestas hacia el Gobierno y la Concertación y el desprestigio de las instituciones concurren para acelerar un cambio del sistema.
Una élite económica que no quiere perder ni pan ni pedazo y una clase política deslegitimada e incapaz de generar respuestas estratégicas a la crisis económica global del neoliberalismo, son ingredientes para un cambio radical. Al proceso sólo le falta una madura respuesta ciudadana que sea capaz de articularse y generar un programa sensato de cambios.
Si bien Ramírez destaca que hasta ahora han sido demandas sectoriales, en el fondo se demanda una “transformación estructural de los ejes centrales del modelo productivo. Ya hace sentido en las calles hablar de nacionalización de las riquezas mineras, reforma tributaria y el reforzamiento de los sindicatos”, apunta.
Para Glatz, el cambio parte por terminar con el secuestro de las decisiones públicas a manos de los tecnócratas. “La economía no puede supeditar las decisiones políticas. Necesariamente las mayorías algún día van a tomar decisiones que quizás sean ineficientes económicamente, pero no podemos decir que cualquier cambio del actual modelo será necesariamente más ineficiente. No es algo de ineficiencia, sino de distintos paradigmas. El horizonte tiene que ser más allá de dar educación gratuita, sino que trascender a otras cosas. Dejar de ser la sociedad en que menos se confía en los pares, en que prima el ideal de la competencia para alcanzar objetivos. No podemos vivir en una sociedad que al final del día, para ganar, tengas que hacerle la zancadilla al de al lado”.
Mayol destaca que “el movimiento tuvo un éxito rotundo: Chile cambió de aquí en adelante. Asistimos a la oportunidad histórica de un cambio del ciclo político donde no están disponibles por su falta de legitimidad ni los militares ni los políticos ni la Iglesia. Para la ciudadanía está abierta la posibilidad de construir historia y eso es fruto de este movimiento”.
5. APRENDIZAJE Y AUTOGESTIÓN
Ya nada será como antes en Chile y las lecciones de este año son múltiples. Figueroa destaca que “antes de esta movilización era muy difícil pensar en cambiar las cosas. La mayoría de la gente ya no creía que se podían modificar las prácticas de las que están hartos”.
“El mundo adulto comienza a comprender que estos últimos 40 años han sido una gran estafa. Comenzamos a ver que lo que nos habían prometido de que el esfuerzo personal que nos iba a permitir el acceso a bienes y estabilidad, de a poco se ven en su fragilidad. La gente se da cuenta del fraude y de que nuestros problemas no son personales, sino que atañen a un sistema que los provoca”, sostiene Cuevas.
Roberto Berríos, profesor de Historia en un colegio de La Pintana y participante del Colectivo Diatriba cree que un aprendizaje de este proceso “es la consolidación de los estudiantes como actores predominantes en el proceso de transformación social. Si bien es un proceso acumulativo, este año, a diferencia de 2006, es de consolidación”.
Lo mismo hace ver Cuevas, para quien “las luchas son acumulativas, no se dan para ganarlas al tiro. El movimiento de 2011 no se puede entender sin la movilización de 2001 y de 2006 de los secundarios. Este año fue un salto en acumulación histórica”.
El trabajo en el aula de Berríos lo hace destacar que “ya se ve un despertar del interés por procesos históricos que sirvan como aprendizaje político. Los estudiantes están más abiertos y tienen la inquietud más presente respecto de las formas en que los movimientos sociales se han expresado. Esto hace que la historia más que servir como el relato de hechos del pasado, permita buscar elementos que permitan entender lo que está pasando: Cómo llegó Chile a tener la educación más cara y con el sistema más segregador del mundo; poder comprender cómo se dio ese proceso de liberalización y mercantilización. Los cabros ahora preguntan”.
“Esto está recién empezando, está en el aire, la gente lo palpa, lo huele –reflexiona Cuevas-. Son los primeros pasos y, a diferencia de otros años, no asusta sino que entusiasma”.
Para Figueroa “se inicia la construcción de una fuerza social con voluntad y capacidad para cambiar la tendencia neoliberal que Chile ha tenido en los últimos 40 años. Pero si los movimientos sociales no se dan una cabeza política propia para dar el paso de la efervescencia social a la acción política, estamos perdidos. El desenlace todavía está abierto. De eso depende, acá en Chile y a nivel global, de que los movimientos den el paso político o este año pasará a la historia simplemente como un estallido social”.
Por Mauricio Becerra Rebolledo
El Ciudadano Nº116, segunda quincena diciembre 2011
Fotografía de Felipe Trueba (EFE)