Vivimos en una época de tensiones y crisis humanitarias, políticas y económicas a nivel mundial, que han hecho de la migración el único camino posible, para muchos habitantes del mundo. Lamentablemente, la migración se ha convertido en el caballo de batalla, para muchas campañas políticas a nivel mundial, algo sumamente preocupante, ya que la historia nos ha enseñado que el resultado de esto es entre muchos el incremento de las brechas sociales, los nacionalismos, los racismos y la trata de personas.
La pregunta que nos hacemos es: ¿queremos vivir en una sociedad donde neguemos la presencia real del otro, como una sombra que convive con nosotros, o queremos asumir como sociedad el desafío de abrir espacios para integrar al ‘otro’ desde el respeto, desde sus necesidades y las nuestras, desde la interrelación y la interculturalidad, desde nuestra multiculturalidad?
Desde hace dos años que abordamos el proyecto Beca Migrante -un espacio reflexivo, un semillero de proyectos cívicos comunitarios, un generador de conocimientos y desarrollo de información que tiene que ver con los procesos migratorios actuales- y que tiene como finalidad crear espacios simbólicos de análisis de la identidad y la interculturalidad, así como también, aportar a la reflexión sobre la actual Ley Migratoria para Chile. Esta norma vigente desde el 14 de julio de 1975, dictada en la Junta Militar, responde a la Doctrina de Seguridad Nacional del Estado, donde el ‘otro extranjero’ es visto como un flanco enemigo y amenaza por normar. Al presentarse esta visión respecto a la migración, provoca una irregularidad migratoria, sin entender el fenómeno como algo inherente a las sociedades contemporáneas.
Hay muchos sistemas de ordenamiento, como Estados que estimulan la migración enfocada a áreas donde se encuentran cierto déficit. Ahora Chile debe optar por uno de estos modelos. En este ámbito existe un consenso respecto a la necesidad de pasar de un esquema basado en la imposición de una ‘seguridad nacional’ a una ley con un enfoque de derechos. Creemos también que es importante no caer en una visión economicista en el sentido que está pensando la migración para que un extranjero venga a trabajar, por lo tanto, sirve como instrumento que está al servicio de las exigencias del mercado laboral.
Creemos que la migración es un derecho humano, mientras más muros, mientras más restricciones, más violencia se genera; porque la migración es algo que no se puede restringir, y no va a parar, es la realidad de la globalización. Es indispensable la protección de la vida, para evitar el traslado ilegal de mujeres, niños y hombres, para evitar más violaciones a los principios fundamentales y a los tratados internacionales de protección de los migrantes. La migración no es una amenaza, es una oportunidad; los países se favorecen con una gestión adecuada de los flujos migratorios.
Concientes de este proceso y desde metodologías antropológicas, creativas y educativas, Beca Migrante intenta visibilizar a los migrantes desde sus aportes culturales, tanto reflexivos como su participación ciudadana, educativa y plástica; es decir, desde su propia visión crítica, sobre las problemáticas migratorias en Chile. Con la finalidad de producir contenidos críticos distribuyéndolos en espacios que comprenden la migración como un derecho humano, como lo hemos abordado este año en conjunto el Museo de la Solidaridad Salvador Allende (MSSA), sumándonos a los esfuerzos de movimientos cívicos y sociales.
También nos preguntamos por la forma efectiva de evitar la violencia, y ésta desde nuestro punto de vista, tiene que ver con la forma de comunicarnos sin ella, esto es posible si entendemos que detrás de cada acto violento hay una necesidad no resuelta, y ¿cómo logramos evitarla? Abriendo espacios para que la multiculturalidad se exprese, desde lo individual y particular hacia lo colectivo y cívico.
Por eso en Beca Migrante dialogan artistas, antropólogos, periodistas, músicos, geógrafos, arquitectos entre otros, de nacionalidades diversas, y de pueblos originarios. Como un laboratorio en donde entran en contacto la interculturalidad desde un diálogo constante, con una pluralidad étnica, preparándonos para los nuevos escenarios, a fin de garantizar que todos seamos escuchados y entendidos como medida efectiva de los derechos humanos con sus necesidades.
Entendemos la cultura como un permanente estado de construcción, de-construcción, y de reconstrucción. La cultura se inscribe en la historia de las relaciones humanas, de los grupos sociales y sus flujos migratorios, evidentemente se hace necesario analizar la historia en que se producen estas relaciones, de ahí la importancia de un análisis de la colonización y del proceso de de-colonización de los símbolos, desde las ciencias sociales y las artes contemporáneas.
En este sentido, se aborda la hegemonía del arte contemporáneo, versus el arte latinoamericano contemporáneo, como voces de la otredad y la alteridad, en el sentido antropológico, responde a la necesidad de entrar en la cultura del otro, como un aspecto de ver, escuchar, y comprender al otro, de forma que se produce el diálogo intercultural, sin perder los aspectos individuales pero comprendiendo la identidad como una construcción constante, móvil, en constante migración, ya que, cuando no se producen espacios para diálogos interculturales, se produce una miopía ante las culturas de los demás.
Todos somos contribuyentes de las convenciones de nuestra época y cada uno de nosotros es un agente cívico con capacidad de aportar a los procesos de interculturalidad, es decir, al diálogo, a la comunicación no violenta, a la capacidad de satisfacer las necesidades propias y colectivas desde el respeto de derechos.
Como comunidad, creemos estar aportando en la generación de sentidos, valoraciones y funciones, desde el punto de vista etnográfico, vemos como las culturas se interrelacionan para entender a los individuos, a partir de esta construcción autobiográfica hacia lo comunitario. La migración representa un cambio en la cosmovisión en la forma de ver la realidad, a nivel cultural, y representa el verdadero cambio de paradigma.