La industria aseguradora privada sencillamente capotó. Ello se veía venir desde hace meses (ver notas anteriores), pero esta semana ha tocado fondo. Para los inversionistas ya no existe. Ha perdido todo su valor. El problema es que esta industria administra las rentas vitalicias que son la base casi exclusiva del sistema de jubilaciones AFP. El colapso de las aseguradoras marca su fin.
El jueves 5 de marzo la aseguradora holandesa ING ha caído nuevamente un -18,28%, con lo cual sus pérdidas acumulan -23,98% en una semana, -59,97% en un mes y -87,89% en doce meses. Sus acciones se han derrumbado desde 36 Euros antes de la crisis a 2,62 Euros, es decir, un -93%.
En la misma fecha la aseguradora estadounidense Metlife cayó -17,8%, con lo cual acumulaba -45,12% en la semana, -59,12% en un mes y -78,9% en doce meses. El precio de sus acciones ha caído de 70 dólares antes de la crisis a 12,10 dólares, es decir, un -83%.
Principal Financials, su competidora asimismo estadounidense, en el día cayó -12,72%, con lo cual acumuló pérdidas de -38,24% en la semana, -60,59% en un mes y -88,22% en doces meses. Sus acciones han bajado desde 75 dólares antes de la crisis, a 6,38 dólares, es decir, un -91% (FT 09/03/04).
El colapso de AIG, la mayor del mundo que actualmente está en manos del gobierno estadounidense que le inyecta dinero como a un pozo sin fondo, demostró que la industria toda había caído en la insolvencia completa.
La industria aseguradora en Chile, por su parte, reportó pérdidas de 200 millones de dólares el 2008, de los cuales 120 millones los perdieron en el último trimestre. El año anterior habían ganado 400 millones de dólares, por lo cual sus resultados sufrieron una merma de 600 millones de dólares, la que atribuyeron a la caída en el valor de sus inversiones (EM 09/03/05).
Las tres primeras aseguradoras mencionadas concentran más de 100.000 rentas vitalicias AFP, que representan la mitad del total (ver nota anterior). A su vez, el 90% de los pensionados AFP por vejez tienen rentas vitalicias. Aparte que ING es dueña de AFP Capital, una de las mayores.
Como se sabe, el sistema funciona sobre la inconcebible premisa que los afiliados que contratan estos «seguros» deben traspasar la propiedad de ¡la totalidad de sus fondos de pensiones! En otras palabras, le pasan todo su dinero y estas empresas se comprometen a devolverlo en la forma de una pensión vitalicia. Bastante reducida por cierto.
Ahora el dinero no existe más. Lo perdieron apostándolo en la ruleta financiera. Sin embargo, estas compañías continúan presionando a los afiliados AFP a que contraten rentas vitalicias. El negocio para ellos es pingue, puesto que reciben todo el fondo de pensiones a cambio de un simple compromiso de devolverlo a lo largo de muchos años, lo que no vale nada si ellos van a la quiebra. Por otra parte, ahora necesitan el dinero con desesperación, por lo cual presionan a sus vendedores para que redoblen sus esfuerzos. Y miles de afiliados AFP continúan traspasándoles sus fondos, completamente confiados que están tratando con empresas solventes.
Las autoridades hasta ahora no han hecho absolutamente nada. No han advertido a los afiliados acerca del riesgo inmenso que están corriendo al entregar sus fondos a estas compañías. Ello es de una irresponsabilidad inaceptable. Ha llegado el momento de reconocer que el sistema de AFP está terminado. Sus afiliados hoy día sencillamente no pueden pensionarse.
La crisis ha hundido los fondos de pensiones, los que han bajado entre un tercio y la mitad para la mayoría de los afiliados, incluidos buena parte de los que están a punto de jubilar. Las pérdidas van a aumentar y la recuperación va a tomar una década o dos (ver nota «Capitalismo a lo largo de un siglo»). Adicionalmente, al momento de jubilar, casi todos se ven obligados a traspasar sus fondos a compañías de seguros que han caído en la insolvencia. La alternativa es contentarse con retirar de a poco sus reducidos fondos de la AFP. Hasta que se acaben.
Hay permitir que los afiliados próximos a jubilar retornen al INP. Éste les debe ofrecer una pensión de por vida exactamente igual a la que hubiesen logrado de permanecer en dicho sistema en lugar de cambiarse a las AFP. El resultado será una pensión segura y definida, calculada mediante una fórmula sencilla (ver nota anterior). La misma arroja un monto que duplicaba las pensiones vitalicias que ofrecía el sistema de AFP antes de la crisis, diferencia que se ha incrementado grandemente luego de la pérdida experimentada por los fondos. Ello es especialmente importante en el caso de las mujeres – que conforman dos tercios de los pensionados -, puesto que el INP les permite calcular su pensión a los 60 años mediante la misma fórmula que los hombres a los 65. El fisco se va a beneficiar financieramente, puesto que va a recibir ahora la inyección de los fondos de pensiones de los que retornen al INP. Ello va a mejorar su posición para enfrentar la crisis, a lo cual también ayudarán las pensiones mejoradas que reciban los beneficiarios.
Seguidamente, es inevitable terminar con el sistema de AFP y reconstruir el sistema público de reparto. Éste no es sino un seguro de base muy amplia en el cual todos los trabajadores en actividad y sus empleadores cotizan una prima muy moderada que permite financiar pensiones definidas y decentes a los que ya no pueden trabajar. Ello no depende para nada de los mercados financieros y su eficacia está avalada por más de un siglo de funcionamiento en todo el mundo, incluido Chile hasta 1981.
Por Manuel Riesco