Exigen renuncia del Superintendente de Bancos

En medio de un largo periplo por el centro de Santiago, que contempló los paseos peatonales, la Asociación de Bancos (gremio patronal de la banca), la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras, y terminó con la entrega de una carta en La Moneda, la Confederación de Sindicatos de Trabajadores Bancarios exigieron la renuncia del Superintendente […]


Autor: Director

En medio de un largo periplo por el centro de Santiago, que contempló los paseos peatonales, la Asociación de Bancos (gremio patronal de la banca), la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras, y terminó con la entrega de una carta en La Moneda, la Confederación de Sindicatos de Trabajadores Bancarios exigieron la renuncia del Superintendente de Bancos, Gustavo Arriagada.

¿Para qué debería servir la SBIF?

La Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (SBIF) fue creada en 1925 y es una institución pública, autónoma, cuyo estatuto se encuentra en el Título I del texto refundido de la Ley General de Bancos, según decreto con fuerza de Ley Nro. 3 del Ministerio de Hacienda de 1997, y se relaciona con el Gobierno a través de ese Ministerio. El jefe superior de la SBIF es el Superintendente, quien es nombrado por el Presidente de la República.

El mandato que le impone la Ley General de Bancos a la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (SBIF), es supervisar las empresas bancarias y otras instituciones financieras, en resguardo de los depositantes u otros acreedores y del interés público.

Hasta aquí está claro lo que la Superintendencia debería hacer. Pero entre el deber y la ejecución concreta del hacer dista una diferencia sustantiva.

La situación de la banca

Mientras las industrias que sostienen la economía nacional, básicamente monoexportadora de materias primas, han caído sostenidamente – los últimos 7 meses, las exportaciones de cobre y sus derivados han disminuido un 46 %; el sector maderero durante el segundo trimestre del año, un 32 %; la pesca, un 27 %, y la Industria, un 17 %- el negocio de la venta de dinero, entre enero y julio de 2009 acumuló utilidades iguales a 1.172 millones de dólares. Como si fuera poco, el margen por los intereses de los créditos -ingresos menos costos- subió 17%.

Sin embargo, la ganancia de la banca que opera en Chile es un fenómeno más bien local,  y no se condice con las políticas emprendidas en los países capitalistas centrales.

Por ejemplo, el spread -o diferencial entre las tasas de colocación y captación- que registra un crédito de consumo de 180 a 360 días en Chile es tres veces mayor en relación al mismo préstamo en Estados Unidos, según el economista Juan Braun. El experto afirma que  si se prestan $100 y el spread en Estados Unidos es de 10% en el año, el ingreso bruto para el banco es de $10. Si el mismo crédito es entregado en Chile, la ganancia para la entidad sería de $30.

Por otra parte, en Inglaterra, el presidente del ente regulador de la City de Londres (el corazón financiero británico), Lord Adair Turner, se pronunció a favor de un impuesto global a la banca para limitar las excesivas ganancias de los bancos y las bonificaciones a sus empleados. Esta propuesta fue recogida en unas declaraciones publicadas por la revista económica Prospect, en las que el presidente de la Autoridad de Servicios Financieros del Reino Unido (FSA, por sus siglas en inglés) también aseguró que algunos elementos del sistema financiero «habían crecido más allá de lo socialmente razonable». En Chile, esta sola insinuación, provocaría una reacción corporativa de la Asociación de Bancos, la cual esgrimiría la inestabilización del sistema, las amenazas  sobre el empleo y la negativa más rotunda.
En la misma línea, el presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, presionó a los principales bancos del país para que apliquen las nuevas reglas que restringen los bonos para sus ejecutivos, y advirtió que el gobierno no trabajará con bancos que se rehúsen a hacerlo.
«No trabajaremos con bancos que no apliquen estas reglas», advirtió Sarkozy después de reunirse con ejecutivos de bancos franceses sobre el asunto de los bonos, «quiero que los bancos que no se ajusten a las reglas sean castigados». En Chile, algunos gerentes, mediante bonos y otros beneficios, obtienen la friolera anual –descontando los salarios difíciles de imaginar- de 700 millones de pesos (más de 127 millones de dólares).

Naturalmente, ni Estados Unidos, ni Inglaterra, ni Francia son naciones que caminan hacia la socialización de los medios de producción o la promoción de una banca privada destinada a la beneficencia social.

La demanda de los Trabajadores Bancarios

La exigencia de la renuncia del Superintendente de Bancos de Chile, Gustavo Arriagada, por parte de la Confederación de Trabajadores Bancarios  se funda sobre el hecho indesmentible de que “desde comienzos de 2006, el Superintendente impone políticas que abiertamente están al servicio de las grandes corporaciones financieras”.

El Secretario General de la única multisindical del área, Luís Mesina, afirmó que en mayo de 2006, “contraviniendo la normativa laboral, el Superintendente autorizó la apertura de las instituciones financieras los días domingos.  Con ello violó contundentes dictámenes de la Dirección del Trabajo que sostenían la ilegalidad de tales decisiones que afectaban derechos fundamentales de las personas.”

Asimismo, Mesina indicó que ante denuncias sostenidas de los sindicalistas “respecto de la ilicitud de condicionar el otorgamiento de créditos a nuestros clientes al contrato de seguros y, por esa vía, encarecer los costos de los usuarios del sistema, hizo oídos sordos a los reclamos, diciendo que el mercado resolvería las cosas.”

¿Qué ocurre en el plano de la fiscalización sobre el negocio bancario?

“Cuando demandamos mayor fiscalización al otorgamiento de créditos y, en especial, a la cobranza excesiva de las tasas de interés, el Superintendente se mostró iracundo, señalando que su rol era cautelar el interés de la banca chilena”.

Pero se supone que la Superintendencia debe proteger los derechos de los usuarios de la banca…

“Cada vez que ha sido requerido por las organizaciones de los trabajadores o por las autoridades para responder respecto de sus decisiones, Gustavo Arriagada ha farandulizado la Superintendencia por sobre su autonomía y rol de resguardo de los intereses de la comunidad nacional. Así, es frecuente verlo en las páginas sociales de los periódicos, acompañando a los grandes propietarios del sector, entregando premiaciones por doquier, y contradiciendo los propósitos de una institución que debería operar de acuerdo a los intereses generales del país.”

Fuertemente acordonados por fuerzas especiales de carabineros –como se ha vuelto tristemente usual en Chile- los trabajadores bancarios reiteraron su exigencia en relación a la “inmediata renuncia” del Superintendente y se disolvieron pacíficamente.

Por Andrés Figueroa Cornejo

EL Ciudadano


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