En la Plaza de Mayo el Primer Congreso Villero convocado por la Corriente Villera Independiente. Fuertes críticas al gobierno porteño y nacional porque no dan respuesta a sus demandas y una fuerte convicción: unirse y organizarse para defender sus derechos y construir poder popular.
«Ahora sí, la historia tendrá que contar con los pobres de América, con los explotados y vilipendiados, que han decidido empezar a escribir ellos mismos, para siempre, su historia». La frase pronunciada por Ernesto «Che» Guevara en la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1964, dio marco al Primer Congreso Villero realizado este sábado 5, en Plaza de Mayo, espacio histórico de protestas y luchas sociales.
El novedoso congreso comenzó a media mañana, cuando una numerosa concurrencia de vecinas y vecinos de las villas locales se congregaron en el centro de la Plaza. En el escenario, una pancarta con la frase y la imagen del «Che», y a cada costado, la imagen del padre Carlos Mujica, el «cura villero» que acompañó las luchas populares en las décadas del 60 y 70, hasta que lo asesinaron en 1974.
Organizada por la Corriente Villera Independiente, la jornada comenzó con la apertura a cargo de representantes de villas de Buenos Aires. En primer lugar habló Coco Rivero, representante de la villa 21-24 de Barracas, quien destacó que el Congreso era «un primer paso para la construcción de un gran movimiento villero», el que debía constituirse en «una herramienta política para conformar una organización que nos permita plantear nuestras exigencias a un Estado que no respeta a los humildes de las villas».
Luego expuso Rosemary Chuquimia, del Barrio Los Pinos, e instó a que las mujeres se «pongan de pie» y que «no se acostumbren a que los delegados vayan a hablar», que lo hagan ellas. Agregó que el Estado les cierra las puertas pero «nosotros los hemos puesto [a los funcionarios] y los podemos sacar. Nosotros somos el pueblo y somos el poder».
Por su parte, Janet Coronel García de la villa 20 de Lugano, destacó que quieren mejorar el barrio y tener una vivienda digna, pero eso significa «enfrentarnos a un gobierno de ricos y poderosos». Emocionada pero firme en sus convicciones, Janet agregó: «Vamos a defender nuestros derechos, pero debemos organizarnos políticamente para construir poder popular».
A su turno, Graciela Duarte de la villa 31 de Retiro, sector ferroviario, manifestó que deben pelear para urbanizar la villa pero también por su hijos y su educación. Dijo que son «discriminados laboralmente por vivir en una villa y por la nacionalidad». También instó a sus vecinos a «levantar la cabeza y a crear poder popular. No permitamos que los gobiernos nos dejen de lado. Ellos están porque los hemos elegido».
Mariluz Zambrana del Playón de Fraga de Chacarita dijo que los vecinos deben concientizarse y unirse para «luchar por una vivienda digna, por educación y salud».
A continuación tomó la palabra el abogado, periodista y dramaturgo Vicente Zito Lema, quien recordó que apenas se recibió, su primer estudio jurídico lo abrió en la villa 31, junto con el padre Carlos Mujica. Dijo que «la conciencia crítica y las luchas siguen vivas mientras exista injusticia».
Abrió la mesa latinoamericana, Guillermo González, del Movimiento de Pobladores en Lucha de Chile, quien relató la experiencia en su barrio y del Movimiento, cuyos miembros fueron «brutalmente reprimidos durante el gobierno de Michelle Bachelet». El gran problema de la falta de viviendas los llevó a crear una constructora popular, pero, «si bien fue un primer paso, debemos continuar la lucha por la salud y el trabajo digno». Prometió que «no vamos a descansar hasta que el pueblo mande».
La colectividad boliviana era la más numerosa, por lo que el sociólogo Jiovanny Samanamud, del Instituto de Investigación de Educación Plurinacional de Bolivia, fue recibido con un gran aplauso y alegría. Dijo que hoy en su país «los cambios vienen desde abajo, de la lucha de los pueblos». Afirmó que se «inspiran en las comunidades indígenas, que resisten hace más de quinientos años», y que «las organizaciones en Bolivia forman parte del Estado porque hay una concepto comunitario de la política».
Cerró la rueda de oradores Carlos «Perro» Santillán, referente jujeño del Movimiento Social y Cultural Tupaj Katari. Santillán expuso un conflicto por 40 hectáreas ocurrido en 2011 en el Ingenio Ledesma, «perteneciente a un terrateniente colaborador de la dictadura, llamado Blaquier», donde mataron a cuatro aborígenes «que buscaban tener una vivienda digna». De inmediato, «el gobierno nacional arregló con Blaquier, expropió las tierras y las pagó, por intermedio del gobierno de Jujuy».
Luego se produjeron ciento treinta y dos asentamientos y en la última contienda electoral «les prometieron el título de propiedad, pero ahora están llegando órdenes de desalojo». En la actualidad, apuntó que las comunidades originarias «están resistiendo y organizándose». Finalmente, sostuvo que «este congreso es una esperanza para el país porque es un ejemplo de unidad para enfrentar a los que se acuerdan de los pobres en época de elecciones», y que hoy «la organización y la unidad tienen carácter revolucionario».
A continuación, las vecinas y vecinos de las villas, debatieron en comisiones acerca de sus problemáticas fundamentales, tales como la situación de la vivienda, la urbanización e infraestructura, la cuestión sanitaria, educativa, la seguridad, los derechos humanos y la contaminación ambiental, entre otros temas. Encendidos relatos de sus dificultades diarias y una propuesta tras otra surgieron en cada comisión. Estaban construyendo poder popular y escribiendo su historia.
Por Liliana Giambelluca