En un evento de connotaciones históricas se transformó la sesión especial realizada el pasado martes 13 de enero en la Comisión de Medio Ambiente del Senado. Esta tuvo por objeto analizar la crisis provocada por las fugas de salmones, pero se transformó en un juicio histórico a las salmoneras.
A la cita llegaron 4 de los 5 senadores que componen dicha Comisión: Nelson Ávila (pdte), Pablo Longueira, Andrés Allamand y Antonio Horvath, resaltando la ausencia de Alejandro Navarro, que ya está en campaña presidencial. Los invitados a esta cita que tuvo componentes cinematográficos, fueron los representantes de Fundación Terram, Giuliana Furci y Flavia Liberona; los representantes de la Confederación Nacional de Pescadores (Conapach): Cosme Caracciolo (secretario general) y Zoila Bustamante (presidenta); de Ecoceanos (Juan Carlos Cárdenas) y el representante de la Asociación Gremial de Pescadores Artesanales de Aysén y Zonas Adyacentes (AGO de Aysén), Héctor Kol.
También estaban la ministra Ana Lya Uriarte, el subsecretario de pesca, Jorge Chocair y el director nacional de Sernapesca Felix Inostroza, quienes comenzaron las exposiciones, dando a conocer los antecedentes que disponían respecto de la fuga de salmones. Destacó lo dicho por Inostroza en el sentido que los salmones fugados en el seno de Reloncaví y que pertenecían a Trusal formaban parte de centros de cultivo con casos de ISA (anemia infecciosa del salmón). Esto conllevaría el grave riesgo de contagio de especies silvestres. Inostroza avaló la tesis entregada por la empresa Aguas Claras en el sentido que el viento había sido el responsable de la fuga de salmones.
Luego vino la exposición de Terram, en la que sus delegadas hicieron un resumen de las fugas que ha tenido la industria salmonera en los últimos años. Las cifras dadas estaban basadas en información provenientes de las propias industrias salmoneras por lo que eran cifras poco confiables y de escaso valor, como Furci reconoció. Cotejaron la situación de la salmonicultura chilena con lo que ocurre en otros potencias acuícolas como Escocia y Noruega. En ese instante señalaron que las fugas son mucho menores, señalando que esto se debería a la fuerte regulación existente.
Llamó la atención que a pesar de definir las fugas como un suceso “grave”, y a pesar de ser tan grave la crisis provocada por salmoneras en todos los ámbitos, las representantes de Terram propusieran soluciones tan parciales y de corto alcance. Ante las fugas, dijeron que la solución a ellas pasaba sólo por ubicar los centros salmoneros en zonas menos expuestas a las inclemencias del tiempo. No se ponía en cuestión la industria en sí, sólo aspectos puntuales.
Salmoneras al vertedero
Pero con la exposición de Caracciolo se comenzaron a poner los puntos sobre las íes. El histórico dirigente de la pesca artesanal planteó que la situación de la salmonicultura era de “crisis terminal”. Expresó que las “fugas” habrían sido programadas por las salmoneras puesto que dadas las enfermedades que asolan a esta industria, los precios de este producto están muy bajos.
Es importante mencionar que el kilo de salmón que llegó a cotizarse a 7 mil pesos hoy se vende en el mercado de Angelmó a 300 pesos. En el poblado de Metri los salmones fugados no se venden a ningún precio: ya nadie los quiere comer puesto que heden.
Entonces, les sale mucho mejor -en su lógica estúpida y delictual- egocio soltarlos al mar y eventualmente cobrar los seguros comprometidos que cosecharlos –con todos los costos que ello implica- y ponerlos a la venta.
Pero Caracciolo fue por más: Es que tenía un as de triunfo. Puso sobre la mesa un documento que contiene la definición histórica de la pesca artesanal (Conapach) con respecto a la salmonicultura.
En su preámbulo este documento sostiene que “la irresponsabilidad social y negligencia” que esta industria ha tenido con sus trabajadores en los últimos cinco años, ha tenido como resultado “la muerte de más de 70 trabajadores, buena parte de ellos buzos provenientes del sector pesquero artesanal”. Esto, dijo el pescador, además de “miles de personas afectadas en su integridad física y moral”.
También se sostiene que el “uso indiscriminado de colorantes, pesticidas, antibióticos, fungicidas, hormonas, desinfectantes, ha tenido como resultado un grave daño ambiental y para la salud de las personas”. Como ejemplo del grave daño ambiental provocado por esta industria, citan la casi completa contaminación del mar interior de Chiloé, zona donde proviene el 70% (app) de los mariscos y pescados de todo Chile.
El citado documento fija la posición de la Conapach respecto de la salmonicultura. Su posición es clara: esta industria debe desaparecer de nuestro país puesto que “es inviable en términos económicos, sociales y medioambientales”, sostiene el documento. Por lo anterior, plantean “suspender todos los planes, programas y cambios legislativos que apunten a la permanencia de esta actividad”.
En consideración de la grave crisis social que afecta a las zonas intervenidas por esta industria, la que se agudizará después de marzo cuando esta industria deje de producir, la Conapach plantea que “se hace necesario la implementación de un plan integral que apunte a resolver los descalabros sociales, económicos y ambientales provocados por esta industria”.
Medidas para superar la crisis
Entre las medidas específicas que proponen para superar esta crisis, plantean que se prohíba la acuicultura con especies exóticas. En relación con esto: Proponen “el fomento de la acuicultura de pequeña escala con especies nativas”.
También sostienen que se debe redireccionar la captura de peces que se hace para producir harina. Proponen que la capturas de este alimento se oriente a consumo humano. Entre las especies que serviría a este propósito, señala la Conapach, estaría la sardina fueguina (spratus fueguensis). A entender de Caracciolo, sólo con esta actividad se podría absorber toda la mano de obra que quedará cesante con el fin de la criminal y tóxica industria.
La Conapach también propuso, aquel inolvidable martes 13 de enero, que el Estado entregue, mientras se implementan estos nuevos planes económico-productivos, subsidios a los trabajadores despedidos de la industria salmonera y a las comunidades afectadas por su introducción. “Esto debe hacerse –señala el documento- directamente a los afectados, sin la intermediación de las empresas responsables del descalabro provocado”.
Finalmente proponen la elaboración de un catastro del daño ambiental provocado, sobre todo, en lagos, ríos y el mar, “que apunte a la implementación de un gran plan de descontaminación en las zonas afectadas”.
“Por lo anterior, estimamos que los recursos que el Estado piensa invertir para solucionar la crisis del salmón, deben apuntar a hacer posible las medidas antes expuestas y, en ningún caso, pueden servir para abultar aún más las ganancias de los responsables de esta crisis”.
Pero esto no era todo: Faltaba la intervención de Kol. Había llegado tarde: venía llegando de Aysén. Enredado entre sus cables y sus propias ansiedades hizo que la sesión se suspendiera por algunos minutos los que fueron aprovechados por algunos parlamentarios para lanzar dos o tres chistes que, aunque fomes, hicieron soltar las risas en una sesión que se iba convirtiendo en un juicio histórico a la salmonicultura.
Salmoneros al vertedero
Kol expreso que representaba a una Asociación que se había propuesta erradicar a la salmonicultura de la Región de Aysén. También expresó que esta industria, a pesar de todos los daños que había provocado en todos los ámbitos, recibía en forma casi gratuita su principal insumo: el agua. Explicó que esta industria paga 7 pesos por metro cuadrado aunque lo que ocupan son metros cúbicos. “son los únicos en Chile que pagan el agua en unidades de superficie, todos los demás la pagamos por volumen expresó”.
Mostró fotos que muestran como las salmoneras ocupan 5 veces más superficie que la autorizada en su centro salmonero de Punta Serapio, Estaurio de Reloncaví. Mostró fotos submarinas que muestran centros salmoneros hundidos con los salmones muertos. Dio a conocer la grave situación que afecta a la isla de Melinka (Sur de Chiloé, XI Región), donde hoy los centros de cultivo son hoy cementerios flotantes. Dio a conocer que esto ocurre hace 5 semanas y que hay niños hospitalizados por vómitos y diarreas, y por que se les cae la piel por alergias agravadas y que el aire es irrespirable. Y que el Estado no hace nada siendo que es una emergencia. Mostró fotos de enormes volúmenes de salmones muertos y de fotos de personas que se han metido al mar y el cuerpo se les ha llenado de llagas.
Dio a conocer numerosas irregularidades cometidas por las Corema de Los Lagos y Aysén y de Sernapesca.
Definió a la salmonicultura como «industria criminal» y avaló su postura dando a conocer la absoluta destrucción ambiental y social que ha provocado esta industria que ha sido ocultada por casi todos los medios de prensa, existentes en Chile, salvo honrosas excepciones.
Cabe tener presente que Caracciolo y Kol son importantes impulsores de la campaña Salvemos el Mar y del Movimiento de los Pueblos, instancia de articulación de los movimientos sociales que luchan contra el sistema capitalista y la destrucción salvaje del territorio, emprendida por la oligarquía chilena, con el aval de la Concertación por la Democracia.