La crisis política de Bélgica

A principios de marzo, Albert II, rey de Bélgica, nombró un séptimo mediador con la meta de realizar un acuerdo en la coalición de partidos políticos resultado del último voto legislativo

La crisis política de Bélgica

Autor: Mauricio Becerra


A principios de marzo, Albert II, rey de Bélgica, nombró un séptimo mediador con la meta de realizar un acuerdo en la coalición de partidos políticos resultado del último voto legislativo. Los sextos primeros no lograron el convenio. Hace ya 277 días que Bruselas está sin gobierno así que el rey y la Unión Europea son los guardianes del buen funcionamiento del país. Retrospectiva sobre la agitada historia del “Plat Pays” (País Llano).

Para este jueves jóvenes belgas han convocado a la «revolución de las patatas fritas» en protesta por la crisis de la clase política belga que no logra ponerse de acuerdo para conformar el gobierno desde hace 277 días.

El llamado a efectuar manifestaciones simultáneas en varias ciudades del país fue hecho por jóvenes  y hace referencia a un plato tradicional de la comida belga. Ya en febrero otras 30 mil personas se concentraron en Bruselas en defensa de la unidad del país.

El 2 de marzo el rey Albert II nombró al séptimo mediador, Wouter Beke, para que sacara al país de la crisis institucional, que se arrastra desde el 10 de junio del 2007 cuando se efectuaron elecciones legislativas. Los partidos políticos no han logrado ponerse de acuerdo para formar un gobierno.

El líder del partido CD&V, Yves Leterme, no ha podido realizar un acuerdo con los cuatro partidos de la coalición (los liberales y demócratas-cristianos flamencos y francófonos) después de haber ganado las elecciones legislativas del 10 de junio del 2007.

El mediador Nº 6, Van De Lanotte, del partido cristiano-demócrata flamenco señaló que “no hay ninguna perspectiva de progreso” a la radio francesa RFI el pasado 26 de enero pasado antes de dimitir de su cargo.

La sucesión de mediadores no ha podido destrabar la situación, que este lunes cumplió 277 días sin que los belgas tengan gobierno, ganando el récord anterior detentado por Irak luego de la invasión norteamericana y que los mantuvo sin gobierno por 249 días.

La cuenta atrás puede seguirse en días, horas, minutos y segundos en la página web http://lerecorddumonde.be.

La «revolución de las patatas fritas» fue precedida de otras manifestaciones, como la «huelga de sexo» de las parejas de los líderes políticos propuesta por la senadora socialista flamenca Marleen Temmerman; la idea de dejarse crecer la barba hasta que haya un Ejecutivo; o, incluso, la de «acampar virtualmente» en Internet delante del Parlamento en señal de protesta.

RAÍCES MÁS PROFUNDAS

Las raíces de esta crisis política e institucional son más profundas que el desacuerdo entre los partidos y se proyectan hacía las desigualdades sociales de este pequeño y joven país.

La unidad del país es mayoritariamente defendida por los partidos francófonos de Valonia (sur de Bélgica), quienes se enfrentan al partido separatista N-VA, ganador de los comicios en la región norteña de Flandes.

Bélgica es un país joven que obtuvo su independencia en 1830. Antes de esta fecha, el país estuvo bajo el control de una multitud de monarcas, según explica la revista francesa La Documentation Française. El actual territorio belga fue conquistado en el 57 antes de Jesús Cristo por las tropas de Julio César al conquistar Galia. Pero también Bélgica fue administrada por España, Austria, Holanda y Alemania (Ver cronología).

Así, el desarrollo de Bélgica bajo esas varias influencias explica las diferencias culturales y sobre todo lingüísticas, que existen en el país. Pero si la sociedad belga posee diferentes identidades, lo que puede explicar parte de esta inestabilidad son las desigualdades de reconocimiento que crearon divisiones en su pueblo.

Este desfase de reconocimiento cultural es central. En 1830, Bélgica se independizó -por ser católica- de Flandes (Holanda actual), región de religión protestante.  Con el catolicismo, el idioma francés era algo oficial y preconizado por la unificación del país. Sin embargo, los ex-habitantes de Flandes hablaban flamenco, lo que les resultó difícil para integrarse en esta nueva nación.

Esta falta de reconocimiento cultural fue una de las primeras desigualdades sociales; o al menos por el desprecio cultural engendrado que causó divisiones dentro del pueblo.

Tampoco la situación económica era fácil para los flamencos. En Flandes, la parte Norte del país donde ellos vivían,  los recursos económicos eran muy escasos. Además, entre 1840  y 1850, los francófonos del Sur –de Valonia- sacaron provecho de abundantes minas de carbón. Estas fuentes de riqueza ayudaron al surgimiento de la industria siderúrgica lo que propulsó el desarrollo de esta región.

GIRO DE 180 GRADOS DE LA SITUACIÓN ECONÓMICA

Este mal reparto de las riquezas todavía existe, pero al revés. La industria minera de Valonia se agotó, lo que creó un alto nivel de desempleo en las clases obreras y problemas de del territorio en el Sur.

Hoy en día y desde los años 60, Flandes es la zona atractiva y dinámica  de Bélgica por, entre otras cosas, la existencia del puerto de Amberes que es el tercer puerto europeo con respecto al comercio marítimo de contenedores.

Durante el siglo diecinueve fue el rico Sur francófono que no quería ayudar al pobre Norte flamenco. Mientras que actualmente,  Flandes -la región más poderosa- no quiere cotizar para la seguridad social de los obreros sureños  afectados por el paro.

Animosidades y frustraciones resultaron de estas desigualdades económicas de modo que la monarquía parlamentaria belga tuvo que adaptar su constitución.

En 1992, los acuerdos de Saint Michel hicieron de Bélgica un estado federal: en Bélgica existen tres comunidades (francófona, flamenca y germanófona) y tres regiones (respectivamente la de Valonia y la de Flandes; y la de Bruselas que es una región bilingüe).

REPERCUSIONES EN EL NIVEL POLÍTICO E INSTITUTIONAL

Las desigualdades se expresan a nivel político, cuyo paisaje se organiza según las divisiones lingüísticas presentes en Bruselas. No existen partidos políticos nacionales sino regionales como lo explica Vicent De Coorebyter –politólogo y filosofo belga- en las páginas de la revista francesa Pouvoirs. Las tendencias políticas (socialistas, liberales, demócrata-cristianos, ecológicos, nacionalistas) corresponden cada vez a partidos flamencos y francófonos (ver Recuadro).

También existen partidos nacionalistas extremos como el Vlaams Belang, en su traducción flamenca, que  abogan por la independencia de Flandes; mientras que otros -el marginal francófono RWF entre otros-  preconizan la anexión de Valonia a Francia y la independencia de Bruselas.

Otro problema tajante puede ser ilustrado con el caso “Bruselas-Hal-Vilvorde” que ocurrió pocos meses después de esas elecciones. “En noviembre del 2007, los diputados flamencos de la comisión del interior y de los asuntos generales de la función pública de la cámara de los representantes adoptaron, sin el consentimiento de sus homólogos francófonos, una propuesta de ley que divide la circunscripción electoral de Bruselas-Hal-Vilvorde en tres distritos electorales. Por consiguiente, se negó a la minoría francófona viviendo en esta zona flamenca el derecho de votar por las listas de su comunidad”,  según explica La Documentation Française.

Al no tener gobierno, el rey y las estructuras de la Unión Europea son el término medio de estas divergencias políticas e institucionales del “Plat Pays”.

¿QUÉ PORVENIR PARA BÉLGICA?

En un ensayo universitario titulado  ¿Cómo uno puede ser belga? (Comment peut-on être belge?) y presentado por el periódico francés Libération, Charles Bricman explica que  ‘Bélgica está condenada a sobrevivir’ aunque ‘La vida allá no fue, ni será una sinecura’.

No obstante, lo que acaba de suceder podría inclinar la balanza. El diario Belga La Libre Belgique relató que el partido nacionalista flamenco el N-VA  lanzó este 5 de marzo un ultimátum para realizar un acuerdo sobre la reforma del estado.

“O se encuentra un acuerdo sobre la reforma del Estado, Bruselas-Hal-Vilvorde y Bruselas antes de los dos meses, o bien nos levantamos de la mesa de las negociaciones «, indicó el sábado Jan Jambon (N-VA) en este diario belga.

Considerando el análisis de Vicent De Coorebyter en Pouvoirs esta resolución definitiva puede revelarse peligroso. Según el politóloga belga, los partidos políticos como el “PS y el N-VA desempeñan un papel clave en las negociaciones de post-escrutinio. Su cara a cara sólo resume una de las dificultades políticas que encuentra Bélgica, al saber la coexistencia de un panorama político flamenco marcado por tendencias de derecha y de un panorama político francófono marcado por tendencias de izquierda”.

Por eso, Bélgica está “condenada a sobrevivir”, pero también tendría que apurar sus trámites institucionales y sobre todo iniciar cambios sociales.

Por Mélissa Quillier

El Ciudadano

LOS PARTIDOS POLÍTICOS EN BÉLGICA

Flamencos Francófonos
Socialistas SP-A PS
Liberales

Open VLD

MR
Demócrata-cristiano CD&V CDH
Ecologistas Groen Ecolo
nacionalistas N-VA

Vlamms Belang

RWF


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