La crisis y re-fundación del sindicalismo chileno

  La desconfianza en el mundo sindical es generalizada

La crisis y re-fundación del sindicalismo chileno

Autor: Cesarius

Arturo Martínez, Cristián Cuevas, Manuel Ahumada

 

La desconfianza en el mundo sindical es generalizada. Para el caso de la CUT, sus acuerdos con la patronal, prácticas obsoletas, escándalos, y cooptaciones partidarias, dejan a la gran masa asalariada sin una organización confiable, que pueda hacer frente a los embates del mercado, aun cuando diversos sindicatos y liderazgos renovadores apuntan a realizar cambios en beneficio de las luchas laborales.

Atrás parece quedar la épica del sindicato. El industrialismo y sus lógicas se agotaron, mutó la organización del trabajo y la dinámica de la economía política. Confusión en el mundo sindical, lento frente a los cambios, y, al menos débil, frente a la profundización del modelo heredado por el dictador Augusto Pinochet.

Luis Mesina es secretario general de la Confederación de Sindicatos Bancarios y Afines, un área dinámica en la economía actual, financiera y especulativa. Estuvo en la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) hasta 2001 y renunció cuando, dice, no soportó más “la cooptación que la Concertación hizo” de la central sindical más grande de Chile.

“La CUT cauteló la ‘paz social’, el gran acuerdo de la transición. Todas las grandes demandas de los ‘80 se abandonaron y los trabajadores perdieron la confianza”, señala, intentando explicar el oscuro escenario actual.

Para Carolina Espinoza, presidenta de la Confederación de Funcionarios de la Salud Municipal (Confusam) –afiliada a la CUT- estos años son negativos. “Los dirigentes no mantuvieron la autonomía, hicieron concesiones y no apuntaron a cambios de fondo. Hoy, en un Gobierno de empresarios, el panorama es aún mas desolador”, expresa.

Panorama que cruza a diversas confederaciones y federaciones donde hay dirigentes que llevan más de una década al frente, optan por el consenso con los empresarios y se alejan de la movilización y más aún de la reivindicación de modificaciones en el sistema económico e institucional del país, que incluye una Ley Laboral restrictiva y heredera de la dictadura. En contrapunto, se ve la emergencia de sindicatos y dirigentes que actúan con autonomía, emplazan al sector privado, se movilizan y pugna por un cambio en las estructuras del país.

 

EL DESCRÉDITO

Próximo a cumplir 70 años, el actual presidente de la CUT, Arturo Martínez (PS), podría estar disfrutando de su jubilación. Sin embargo, lleva cuatro períodos a la cabeza (16 años) y todo indica que volverá a postularse. En 40 años de trayectoria sindical, tejió poderosas redes, y su gestión recibió apoyo económico de la Concertación y de instituciones internacionales, al mismo tiempo que han existido numerosas denuncias por su manejo político y económico.

Ya en 2006, fue cuestionado por la poca transparencia con el destino de 2,6 millones de dólares recibidos producto de los bienes confiscados a la Central por la dictadura. Meses antes, se cuestionó su manejo de las donaciones hechas por la Confederación de Sindicatos Alemanes, depositadas a su nombre.

Respecto a las propiedades que la Central compró con los citados dólares, se denunció que una sede en Puerto Montt quedó abandonada a medio construir y un local que iba a ser usado como Escuela Sindical en Santiago corría la misma suerte, ya que a la empresa contratada se la adeudaron casi 20 millones de pesos. En varias ocasiones se cuestionó que familiares directos de Martínez ocupen puestos de trabajo en la Central.

En 2011, la Central reconocía que dos años antes financió la campaña a diputado de su Presidente, así como la de los dirigentes Esteban Maturana, Cristian Cuevas y René Tabilo. Además, que pagó ocho millones de pesos en publicidad con un cheque sin fondos. Maturana fue el único en desmentir dicho apoyo.

En julio del año pasado volvieron las críticas. Siete gremios importantes solicitaron adelantar las elecciones, hacer público el padrón electoral y entregar un balance económico, entre otros puntos. Sin embargo, el Consejo Ampliado de la sindical rechazó la carta por 214 votos en contra, nueve a favor y tres abstenciones. Martínez acusó que los gremios eran funcionales a otros intereses y negó una crisis interna. Aunque realizamos varios intentos con su secretaria, fue imposible hablar con el dirigente, debido a su agenda, dijeron.

 

UN MUERTO VIVO

Guillermo Salinas (PC), actual subsecretario general de la multisindical y hombre fuerte al interior, concuerda en que el movimiento sindical debe ponerse al día con la nueva realidad del trabajo. “Se hace lento, pero se hace. Se han organizado sindicatos de trabajadores independientes”, afirma. Además, concuerda en que, efectivamente, la Concertación logró hegemonía en la Central y el objetivo era la estabilización de la democracia.

“En 2000 surge un nuevo ideal: Luchar contra el neoliberalismo. Ese fue un giro muy positivo. Ahí salió el primer paro nacional de 2003. Fuimos los primeros en poner la movilización por delante, en plantear la reforma al binominal”, afirma.

Para él, el peso de los partidos sólo son correlaciones de fuerzas. “Nadie puede negar el derecho de los trabajadores a militar, pero la CUT no es de los partidos sino de los trabajadores. Lo importante es el combate de ideas”, señala.

Manuel Ahumada es presidente de la Confederación General de Trabajadores (CGT). Llegó a ser primer vicepresidente de la CUT, pero en 1996 tuvo problemas con su partido (PC) y renunció. “El partido pidió mi remoción del cargo, la gente dijo no, pero como los cargos en la CUT son de los partidos, me sacaron”, afirma.

La Unión Portuaria de Chile es una organización autónoma, de facto, es decir no posee personalidad jurídica y tiene una pequeña organización por puertos. José Aburto es vocero de la Región del Bío Bío, evita personalizar la crítica en la figura de Martínez, y señala que la CUT, con el líder que sea, tiene que tener una propuesta país, más allá de las reivindicaciones salariales. “Debe saber los problemas y las soluciones, y por eso debe recorrer el país, conocer y ser elegido por las bases y no por otros dirigentes”, señala.

“Martínez tiene aciertos y errores -replica Salinas-. Unas son operaciones contra la CUT, y otras son parte del desgaste. Yo creo que no debiese seguir siendo Presidente. No es que lo diga ahora, lo he dicho siempre, porque soy de otra lista”.

Sin embargo, el Presidente de la CGT no cree en las críticas a Martínez desde dentro. “Lo critican porque quieren quedarse con el poder, este sólo cambiará de manos. La CUT es un muerto vivo”.

 

FANTASMAS

Más allá de las críticas a la gestión del actual Presidente de la CUT, estas se extienden a la dinámica interna de la sindical que, como sea, es o debiera ser la organización de los trabajadores chilenos.

Uno de los puntos conflictivos es el de la votación universal. La elección es indirecta, cada organización pondera sus votos según el número de socios. No es un trabajador, un voto. Según el padrón electoral de la elección de 2008, hubo 6.779 votantes, distribuidos en 48 mesas que representan a los 485.189 afiliados con las cuentas al día, o sea, con derecho a voto.

Los desfases entre los resultados oficiales, consignados a la Dirección del Trabajo (DT), y las actas manuscritas, le valieron a la CUT una demanda por fraude electoral. Por ejemplo, en el acta firmada por la mesa de Chiloé, Martínez tiene 1.596,39 votos, pero en la planilla final aparece con 2.400. Cristian Cuevas, por su parte, registra 151,65 y en el resultado final aparece con 0 preferencias. Así en diferentes mesas.

La DT no controla ni es responsable de los resultados de las elecciones. El Tribunal Electoral, por su parte, falló a favor de la CUT, señalando que hubo algunas infracciones a los Estatutos en torno a la elección del Colegio Electoral que valida el proceso, pero que no lo viciaban.

Varios dirigentes han presentado propuestas de voto universal, sin eco. Como alega Espinoza, de la Confusam, “hace dos congresos se resolvieron varias reformas, entre ellas la de votación, pero no se ha hecho. En agosto hay elecciones, pero así no tenemos opción de romper el monopolio de los que están enquistados en la CUT”, opina.

Salinas dice estar por elección universal, pero que no hay condiciones aún, ya que hay obstáculos prácticos. “Implementarlo es lo complicado. Hay que madurar la votación universal en los gremios asociados primero, porque muy pocos lo tienen”, expresa.

Sin embargo, destaca avances: “Para los congresos antes se nombraba un delegado por cada 500 afiliados y se designaban a dedo. Ahora hay pre-congresos con los sindicatos base y ahí se eligen los delegados. Eso es un tremendo cambio”, indica.

Otro espacio gris es el del padrón electoral. Varios entrevistados denuncian que al momento de votar aparecen sindicatos “fantasmas” (financiados por partidos), cuyos afiliados son “inflados” para lograr mayor ponderación.

“Usted me puede pagar cuotas por 40 socios durante dos años y el último mes antes de las elecciones me paga por cinco mil, así tiene más ponderado”, explica Ahumada.

“Hay sectores que tienen tres confederaciones y cada confederación es más grande que nosotros, el sector bancario, que tiene miles de trabajadores reales. ¿De dónde salen esas grandes empresas que uno ni conoce?”, agrega Mesina.

Por ejemplo, en el listado de organizaciones para las elecciones de 2004, la Federación Nacional de Trabajadores Clotario Blest, de la V Región, aparece con 1.489 asociados, pero en el padrón figura con 7.046, casi siete veces más.

Guillermo Salinas dice que son mitos, aunque reconoce que hubo situaciones irregulares, pero que han generado los mecanismos para evitarlas. Respecto a la solicitud de transparentar el padrón, explica que no se puede hasta después del 30 de junio próximo, fecha en que, según los estatutos, se cierra el plazo para pagar las cuotas.

Sobre los recursos de la Central, la presidenta de la Confusam comenta que el año pasado pidieron nuevamente y sin resultados las cuentas de tesorería. “Esa información, que la CUT dice que entrega, son un par de diapositivas que se muestran tres minutos en una asamblea, por lo que no se alcanza a revisar”, dice.

“No se puede fiscalizar porque no hay obligación de entregar balances. Está todo hecho para no comprobar nada”, concluye Ahumada.

José Hermosilla, tesorero de la CUT, aclara que los balances no se hacen públicos por el provecho político que se saca. “En el último Consejo Ampliado se entregó, y fue revisado y aprobado por la Comisión Revisora de Cuentas. Algunos quieren que se hagan públicos los libros, que se expongan en la calle, pero eso no es parte de los estatutos. Todo está de acuerdo a lo reglamentado”, lo apoya Salinas.

La excesiva permanencia de los dirigentes es un elemento común a todos los sindicatos. Salinas dice que “si los trabajadores quieren nuevas caras, votarán por nuevas caras”, pero a su juicio no hay un problema generacional.

En el caso de la Confusam, su presidenta es pareja del ex presidente (Esteban Maturana), quien es su asesor “por decisión de asamblea. Él dejó la presidencia para presentarse como candidato. Los otros dirigentes que no salieron volvieron a sus cargos. Esteban no forzó eso, volvió a ser dirigente de base y la asamblea decidió que fuese mi asesor”, explica Espinoza. Hay casos como los de Raimundo Espinoza que lleva muchos años al frente de la Federación de Trabajadores del Cobre.

En todo caso se habla que actualmente dentro de varias organizaciones del mundo del trabajo hay jóvenes dirigentes que están emergiendo y que podrían pasar a ser los nuevos liderazgos sindicales, aunque para ello parece imprescindible que los partidos se abran a esas opciones.

 

PERSPECTIVAS Y UNIDAD

Uno de los últimos anuncios de la multisindical fue la firma de un acuerdo con la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC), con los que sostenían reuniones hace meses. Dicho acuerdo se firmó en medio de la represión en Aysén y fue aplaudido por el oficialismo.

“Me parece muy positivo. Sin embargo, debe tenerse cuidado, ya que en ese acuerdo están sub-representados los trabajadores menos capacitados y las empresas de menos de 10 trabajadores, que son un segmento muy grande. Es importante el rol del Estado en esos acuerdos, para que tome parte por el sector más informal del mercado laboral”, opina Cecilia Cifuentes, economista del Instituto Libertad y Desarrollo, ligado a la derecha.

Cristián Cuevas, presidente de la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC), crítico de la actual gestión y mencionado insistentemente como carta para asumir la presidencia de la Central, es enfático en cuestionarlo: “Si con la Concertación era constante la política de consensos, que en un gobierno de derecha se mantenga esa postura es impresentable”.

El acuerdo “pone el énfasis en el diálogo social y no sobre reformas reales, como el derecho a la negociación colectiva, el derecho a la sindicalización y permite la flexibilidad”, señala.

Las próximas elecciones de la CUT son en agosto. Aunque Salinas insiste en que sólo después del 1º de Mayo se conformarán las listas, el capítulo CUT del Encuentro Nacional Sindical del PC planteó “la necesidad de disputar la conducción, ya que la actual sólo representa retraso para los trabajadores y su proyecto de emancipación”.

Salinas, representante comunista en la organización, indicó que “hoy se requiere un vuelco: nueva ley de sindicalización, nuevo sistema de negociación colectiva. Para eso debemos hacer una alianza social y política desde donde surja un programa y lo importante es quién esté capacitado para llevar adelante ese programa. Por supuesto, todos queremos la conducción de la CUT y vamos a luchar por eso”.

“El punto es que los trabajadores no están ni en la CUT ni con nosotros: no están organizados. Debe haber una re-fundación del movimiento sobre dos elementos centrales, pero no únicos: votación universal y cotización mensual obligatoria para no chamullar los padrones”, dice Ahumada.

Ante un nuevo 1º de Mayo, Cuevas cree que es momento de “avanzar por democracia real y justicia social recuperando el sindicalismo como actor real de poder”. Por ello el cambio en la CUT debe ser sustancial, terminando la conciliación y el énfasis principal en el diálogo porque “es con los trabajadores con quienes debemos construir, recuperando el sentido de transformación política, con solidaridad y generosidad incluso con los trabajadores que no están sindicalizados”, concluye.

CIFRAS SINDICALES

Con la caída de Pinochet, la tasa de sindicalización aumentó progresivamente, pero hacia 1992 comenzó a caer y, aunque hoy han aparecido numerosos sindicatos autónomos, éstos son cada vez más pequeños. A 2009, la cantidad de trabajadores afiliados a sindicatos activos era del 13,6% y sólo un 6% negocia colectivamente. Por otro lado, cerca de la mitad de las empresas con sindicatos presentan reclamos por prácticas antisindicales y un 72% de los trabajadores tiene ingresos menores al PIB de Chile.

 

UN POCO DE HISTORIA

La Central Única de Trabajadores de Chile (CUT), fue la única central sindical chilena entre 1953 y 1973. Heredera en sus objetivos de la Federación Obrera de Chile (Foch) y de la Confederación de Trabajadores de Chile (CTCH), su primer presidente fue Clotario Blest, un luchador social cristiano cercano a los sectores anarcosindicalistas.

Su Declaración de Principios señalaba que la emancipación de los trabajadores es obra de los propios trabajadores y que la CUT era “la organización de todos los trabajadores para la lucha contra la explotación del hombre en la búsqueda del socialismo integral”. En el congreso de 1957 esto último fue eliminado.

Al interior de la CUT había una mayoría comunista y socialista, acentuándose con ello su carácter de clase. Entre 1953 y 1971 la CUT realizó seis congresos y llamó a 12 huelgas generales. El congreso de 1971 tenía como consigna “Los trabajadores construyen el nuevo Chile”. En 1969 se firmó el acuerdo CUT-Gobierno que estableció una política de remuneraciones para 1970, lo que después fue actualizado anualmente hasta el Golpe de Estado de 1973.

La CUT apoyó al gobierno de la UP. En 1972 se le concede personalidad jurídica y mecanismos de financiamiento, como también su participación en el proceso de planificación económica nacional y en la administración de las empresas, tanto del Estado como del Área Social de la Economía.

Con el golpe militar esto se canceló. Fue disuelta y requisados sus bienes, sus dirigentes perseguidos, encarcelados, ejecutados, desaparecidos o exiliados.

Durante la dictadura, los intentos por recuperar la democracia y reagruparse se observaron con la Coordinadora Nacional Sindical (CNS) y el Comando Nacional de Trabajadores (CNT), hasta la formación, en 1988, de la actual Central Unitaria de Trabajadores (CUT).

Por Cristóbal Cornejo González

Este reportaje contó con la colaboración de la periodista Karen Medina, desde Valparaíso.

El Ciudadano Nº124, primera quincena mayo 2012


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