El Cerro Blanco ubicado en Recoleta tiene un poder simbólico contundente para los pueblos indígenas en Latinoamérica. Ahí se encuentran algunos centros ceremoniales que tienen significado para culturas ancestrales, como aymara, mapuche y otras. Este lugar también fue elegido por Inés de Suárez en el siglo XVI para levantar la primera construcción católica del país, tiempo después de arribar a Chile junto a Pedro de Valdivia, el fundador de Santiago. La iglesia actualmente se encuentra a las faldas del Cerro, en la esquina de Santos Dumont con Avenida Recoleta.
Hasta hace un tiempo tres sectores de este foco de atracción indígena estaban ligados a la Coordinadora Nacional Indianista (Conacin), una agrupación multicultural de convivencia, liderada por José Segovia, más conocido como Patara. Él comenzó a ser el Gran guardián del Cerro, luego de que parte de las tierras les fueran transferidas a esta organización indígena por el Servicio de Vivienda y Urbanismo (Serviu) metropolitano a través de un comodato, adoptando de esta forma cierta independencia del Parque Metropolitano, el administrador del paño.
La historia de este comodato comenzó en 2001. Con Ricardo Lagos como presidente y Jaime Ravinet a la cabeza del Ministerio de Vivienda, la Conacin trabajó seis meses en una mesa compuesta por el Serviu y otros organismos; todo con el fin de lograr este derecho. “También participó la Conadi y el Parque Metropolitano. Trabajamos 6 meses en un proyecto, y con ese compromiso nos instalamos en el Cerro. Pero nos dejaron botados, no cumplieron nunca con el proyecto”, dice Patara. Agrega que el abandono los llevó a tomar el sartén por el mango, y alejarse de la idea surgida producto del trabajo en la mesa. “Como nos dejaron abandonados empezamos a autogestionar el espacio y desarrollamos una aldea. Somos cinco guardianes que estamos a cargo de diferentes lugares ceremoniales”, explica.
Según el sitio web del Parque Metropolitano –en donde aún se reconoce el convenio con los pueblos originarios– actualmente en el Cerro Blanco «se pueden encontrar una Casa Mapuche y una Casa Aymara, además de sitios como la Piedra Tacita destinados a rituales que se realizan en fechas especiales».
Las consecuencias de esta supuesta autogestión llegaron tras 15 años, en agosto pasado, cuando el Serviu canceló el comodato que tenía la Conacin luego de algunas denuncias por actividades fuera del reglamento. “Hubo denuncias de la comunidad, que surgieron de miembros que participaron de la misma Conacin. A partir de esa denuncia se hizo una fiscalización y se comprobó una serie de incumplimientos al comodato como estaba establecido. A partir de eso el Serviu empieza una investigación en la que finalmente sanciona con el término del comodato”, dice Fares Jadue, director de desarrollo comunitario de la comuna de Recoleta.
El tipo de actividades realizadas que obligaron a una sanción las describe el mismo Jadue. «Eran actividades con cobros, fiestas andinas que terminaban en tomateras y situaciones como esas. Se aportaron fotografías y varios antecedentes a la denuncia que tiene el Serviu», agrega.
De todas formas, explica que esta cancelación abarcó dos de los tres terrenos pasados por el comodato: “solamente los ubicados en la parte superior del cerro; no donde está el jardín intercultural; ese sigue perteneciendo y ha sido validado por el Serviu como una muy buena gestión”, explica.
La propuesta de Recoleta
Ya con el comodato fuera de las manos de la Conacin –decisión ratificada por Contraloría–, el municipio comenzó las gestiones para que aquellos terrenos no fueran a parar a manos de privados. “El director del Serviu le pidió al alcalde que formalizara el interés una vez terminado el comodato. Eso se materializó a fines del año pasado”, cuenta Jadue.
La idea del alcalde Daniel Jadue en la actualidad es que los terrenos pasen a un comodato a nombre del municipio. Para eso se inició una mesa de trabajo con distintas entidades. “Lo que iniciamos fue una mesa de diálogo junto con las distintas instituciones; con la Conadi, que tiene otros centros ceremoniales a nivel regional, y que suministra recursos; con la Conacin; con el Serviu; y con más organizaciones de pueblos originarios pertenecientes a la mesa de pueblos originarios”, explica Fares Jadue.
Pese a estas intenciones, y tras dos reuniones organizadas por el municipio, la Conacin se retiró de la mesa de diálogo. “Entreguen el Cerro Blanco de una vez por todas a las comunidades indígenas. Entreguen el Cerro Blanco en comodato y nosotros sabemos lo que haremos”, dice Patara, y luego agrega que ya no confían en las promesas de las autoridades. «Nunca hemos recibido ningún recurso. A nosotros nos quieren sacar para justificar que van a hacer un centro de desarrollo, si ya no lo hicieron», dice.
El deseo del Gran guardián –que el comodato del Cerro pase a manos de la Conacin– choca con el del municipio. “Lo que nosotros vamos a hacer acá, y esta es nuestra expectativa, es que el comodato pase al municipio para que, a su vez, nosotros podamos llegar a un buen acuerdo con el conjunto y traspasárselos. Nosotros no queremos hacer ningún proyecto inmobiliario ahí”, dice Fares Jadue, y habla acerca de un problema existente con los grupos asentados en el lugar: «no todos esos grupos tienen pertinencia indígena, hay algunos que tienen carácter andino, o pachamámico, y no necesariamente todo lo que se desarrolla en el Cerro Blanco tiene que ver con lo ancestral o con la representaciones que tienen los pueblos originarios».
Respecto a si el acuerdo podría pasar a llevar ciertas tradiciones indígenas, Jadue aclara que respetarán los distintos tipos de ritos. «Los pueblos originarios tienen ceremonias que implican ayunos o quedarse en los espacios para hacer ciertas cosas. No se lo vamos a prohibir. Estamos haciendo algo muy ajustado al Convenio 169, en consulta con los pueblos originarios para tomar las decisiones», finaliza.