Organización y auto-formación en las tomas de liceos
Un lugar común señala que sólo son destrozos y pérdida de clases. Pero el período de movilización dejó a los secundarios ricas experiencias de organización y autogestión educativa. No sólo rechazaron “salvar el año escolar” promovido por el Gobierno, sino que ensayaron sus propios sistemas de aprendizaje, realizaron tocatas, cuidaron sus colegios, desarrollaron redes. O sea, terminaron haciendo ellos mismos su educación de calidad.
Si para los alcaldes Pablo Zalaquett, Cristián Labbé o Pedro Sabat las tomas eran la pérdida de la autoridad o “una casa de remolienda”, para los estudiantes, tomarse sus liceos fue una nueva forma de comunicarse y de aprender en conjunto. El mundo al revés (o al derecho), donde los profesores también aprenden de sus alumnos y juntos deciden sobre qué quieren aprender.
Al plan Salvemos el Año Escolar (SAE), levantado por el ministro de Educación, Felipe Bulnes, para quebrar el movimiento estudiantil, los estudiantes respondieron con procesos de autoformación. Si la presión de los padres y de la tele empujó a 180 mil estudiantes a inscribirse en el SAE, unos 50 mil decidieron otras formas educativas.
En el Instituto Nacional, un 60% de los estudiantes optó por lo segundo y aprovechó la toma para integrar a apoderados con experiencia pedagógica, ex alumnos y profesores para realizar clases y foros. Claudio Calabrán, de IIº Medio, cree que pese a lo que digan en la tele “no vemos la pérdida del año como un retroceso académico de los mismos alumnos. Los apoderados se tienen que dar cuenta que perder un año, el que tuvo sólo tres meses de clases, no es perder nada sino que ganamos en movilización social”.
LA AUTOEDUCACIÓN EN SAN MIGUEL
¿Qué educación es la que queremos?, fue la pregunta que se hicieron estudiantes, apoderados y profesores del Liceo A-90 de San Miguel cuando llevaban dos meses en toma. “Si estamos luchando por mejorar nuestra educación pensamos que debíamos partir pensando qué educación necesitamos” -reflexiona Cristóbal Espinoza, estudiante de IIIº Medio y vocero del movimiento en dicho colegio.
El A-90 tiene casi 50 años y en sus años mozos tuvo a cuatro mil estudiantes. Hoy, como ejemplo de la crisis de la educación municipal, tiene 170 alumnos. Ya en 2010 recibió un duro golpe de parte del alcalde Julio Palestro (Partido Socialista), cuando cerró la matrícula desde Kinder a 6º Básico.
En asamblea decidieron el horario de entrada, que quedó a las ocho y media y la salida a las 13.30 horas; discutieron si usaban uniforme escolar y ganó la tesis de que usarlo era aceptar el disciplinamiento y uniformidad que se les pedirá después en el mundo adulto; decidieron juntar a los estudiantes sin importar el curso, sino sus intereses; que la dinámica de las clases fuesen circulares y “no que los estudiantes sólo vean la nuca de su compañero enfrente de un profesor”, según cuenta el docente Juan Gamboa; y que las horas de clases pedagógicas serían de 35 minutos.
“Las tomas son estériles. Lo que debemos hacer es aprovechar el hecho de ocupar los colegios para levantar la educación por la que estamos luchando”, comenta Marjorie Del Canto, apoderada del liceo. “Entonces, lo que hay que hacer es usar las horas en toma para generar la formación que nuestros hijos desean”, agrega.
La experiencia del Liceo A-90 pronto se corrió en asambleas de otros colegios y encuentros de zonales. Incluso llegó a visitarlos el teórico social David Harvey y el periodista uruguayo Raúl Zibechi, quienes se empaparon de cómo los estudiantes modificaron las relaciones al interior del colegio durante el periodo de autogestión.
El 13 de diciembre cumplieron seis meses en toma y resistieron ocho desalojos y varias situaciones de violencia, pero de igual forma están cerrando el año escolar. Sólo 30 alumnos se inscribieron en el plan del Gobierno.
HAZLO TÚ MISMO
El Liceo Autogestionado Eduardo de la Barra, en Valparaíso, hizo lo propio. Para contraponer el discurso del Gobierno que argumentaba que con las tomas se pierden clases, decidieron reforzar los contenidos para no perder el ritmo académico y construir en la práctica un nuevo proyecto educativo con la participación de estudiantes, profesores y apoderados.
A la par que rechazan la educación “autoritaria, verticalista, competitiva e individualista” impuesta por el Estado, tomaron parte activa dentro de la construcción de los contenidos y enfoques educativos. El Liceo funcionó de martes a viernes, desde las once de la mañana a las cuatro y media de la tarde. Incorporó talleres temáticos de Historia, Lenguaje, Matemática, Filosofía y Ciencias, guiados por estudiantes de pedagogía. Durante la tarde, funcionaron talleres recreativos de teatro, música, muralismo y cine, entre otros.
Maura Fuentes, una de las estudiantes coordinadoras de la experiencia, afirma que “una educación distinta sí es posible, que se puede trabajar en círculo, que el profesor no siempre se las tiene que saber todas. Queremos una educación gratuita, igualitaria, solidaria, liberadora, que engendre una posición crítica y transformadora de la realidad”.
Pasó lo mismo en el Liceo 1 de Niñas de Santiago. Al momento de tomarse el colegio organizaron tutorías de Física, Química, Matemáticas, Historia, Inglés y Filosofía, agregando talleres de Francés o Educación Cívica. Le sumaron talleres de patinaje, salsa, guitarra, maquillaje teatral, fútbol, percusión, bachata, dibujo y pintura, natación, macramé, literatura y psicoanálisis.
HAGÁMOSLO JUNTOS
En el Liceo de Aplicación de Santiago desarrollaron una “toma cultural” iniciada el 7 de junio, en acuerdo con la dirección, en la que organizaron clases de materias tradicionales con profesores externos voluntarios y talleres de percusión, canto o malabarismo. “Todas las actividades fueron pensadas para que nos mantuviéramos educados”, asegura el vocero, Matías Cárdenas.
El liceo Benjamín Vicuña Mackenna, de La Florida, estuvo en toma por cinco meses, hasta el 27 de octubre. Durante ese tiempo, profesores externos continuaron dando los cursos, pero luego una veintena de profesores internos que apoyan la movilización retomaron sus clases. Paloma Muñoz, vocera, afirmó que la experiencia autogestiva, que incluyó más horas de Historia, Educación Cívica y foros, “fue mucho mejor que el plan SAE, porque apuntamos a la calidad de la educación y no a pedir que aprendiésemos de memoria contenidos”.
DE ESTUDIANTE A JEFE DE LA UTP
Cuando comenzaron la toma en el Liceo Barros Borgoño, Marcelo Ortiz, vicepresidente del Centro de Estudiantes, notó que pese al apoyo, a muchos estudiantes les preocupaba qué iba a pasar con las clases. Para resolverlo, planificaron clases autogestionadas junto a un grupo de jóvenes del Frente de Estudiantes Libertarios (FEL). Ortiz quedó a cargo de la gestión: Organizar las tutorías, ver las salas, horarios y días. “Quedé como jefe de UTP” -dice riendo-.
Al principio siguieron los ejes principales: Ciencias, Matemáticas, Lenguaje, Historia. Después integraron Educación Cívica, movimientos juveniles y procesos revolucionarios del mundo, cine, teatro, poesía, y educación sexual, que concitó mucho interés. No había libro de asistencia y así, los que iban, lo hacían por gusto.
“Le dimos la libertad a los profesores para que ellos pudieran hacer lo que nunca pueden hacer en clases normales: Salir a terreno, aplicar otras metodologías, otros enfoques”, dice Ortiz, quien lamenta que “no logramos integrar a los profesores internos del colegio. Era súper difícil porque son profesores que han tenido el mismo sistema por años. Los invitamos, pero no quisieron”.
Algunos profesores incluso se preguntaban “¿Qué pasará con la autoridad del profesor en una instancia de autogestión?”. La respuesta la da Simón Abufom, profesor de Lenguaje y uno de los que participó en la coordinación de las clases, quien dijo que “para que haya una autogestión más integral deben incluirse a ellos, a los padres y a los administrativos”.
“No se trata de que el profesor sea igual que el alumno, sino que él pueda aprender del alumno y viceversa”, explica Ortiz. “El ministro Bulnes dijo en el programa de televisión Tolerancia Cero que no creía necesario que el profesor tuviese que aprender del alumno. Eso, que lo dijo tan a la ligera, refleja la distancia que hay entre lo que ellos y nosotros pensamos”.
Según Ortiz, entre un 70 y 80 % del Liceo repetirá. “Yo repito por que no quiero pasar de curso administrativamente. Hay que ser consecuente. No se puede hablar de calidad de la educación y pasar de curso sin saber nada”.
La toma en el Barros Borgoño continúa, no así las clases autogestionadas, ya que varios profesores no pudieron continuar. Hoy dan tutorías en acuerdo con la dirección del colegio.
CUIDANDO SUS ESPACIOS
Las tomas también derivaron en un compromiso de los estudiantes con su espacio educativo. Si antes el rol que cumplían era el ser sólo alumnos, ahora muchos se han desplegado como gestores o, incluso, trabajadores en sus colegios. Así ocurrió en el Ecoliceo Politécnico Ciencia y Tecnología de La Cisterna, cuyos estudiantes, profesores y apoderados aprovecharon la ocupación del recinto para arreglar los baños, pintar los muros del liceo y diseñar un huerto con un complejo sistema de riego.
“La idea estaba hace rato, pero la terminamos ejecutando en la toma”, relata Sebastián Abarca, estudiante de IVº año. Pero la obra de su orgullo es una pileta de piedra rodeada de pasto y plantas, hecha por los apoderados y estudiantes. Agrega que “este era un espacio muerto y con la ayuda de los profes y algunos apoderados la hicimos”.
Los días en toma, además, los volvieron conscientes del cuidado de sus colegios. Rocío Briceño, de Iº Medio del Liceo 1 de Niñas cuenta que “es distinta la formación en toma. Aprendimos a convivir, a ayudarnos a que si una no limpia, nuestro colegio va a estar sucio, por lo que tenemos que hacernos cargo de nuestro espacio y trabajar como comunidad. Antes no se daba ese compromiso con el colegio y nuestras compañeras; daba lo mismo la compañera de al lado. Ahora se valora la convivencia, la tolerancia y el aprender juntas”.
TODO PASANDO
Para muchos adolescentes quedará en sus memorias los encuentros que autogestionaron en el marco de sus tomas. Porque pese a que en la tele se enfatizó en criminalizarlos, adentro de sus colegios estaba “todo pasando”. Los secundarios del Politécnico Ciencia y Tecnología de La Cisterna abrieron en mayo su colegio a recitales hip hop y encuentros para los colegios movilizados cercanos, jornadas en la que participaron los grupos La Clase y Elixir del Vid.
El 7 de octubre, día de protesta nacional, mientras el exterior del Instituto Nacional (IN) era nuevamente bombardeado por las lacrimógenas de Carabineros, en su patio los estudiantes realizaron el Festival Primavera Consciente, al que llegaron unos tres mil estudiantes a escuchar a Manuel García, Chico Trujillo, Chinoy & Kaskivano, Villa Cariño, Sol y Lluvia, Movimiento Original con Legua York. La invitación y la logística corrieron por cuenta de los secundarios.
A la cita llegaron estudiantes del Carmela Carvajal, del Liceo 1, del Liceo de Aplicación o del Lastarria. También muchos universitarios y de CFT [centros de formación técnica] que socializaban, compartían experiencias entre el sonido de las bandas en el escenario, intercambios de contactos y una que otra lacrimógena que caía en el patio.
Andrea, del Liceo 1 Javiera Carrera, dijo en la ocasión: “Valoro que vengan grupos a apoyar esta toma. Es una toma abierta y el recital está dentro de las actividades que hemos hecho para aprovechar estos meses. Hemos hecho talleres, foros y encuentros de coordinación de los liceos del centro”. Elías, de Diseño de la Universidad Diego Portales, opinó que “actividades como ésta es lo que hay que hacer. Nos estamos juntando todos”.
José Soto, presidente del Centro de Alumnos del IN agregó que “la tocata representa la posición de los estudiantes de construir y no destruir, de avanzar y no retroceder; o sea, nuestro ánimo de ir creando cosas y espacios”.
UN PROCESO EN CONSTRUCCIÓN
“A nivel masivo no se habla mucho de la autogestión porque es una idea altamente problemática para la clase política, porque, en el fondo, socava la base de la representación en las democracias burguesas. Es decir, ya no necesitamos representantes, alguien que piense por nosotros”, afirmó Abufom.
Para Alfredo Vielma, vocero de la Aces [Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios], la proyección del movimiento estudiantil incluye un trabajo que integre la experiencia aprendida en las movilizaciones, en las tomas y sus prácticas, para potenciar un cambio del sistema a largo plazo.
Más allá de los límites, la experiencia ganada por niños, niñas y jóvenes, padres/madres y profesores/as, es enorme. “Se dieron otras relaciones, más amistad. Había compañeros que no los dejaban quedarse en las tomas, pero igual iban todos los días a apoyar”, indica Ortiz.
“La experiencia que se vivió es muy fuerte, porque uno se hace cargo del día a día y se conoce. Sale lo mejor de las personas, porque todos tenemos distintas capacidades y podemos aportar con algo”, concluye.
Lo que más valoran los estudiantes de estas iniciativas es la experiencia que les deja. No sólo fueron capaces de enfrentarse a una autoridad que se había propuesto dar el tiro de gracia a la educación pública este año, también el empoderamiento que han logrado, la experiencia de meses en toma, la coordinación y el aprendizaje mutuo.
Por Cristóbal Cornejo G.
El Ciudadano Nº116, segunda quincena diciembre 2011
Fotografía tomada de www.juventudcombativayrevolucionaria.cl