Guatemala se encuentra en un momento álgido de movimiento social. Luego de décadas de una profunda crisis por el conflicto armado interno que mostró la cara más cruda del horror en el país y la acción de gobiernos que buscaron por diferentes vías impulsar una agenda neoliberal que sacara al país de su “retraso crónico”, en los últimos años se ha apreciado un resurgimiento de las fuerzas sociales de los sectores históricamente excluidos de la sociedad guatemalteca. Uno de estos sectores que ha liderado la conformación de un amplio movimiento social son los pueblos mayas ubicados en la zona occidental del país (departamentos de Huehuetenango, San Marcos, Sololá, Totonicapán, Quetzaltenango y Quiche, mayoritariamente indígenas). Recordemos que en Guatemala son reconocidas oficialmente 24 etnias. De ellas, 22 son de origen maya, siendo las restantes el pueblo Garífuna y Xinca.
Desde el comienzo del siglo XXI, se apreció la intensificación en el otorgamiento de concesiones mineras, impulso de proyectos hidroeléctricos y explotación de monocultivos como la palma africana o la caña de azúcar en varios territorios del país. Frente a esto, asombra la claridad y la comprensión histórica con la que los pueblos mayas de occidente diagnostican el momento actual. Escuchamos de la voz de mujeres y hombres, su explicación de que en la actualidad están viviendo el cuarto despojo. En sus propias palabras; “el primero comenzó con la llegada de los españoles y su saqueo de nuestra tierra, el segundo corresponde al despojo de tierras a nuestros pueblos y la imposición de trabajo forzados por las grandes plantaciones en el siglo XIX y XX. El tercer despojo se produjo por el daño del conflicto armado interno que vivimos por más de treinta años a finales del siglo XX” (vocero del Consejo de Pueblos Mayas en Foro en Chiapas).
Uno de los hitos que marca la reorganización de los pueblos mayas, es la experiencia de resistencia de los mayas-k’iché’ en Sipakapa en contra de la mina Marlin perteneciente a la empresa canadiense Goldcorp (de largo prontuario en nuestro continente). Desde los años noventa la minera Goldcorp comenzó a adquirir concesiones mineras en la zona aledaña a Sipakapa, adquiriendo grandes extensiones de tierra en el municipio vecino de San Miguel Ixtahuacán, por medio de engaños y aprovechándose de la pobreza material de la comunidad. Frente a la amenaza próxima, el pueblo de Sicakapa comenzó a movilizarse exigiendo a la empresa y a las autoridades que el proyecto no se expandiera a este municipio. Una acción emblemática, fue la realización en Sipakapa de la primera consulta popular en Guatemala sobre la instalación de proyectos mineros en comunidades indígenas en junio del año 2005.
A pesar del desconocimiento hecho por las autoridades de gobierno a la determinación tomada en la consulta, la población local se mantuvo firme, cerrando el paso a los intentos de la empresa por medio de cortes de caminos. Como decía una mujer de Sipakapa en el momento más fuerte del conflicto; “el poder de la empresa es el dinero, pero nosotros tenemos el poder para no dejarlos entrar”
La experiencia de Sipakapa puso en alerta a otros pueblos que podían ser invadidos por empresas transnacionales debido a su abundancia de minerales, agua y/o biodiversidad. De esta forma, en el occidente de Guatemala, donde se concentra la población de origen maya, se crearon consejos en los diferentes territorios de los pueblos mayas (Kaqchikel, K’iché’, Ixil, Mam, Popti’ entre otros) o se consolidó su organización en aquellos lugares donde ya existía. Esto sirvió como antecedente de organización para que en el año 2008 se conformara el Consejo de Pueblos Mayas de Occidente (CPO) que articula a los consejos de cada territorio.
Esta organización a escala regional les permitió a los consejos de cada pueblo comprender que no se estaban enfrentando a un proyecto o una empresa en particular, sino que sus reflexiones colectivas y su conocimiento de la situación de otros pueblos de América Latina los llevó a comprender que se están oponiendo a un modelo que ellos definen como Extractivista, ya que no se trata de proyectos aislados, sino que la explotación minera, las represas, los monocultivos y la explotación petrolera forman parte de una estrategia que busca aumentar las ganancias a costa de “la usurpación de nuestros territorios, la imposición de modelos de desarrollo distintos a los consensuados por nosotros con base en nuestra cosmovisión, y el saqueo de los bienes de la Madre Tierra que habían asegurado nuestra subsistencia” (Consejo de Pueblos Mayas de Occidente).
Paralelo a esta articulación en los diferentes pueblos mayas, en cada una de las localidades inquietadas por la amenaza de megaproyectos, se adoptó la estrategia de las consultas comunitarias, que no sólo consiste en la votación de los miembros de la comunidad, sino que implica todo un proceso de trabajo donde la comunidad discute y elabora propuestas de cómo llevar adelante la consulta, las campañas de difusión, el seguimiento de los acuerdos y define responsabilidades, lo que ha permitido vitalizar la organización desde la base de los consejos
Pero, ¿Por qué la consulta como una estrategia central de su acción política? Cuando preguntamos esto a los compañeros de los pueblos mayas, estos comentan que en primer lugar, la consulta es una práctica ancestral de los pueblos y que la rescatan para defender su posibilidad de definir su propia forma de entender el desarrollo.
Otra de las razones, es que el país atravesó por un devastador conflicto armado interno, teñido de genocidio ya que, del total de 200.000 muertos y desaparecidos, 83% de ellos fueron mayas (una de las mayores matanzas de indígenas en América Latina en el siglo XX). Pero el conflicto no sólo dejó como saldo la muerte, sino que dividió profundamente a la sociedad guatemalteca y deslegitimó la acción armada por parte de los sectores excluidos, por lo que cualquier acción política que tuviera la violencia como estrategia principal era difícil que tuviera éxito en este contexto.
El otro gran motivo, tiene que ver con la construcción histórica del Estado en Guatemala, el cual sistemáticamente negó la participación de los pueblos indígenas en su conformación, a pesar de que alrededor del 40% pertenece a pueblos originarios. Así como en la mayoría de los países de América Latina, Guatemala ha sido la patria del criollo, por lo que hay una profunda desconfianza en los posibles logros de una estrategia de diálogo y negociación con el gobierno, sin que exista previamente una refundación del Estado Guatemalteco.
Uno de las cosas más interesantes de la experiencia de Guatemala es que los pueblos han logrado movilizarse de manera preventiva frente a los intereses extractivos por medio de las consultas, que ya suman 55 en el occidente. Por ejemplo, en el caso de los proyectos mineros, la movilización comienza incluso antes de que se otorgue la concesión de exploración, lo que ha dificultado las acciones de exploración y ha detenido rotundamente los intentos de explotación.
Impresiona y emociona la lucidez con que los pueblos mayas comprenden la problemática que les afecta. Cuando escuchamos sus argumentos nos damos cuenta que no están por la defensa del agua o los cultivos de manera separada, sino que su énfasis está en la defensa del territorio como totalidad. ¿Qué quiere decir esto para ellos? En pocas palabras (que a veces dicen tanto), el territorio es todo para ellos, es “arriba, encima y arriba”, son los bienes comunes naturales, es la espiritualidad, las tradiciones y costumbres, y sus personas.
Sin embargo, esta defensa no ha sido fácil para los pueblos, ya que en este recorrido han sido constantes las amenazas y las agresiones a quienes se oponen a estos proyectos. Pero no sólo esto, la lucha por la vida ha conllevado la muerte de 100 defensores del territorio, asesinados en el país entre el año 2000 y 2011, la mayoría de manera impune.
Aunque la historia de Guatemala esté marcada por el dolor, la injusticia y la represión, sus pueblos han logrado hacer emerger la organización y la esperanza. Sus experiencias de los últimos años refuerzan nuestra convicción de que los pueblos indígenas en resistencia (y en re-existencia), en la actualidad se consolidan como unos de los principales guardianes (“votanes”) del territorio. En Guatemala y en América Latina, lo podemos ver y sentir en su lucha ante este nuevo despojo que desangra sus vidas y que atenta contra el corazón de la tierra (“Uk’u’x Ulew” en maya).
Alexander Panez Pinto*
El Ciudadano
* Agradecimiento especial a Francisco “Chico” Morales representante del Consejo del Pueblo Popti’-Huista, por sus aportes para la elaboración de este texto.