En la última marcha de la marihuana de Bogotá un grupo de usuarios de heroína acudieron con una pancarta de fondo negro con una hoja de marihuana cuyas puntas terminaban en jeringas. La imagen era acompañada de un lema que decía “Jeringa o Bareto optemos por el respeto” (1). Los defensores cannábicos callaban y guardaban la misma distancia que tienen con ellos las personas que no saben de drogas.
La anécdota la cuenta Marcela, quien hace 10 años usa regularmente heroína y argumenta la posibilidad de un uso controlado de dicha sustancia. Es integrante de Cambie Bogotá, organización dedicada a reducir los daños a los usuarios de heroína, para lo cual les facilitan kits higiénicos y jeringas desechables para que no tengan problemas de contagio de enfermedades a través de los pinchazos. También desarrollan talleres y eventos de educación en autocuidado a los usuarios de inyectables.
Quisimos conocer la experiencia de Marcela, o sea, de personas que se inyectan diacetilmorfina habitualmente y desarrollan una vida normal, alejada del repetido imaginario sobre el uso de dicha substancia reproducido hasta por películas de reciente culto.
Se trata de experiencias que están probando que los efectos de pincharse alguna sustancia pueden escaparse de los imaginarios terroríficos y, por sobre todo, de los determinismos farmacológicos, creándose así nuevas formas de vivir los efectos de dichas sustancias.
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¿Se puede tener un consumo de heroína sin problemas?
– Es relativo, no a todos los consumidores les genera las mismas consecuencias. El porcentaje de consumidores ‘funcionales’, por así decirlo, es realmente bajo. La gran mayoría se deja esclavizar rápidamente por esta sustancia; dejan sus responsabilidades de lado, abandonan trabajo o estudios, e incluso pueden realizar actividades criminales para poder obtener los recursos necesarios para suplir la necesidad de la droga. Por otro lado, las personas que usamos heroína de manera funcional sin que nos genere mayores consecuencias somos el mínimo de la población, Es posible pero a la final es un riesgo bastante alto para aquellas personas que deciden empezar a consumir pensando que van a poder ‘controlarlo’.
Pero en tu caso lo controlas…
– Podría decir que si se puede tener un consumo de heroína “controlado”. Yo lo he hecho durante los últimos 10 años. Se puede llevar de la mano con otras actividades como el deporte, el trabajo o el estudio, sin que dicho consumo afecte de manera traumática. Es difícil pero no imposible y, como dije anteriormente, algunos podemos pero a otros les cambia la vida en cuestión de semanas, incluso días.
¿Y en qué crees va la diferencia?
– Creo que si existiesen más programas de reducción de daños en el consumo de sustancias, incluso para la heroína, el porcentaje de personas que llevamos una vida funcional sería mucho mayor. Sin el factor educación es aún más difícil lograrlo.
¿Por qué crees que el consumo de heroína ha sido tan estigmatizado?
– Porque le tememos a lo desconocido y porque desafortunadamente la sociedad cree todo lo que algunos medios de comunicación amarillistas suelen decir al respecto. Nunca han visto a un heroinómano en la vida real, pero tienen la certeza de que todos estamos por ahí tirados durmiendo sobre cartones, drogados todo el día sin podernos poner en pie, llenos de llagas, sucios, pálidos y delgados al extremo, sin un hogar, sin un trabajo, absolutamente solos evitando la interacción con los demás, en fin, tal cual como se los pintan en las películas. Pero no quieren darse cuenta de que hay personas que consumen sustancias ‘legales’ como el alcohol y están mucho peor que personas que usamos heroína diariamente.
{destacado-2}Algo del prejuicio debe estar en que sea inyectable…
– Creo que el imaginario colectivo asocia el uso de inyectables con un punto de no retorno, en muchos casos de muerte. Todo usuario que use cualquier sustancia, no solo heroína, por vía intravenosa, intramuscular y/o subcutánea solo por el hecho de usar una aguja ya es estigmatizado por la sociedad.
EXPERIENCIAS PROPIAS
¿Qué es lo que le encuentras a la heroína como sustancia que no lo experimentas con otras drogas?
– En un principio la busqué por pura curiosidad y no tardé en darme cuenta de que sus efectos la convertían en una sustancia funcional para mí. Me ayuda a balancear algunos desequilibrios internos que por muchos años intenté solucionar de infinidad de maneras pero sin resultados positivos, por el contrario cada vez estaba peor. Lo que buscaron erradicar o controlar con medicamentos psiquiátricos yo logré hacerlo con la heroína.
He experimentado con una cantidad inimaginable de sustancias tanto legales como ilegales y ninguna generó tantos beneficios y cosas positivas para mí como lo ha hecho la heroína, incluso con todas las consecuencias negativas que pueda llegar a tener como lo es la dependencia física (el síndrome de abstinencia) y los sacrificios que toca hacer (el costo económico y el tener que ir a donde toque ir a conseguirla diariamente). Sigo creyendo que en mi caso fue esta sustancia la que generó un antes y un después, aunque suene paradójico me dio un control sobre mí misma y me ayudó a encontrar un sentido diferente a mi existir. Ahora tengo planes, metas, hago cosas constructivas, ayudó a los demás en lo posible y me siento mucho más equilibrada que en cualquier otra etapa de mi vida. Esto no me lo dio ninguna otra sustancia, me lo ha dado la heroína por más de 10 años. Las otras sustancias me llevan a estados mentales y físicos bastante sórdidos y deplorables. A otras personas les funcionaran otras cosas, a mí me funcionó esto.
No sé qué podrá ocurrir a futuro pero durante muchos años la heroína me ha ayudado y en el presente lo sigue haciendo y mientras así sea no tengo planes de dejarla. Talvez la vida se encargué de hacerme pensar y sentir lo contrario pero por ahora no lo creo.
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LA IMPORTANCIA DE LOS PARES
¿Podrías contarnos un poco sobre el centro en que participas y los programas y actividades que desarrollan?
– El proyecto se llama Cambie Bogotá Programa de acceso a material higiénico y de inyección, que es el primer programa en Colombia dirigido a usuarios de drogas inyectadas (UDI) con el objetivo de mitigar y reducir al máximo el riesgo asociado a este tipo de consumo. En Bogotá se extiende cada día más el consumo por vía inyectada de Sustancias Psicoactivas (SPA) como ketamina, cocaína y heroína, speed-ball, iniciándose cada vez desde edades más tempranas.
La población UDI, en gran parte consumidora de heroína, se ha convertido en los últimos años en uno de los grupos más vulnerables ante el VIH y la hepatitis C (VHC). Así lo confirman los estudios que han explorado patrones de uso asociados al contagio de estas y otras enfermedades. Se ha identificado que compartir y reutilizar jeringas, sumado a otras prácticas de alto riesgo son una constante entre personas usuarias de drogas por vía inyectada. Al mismo tiempo, hay en el mundo suficiente ilustración que demuestra que suministrar parafernalia limpia de inyección reduce radicalmente el índice de contagio y la prevalencia de VIH y VHC, así como otras enfermedades entre la población consumidora.
¿Qué implicancias ves en los consumos sin la asistencia que promueves?
– Más allá de las consecuencias para la salud, estas formas de consumo acarrean otras situaciones derivadas del estigma y la discriminación que resultan barreras de acceso a servicios de salud y de tratamiento, agravando todavía más la situación de vulnerabilidad a la que se enfrenta la población consumidora. En este sentido, las actividades de CAMBIE van más allá de repartir y recoger material de inyección. Pretende brindar información útil a la población usuaria, potenciar espacios libres para compartir y retroalimentar experiencias, asesorar en recursos existentes y rutas de acceso a derechos sociales y de salud.
{destacado-4}¿Implica también el enseñar a usar la heroína reduciendo riesgos?
– Por supuesto, se trata también de formar en inyección higiénica, prevención y manejo de sobredosis, salud sexual y reproductiva, VIH y hepatitis, educación para la salud, talleres de productividad, hacemos cine foros. Se generan espacios para continuar la construcción de una Red de personas Usuarias de SPA inyectables capaces de empoderarse, exponer sus necesidades y defender sus derechos a través de dicha red.
¿Cuál es la importancia de los pares en la gestión del uso de drogas?
– Son claves porque su experiencia les ha dado un conocimiento valioso al momento de reducir los riesgos de otras personas que se inicien en el uso de alguna droga. Nosotros hacemos un taller de formación de Pares (iguales) en el que cualquier usuario puede capacitarse para ser parte del equipo de trabajo y brindar un servicio a los demás usuarios uno o varios días a la semana derribando así las barreras que a veces puedan surgir entre un profesional y un inyector.
En conclusión nuestro objetivo primordial con este proyecto es el de incrementar y mejorar la salud y el bienestar de las personas que consumen drogas inyectadas; elevar su autoestima y su autonomía, mejorar su situación vital, reducir el aislamiento y el estigma que recae sobre los usuarios usan drogas inyectadas, promover un uso de SPA inyectables menos riesgoso, reducir el uso de SPA inyectables e incluso llegar a la abstinencia.
¿Cómo llegaste a ese programa?
– Antes de pertenecer al equipo ATS-CAMBIE colaboré de manera muy activa en un proyecto del CES (Centro de Estudios Sociales) de la Universidad Nacional, en la realización de un estudio estrechamente relacionado con la población UDI, en el cual tenía un contacto bastante cercano con dicha población. A partir del conocimiento adquirido en este estudio y las relaciones interpersonales ya existentes y adquiridas en medio de este proceso obtuve algunas herramientas indispensables y necesarias para empezar a colaborar con el proceso de diagnóstico del proyecto CAMBIE y de ahí empecé a engancharme con el tema hasta el día de hoy.
¿Qué te motivó a seguir ligada a dicho espacio?
– Tengo varias razones que me motivan a continuar ligada a este lugar, una de ella es tener la certeza de que pertenezco a un equipo de trabajo ecuánime que comprende mi situación, no me juzga ni me estigmatiza, por el contrario considera valiosa mi experiencia como usuaria de inyectables para ayudar al crecimiento del proyecto y al de los demás usuarios.
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¿Fue complicado iniciarte?
– En un principio no estaba muy segura si meterme de lleno a este proyecto, dudaba si iba a ser algo beneficioso o por el contrario contraproducente para mí, de todas formas decidí intentarlo y afortunadamente ha sido de las mejores cosas que me ha podido ocurrir. Me creí completamente eso de que podía llegar a ser una usuaria funcional, conocí y empecé aplicar más a consciencia la reducción de daños, algo que para ese entonces era muy poco conocido por mí. De esta forma aprendí hacerle el menor daño posible a mi cuerpo, mi autoestima ahora está un poco más elevada ya que empecé a entender que todo lo que he vivido gran parte de mi vida no es necesariamente algo trágico, nefasto o sin sentido, todo ha ocurrido por una razón. Mi experiencia a través de estos largos años ahora está sirviendo para construir un proyecto más idóneo y más cercano a las necesidades de nosotros los usuarios.
¿Qué posibilidades te ofrece participar en el proyecto?
– Este espacio me permite relacionarme con mis iguales de una manera diferente, de una forma constructiva y no como solíamos relacionarnos anteriormente. Este espacio me permite educarme y ser multiplicadora de una información que en últimas salva vidas.
HEROÍNA EN BOGOTÁ
¿Podrías contarnos un poco sobre la cultura de consumo de heroína en Bogotá?
– En Bogotá a diferencia de otras ciudades de Colombia el consumo de heroína es bastante particular, podría decir que es la ciudad donde se consume heroína que más usuarios funcionales puede llegar a tener, este fenómeno posiblemente sea el resultado del costo tal alto que tiene dicha sustancia en esta ciudad. A la mayoría de los usuarios le toca tener un trabajo una ocupación o una labor estable en lo posible para poder cubrir los gastos que genera un consumo habitual del “H”, lo que de una u otra forma lo “obliga” a mantener cierto estilo y ritmo de vida; cumplir con horarios, establecerse rutinas etc. Esto de una u otra forma genera cierto grado de funcionalidad. Obviamente existen las personas que utilizan otro tipo de estrategias para suplir los gastos que les genera el consumo habitual de heroína, como lo son las actividades ilícitas o tener que mendigar dinero todo el día por una dosis mínima que por lo general no les alcanza y por esto es que recurren al robo y otro tipo de actividades delincuenciales.
¿Y qué pasa en otras partes de Colombia?
– En otras ciudades del país el costo de la heroína es tan bajo que cualquiera que pida monedas por un par de horas tiene para consumir casi todo el día, es por eso que se observa un numero bastante elevado de “habitantes de calle” consumidores de heroína en ciudades como Pereira, Armenia, Medellín, Cúcuta o Cali. En cambio aquí en Bogotá el costo ya la hace una sustancia excluyente. Las personas con suficientes medios para poder adquirirla y mantener el hábito son las que por lo general se mantienen en el tiempo, la otra parte de la población por lo general abandona al ya no poder pagar por ella. Es por eso que se observa una gran cantidad de usuarios con trabajo, estudio, familia, casa, bien vestidos etc., Aparentemente no están acabados como lo está el habitante de calle, este usuario tiene como alimentarse bien, acceso a servicios de salud, tiene donde pasar la noche y como suplir ciertas necesidades mientras que al otro le alcanza por mucho para la dosis. Es por estas razones que Bogotá es una ciudad con usuarios consumidores de heroína bastante atípicos.
EL IMAGINARIO EN EL CINE
Respecto a la representación que tienen de los usuarios de heroína ¿qué te parecen películas como Trainspotting o Requiem for a Dream?
– Soy crítica al respecto. Primero que nada, por lo menos en mi caso, la sustancia no genera tal grado de placer como lo quieren hacer creer en la mayoría de películas. Esto genera en el espectador cierto grado de curiosidad al punto de querer experimentar lo que ven que les genera a los actores de las películas, pero a veces pasan por alto el precio tan alto que toca pagar por esa “pequeña” experimentación. Me parece bastante irresponsable venderle al espectador la idea de que la heroína es la mejor sensación que un ser humano puede llegar a experimentar. Conozco personas que se han iniciado en el consumo de heroína por una frase que oyeron en Trainspotting y que ahora están muertos. En algunas películas solo muestran lo bello, en otras solo lo feo. No recuerdo haber visto una película que sea lo suficiente objetiva y muestre los dos lados de la moneda. Existe un “bienestar” pero también existen unas consecuencias que incluso pueden llevarte a la muerte. En la mayoría se van al otro extremo y solo muestran al yonkie como la peor escoria de la sociedad, intentan que la gente crea que una vez adicto solo puedes terminar en la cárcel, en el hospital (clínica o psiquiátrico) o muerto. No he visto ninguna con una trama en la que el usuario de heroína lleve una vida funcional, con los problemas que tiene todo el mundo –usuario o no usuario-, siempre buscan crear y transmitir el típico arquetipo del “yonkie” ladrón, mendigo, enfermo, mentiroso, delincuente…etc. cuando en la realidad existimos muchos que no nos acercamos a dichas características.
Hay un imaginario instalado muy fuerte sobre los usuarios de heroína…
– Muchas personas creen y compran la idea que los medios les venden y las películas han instaurado en el imaginario de la sociedad creencias equivocadas acerca de lo que realmente es la vida de un heroinómano. La sociedad nos condena a veces simplemente por el triste final de una película. Creo que antes de juzgar basados en la ficción deberíamos conocer un poquito más acerca de la realidad de los consumidores de heroína y ahí si sacar objetivamente un concepto propio basado en la verdad.
LA MARCHA DE LA MARIHUANA
Me contabas que participaron en la última marcha del cannabis en Bogotá ¿Cuál fue la recepción que tuvieron?
– Anualmente se reúnen varios colectivos pro-cannabicos, consumidores y no consumidores de esta planta que buscan a través de una marcha pacífica la desestigmatización del cannabis y sus consumidores, y una legislación más seria, justa, humana e incluyente. Este año quisimos unirnos a esta marcha con una pancarta hecha en tela negra en la que se dibujó con aerografía una planta de marihuana hecha con jeringas, un caballo galopando al fondo y un lema que decía “Jeringa o Bareto optemos por el respeto”. A pesar de que en nuestro grupo también había muchos cannábicos que apoyaron las arengas y los canticos en pro de la hierba, cuando gritábamos en apoyo a los consumidores de inyectables los demás se quedaban en absoluto silencio. Los únicos que respondían éramos los 10 o 15 usuarios que estábamos ahí en representación de los inyectores.
Eso da cuenta que también entre los usuarios de drogas prohibidas hay discriminación.
– Sí, es evidente que entre los mismos consumidores también existe exclusión y prejuicios, por lo general el que fuma marihuana se siente por encima o mejor que el resto. Muchos creo que piensan que los que usamos jeringas somos el peor eslabón en la cadena. Ese día escuchamos cosas como “es que chutiarse ya es sobrepasar el límite”, “nosotros no apoyamos el consumo de inyectables”, “el que se mete en eso ya no sale”, “nosotros no nos hacemos daño ni le hacemos daño a los demás al fumar hierba…” “van a terminar todos muertos”, en fin, los comentarios iban en su mayoría direccionados a la estigmatización y al juzgamiento de los usuarios inyectores, lo que a mi parecer es una incoherencia ya que se supone que ellos también estaban allí pidiendo no ser estigmatizados. He visto adictos a la marihuana más disfuncionales que algunos adictos a la heroína. No debemos caer en el error de juzgar a la persona por la sustancia que utiliza y en dicha marcha sentí que la gran mayoría de los manifestantes lo hicieron con nosotros. Por mi parte no pienso regresar a una manifestación pro-cannábica, ya que a pesar de que tenemos intereses comunes ellos caen en la exclusión, defienden solamente la sustancia y a los usuarios que utilizan (marihuana) y estigmatizan al resto de consumidores. Es inevitable que se caiga en comparaciones y que cada uno intente defender lo que hace y porque lo hace aunque sería más efectivo si todos los usuarios, sin importar la sustancia que se utilice, nos uniéramos en PRO de nuestros derechos como usuarios de SPA, al final la mayoría de los que no consumen o consumen sustancias “legales” no dejan de encasillarnos a todos como “drogadictos, enfermos, delincuentes” sin hacer distinciones de ningún tipo y es eso precisamente lo que juntos como usuarios podríamos llegar a combatir.
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LA HEROÍNA EN COLOMBIA
La heroína es aislada en 1874 a partir de la morfina y no va a cobrar fama en el estamento médico hasta 1898, cuando es comercializada por la farmacéutica Bayer. A principios del siglo XX era recomendada por los médicos como sedante del sistema nervioso. También se le recomendaba como calmante de la toz, analgésico, neumonía, tuberculosis pulmonar y bronquitis.
La experiencia de Cambie es pionera en Latinoamérica y se orienta a los usuarios de drogas más estigmatizados: quienes usan sustancias inyectables como la heroína, la cocaína o la ketamina. Ya se han distribuido más de 22 mil kits y cerca de 500 consumidores de estas drogas se han inscrito para asesorías y apoyos con su consumo.
El consumo de heroína es reciente en Colombia. Estudios encargados por los ministerios de Salud y de Justicia realizados en las principales ciudades del país detectaron cerca de mil 500 personas que se inyectan drogas sin medidas de protección. En Bogotá, un 58,2% de los entrevistados reconoció compartir jeringas, cifra que sube al 60,6% en Cali.
Un estudio en que participó Cambie evidencio que entre 230 usuarios de inyectables en Risaralda, un 5% resultó VIH+ y otro 60% portador del VHC (hepatitis C).
Mauricio Becerra Rebolledo
@kalidoscop
El Ciudadano
*Foto: Grupo de intervención de Cambie Bogotá
SI QUIERES CONOCER EL PROYECTO CAMBIE DE BOGOTÁ POR ACÁ
OTRO GRUPO DE REDUCCIÓN DE DAÑOS EN COLOMBIA ES ÉCHELE CABEZA
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NOTAS:
(1) Se acostumbra a llamar como bareto en Colombia al cigarro de marihuana