Ante este tipo de noticias en la redacción de MédicoCrítico* solemos frotarnos las manos, incluso cuando resultan ser virales. Lo tiene todo: grandes corporaciones odiosas e irresistibles, fervor neoliberal, «nuevas formas de entender el mundo (antiguamente conocidas como jugar a ser dios)», exaltación de las diferencias de género ligadas a la única diferencia objetiva, la
capacidad de gestación… Cualquier noticia controvertida que implique a la mujer y a las mujeres tendrá además su respuesta automática, la lucha sororicida entre las facciones antipatriarcales.Hay una tendencia popular a entender que esta inquina de fuego amigo dentro del movimiento feminista (abolicionistas vs reglamentaristas, feministas de la diferencia vs feministas de verdadde la igualdad) es lesiva o signo de debilidad; sin tener en cuenta que quizá sea lo lógico dentro del movimiento que se enfrenta a un enemigo de 10.000 años de edad, contra el que todavía es necesaria la guerra de guerrillas atacando desde mil puestos distintos, a veces aparentemente enfrentados. Como si la controversia que genera una medida en torno a los úteros del capital fuera lesiva para quien defiende a ese curioso envoltorio que suelen tener los úteros. Nada más lejos. Esa controversia sólo señala el lugar donde se libra la batalla contra el patriarcado asentado dentro de nuestras propias cabezas. Y de eso va este post.De entrada surge que es un gesto honesto dentro las normas de juego en las que reinan Apple y Facebook. La maquinaria neoliberal que convierte a las personas en productos de consumo ofrece elección de consumidoras a las trabajadoras, que pueden comprar garantía** biológica de hijos sanos, y así comprarse el pack vida profesional+familiar entregando a la Corporación (en adelante Umbrella) no sólo su plusvalía sino su eterno agradecimiento. Otro latigazo de la esclavitud blanda.
Surge a continuación rechazar de plano esta medida puesto que perpetúa la mentalidad vigesimónica (del s.XX, para quien le cuesten los neologismos) de que para que una mujer desarrolle su carrera profesional debe convertirse en hombre***. Que lo justo es una política que concilie (palabra grimácea donde las haya) el desarrollo profesional y el familiar, sin que sea la trabajadora la que experimenta la renuncia. Que en esta vida no se puede tener todo, en efecto, pero es Umbrella la que debe renunciar, entendiendo que no ha de tener esclavos sino trabajadores.
Pero con furia fractal surge otro rechazo; parece que si uno quiere defender el derecho de los humanos, particularmente de los humanos mujeres, a escoger el momento en el que quieren llevar a cabo sus hitos biográficos, colectivamente se tiende a asumir que lo prioritario es lo gestacional. No en vano se habla de «desarrollo profesional vs desarrollo personal». Como si para una mujer no pudiera ser igual de personal el llevar adelante su vocación laboral como criar a sus vástagos. Ante la duda lo personal es lo físico, porque tu sueño de construir puentes
levadizos, querida, no es personal. Aunque estemos defendiendo a rabiar tus intereses como mujer, eso de construir puentes sigue teniendo connotación prescindible. Que queremos que hagas las dos cosas, trabajar y reproducirte, pero lo primero es lo primero.
levadizos, querida, no es personal. Aunque estemos defendiendo a rabiar tus intereses como mujer, eso de construir puentes sigue teniendo connotación prescindible. Que queremos que hagas las dos cosas, trabajar y reproducirte, pero lo primero es lo primero.
Siguiente rizo. Ya hemos dicho en ** que la garantía biológica de hijo sano es cuestionable, pero sin duda surge otra cuestión. En nuestra inopinada defensa de los derechos de las mujeres también surgirá el pensar en cómo será la crianza de los niños con padres añosos. Cómo harán esos adolescentes, que ya lo tienen difícil de por sí con unos padres de unos 40 cuando les toquen padres de 60. Las brechas generacionales, las incomprensiones o las distintas fuerzas de un humano de 30 para levantarse ante un lactante insomne vs las que malconserve un humano de 50. Crítica colectiva a la capacidad colectiva de criar y educar. Cuando uno se sienta detrás de una mesa de psiquiatría infantil**** constata una cosa. Que si hay algo que hace daño a los niños y a los adultos que les descubren el mundo es la tonelada de asunciones y exigencias externas con las que les toca lidiar.
Cojamos esta rama, que tiene flores. La parentalidad se desarrolla ante cada nuevo hijo soportando la carga de miles de generaciones anteriores; la infancia de cada hijo se condiciona por la infancia que tuvieron sus padres y cómo fueron criados por sus propios padres, lo cual les permite construir la imagen de qué padres quieren ser ahora, sea por imitación o por oposición. A su vez los padres de los padres construyeron su parentalidad en torno a su propia infancia, con sus propios padres… y así eslabón por eslabón, en columnas entrecruzadas que se retraen a la noche de los tiempos, cimentando las culturas y las sociedades. Muchas de estas columnas, sanas y vivas van creciendo sólidas. Otras sin embargo, dañadas y vapuleadas se sostienen
clavándose contra cada generación nueva, arrastrando maldiciones no-precisamente-mágicas. Esas columnas, cuya carga vertical se hace insoportable acusan como ninguna los golpes laterales que les proporciona cada momento social. Sois demasiado mayores. No sabéis hacerle estar callado. Le consentís demasiado. Pasáis demasiado poco tiempo con él. Tiene que obedeceros ciegamente, porque lo importante no es que desarrolle autocontrol y eso le permita tomar sus propias decisiones cuando sea adulto; lo importante es que lleve desde Infantil un sello de excelencia que haga que Umbrella lo quiera contratar. No contentos con las columnas verticales pretendemos una columna horizontal que presione a todos los padres-madres jóvenes, a todos los padres-madres añosos, a todas las madres trabajadoras; uniformando, aplicando más presión de miles de elementos. Sin entender que cada mujer es un mundo, cada crianza es un mundo, cada generación ya trae suficiente presión y generalización vertical como para añadirla por los laterales. Las columnas sólidas lo soportan. Las columnas dolorosas se retuercen y quiebran bajo esa presión.
clavándose contra cada generación nueva, arrastrando maldiciones no-precisamente-mágicas. Esas columnas, cuya carga vertical se hace insoportable acusan como ninguna los golpes laterales que les proporciona cada momento social. Sois demasiado mayores. No sabéis hacerle estar callado. Le consentís demasiado. Pasáis demasiado poco tiempo con él. Tiene que obedeceros ciegamente, porque lo importante no es que desarrolle autocontrol y eso le permita tomar sus propias decisiones cuando sea adulto; lo importante es que lleve desde Infantil un sello de excelencia que haga que Umbrella lo quiera contratar. No contentos con las columnas verticales pretendemos una columna horizontal que presione a todos los padres-madres jóvenes, a todos los padres-madres añosos, a todas las madres trabajadoras; uniformando, aplicando más presión de miles de elementos. Sin entender que cada mujer es un mundo, cada crianza es un mundo, cada generación ya trae suficiente presión y generalización vertical como para añadirla por los laterales. Las columnas sólidas lo soportan. Las columnas dolorosas se retuercen y quiebran bajo esa presión.
Salgamos y miremos de nuevo el paisaje. Umbrella repugna, pero no es la repugnante. Son las normas de juego neoliberales las que colocan a Umbrella en esa posición dentro de la cual su movimiento congelaóvulos es perfectamente coherente. Un sistema redondo y estable como el neoliberal (concretamente una bola de pinchos que se estabiliza clavándose en la carne de sus esclavos) sólo puede nutrirse de un sistema aún más estable y redondo, mucho más arraigado en la historia, en las columnas familiares, en tu propio pensamiento. De ese otro sistema también somos esclavos. Las respuestas de rechazo mantienen de fondo el considerar a los úteros en su conjunto. A los padres en su conjunto. A los trabajadores con útero como uno solo.
Nos encanta esta noticia. Porque no aporta nada nuevo respecto a Umbrella o al neoliberalismo. Pero en el rechazo que te genera puedes palpar toda la mierda patriarcal que te remueve. Puedes palpar cómo subrepticiamente estás opinando qué es lo que deben hacer las mujeres (como si fueran sólo una), por qué deben hacerlo, cuál es en el fondo su prioridad vital y cómo y
cuándo debe ser la crianza de sus hijos. Eso que está detrás de tu rechazo es pus patriarcal, y te está avisando de cómo drenarlo.
cuándo debe ser la crianza de sus hijos. Eso que está detrás de tu rechazo es pus patriarcal, y te está avisando de cómo drenarlo.
*compuesta por unos 50 flamencos picoteando sobre máquinas de escribir y un mono en velocípedo que nos trae café
** lo de la garantía es relativo, ya lo saben ustedes, pero para disquisiciones celulares váyanse a pubmed que aquí nos aburren
*** insistimos, la única diferencia real entre hombres y mujeres es que unos pueden gestar y otros no. A los que se revuelvan diciendo «pero somos diferentes, yo soy sensible, visto de rosa, conduzco prudente y escucho a Pablo Alborán» le contestaremos que nos parece muy bien que haya tragado con toda la impronta cultural que le han metido, pero que entienda que no tiene
absolutamente Nada que ver con sus cromosomas. Bueno, nos parece bien salvo lo de Pablo Alborán, que es un drama con entidad propia.
absolutamente Nada que ver con sus cromosomas. Bueno, nos parece bien salvo lo de Pablo Alborán, que es un drama con entidad propia.
**** detrás de una mesa de psiquiatra de adultos se acaba constatando exactamente lo mismo, no se vayan a creer, solo que uno siente que llega con décadas de retraso.
visto en DIAGONAL