Entre la extensa lista, una de las compañías industriales que recibió a las jóvenes inglesas fue Dick, Kerr & Co. Ltd, que debido a la coyuntura dejó de construir rieles y ferrocarriles para producir municiones y soportar la demanda del ejército británico desde la pequeña ciudad de Preston. Dos años después, en Navidad, las Dick, Kerr’s Ladies Football Club jugarían su primer partido oficial: un encuentro de caridad en beneficio de los soldados que las defendían en el campo de batalla. Más de 10 mil espectadores asistieron al estadio Deepdale del Preston North End, en donde las chicas dieron una gran demostración de talento y revolución estética al ganar 4 a 0 vestidas con camisetas y gorros de rayas blancas y negras.
Luego vendría el primer partido internacional de mujeres reconocido en la historia del fútbol: las Dick, Kerr’s vencieron por 2 a 0 a un equipo de París, esta vez, frente a 25 mil personas. Tal fue la alegría por el resultado, sin mencionar la tradicional rivalidad entre franceses e ingleses, que al final del encuentro un grupo de aficionados entró al campo para levantar en hombros a Jennie Harris, referente del equipo y quien había anotado el segundo gol. Era oficial, el fútbol femenino le gustaba a la gente y las obreras se estaban convirtiendo en estrellas.
En total jugaron 828 partidos, de los cuales sólo perdieron 24. La mayoría de los encuentros se disputaron en estadios ingleses, entre esos, el Old Trafford del Manchester United, lugar que nunca olvidará un partido en el que las Dick, Kerr’s Ladies se impusieron con 12 goles a favor y ni uno sólo en contra frente a las Bath Ladies, uno de los tantos equipos que empezó a imitarlas.
Sin embargo, la alegría por su éxito nunca fue completa. El 5 de diciembre de 1921, la Football Association prohibió el uso de los estadios ingleses para la práctica del futbol femenino. El argumento era que este deporte no era apto para mujeres pero la realidad es que ellas estaban llenando más estadios que los hombres. El veto duraría 50 años. Las Dick, Kerr’s, prácticamente desterradas, hicieron una gira por Francia y Estados Unidos, donde jugaron contra equipos masculinos. Aun así, perdieron solo tres de los nueve encuentros disputados, ganaron otros tres y empataron los tres restantes.
Pronto cambiaron su nombre por Dick, Kerr’s International Ladies y en 1937 fueron retadas a un duelo para probar su talento por las Edinburgh Ladies, campeonas de Escocia. En en ese entonces no existía nada parecido al Mundial de fútbol femenino, pero cuando las inglesas vencieron 5-1 a sus desafiantes, se les proclamó como las auténticas campeonas mundiales. Luego de eso, la fábrica que las vio nacer cambió de dueños y entonces pasaron a llamarse Preston Ladies FC. No obstante, durante la Segunda Guerra Mundial el equipo quedó en el limbo como gran parte del fútbol europeo, y aunque volvieron a entrenar en 1946, con la muerte de Alfred Frankland, mánager y gestor del equipo, el sueño fue acabándose hasta que en 1965 se separaron por falta de jugadoras.
Pero de las Dick, Kerr’s Ladies el mundo no se olvidará. Lilly Parr, estrella del club, fue la primera mujer en ganarse un lugar dentro del Hall de la Fama en el Museo Nacional de Fútbol de Inglaterra. Ellas marcaron un hito en la historia de la práctica femenina del juego, rompieron paradigmas y fueron las primera en demostrar que el fútbol no es sólo un deporte para hombres. Su historia fue casi un secreto durante muchos años, pero luego se convirtió en una leyenda y en un referente para las futuras generaciones de jugadores alrededor del mundo.