Una de las marchas, organizada por la Central Unitaria de Trabajadores, y, la otra, organizada por agrupaciones sociales autónomas, reunidas en torno a la Coordinadora 8 de Marzo, criticaron las deudas pendientes con las mujeres, y exigieron igualdad de oportunidades y fin a la discriminación.
Con la asistencia de cerca de 2.000 personas, se realizó el día de ayer, 8 de marzo, una marcha en conmemoración por el Día Internacional de la Mujer, convocada por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT).
La movilización, apoyada también por los partidos de la Concertación, el Partido Comunista, y otras agrupaciones políticas y sociales, inició su marcha desde Plaza Italia, por las calles de Santiago, hasta llegar al Paseo Bulnes, donde se montó un escenario al frente del Palacio de La Moneda.
En el acto, se recordó que no todas las demandas por un trabajo digno para la mujer han sido satisfechas, recordando la discriminación que se sufre en aquellas empresas con menos de veinte trabajadoras, las que no cuentan con el derecho a la sala-cuna. Por lo mismo se afirmó que la mujer “tiene un rol fundamental” en la lucha por los derechos laborales y se hizo un llamado a unirse a “las organizaciones sindicales, a las organizaciones sociales, a las organizaciones políticas y culturales”.
Por su parte, María Rozas, vicepresidenta para la Mujer de la CUT, señaló que “hoy día le hemos dicho a Piñera en su cara que no vamos a aceptar que nos quiten lo que nos costó sangre, sudor y lágrimas”, e hizo un homenaje a las “primeras mujeres” que levantaron la voz contra la dictadura.
Rozas afirmó que en este año el Gobierno ha entregado “paquetitos envenenados” y criticó el proyecto del post natal propuesto por el Ejecutivo, en especial, respecto a la “flexibilización” del beneficio. Recordó además, que en Chile, hay un 60% de trabajadores que laboran en condiciones precarias.
Además Rozas hizo un llamado a los dirigentes políticos a “no a legislar por los trabajadores, sino con los trabajadores” y pidió a los partidos de la Oposición, a estar junto al movimiento sindical “como siempre debió haber sido”, afirmó.
COORDINADORA 8 DE MARZO
Paralelamente, la Coordinadora 8 de Marzo, que agrupa a unas 40 organizaciones de mujeres, inició una marcha desde Estación Central que culminó con un acto en la Plaza de Los Héroes.
Entre las participantes pudieron verse lienzos y letreros de Pan y Rosas, Clase contra Clase, Anamuri, MST, Amnistía Internacional Chile, Nueva Izquierda, Mums, Poetas Mujeres, Colectivo Segundo Sexo, FEL, entre varias otras.
En su comunicado, la Coordinadora expresó que transcurrido un año del gobierno de Sebastián Piñera, “asistimos con indignación y rabia al incremento brutal de la pobreza, el desempleo, el trabajo precario, la coacción de libertades, la represión y la aplicación de la ley antiterrorista para acallar la protesta social”.
Asimismo, no olvidaron las críticas a la Concertación: “En sus 20 años, nos negó la titularidad de derechos plenos, al transar nuestras justas reivindicaciones y al rendir pleitesía a la derecha política, a los empresarios y, sobre todo, a los jerarcas católicos”, expresaron.
Recalcaron, además, que las condiciones de las trabajadoras son cada vez más precarias: el 49% de las jefas de hogar está bajo la línea de pobreza, sólo el 20% tiene contrato estable, y en los hechos, el salario de las mujeres sigue siendo entre 15% y 30% menor que el de los hombres por un mismo trabajo.
“No es suficiente haber tenido una mujer en la presidencia si en la vida cotidiana continuamos siendo violentadas, excluidas de la toma de decisiones, discriminadas en el trabajo, y subordinadas”, afirmó la Coordinadora.
Por esto, levantaron un pliego de peticiones que incluyó postnatal universal de 6 meses, paritario y sin flexibilización; seguridad social, pensiones y salarios dignos, justos y en igualdad con los hombres para todas las mujeres sin excepción; aborto libre, seguro, gratuito y legal; maternidad voluntaria, protegida y segura, y acceso universal a la anticoncepción, entre otros puntos, no sólo referidos a temas de género.
Por Christian Armaza y Cristóbal Cornejo
El Ciudadano