1. Movimiento de Pueblos y los Trabajadores (MPT) se llama el novísimo instrumento político federativo que nació durante el Encuentro Unitario de empeños anticapitalistas de Chile realizado el 4 y 5 de abril, en Santiago, en las dependencias del Sindicato de Trabajadores de Madeco.
2. Contra la indecisión, la indiferencia, las maquetas y los remedos. Contra la dispersión destructiva y añosa de las iniciativas políticas y sociales de inspiración revolucionaria pequeñas y menos pequeñas. Contra la apatía, la alienación abrumante, las traiciones, el acomodo, el cinismo y los disfraces. Contra la desesperanza paralizante, el sectarismo, la impotencia; contra el horror y los enemigos históricos y bien armados. Sobre todo, contra los patrones, los pocos dueños de todo; el capital y el capitalismo; contra la maldición de una sociedad de clases; contra la soledad, el abandono; contra la burguesía y el imperialismo, contra el actual orden de las cosas. Por la unidad necesaria de los que luchan de manera invisible y localmente, y los que protagonizan movimientos más amplios y estables. Porque siempre los pueblos y los trabajadores viven en crisis, pero la actual se viene con especial bronca y violencia sobre los desheredados, y si no se atan los empeños existentes, la resistencia y luego la ofensiva son escenarios imposibles. Porque Chile está flagelado por la desigualdad más insultante, y hegemoniza –transitoriamente- un bloque en el poder formado por los dueños contados del país y sus representantes políticos bien distribuidos entre la Concertación y la Alianza por Chile. Porque la alta concentración de la propiedad y la riqueza es apabullante e indiscutible, y los trabajadores y el pueblo son pura clientela, consumidores, mercancía explotable a precio de bodega, pero nunca personas y mayoría social que define en conjunto su destino. Porque desde que comenzaron los gobiernos civiles hace casi 20 años, abajo las cosas han permanecido tal cual las dejó la dictadura. ¿Qué ya no hay tanta represión y la gente se puede reunir libremente? Sí, hasta que el movimiento popular no constituya una variable que inestabilice la paz social que precisa el puñado que manda para continuar abultando sus privilegios. Aunque cada 4 años los inscritos en los registros electorales –que se desploman tendencial y verticalmente en tanto pasan los años- puedan marcar una papeleta por algún representante impuesto por los que dominan y uno que otro representante de la izquierda tradicional, las cosas no varían porque simplemente no existe el movimiento real de los pueblos y los trabajadores capaz de presentar combate político y social contra la clase que ordena. Por estas y otras razones, se cobijaron en el edificio del histórico Sindicato Madeco –organización de resistencia durante el golpe militar de 1973 y durante los duros años 80 – más de 300 delegados de 80 agrupaciones de Santiago, Concepción Valparaíso, Coquimbo, Los Lagos, Valdivia y Temuco. Para organizar el descontento. Con vocación de mayorías y de poder. Con voluntad de lucha y unidad. Para colaborar en la dinamización de la lucha de clases en Chile; ese viejo combate entre capital y trabajo, entre explotados y explotadores, entre los dueños de los medios de reproducción de la vida y los que sólo poseen su fuerza de trabajo para sobrevivir, con el objetivo estratégico de construir una sociedad donde la felicidad humana, la racionalidad colectiva y no la ganancia patológica; la cultura y las ciencias; el bienestar de la humanidad y la naturaleza en convivencia amigable, lejos del lucro y la depredación; la fraternidad, la igualdad y la libertad gobiernen las relaciones sociales.
3.. Los delegados se distribuyeron en equipos de discusión donde se abordaron los aspectos centrales del empeño político nuevo en materia de principios, plataforma de lucha y orgánica. Los principios capilares sancionados fueron el anticapitalismo, el antiimperialismo, el internacionalismo, el latinoamericanismo: el empleo de todas las formas de lucha –dictadas por el contexto, las relaciones de fuerza, los estadios de la lucha de clases-; los derechos humanos en sus dimensiones económicas, sociales y políticas; la independencia política de los intereses de la clase trabajadora y los pueblos respecto de la burguesía y sus partidos políticos (y de quienes realicen pactos o alianzas con ellos), y del Estado. La plataforma de lucha y aspectos programáticos constituyen una batería, por una parte, de las demandas más acuciantes para los expoliados, y por otra, de titulares de transformaciones profundas y estructurales. Por la estatura, responsabilidad y documentación que requiere la construcción de un programa lo más terminado y coherente posible se convino realizar un Congreso Político-Programático en el menor plazo posible, sin que ello impida tener planteamientos claros frente a puntos ligados a la educación, la salud, el trabajo, la vivienda, el medio ambiente, la soberanía alimentaria, el rol de la FFAA, las nacionalizaciones estratégicas, la propiedad de la tierra, etc. En el ámbito orgánico se convino que la Asamblea Plena es la autoridad máxima del instrumento político, y se acordó una Mesa Coordinadora (federativa, revocable y acotada en el tiempo) de carácter ejecutivo que resuelva aspectos vinculados al modo de articular el trabajo a nivel nacional, regional y comunal; las comunicaciones, las finanzas y la agenda de lucha democráticamente resuelta.
4. La coyuntura nacional a comienzos de abril está sintetizada por la caída de la actividad económica en casi un 4 % en febrero; las proyecciones de un desempleo superior al 10 % el 2009 y 2010 para Chile según The Economist; el escándalo de la confabulación sobre los precios de los medicamentos de las tres cadenas farmacéuticas que se distribuyen el mercado nacional; que finalmente Frei Ruiz Tagle ganó las primarias -de más flaca participación en lo que va de gobiernos civiles- para postularse como candidato presidencial de la Concertación; y la embestida de la derecha de la Concertación que respondió insatisfactoriamente a la propuesta de la izquierda tradicional en materia de cupos parlamentarios para posibilitar la ampliación política del Congreso hacia ese sector, y la negativa parlamentaria respecto de que los dirigentes sociales pueden ser, al mismo tiempo, candidatos a diputados. Ahora se agrega el nacimiento del Movimiento de los Pueblos y Los Trabajadores.
5. Ha pasado demasiado tiempo; se han tenido que destruir muchas desconfianzas, traumas, mitos y terrores; solucionar muchos entuertos menores y relativamente mayores; y mil dificultades de profundidad telúrica tanto para la izquierda anticapitalista planetaria, como criolla, para llegar al punto de arranque del dínamo político que colabore protagónicamente en la reconstitución del movimiento popular, de las fuerzas sociales necesarias para transformar radicalmente el capitalismo en Chile. El empeño de la unidad de los que luchan y que provienen de diversos afluentes políticos de la izquierda anticapitalista chilena (famosa mundialmente por su multiplicidad de expresiones) ha sido una tarea de años que recién comienza a cuajar. Por fin termina el prólogo y comienza una caminata –llena de dificultades, pero también de esperanzas- que, para entenderse en perspectiva y con horizontes de poder, será un proceso complejo, irregular, abundante de altibajos, con disonancias, contradicciones no antagónicas, roces y afinidades. La unidad política de cualquier empeño recién amanecido es un derrotero más que un punto de partida matemáticamente diseñado. Las luchas concretas, la comunidad paulatina y creciente de los intereses de los pueblos y los trabajadores, el mestizaje fraterno y limpio en el territorio social, el trabajo inagotable y compartido, son parte de la construcción de la unidad política. Pero lo más importante de un instrumento político que busca el establecimiento de una sociedad sin clases, es alcanzar tramados profundos y desde abajo con las grandes mayorías castigadas por el capital. Un instrumento político puede ser incluso la síntesis de los mejores hijos del pueblo; sin embargo su validación y posibilidades de triunfo como fuerza que orienta-participando tienen que ver con la alta sintonía política y de sentido que alcance con el movimiento real de los explotados. ¿Cuál será la lucha extendida, de masas, la que haga temblar los pilares todavía sólidos de la clase que domina en Chile, y donde el Movimiento de los Pueblos y los Trabajadores ponga la cabeza, las manos y el corazón para probarse como fracción organizada de los intereses de los más? ¿Con qué fuerzas se cuentan, dónde están los eslabones más débiles del capitalismo chileno, qué demanda popular será –por menuda que parezca- la que gatillará el descontento multidimensional de clase acumulado durante tantos años, y agudizado por la actual crisis económica?
6. El Movimiento de los Pueblos y los Trabajadores tiene por delante una tarea titánica. Es urgente y es antigua como la rebeldía. Es de panes, convicciones, madera, combate, humanidad, cabeza y empuñadura. Viene de los tantos y tantas que ofrecieron su vida en lo oscuro por la emancipación, que hicieron añicos el egoísmo antes de que Chile se llamara así. Tiene de los libertadores de la Primera Independencia y sus sombras fabulosas; de Recabarren, Clotario Blest; de quienes formaron la Unidad Popular como una táctica para llegar a una sociedad de iguales y libres. De los que cayeron en ese tránsito y de los que aún están y se mantienen sin precio y la voluntad intacta. De los que resistieron la dictadura en la hora peor y de los que se incorporaron a la lucha en los 80. Tiene de los que partieron a combatir por la liberación de otros pueblos y de los que hicieron su servicio militar en el patio de las poblaciones del país, secretamente, para enfrentar la tiranía. De los dirigentes sociales de entonces y de los que empiezan hoy a ofrecer sus primeras luchas a la cabeza de sindicatos, organizaciones populares, centros de alumnos, peleas medioambientales, contra cualquier discriminación, contra toda injusticia. Ahora la rebeldía debe acerar su organización federada y convertirse en alternativa popular; ser cada día más, ser cada día mejores. Aunque todo parezca igual que ayer, ya existen en Chile varios cientos de corazones que caminan, desde distintas rutas, hacia el mismo lugar. El único territorio posible contra la barbarie del capitalismo.
Andrés Figueroa Cornejo
Abril 6 de 2009