A los pescadores de San Antonio se les agotó la paciencia. Después de cuatro años de crisis originada en el agotamiento de los recursos pesqueros y de innumerables promesas no cumplidas, salieron este miércoles 28 de mayo a protestar. Y lo hicieron con la desesperación que provoca el hambre.
Se reunieron a las ocho de la mañana en Puertecito –lonja pesquera- con el objetivo de marchar en forma pacífica a la Gobernación Provincial para exigir el cumplimiento de la promesa de poner fin a la pesca de arrastre. Este compromiso había sido contraído por el subsecretario de pesca Jorge Chocair, en tres oportunidades entre marzo y mayo de este año. Pero el 13 de este mes, fecha que debió ponerse fin a la pesca industrial de arrastre entre las Quinta y Séptima Región: nada de ello sucedió. Esta situación fue la que gatilló el inicio de estas últimas manifestaciones.
Cuando iban saliendo del puerto pesquero en dirección a la Gobernación, cuatro dirigentes que encabezaban la manifestación fueron violentamente detenidos por agentes de fuerzas especiales de carabineros, quienes también requisaron sus lienzos y una bandera chilena. Los policías bloquearon todas las salidas del puerto pesquero, impidiendo la marcha de los cerca de 500 pescadores allí reunidos. Se desató una batalla campal que duró hasta las 5 de la tarde y que mantuvo bloqueada Barros Luco hasta esa hora. Durante ese lapso Carabineros trató de ingresar al recinto pesquero –cuya custodia está en manos de la Armada- pero dada la tenaz resistencia de los artesanales, los intentos de entrar resultaban infructuosos.
A las 10:30 llegó a la zona de conflicto un centenar de secundarios, en su mayoría del Liceo Dante Parraguez que iban en defensa a los pescadores. Antes que pudieran hacer nada fueron reprimidos con carros lanza aguas y lanzagases. Los estudiantes también hicieron lo suyo, respondiendo con piedras y otros proyectiles. Actuaron con tanta energía y decisión que provocaron el repliegue de las fuerzas policiales. A las 13:30 cuando la situación se volvía inmanejable para la policía sanantonina, llegaron refuerzos policiales provenientes de Santiago y Valparaíso.
A las 14 horas, carabineros logró ingresar a la lonja pesquera cuyas puertas eran defendidas por un grupo de dirigentes y pescadores. Estos intentaron detener con puños la irrupción de los policías que iban provistos de equipos antimotines, pero no lo consiguieron. Al entrar al recinto de los pescadores los policías fueron a las oficinas de los sindicatos. Rompieron las puertas de la entrada principal de la Corporación Puertecito –que agrupa a los pescadores-, y arrojaron bombas lacrimógenas al interior a sabiendas que allí estaban refugiadas unas 40 personas, muchas de ellas mujeres, todos las cuales vivieron difíciles momentos debido a lo irrespirable del aire y a lo violento del accionar policial.
Mientras eso ocurría, en las afueras de estas oficinas Carabineros golpeaba brutalmente a los pescadores que habían intentado frenar el accionar policial. Entre ellos estaba Cosme Caracciolo, dirigente histórico de la pesca artesanal y secretario general de la Confederación Nacional de Pescadores Artesanales de Chile (Conapach). Lo mismo ocurriría con dos de sus hijos, los también pescadores Esteban y Milko Caracciolo quienes fueron golpeados en el suelo por cerca de 5 minutos. Robustos funcionarios policiales saltaron sobre sus cuerpos y patearon sus rostros sin piedad. Esto, en el caso de Milko, continuó arriba del bus policial lo que ocasionó la reacción de otros prisioneros que lograron detener la masacre.
A pesar de las numerosas contusiones y evidentes lesiones, que en el caso de Milko resultaron ser fracturas graves en el piso de la órbita ocular –con riesgo de pérdida de ojo- y en el tabique nasal, el médico Patricio Gallardo, del servicio de urgencia del Hospital Claudio Vicuña, informó que Milko no tenía lesiones.
Cosme Caracciolo dijo que el médico hacía pasar a los detenidos que iban a constatar lesiones y no los revisaba adecuadamente y que a pesar de la insistencia de su hijo Milko en el sentido que sus fuertes dolores debían ser ocasionados por una fractura, el no ordenó los exámenes adecuados que hubieran podido diagnosticarlas. Denunció, además, que el médico tenía una actitud burlesca con lo afectados mofándose de ellos.
Pesca de arrastre
En conversación con este medio, Cosme Caracciolo cuestionó duramente el accionar policial. Dijo que la represión efectuada por la policía «cada vez se parece más a la practicada por la dictadura criminal de Pinochet».
Respecto de los objetivos de la manifestación, Caracciolo señaló que esta respondía «a la imperiosa necesidad de acabar con el arte de arrastre que está exterminando los recursos pesqueros que le dan sustento a los pescadores y sus familias y que además proveen de alimento rico en proteínas a nuestro pueblo». El dirigente también señaló que el Gobierno de la presidenta Michelle Bachelet está actuando con una «indolencia genocida» frente al drama de su sector. Contó que miles de pescadores están pasando hambre y dijo que manifestaciones como la producida ayer en San Antonio «son la única forma que tienen los humildes para demostrar su descontento».
Caracciolo responsabilizó de la situación que les aflije a la Ley de Límites Máximos de Captura por Armador (LMC), impulsada por el ex-presidente Ricardo Lagos y aprobada por el Congreso Nacional el 2002. Esta ley privatizó los recursos pesqueros entregando la mayor parte de las cuotas a los industriales, como Anacleto Angelini. En el caso del jurel, a los 7 grandes armadores se les entregó el 95% del total asignado, mientras que a los miles de pescadores artesanales sólo se les dio un 5 por ciento. En el caso de la merluza de cola el 100% de las cuotas fueron entregadas a los industriales. Al margen de lo desigual de la distribución de los recursos pesqueros, otro efecto de la aplicación de la ley de pesca ha sido la casi total desaparición de los recursos como la merluza común. Tanto es así, que de un millón y medio de toneladas que existía al momento de la promulgación de la citada ley, la biomaza de merluza descendió a las poco más de 200 mil de la actualidad, según cifras de la propia Subsecretaría de Pesca. «En el mar sólo hay merluzas juveniles, ya no quedan reproductores: los han extinguido», señala el dirigente de la Conapach.
Cosme añadió: «El Gobierno se preocupa sólo de favorecer a los grandes empresarios no importándole que esto signifique el hambre del pueblo». Señaló que la lucha de su sector «no se detendrá hasta que se acabe con el arrastre». Caracciolo dijo que «las mesas de negociaciones y las numerosas promesas hechas en las que se aseguraba que se iba a poner fin al arrastre han quedado en nada». Debido a esto expresó que «ya no hay nada más que conversar» y que «lo único que queda es movilizarse hasta que se acabe con el saqueo de los recursos y el abuso de poder». Dice que la búsqueda del fin del arrastre «es sólo el primer paso de una gran lucha en la que buscamos que el mar siga siendo esa gran fuente de vida que nosotros los más viejos conocimos. Mi sueño –agregó- es que nuestros nietos puedan ver y disfrutar ese mar hermoso y fructífero que nosotros hemos gozado y del cual hemos vivido».
Caracciolo piensa que «las empresas salmoneras, celulosas, mineras y sanitarias, apoyadas por este gobierno han convertido al mar en un basurero que es reflejo de su propia corrupción», sentenció muy decidido.
El arte de arrastre, practicado por los grandes industriales, consiste en extender grandes redes que operan en el fondo marino llevándose todo a su paso. Tanto es así, que es común que grandes rocas sean extraídas junto a inmensas cantidades de recursos biológicos. El arrastre es un arte de pesca no selectivo siendo Chile uno de los pocos países del mundo que lo practica. Este técnica extractiva, junto a la contaminación del mar, son las principales causas de la extinción de los recursos marinos.
Francisco Marín