“Detrás de la fachada bucólica con la que la iglesia española presenta la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) del mes de agosto en Madrid, se está cociendo un peligroso encuentro de jóvenes antisistema”. Con esta sorprendente declaración abría su rueda de prensa el comisario Morales, especialista en temas de violencia callejera y guerrillas urbanas.
Según Morales, los mensajes interceptados en las redes sociales entre participantes de la JMJ arengan a la desobediencia civil y a la ejecución de actos vandálicos. “He venido a prender fuego a la tierra; ¡y cómo desearía que ya estuviese ardiendo!”, “no se puede servir a Dios y al dinero”, “ningún ser humano es ilegal, la persona está por encima del sábado”…, son algunas de las consignas que, según el comisario, se están propagando como la pólvora entre los twitter de los jóvenes cristianos.
Ante esta información policial, varias empresas han optado por retirar su patrocinio al encuentro. Este ha sido el caso del Banco Santander que, en un escueto comunicado, declara que los accionistas de la entidad financiera no entenderían el apoyo económico a un evento que defiende el reparto igualitario de bienes y que denuncia la riqueza de unos pocos a costa del hambre de muchos. “Marxismo barato y panfletario”; así tildaba los mensajes juveniles un directivo del banco que prefiere mantenerse en el anonimato.
Algunos líderes políticos también han excusado su asistencia mostrando su malestar ante algunos mensajes aparecidos en facebook en los que los tachaban de “razas de víboras”, y de “oprimir al pueblo como tiranos”. A micrófono cerrado, los políticos conservadores tachaban de “anarquismo adolescente” a la crítica radical que los jóvenes cristianos hacen de todo poder que no sea servicio y lavatorio de pies.
En su comparecencia, el comisario alertaba también sobre el efecto llamada que la convocatoria papal está lanzando a colectivos “peligrosos” (sic). Animados por el lema “la mesa es grande, venid al banquete”, ilegales, prostitutas, jóvenes en paro, transeúntes y enfermos desahuciados de todo el mundo han iniciado un incesante peregrinar hacia Madrid; un flujo migratorio que empieza a notarse ya en las principales fronteras europeas. Las autoridades aduaneras contemplan atónitas como gentes sin oficio ni beneficio intentan saltarse los controles policiales en busca de un mensaje de esperanza para sus vidas que, según ellos, les trae el papa Benedicto XVI.
La polémica está servida; cada vez son más las voces críticas que rechazan este tipo de convocatorias de jóvenes críticos e insatisfechos. “Concentrar a medio millón de jóvenes deseosos de poner el mundo patas arriba es un acto irresponsable”, sentenciaba el comisario Morales al finalizar su alocución.
Según últimas informaciones, se han iniciado reuniones al más alto nivel entre mandatarios políticos y jerarcas eclesiales buscando neutralizar los posibles brotes de profecía mediante la reconversión del encuentro utópico-evangélico en un apacible Parque Temático de entretenimiento infantil.
Por Pepe Laguna
Fuente: www.eclesalia.net
Fotografía: JMJ