Stuttgart: Olor a mentirosos y bufones

A fines de noviembre se desarrolló en Stuttgart, al sur de Alemania, en el estado de Baden-Württemberg, un plebiscito que dirimió sobre el futuro de un polémico proyecto ferroviario que contempla derribar parte de una histórica estación de trenes y la desaparición de un pedazo de un parque que alberga centenarios árboles

Stuttgart: Olor a mentirosos y bufones

Autor: Mauricio Becerra

A fines de noviembre se desarrolló en Stuttgart, al sur de Alemania, en el estado de Baden-Württemberg, un plebiscito que dirimió sobre el futuro de un polémico proyecto ferroviario que contempla derribar parte de una histórica estación de trenes y la desaparición de un pedazo de un parque que alberga centenarios árboles. Con una participación de un 48 por ciento de los votantes del land, un 59 por ciento dirimió que se siga financiando el costoso proyecto, pese a que el rechazo sacó a miles de suabos a las calles, destronó a la coalición conservadora del gobierno estadual y alteró la política del país. Esta es la crónica de un plebiscito con un resultado amargo para muchos ciudadanos.

“¡Lo que espero es que alguien por fin me dé una sola razón a favor de esta nueva estación de trenes!”- me dice Robert, el primero de los activistas en contra de Stuttgart 21 (S21) con que me encuentro el sábado 26 de noviembre 2011 en la estación de trenes en Heidelberg. No será el último. Está compartiendo volantes con información en contra de S21 y a favor del proyecto alternativo que proponen sus oponentes: el Kopfbahnhof 21 (K21), una modernización de la existente estación. Robert es un hombre simpático, sonríe a los viajeros que pasan y les pregunta “¿Necesitan más información para el plebiscito?”. Algunos toman un volante, otros lo rechazan, otros pasan corriendo para no perder su tren como si no se dieran cuenta del resto del mundo.

Al otro día sería el día del plebiscito sobre S21, que definiría sobre la futura participación del estado Baden-Württemberg en el financiamiento del proyecto. Es la primera vez en 40 años que los suabos podrán dirimir en forma directa sobre un asunto político.

“CORRIMIENTO DE TIERRAS”

Con esta expresión describimos lo que pasó en las votaciones de marzo 2011 en Baden-Württemberg. Desde que se fundó el gobierno estadual, en 1953, siempre fue liderado por la Unión Cristiano-Democrática (CDU). El tiempo hizo que dicho liderazgo pasara a ser una ley natural del sistema político de Alemania. Pero a veces la realidad escapa de sus leyes.

En febrero 2010 después de más de 15 años de estarse planificando, se iniciaron los trabajos de S21. Desde hacía meses que se habían formado iniciativas ciudadanas, por lo que ya había una movlización creciente contra S21. Las protestas sobrepasaron las fronteras del “Ländle”, como los ciudadanos llaman cariñosamente a su estado federal. Entre el ánimo de participación ciudadana y las decisiones de tecnócratas de los gobiernos, Stuttgart 21 se transformó en una metáfora para una forma de gobernar que ya pocos toleran: que políticos decidiesen sobre millones y billones de euros de impuestos era intolerable. La evidencia hizo que muchos despertaran de su propia apatía y constataran que habían aceptado esa forma de gobernar por demasiado tiempo.

El 30 de septiembre iban a empezar los trabajos en el Schlossgarten, parque ubicado a un costado de la actual estación, que según los planes de S21 daría lugar a la nueva estación subterránea. En su defensa llegaron miles de manifestantes, algunos intentaron proteger los 25 árboles subiéndoseles el día en que iban a ser cortados.

La policía intervino con gases lacrimógenos y carros lanza agua, dejando un saldo de cerca de 400 manifestantes heridos, algunos de ellos gravemente. Nadie se lo esperaba porque hasta ese día las protestas habían sido sumamente pacíficas.

La violencia policial desmedida fue un choque para el movimiento contra Stuttgart 21 y para toda Alemania. El periódico Spiegel describió ese día como “Guerra civil en el Schlossgarten” .

Activistas construyen una casa en la copa de uno de los árboles que necesitarían ser cortados para S21

Al día siguiente llegaron unas cien mil personas. La oposición no era ya sólo contra S21, sino que alcanzaba al presidente del gobierno de Baden-Württemberg, Stefan Mappus (CDU). Para muchos era el responsable directo de la represión del día anterior.

Las protestas siguieron, y los ‘debates de mediación’ hechos entre octubre y noviembre 2010 fueron capaces de tranquilizar el conflicto. En marzo 2011 con el acercamiento de las elecciones en el Ländle, creció la presión a la coalición del gobierno de CDU y la derecha liberal aglutinada en el FDP. En febrero 2011 Mappus dijo en una entrevista, que para él las elecciones serán al mismo tiempo un plebiscito sobre el futuro del proyecto S21 .

El 11 de marzo, menos de tres semanas después de dicha entrevista y sólo dos semanas antes de las elecciones, tembló la tierra en Japón. Ni siquiera sus críticos más radicales habían calculado la posibilidad de una catástrofe nuclear en un país famoso por su conocimiento técnico. Las imágenes de la explosión de uno de los reactores de la planta nuclear de Fukushima mandaron al suelo la ciega fe de que siempre seremos capaces de controlar los poderes que habíamos creado.

La CDU siempre fue partidaria de la energía nuclear y Mappus uno de sus principales actores. Pero ahora la crítica del Partido Verde, Die Grünen, sobre la energía nuclear y la necesidad de su retiro, se confirmaron bajo los nuevos acontecimientos.

El 27 de marzo de 2011, 24% de los electores dieron su voto al Die Grünen, dos veces más que en el 2007 y con esto el mejor resultado en la historia del partido. En mayo, Winfried Kretschmann fue elegido primer ministro de gobierno del Partido Verde en coalición con el Partido Socio-Demócrata (SPD). Por primera vez en casi 50 años, la CDU tuvo que tomar su asiento en la fila de la oposición.

Durante la campaña electoral, el Partido Verde se había expresado en contra del proyecto S21, mientras la SPD no tenía una propuesta clara, sólo una visión dividida. Después de negociaciones, ambos partidos llegaron al acuerdo de darle al pueblo la decisión sobre S21. Iniciativas ciudadanas en tal sentido habían sido propuestas ya el año 2007. Todas fueron rechazadas. Ahora por fin la voz de las mayorías será escuchada.

“TE VES DEMASIADO DESNUDO”

En el tren me encuentro con un grupo de activistas que viajan a la última manifestación en contra de S21 antes del plebiscito. Tienen lienzos y adhesivos, llevan insignias y bufandas contra el proyecto y a favor de K21. Roswita, una mujer de quizá 55 años me da un adhesivo, “¡Te ves demasiado desnudo aún!”- me dice. Mientras pasamos zonas industriales y pueblos chicos, paisajes típicos del Ländle, escucho las esperanzas y miedos que los activistas tienen frente al plebiscito. Le han puesto un empeño de meses sin cansancio, repartiendo información a la ciudadanía en Heidelberg y viajando a Stuttgart para marchar con miles de otros.

Elisabeth, profesora en un colegio y activista en el BUND, los Amigos De La Tierra Alemania, me cuenta cómo antes de las elecciones compartía las campañas del Partido Verde. Claro que “no había votado para este partido desde hace años, pero como nos apoyaron en la protesta contra S21…”- relata.

Después de que el Partido Verde entró al gobierno de Alemania en 1998 en coalición con la SPD, perdió la confianza de muchos de sus votantes, decepcionados por el incumplimiento de sus promesas. Pero ahora los enemigos en común, Stuttgart 21 y la CDU, los volvieron a unir.

Saliendo del tren caminamos bajo el alto techo de la antigua estación de trenes que está adornada con miles de luces que anuncian la Navidad. Pasamos por inmensos afiches de publicidad que nos prometen la felicidad, productos que dicen que quieren lo mejor para nosotros, nuestros familiares y amigos. La banalidad de tanta promesa choca con la realidad de los manifestantes que se juntan frente a la salida del norte para manifestarse una vez más contra S21 antes del plebiscito, que será al otro día.

Manifestantes marchando por el centro de Stuttgart, en el fondo la torre de la estación de trenes

“¡Si nos mantenemos unidos seguiremos arriba!”- dice Peter Conradi, quien fuera miembro del Bundestag, el Parlamento Alemán por 26 años para la SPD. “¡Seguiremos arriba!” responden las más que 3 mil voces que se niegan a la estación subterránea de S21. Saben que será casi imposible ganar el plebiscito porque se necesita un sí de una mayoría correspondiente sólo al 30% de todos los ciudadanos, para dar fin al financiamiento por parte de Baden-Württemberg. Ni siquiera el actual gobierno del estado alcanza este nivel de legitimación. Pero los que llegaron este día no se rinden, “¡Como tenemos sentido del humor, votaremos igual!”- dice uno de los presentes.

“¿TODO ESTO FUE POR NADA?”

“Aún siento una decepción profunda” me escribe Shahla en un correo. Ella es una de los activistas que lucharon por meses contra S21 y con quienes viajé a Stuttgart. “¿Todo esto fue por nada?”- pregunta.

El resultado final fue que casi un 59% votó contra el fin del futuro financiamiento de S21 por el estado y a favor del proyecto. Shahla siente rabia. “Antes, cuando se hablaba del capitalismo, no me quedaba claro de qué hablaban. No sentía el capitalismo. Me era invisible. Hoy lo conozco. En cuerpo y alma. Apesta a los mentirosos del Deutsche Bahn (2) y la CDU por un lado, y por el otro a los bufones del pueblo”- remata.

¿Es ese el final o está abierto?

David Von Blohn

*Texto y fotos ©

El Ciudadano

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NOTAS

1. In: Freie Presse, Ausgabe vom 24.02.2011

2- Empresa nacional de servicios de trenes que quiere construir S21.


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