Tal día como hoy, en 1976, Sudáfrica ponía en marcha los motores para poner fin a las políticas de segregación racial implementadas por la etnia blanca para conservar el poder y los privilegios. Fue con la revuelta de Sweto, el enorme suburbio de Johannesburgo construido por la población trabajadora negra. La revolución de Sweto es considerada por muchos analistas como el principio del fin de la Sudáfrica racista y del apartheid. Una jornada que marcó un antes y un después.
Unos 15.000 secundarios de Sweto se movilizaron para protestar en contra de la intención del Gobierno sudafricano en aplicar la ley de Educación Bantú, que obligaba a estudiar la mitad de las asignaturas en el idioma ‘afrikáans’, la lengua oficial del país y también de los ‘afrikaners’, los colonos de origen holandés y francés. Entre las demandas de los jóvenes que salieron a las calles de Johannesburgo también estaban la gratuidad de la educación universitaria y la «descolonización» de las universidades.
El movimiento estaba en su pleno apogeo entre los jóvenes negros sudafricanos y las recientes independencias para ese momento de Angola y Mozambique, en 1974, motivaron a la población a alzarse contra el colonizador blanco.
La policía reprimió duramente las manifestaciones y decenas de estudiantes resultaron heridos. Los jóvenes llenos de rabia y desesperación comenzaron a destruir todo a su paso. Al día siguiente, Soweto estaba controlado y militarizado con aproximadamente mil 500 efectivos armados y con tanques blindados recorriendo las calles.
Según la Comisión del Investigación del caso, entre el 16 de junio hasta el 28 de febrero del año siguiente murieron al menos 575 personas (no obstante cifras extraoficiales calculan hasta los mil muertos).
La eterna desigualdad
Cuatro décadas más tarde, la juventud sudafricana sigue su lucha en la calle. El afrikaans dejó de ser el idioma vehicular y desde 1994, cuando Nelson Mandela estrenó la democracia, en el país conviven 11 lenguas oficiales de la misma categoría.
Sin embargo, a pesar de los avances alcanzados durante la última década, en Sudáfrica continúa aún la discriminación racial, y la desigualdad económica y social sigue afectando al país.
En el 2011 un censo reveló que los ingresos de las personas de piel blanca siguen siendo mayores que los de piel oscura. El presidente de esa nación Jacob Zuma se comprometió a sumar esfuerzos para lograr mayor unión entre blancos y negros en su país. Todo un reto que aún no se ha podido concretar.