Un país de desigualdades y contradicciones

En nuestro país 2 de cada 3 hogares tienen un ingreso menor de los $550.000 y la mitad de las familias chilenas tiene ingresos de menos de $240.000. En Chile se considera “pobre” según la encuesta Casen, a las personas que ganan menos de $70.000 mensuales y a nivel rural a los que ganan menos de $48.000 mensuales.

Por otra parte alrededor de 4.500 familias lujosas tienen un ingreso por persona que supera los 22 millones de pesos mensuales con un promedio familiar de 88 millones de pesos al mes. La desigualdad de ingresos es enorme, entre el 5% más rico contra el 5% más pobre, es de 260 veces más grande en un país con un promedio de 12 millones de pesos por chileno. La realidad es otra, la mitad de los chilenos tiene un ingreso menor a los $240.000 al mes.

Tenemos una legislación que acepta el reemplazo en las huelgas de los trabajadores sindicalizados y solo el 8% puede negociar con derecho a huelga. El 14% de los asalariados se encuentran sindicalizados, mientras que los asalariados durante el gobierno del Presidente Salvador Allende superaron el 34% de sindicalización.

Solo el 57% del total de los trabajadores tiene contrato con derecho a salud, pensión y seguro. La pensión promedio de los jubilados es de $182.000 y el 85% de los jubilados tienen ingresos menos de $138.000 al mes.

En campañas electorales se ha prometido un salario mínimo mayor del que aprueban en el Parlamento. No solo hay que luchar por un salario mínimo, sino también por un máximo, ya que entre los que ganan menos de $210.000 y los que ganan más de $22.000.000, la diferencia es de 105 veces, lo que es algo incomprensible y abusivo para el pueblo trabajador. “Nuestra lucha es construir unidad, con el conjunto de izquierda transformadora y llevar adelante una Asamblea Constituyente auto convocada, de generación democrática, participativa, social y con protagonismo popular de las comunas.”