Emotiva y multitudinaria fue la despedida a un hombre que dio su vida por la defensa de los derechos humanos y que un clavo en el zapato para la dictadura chilena, desde la proletaria y luchadora Población La Victoria. Desde sus más cercanos conocidos y feligreses, hasta jóvenes y niños que sólo lo conocieron por historias, todos y todas quisieron salir a despedir y caminar el largo tramo desde la población hasta la Catedral, donde, paradójicamente, fue recibido por la curia eclesiástica que tantas veces omitió sus demandas y denuncias.
Su restos serán devueltos a La Victoria -juventud y gloria- para que la presencia de una ánfora con sus cenizas, recuerde el pasado de lucha de él y tantos otros pobladores e inspire a sus actuales habitantes.
El Ciudadano