Un mes movilizados cumplieron este viernes 21 de abril los funcionarios del hospital Gustavo Fricke de Viña del Mar que paralizaron sus funciones a finales de marzo en el marco de una serie de demandas laborales y denuncias de autoritarismo hacia el director del hospital, así como de falta de saneamiento de plagas en las instalaciones y hacinamiento en las salas de urgencia.
Cuando partió, la movilización agrupaba a cerca del 80 por ciento de los estamentos auxiliares, técnicos y administrativos del hospital. Luego de las amenazas de despido, el hostigamiento y los descuentos -que en algunos casos llegaron al 50% del sueldo de los trabajadores- este porcentaje bajó a un 70% de adhesión. Sin embargo, lejos de dejarse caer, trabajadores y trabajadoras siguen en la lucha. “Estamos conscientes, sabemos que decimos la verdad, creemos tener la razón y seguiremos movilizados”, afirmó el presidente de la Federación Nacional de Trabajadores de la Salud (FENATS) del Hospital Gustavo Fricke de Viña del Mar, Guillermo Guerra.
El Censo: la génesis de un conflicto
Las primeras manifestaciones comenzaron cuando se dio a conocer que 600 funcionarios figuraban en una lista de trabajadores que tenían que cambiar sus labores diarias por ir a censar. “Pero el listado no estaba depurado: habían mujeres embarazadas, algunos funcionarios fallecidos y otros minusválidos. Los dirigentes hicieron patente una queja para enmendar la lista e incluir un porcentaje de médicos, enfermeras profesionales, auxiliares y paramédicos, para hacer igualitaria la participación de todos”, señala Rodrigo Moya, también dirigente de FENATS.
Pero señalan que el director, Leonardo Reyes, no quiso dar su brazo a torcer e impuso la lista, sin incluir a ninguno de los propuestos. Fruto de ello, surge una movilización por el día que logró sensibilizar a los usuarios e insertar a distintos profesionales, subdirectores y algunos médicos en el proceso del Censo. Sin embargo, a raíz del paro la dirección del establecimiento acordó unilateralmente descontar el día, sin seguir el protocolo que contempla primero una investigación sumaria, relatan los voceros de FENATS.
Luego, se sumaron las denuncias por la nula atención a la plaga de ratones, baratas y cucarachas que era constantemente denunciada por sus trabajadoras. La gota que rebalsó el vaso fueron los serios ataques hacia funcionarias de parte de pacientes psiquiátricos, y el “nulo acercamiento que ha manifestado la Dirección para conversar y llegar a acuerdos”, denuncia Guillermo Guerra.
Las medidas de presión adoptadas por los funcionarios obedecen también a supuestas irregularidades que han derivado en graves negligencias, por ejemplo, en la unidad de oftalmología. En ella, el doctor Carlos Schiappacasse, tristemente célebre por discriminar una paciente en 2010 y agredir a una asesora del hogar y a un perro guía en un ascensor en 2015, el pasado 7 de marzo fue denunciado por una docena de usuarios por haber sido operados de cataratas de forma ineficiente, sin el personal adecuado (anestesista, arsenalero), culminando con la totalidad de los pacientes contaminados por una bacteria presente en un colirio, arriesgando su visión e incluso algunos experimentando la ceguera total.
Suma y sigue
Lamentablemente, es sabido que en los hospitales públicos las listas de espera son gigantes. Para el común de la gente, la razón radica en la falta de profesionales. Sin embargo la realidad es más cruel. “Los médicos atienden pacientes AUGE dentro del horario 8 a 5, siendo que deberían hacerlo después. Les pagan por atender esos pacientes como un particular, dan boleta de honorarios. Ocupan ese tramo y los pacientes que están en lista de espera siguen esperando”, denuncia la trabajadora de pediatría infantil, Marcela Miralles Cruz.
Pero Miralles no cesa en sus descargos: “Cuando están operando los llaman por teléfono del Hospital Clínico, les dicen que les llegó un paciente, salen desde el pabellón y se van a operar al frente. ¿Y quién les dice algo? Nadie. Se llenan de plata atendiendo pacientes particulares en el horario que corresponde al hospital y, de paso, ocupan la infraestructura del hospital. Eso no corresponde. No hay insumos, una tiene que andar fotocopiando los papeles. Tenemos que comprar saturómetros, termómetros, hasta los algodones y lápices, cosas que debieran ser algo común dentro de un hospital pero que no hay”.
Una trabajadora de pabellón, que omite su identidad por miedo a las represalias, explica que “con esos malos manejos, lo más seguro es que quieran acabar con el hospital público. Y de paso, eliminar el personal de planta y de contrata, para trabajar sólo con funcionarios de afuera (como ya lo están haciendo), con contratos a plazo fijo”, denuncia.
Acusan igualmente que el director no aparece en el recinto hace una semana, mismo tiempo que los trabajadores movilizados llevan ocupando las dependencias administrativas del hospital, como un avance en el proceso de movilización.
Pero la gente, los usuarios, no entienden los argumentos, se enojan. “Peleamos en la calle, por ellos, no por nosotros. No queremos plata. Lo que más nos interesa es aquella gente que está 6 horas esperando su turno. Ya estamos cansados, choreados. Y el Ministerio (de Salud) además anuncia que no hay platas para la segunda etapa del hospital a la que teníamos que entrar el 2018. Somos funcionarios públicos pero entramos al juego del paciente privado. Yo trabajo en pabellón y lo digo con harta base. A mí me da rabia porque tenemos que atender a personas que pagan en desmedro de quien no tiene dinero, son FONASA A o B, y se mueren esperando” señala Maritza Gutierrez, del servicio ambulatorio.
Los dirigentes de FENATS acusan, además, tráfico de influencias y malos tratos. “Esto parece dictadura. Intentan que no nos movamos ni tengamos derecho alguno a manifestarnos. No quieren que nos juntemos, nos movilicemos, nos unamos, nos quieren sin opinión. Quieren funcionar diciendo y uno acatando. No vamos a aguantar porque estamos en otros tiempos, donde podemos disentir y cuestionar las cosas que se están haciendo mal. Es en pos de los funcionarios y de los usuarios que exigimos condiciones dignas. No podemos dar la atención de calidad que ellos merecen”, señala Rodrigo Mora, de la FENATS.
Por su parte, Guillermo Guerra aclara que intentan demostrar las irregularidades que hay tanto dentro del hospital como del Servicio de Salud Viña del Mar Quillota (SSVQ). Por ejemplo, señala Guerra, «Jorge Ramos, director del SSVQ, contrató como asesor a Francisco Acevedo, (ex director del hospital Gustavo Fricke) que fue echado hace 6 meses de acá por malos manejos. Y junto con el actual director del hospital, Leonardo Reyes, que ya había estado a cargo del hospital, permiten que se nos reprima como el día de ayer (jueves 20 de abril), cuando autorizaron actos de violencia hacia 8 personas (6 funcionarias del hospital y 2 estudiantes que salieron en su defensa)».
Mientras, las y los trabajadores siguen analizando los próximos pasos a seguir. Se reúnen en asamblea y determinan los avances. El objetivo es sentarse a conversar para ver cómo encuentran una salida a todas las problemáticas, tanto en el aspecto clínico como también en el aspecto económico. En Chile, 26 mil personas murieron el año pasado porque las garantías AUGE no se llevaron a cabo. Las movilizaciones van a seguir y se espera extiendan hacia otros recintos.