Xavier Delgado, dirigente de la Cones: «Esto ya no da para más»

Puntaje PSU nacional, presidente del Centro de Alumnos del Liceo Manuel Barros Borgoño,  y repitente Este es uno más de los dirigentes secundarios que siguen tomando liceos y reivindicando sus derechos

Xavier Delgado, dirigente de la Cones: «Esto ya no da para más»

Autor: Wari

Puntaje PSU nacional, presidente del Centro de Alumnos del Liceo Manuel Barros Borgoño,  y repitente

Este es uno más de los dirigentes secundarios que siguen tomando liceos y reivindicando sus derechos. Aquí cuenta la experiencia de la toma y se va de lleno contra Zalaquett y sus propuestas. Insiste en que el Gobierno y todos los sectores deben escuchar bien lo que piden y lo que argumentan los estudiantes.

El entrevistado es Xavier Delgado, actual presidente del Centro de Alumnos del Liceo Manuel Barros Borgoño, uno de los más activos en las demandas y movilizaciones de los estudiantes secundarios. El mismo que salió en los matinales televisivos porque a pesar de obtener puntaje nacional en Historia y Geografía en la PSU (850 puntos), no quiso inscribirse en el plan municipal para salvar el año escolar (2011), impulsado por el Gobierno y encarnado por Pablo Zalaquett, el derechista alcalde de Santiago. Así de simple. Xavier prefirió repetir el año que dejar de pelear por lo que creía.

Xavier es flaco, tiene 19 años, lleva un polerón ancho y un gorro de lana embutido en la cabeza. Es dirigente también de la Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios (Cones). Me conduce a través de la multicancha, donde ajenos a la lluvia, sus compañeros juegan futbol y basketbol, y se turnan para poner canciones en una radio como banda sonora de su experiencia. Llegamos a un dormitorio comunitario y ante la presencia de los otros chicos que conversan o duermen, acomodamos unas sillas y dimos paso a la entrevista.

-¿Qué significa para ti el Barros Borgoño de antes y después de la toma de siete meses?

-Cuando llegué al Barros Borgoño, entré esperando excelencia académica. Hasta Octavo iba en un subvencionado y mis viejos pagaban 28 mil pesos mensuales. Sentí que era una carga para ellos pues no estaban en condiciones de pagar ese dinero y, bueno, yo podía irme a un colegio público. Entonces me puse a pensar qué liceo podría recibirme en educación media y llegué acá y postulé.

-¿Cuál fue la diferencia?

-Lo que encontré por primera vez, fue interacción con los pares, con la política dura, con juventudes de partidos, con colectivos de acción social. Cosas que allá donde vivo no se ven. Vengo de Puente, cerca del Cajón del Maipo. Venirme al Barros Borgoño marcó el inicio de mi despertar social. Cuando llegué tenía 14 años, estaba en Primero Medio. No tenía idea de nada, quién iba a andar preocupado a los 14 años de los índices de desigualdad, de los bajos ingresos de la mayoría, de los abusos de la Banca. El Barros Borgoño me quitó esa venda que tenía puesta, así me pude dar cuenta de tantas cosas que están mal. El colegio me sociabilizó y me politizó en el buen sentido de la palabra. Después de haber estado un año en el liceo me empezaron a doler ciertas desigualdades sociales.

-¿Qué desigualdades?

-Por ejemplo, si tú me dices la comuna donde nació o vive una persona, se puede inferir dónde va a morir. Estadísticamente si vives en La Florida, puede que tengas un pequeño salto social y te mudes a Ñuñoa, pero de ahí no pasas. O si naciste en La Pintana, probablemente mueras en La Pintana. Me duele ver tanta desigualdad, que me digas el ingreso de tus padres y yo pueda predecir estadísticamente tu puntaje en la PSU.

-¿Qué es lo que proponen como estudiantes del Barros Borgoño?

-Que como sociedad debiéramos discutir el modelo que queremos y eso proyectarlo y llevarlo adelante. Entendemos la educación como el principal factor de cambio social, la mejor herramienta. La primera tarea que tenemos es ver qué tipo de sociedad tenemos y poner nuestro modelo educativo en función de eso.

-¿Por qué crees que no es así?

-El principal problema que tenemos es el Gobierno. El Gobierno te habla de un modelo país que la ciudadanía está rechazando, porque en el fondo es un modelo neoliberal de mercado. Proponemos otra sociedad de mayor integración social, de mayor cooperación entre todos. Tenemos que enfocar la educación en eso, en fomentar la humanidad para que los individuos se relacionen de manera armónica con su entorno social.

-¿Qué te gustaría que pasara?

-Me gustaría que escucharan sobre lo que estamos haciendo, que vean nuestras demandas, que lean el compendio Cones. Los invito a echarle un ojo, a ver qué tanto comparten nuestro diagnóstico. Quiero que lo que estamos planteando se discuta, que se entienda el movimiento secundario como propositivo. Sacarnos ese prejuicio de que reclamamos sólo por reclamar. Estamos aportando soluciones, diálogo, nos aburrimos de que nos tengan que proponer soluciones, porque el camino más corto es que lo resolvamos nosotros mismos. Queremos llegar a la autoridad y decirle, haz esto, ejecútalo, lo cual tampoco es la idea porque sería imponer algo, pero si ellos no quieren darse el trabajo de plantear las soluciones, tendremos que hacerlo por nuestra propia cuenta.

LAS REGLAS DE LA TOMA

En la entrada del liceo tienen un cartel que destaca entre varios. Está escrito con las reglas de la toma: al que destroza algo, como castigo le plantean pagar el daño, se le exilia de la toma y se le pega una pateadura. Hábitos de “un liceo de hombres”.

-¿Después de tanto tiempo cómo lograron mantener las tomas y subsistir en términos económicos?

-La primera toma fue el año pasado. Al principio empezamos a tener problemas de comida, de frazadas y se nos vino el invierno encima. Lo principal fue el tejido social que se armó en torno al compartir. Te hablo de juntas de vecinos, de muchos grupos políticos que llegaron. Subsistimos gracias al tejido social que se armó y eso en términos de convicción fue lo que nos permitió mantener la toma siete meses. Creer hasta el último minuto de que podíamos aportar algo, por lo menos un proyecto de ley que siguiese el camino de la desmunicipalización de la educación. Y nos negábamos a ver que nuestras acciones más duras no servían de nada.

-Pero siguieron adelante.

-En un principio la coacción mediática fue fuerte. Decían: ¿Por qué siguen en toma los estudiantes si no logran nada? Nosotros decíamos: ya logramos la atención de los medios, ahora podemos avanzar con la plataforma de la toma hacia las soluciones. Así lo creímos durante los primeros siete meses y ahora lo seguimos creyendo. Solamente fuimos escuchados con acciones radicales y lamentablemente se creó la convicción de que ése es el camino para lograr lo que se quiere, para cumplir nuestros petitorios. Nosotros planteamos todo un primer semestre de movilizaciones pacíficas, marchas, actividades culturales, paros reflexivos, etc. y nos dimos cuenta que las cosas no estaban avanzando al ritmo que el país necesita. Entendemos que esto es una lucha de muchos años, de la que probablemente nosotros no veamos los beneficios, pero queremos aportar a ello.

-¿Cómo se distribuyen los roles en la toma?

-En la toma intentamos mantener la institucionalidad que tenemos como Centro de Estudiantes. Nuestros representantes son los Consejos de Curso, que es como el poder legislativo del colegio. Intentamos eso, pero también entendemos que los que estamos dentro requerimos mantener cierta autonomía. Para lo cual tenemos una Asamblea que resuelve las cuestiones domésticas, algunas normas de conducta, situaciones como ¿qué vamos a comer mañana? Intentamos crear esa interacción entre todos los que están acá, que se sientan partícipes de las decisiones seguidas por la toma. También tenemos una suerte de comisión de ética, que ve algunas situaciones de faltas a las normas.

-¿Cuáles son las reglas?

-No se puede rayar, ley seca por supuesto, no pueden ingresar mujeres, y la ley nube.

-¿Podrías explicarme eso de la ley nube?

-La ley nube es que nadie puede estar por sobre las nubes, volao, fuera de sus cabales. No se puede consumir cocaína, beber alcohol, ni fumar pitos dentro del establecimiento. Ni tampoco llegar en ese estado. Por el bien del movimiento tenemos que hacerlo así. Porque el año pasado se dijo que las tomas poco menos que eran lugares de perdición. No queremos prestarnos a ese tipo de comentarios y no vamos a dar la oportunidad.

-¿Los espían?

-Nos enteramos que teníamos un canal de televisión pegado ahí (a través de una ventana señala un piso del edificio del frente), trabajando las 24 horas, esperando sacar imágenes para perjudicarnos, como gente tomando, etc. No queremos salir en esa clase de reportajes que desvían la atención del problema principal y por eso no les vamos a dar esa chance.

-¿Cómo es eso de la prohibición del ingreso de mujeres?

-Nos ponemos el parche antes de la herida en lo que concierne al ingreso de mujeres. Ninguna mujer se puede quedar aquí después de las 20:30 horas. A menos que sea por motivos políticos. Una vez hicimos una excepción cuando tuvimos aquí a unas chicas del Liceo 7 que durmieron en una pieza aparte, porque iban a ir a tomarse en la mañana su colegio que queda a unas cuadras de acá. Querían quedarse a dormir aquí porque muchas viven en la periferia y sabemos cuánto se demora uno en llegar. Pero que se queden las amigas y las pololas está tajantemente prohibido.

UN ALCALDE MAL ASESORADO E HISTÉRICO

-Zalaquett dice que no quieren dialogar.

-Es mentira eso que dice Zalaquett. Él nos hizo una propuesta, nosotros la hicimos llegar a las bases. Casi todos se opusieron a un ítem puntual: el Alcalde quería que se pasara asistencia. Sabemos que el tema del Alcalde pasa por lo monetario, desea sacar una tajada de las subvenciones que tiene retenidas en el Ministerio y nosotros nos opusimos a ese pequeño punto. Incluso estábamos totalmente dispuestos a que previa derogación del decreto que impide a los profesores participar de una toma, éstos ingresaran al liceo para seguir con las clases, pasando la materia. Esa fue nuestra contrapropuesta, muy similar a la de él, pero la rechazó. Ahí comprendimos que no estaba interesado en los contenidos, ni en nada que tuviera que ver con nuestra educación, sino con la plata. Si le interesaba de verdad que retomásemos una suerte de normalidad, no hubiese habido ningún reparo hacia nuestra propuesta. Esa pequeña divergencia nos llevó a rechazar globalmente la propuesta del Alcalde. Si no hay diálogo, es porque no es capaz de dialogar. Zalaquett es el intransigente que no puede entender la postura estudiantil. La responsabilidad recae en él.

-¿Están preparados para los desalojos?

-Desalojamos sin problemas, para que no nos golpeen, cosa que a los carabineros le gusta hacer. Una vez que nos muestren la orden firmada por el Alcalde, nos deben dar 15 minutos para evacuar. Luego nos daremos un par de vueltas y nos volveremos a tomar el colegio. Y si está ocupado no volveremos a clases y lo tomaremos nuevamente a la primera oportunidad que tengamos. Ese es el plan de acción. Pelear con carabineros no tiene ningún sentido.

-¿Cómo el Gobierno puede impedir que se lo vuelvan a tomar?

-No pueden hacer nada.

-Zalaquett dice que los secundarios están influenciados por la agitación de maquinarias políticas partidistas.

-Siempre van a decir lo primero que se les ocurra para perjudicar nuestro movimiento, pero esas palabras se diluyen en el aire y las medidas que toman son tan tontas que caen por su propio peso. No hay muchas máquinas políticas acá en el liceo; la mayor agitación la producen las desigualdades sociales, una agitación superior a eso no hay acá. Porque en el fondo la rabia se contagia. Cuando empiezas a manejar cifras, datos y se los cuentas al compañero, se produce la indignación. Por eso, es una mentira que acá haya una máquina política agitando como dice el Gobierno.

-Es bien burda la postura comunicacional del Alcalde.

-Está pesimamente asesorado. En el fondo no sé qué busca con los desalojos. Si seguimos así, va a llegar el día en el que tengamos un carabinero dentro de cada aula, obligándonos a estudiar. Si no tienen la capacidad técnica de proponer una salida al problema de la educación, no tienen tampoco que darle a la prensa esas imágenes de violencia que muestran cada día. El Alcalde lo que no entiende es que para una pelea siempre se necesitan dos personas por lo menos. Si llegan carabineros no sé qué esperan. Ellos llegan con una orden violenta, que es desalojar.

-¿Qué está tratando de hacer el Gobierno?

-Enlodar lo que ha sido el despertar estudiantil. Me molesta cada vez que dicen que están con la educación, que la apoyan, porque si alguien te apoyara no andaría desalojando colegios a la fuerza. Muchas veces carabineros hace más destrozos en la entrada que los estudiantes adentro. Hay una suerte de doble discurso que no hace nada más que moldear la figura del Alcalde como un ser repudiable que te dice “dialoguemos” y al momento tienes a carabineros dentro del colegio pegándole a nuestros compañeros. Acá por ejemplo, no han venido a desalojar, pero tenemos a muchos chicos que los han detenido en las inmediaciones del liceo antes de que lleguen acá, tanto por uniformados como por civiles. Hay un peligro para el que viene, pues te hacen controles de identidad como amedrentamiento. Todo eso invalida cualquier argumento de Zalaquett.

-Seguramente en vista a las próximas elecciones presidenciales, comenzarán los acercamientos con los partidos políticos. Ya que este Gobierno no hizo nada por ustedes, ¿crees en la posibilidad de un pacto entre los estudiantes y la futura izquierda?

-Este gobierno actual ya tuvo su chance de hacer algo y la desperdició totalmente. De alguna forma creo que son necesarios los acuerdos a nivel político, pero la demanda social sobrepasa por mucho lo que puede hacer la institucionalidad hoy en día. Creo que si se quiere dar respuesta a todas las demandas sociales que el país necesita, se requiere una profunda reforma constitucional. Una Asamblea Constituyente que mejore las funciones del Estado. Así, “grosso”, entrar a picar como se dice, porque los requerimientos del sector social son demasiados. Son una cosa que no se puede negociar entre cuatro paredes. Es una marea tan fuerte que ya no te cabe en un vaso. La institucionalidad no está dando abasto para todo el grito gutural que está articulando la sociedad. El problema es construir representatividad para sentirse identificado, porque esto ya no da para más.

Por Leo Robles

Foto de Rodrigo Núñez 

El Ciudadano Nº132, primera quincena septiembre 2012


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