Cuando recién asumió su cargo, Jorge Burgos señaló tajante que «A mi no me gustan las retroexcavadoras, porque andan para atrás, y creo que este país necesita ir para adelante» marcando la línea respecto del modo en el que se harían las cosas siendo el nuevo jefe de gabinete.
Todos los sectores, en especial los más conservadores, entendieron el mensaje y bajo los eufemismos de “dialogo” “revisión” y “responsabilidad” se daban luces respecto del giro que tomaría el gobierno respecto de su otrora mapa de navegación: el programa.
A estos mensajes se sumaba que los principios de brotes verdes que mostraba la economía nacional a principios de este año se pudrieron, por lo que había que comenzar a recortar el presupuesto y con ello reducir las expectativas del cumplimiento de las ofertas electorales más importantes como Gratuidad en Educación y reforma Laboral, y a aquellas que son parte del adn moral DC, como es el caso de la despenalización del aborto.
Respecto de la gratuidad en Educación la falange ha sido clara. Su histórico militante y miembro de la comisión del Hacienda del Senado, Andrés Zaldívar, ha señalado que “lo principal es cumplir con la disciplina fiscal, ya que sin ella este país puede irse por un tobogán (…) en ese sentido soy estrictísimo: si las platas alcanzan, se hace. Si no alcanzan, no se puede hacer”.
Al respecto, Ignacio Walker, senador y ex presidente de la falange, pone en duda el que el gobierno logre la promesa de que la gratuidad universitaria llegue al 70% en 2018 expresando que “el programa de Bachelet añadió, sin consulta a los partidos y contraviniendo el acuerdo de 2012, llegar a la gratuidad universal en 2020, cuestión que tiene una serie de complejidades tanto conceptuales como financieras”.
La respuesta desde la Nueva Mayoría no se hizo esperar, siendo la propia presidenta del PS, la senadora Isabel Allende, la que hizo el llamado de atención declarando que “bajo ningún concepto y bajo ninguna circunstancia podemos sacrificar la Reforma Educacional, tampoco estamos por sacrificar la agenda laboral y otros temas”.
En materia Laboral, de forma muy soterrada ha emitido señales que han alertado a sus socios de coalición. La reforma, que esta semana inicia su trámite en el Senado, está siendo sometida a intensas presiones desde los gremios patronales, la derecha y los grupos económico, y la DC se ha unido al coro de voces que piden moderar la ley con tal de no “afectar la economía” tal como se le expresó a la ministra del ramo y camarada, Ximena Rincón.
Nuevamente es Andrés Zaldívar quién lleva la batuta en el debate y remarca que “le hemos planteado al Gobierno que tiene que decirnos claramente de qué manera creen ellos que la Reforma evite generar un daño en relación con el planteamiento y preocupación que ha manifestado en cuanto a la caída del crecimiento, o el tema del empleo, o el efecto que pueda tener en la economía y si acaso hay que hacer algunas modificaciones o adecuaciones como para que salga una buena Reforma”.
La guinda de la torta la puso el ministro del Interior, Jorge Burgos, esta semana cuando apoyó la moción de su partido de aplazar la discusión en el Parlamento de la ley que despenaliza el aborto en tres casos específicos. “Me parece razonable” fue el escueto pero decidor mensaje emitido por el jefe de gabinete, que terminó por aplazar el inicio del debate legislativo respecto a este tema.
“Me preocupa si el ministro Burgos actuó como ministro o a título personal. No le niego su derecho a opinar, pero como ministro debería tener más cuidado para que sus palabras no sean malinterpretadas” dijo el presidente del PC para reaccionar respecto de la acción del ministro Burgos.
Mientras que el presidente de la bancada de diputados PS, Manuel Monsalve, expresó que “Este es un proyecto del programa de gobierno, y que lleva varios meses de debate, por lo que resulta sorprendente e impropio que a horas de la votación la DC se pronuncie. Uno puede interpretarlo más como la voluntad de instalarse públicamente que como una voluntad de contribuir al trámite legislativo”.
A pesar de los alegatos de sus socios de coalición la Democracia Cristiana sigue ahí, impertérrita, asumiendo el control de la situación. Y poniendo en la mesa sus 5 ministros, 21 diputados, 7 senadores y 120 alcaldes, toda una maquinaria esperando entrar en acción. No hay que ser muy lúcido para saber quién ronca hoy en la coalición de gobierno.