Este viernes 29 de junio se cumplieron34 años del fallido intento de golpe contra Salvador Allende perpetrado por un grupo de oficiales del regimiento de tanques Blindados Nº 2, que pasó a la memoria como El Tancazo o el Tanquetazo. También se conmemora la muerte del camarógrafo argentino-sueco Leonardo Henrichsen, asesinado en las calles de Santiago ese mismo día de 1973, al igual que una treintena de víctimas civiles. En Santiago, hubo dos actividades recordatorias, organizadas por periodistas y amigos de la profesión:
1) 11 horas, Acto in Memoriam, Amunátegui 31, tercer piso (Círculo de Periodistas de Santiago)
2) 12 horas, Romería y Ofrenda Floral frente al Banco Central (Agustinas y Morandé)
Antecedentes del crimen
Henrichsen cubrió el levantamiento militar del 29 de juicio de 1973 para la Radio y Televisión de Suecia. Encontró la muerte mientras filmaba a una patrulla al mando del cabo Héctor Hernán Bustamante Gómez, quien fracasó en conseguir que Carabineros permitiera el acceso a La Moneda por la Comisaría de Accidentes del Tránsito (CIAT) que se hallaba debajo de la Plaza de la Constitución, en la parte posterior del palacio presidencial. Distintos uniformados también fracasaron en otras tareas ordenadas por el jefe de los sublevados, teniente coronel Roberto Federico Souper Onfray, como solicitar la rendición a la guardia de Carabineros encargada del palacio presidencial y exigir la definición de las fuerzas del regimiento Buin, que llegaron al sector desde el norte de la ciudad, al mando del coronel Felipe Geiger Stahr, quien finalmente decidió no intervenir, abandonando a su suerte al jefe del levantamiento, que se hallaba a bordo de un tanque estacionado en los aledaños de la Plaza de la Constitución. El periodista registró las imágenes de los militares que lo mataron cuando tuvo la mala suerte de toparse, a las 9:10 de la mañana, con el malhumorado cabo Bustamante que, tras el fracaso de su misión de enlace, se dedicó a agredir a los civiles que transitaban por las calles Agustinas y Morandé hasta que Souper dio la orden de huir en desbandada.
Durante este episodio ocurrieron algunos hechos singulares. Uno fue el oscuro desempeño de Agusto Pinochet, entonces jefe del estado mayor del Ejército, quien apareció en el palacio de La Moneda, después de la huida de Souper, al mando de las tropas del Buin, en circunstancias que ese regimiento tenía su propio jefe y, además, su investidura de jefe de estado mayor lo obligaba a estar siempre cerca del comandante en jefe, como un secretario, en este caso, del general Carlos Prats González, quien no lo vio durante toda esa mañana. Cuando el presidente Salvador Allende llegó al palacio, apareció Pinochet. El general se cuadró y le dijo «Todo bajo control, mi Presidente», ante los distraídos Prats y el ministro de Defensa José Tohá. Otro detalle fue que todos los altos oficiales, incluido el general Prats, anduvieron todo ese día vestidos con el uniforme corriente, la llamada «gabardina 2», utilizada por reglamento para trabajos de oficina, en cambio Pinochet apareció «vestido para matar», en ropa de combate, como si hubiera sabido temprano que ese día habría una pequeña guerra. Este detalle fue registrado en el «Diario de Guerra» que debió abrir ese día el general Guillermo Pickering, jefe del comando de institutos militares, quien sospechaba de Pinochet y diseñó con Prats la estrategia para sofocar la intentona de golpe. Lo más probable es que Pinochet haya permanecido toda esa mañana «al cateo de la laucha», esperando hacia dónde se inclinaría la balanza del poder y cuál sería la fuerza real que exhibirían los golpistas, a quien también les falló el apoyo civil y para militar comprometido por la organización fascista Patria y Libertad, cuyos miembros no aparecieron por ninguna parte a pesar que esa misma madrugada sacaron del regimiento abundantes armas largas y pesadas que les fueron entregadas por los oficiales sublevados. Para esa fecha, Prats y Allende tenían absoluta confianza en la lealtad de Pinochet.
En la «foja» 342 del expediente de la causa 2765/73, que el Ejército instruyó inmediatamente después del intento de golpe, a cargo de Francisco Saavedra Moreno, Fiscal militar ad hoc de la Segunda Fiscalía Militar, el
teniente coronel Souper Onfray declaró el 9 de julio: «En relación a la referencia de fojas 247 vuelta, que de mí hace el cabo 1º Alejandro Latorre, no es totalmente efectivo, puesto que cuando llegó junto a mi tanque el Capitán Alliende le pregunté por el Comandante del Buin, haciéndole además la pregunta expresa de «¿dónde estaba la ayuda del Buin?». Él me contestó que estaba al mando de la Unidad mi General Pinochet y que luego de consultar volvería junto a mí; pero no lo hizo». Esta declaración por lo menos confirma la connivencia previa del Buin con el intento de golpe.
Otro hecho muy curioso fue que el cabo Bustamante casi muere ese día por lo que podría llamarse «fuego amigo». La camioneta 3/4 en que se desplazaba su patrulla huyó en dirección sur, por la calle Teatinos, pero fue interceptada en la Alameda por las tropas «leales» del regimiento Tacna, al mando del entonces coronel Julio Canesa, quien salió de mala gana a reprimir a los golpistas, presionado personalmente por el general Prats. Las tropas del Tacna se posicionaron en Alameda, frente al ministerio de Educación, donde detuvieron a muchos sublevados, pero le dispararon al vehículo de Bustamante cuando no acató la voz de alto. Hubo un muerto y varios heridos graves, que fueron llevados de inmediato al Hospital Militar, entre ellos el cabo Bustamante, quien hoy quizás sea cojo porque recibió los impactos de grueso calibre en las extremidades. Un Informe Reservado del Ejército de Chile [Dirección General de Logística, Sección de Sanidad, Hospital Militar], dirigido al tribunal castrense el 24 de julio de 1973, describió la atención prestada a los heridos y fallecidos el día 29 de junio de 1973 y registró: «CB.1 Héctor Bustamante, Regto. Blind. 2 Fractura húmero izquierdo y pie der. Hospitalizado». Inmovilizado por sus heridas, Bustamante no compareció a declarar ante el fiscal militar, como lo hicieron decenas de cabos, suboficiales, oficiales, y centenares de soldados, carabineros y civiles.
Para ocultar que hubo encuentros armados en el centro de la ciudad entre militares «leales» y golpistas el Ejército creó una fábula: los disparos que recibieron algunos sublevados, como la patrulla de Bustamante, salieron de la construccion de la Torre Entel, a pocos metros de distancia, donde Investigaciones detuvo a 159 personas, entre obreros, ingenieros y otros trabajadores, quienes estaban desarmados y más bien se habían ocultado temerosamente en los sótanos del edificio que carece de ventanas. En definitiva, el cabo Bustamante Gómez fue uno de los pocos militares atacados por sus propios pares en el centro de la ciudad, ya que las fuerzas del Tacna se tomaron a tiros la sede del regimiento Blindados Dos, más de un kilómetro al sur de La Moneda, donde hubo un conscripto muerto y otros heridos. En la jornada hubo 22 muertes civiles documentadas por el fiscal y una decena de uniformados.
El 12 de julio de 1973, el conscripto José Orlando Villa Paredes, de la Compañía de Tiradores del Regimiento Blindado 2, en la foja 528 (b) aparece declarando textualmente ante el juez militar: «Nos apostamos en Morandé con Moneda, mandados por el cabo Bustamante, quien nos ordenó disparar al aire para espantar los civiles. Mi cabo después nos ordenó corrernos a Morandé con Agustinas, también nos ordenó disparar al aire. Al rato, como se iban los tanques del lugar, el cabo Bustamante nos ordenó subir a la camioneta en que habíamos ido y en la Alameda nos detuvo mi General Prats, quien estaba frente a la Torre Entel. No sé de dónde nos dispararon y murió un conscripto que iba en la camioneta, quedando dos de nosotros heridos, a los que llevamos al Hospital Militar». Este conscripto de la patrulla de Bustamante está, por lo tanto, entre los candidato a la autoría directa del asesinato del periodista, puesto que el disparo mortal definitivo lo hizo un soldado, debido a que el cabo erró por mala puntería, no por falta de deseos de matar. El conscripto Villa Paredes reconoció ante el juez haber disparado por lo menos al aire, pero entrevistado por este periodista el 27 de abril de este año, en su domicilio de Puente Alto, para un documental sobre Leonardo Henrichsen del realizador argentino Andrés Habegger, describió su actuación de ese día más como si sólo hubiera participado en un pacífico paseo militar por el centro de la ciudad. Treinta y cuatro años después ni siquiera admitió haber disparado al aire. «¡Jamás disparamos!»
El asesinato de Leonardo Henrichsen todavía continúa impune. Hasta ahora los tribunales chilenos han denegado justicia a la familia del periodista. La jueza Romy Grace Rutherford Parentti, del Segundo Juzgado del Crimen, desestimó por ‘prescripción’ la querella criminal presentada por los hijos Josephine y Andrés Henrichsen Macfarlane, el 27 de octubre de 2005, contra el cabo Bustamante Gómez ‘y quienes resulten responsables’. La corte de Apelaciones acogió también la tesis de la prescripción. El último reclamo de justicia fue un recurso introducido ante la Corte Suprema a fines de abril de este año, por el abogado Hiram Villagra, “por los delitos de secuestro calificado, asociación ilícita genocida, crímenes de guerra y homicidio calificado” de cuatro ciudadanos argentinos muertos o asesinados bajo la dictadura militar: Leonardo Henrichsen, Oscar Héctor Bugallo Celuzi, Miguel Angel Lacorte y Héctor Garzán Morillo.
Mientras tanto, Bustamante Gómez residiría actualmente en Arica, en el extremo norte de Chile. Y todos los jefes, autores intelectuales y cómplices civiles de este putsch acaecido 74 días antes del golpe de Pinochet –11 de septiembre de 1973– gozan de libertad y buena salud. Souper Onfray prestó incluso sus servicios a la DINA de la región metropolitana de Santiago, la guardia pretoriana que eliminó o hizo desaparecer a más de 3.500 disidentes y opositores a la dictadura.
Ernesto Carmona