La Revolución Rusa marcó la historia del siglo XX, pues fue el momento en que obreros, soldados y campesinos, dirigidos por el Partido Bolchevique, conquistaron el poder para iniciar la inédita experiencia de la construcción socialista.
Fue Vladimir Ilich Lenin su conductor, a quien correspondió la legendaria materialización del primer Estado socialista, a partir de aquel 7 de noviembre de 1917 en la vieja Rusia de los zares, según reseña el portal del periódico Granma.
Sobre el poder obrero-campesino se hacían realidad, por primera vez, los ideales de Carlos Marx y Federico Engels, pese a las difíciles circunstancias de su ascenso en el contexto feudal o incipiente capitalista de Rusia.
Fue entonces cuando el poder soviético tuvo la capacidad de resolver enormes tareas en beneficio de las masas desposeídas, y crear un potencial humano que hiciese posible inconmensurables hazañas en la historia de la Humanidad.
Al margen de cualquier otra consideración, de las acciones del enemigo, de los errores propios o de las traiciones de algunos hombres, la Revolución de Octubre sembró la semilla siempre presta a fructificar e irradió una luz inapagable.
Ayudó a numerosos pueblos. Dio condiciones y facilidades que aún hoy son admirables al estudiarse las relaciones entre una gran potencia y los países más pequeños.
Sin la ayuda de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) muchos países europeos hubieran caído bajo el coloniaje alemán y la victoria de Vietnam para consolidar su independencia frente a la agresión de EEUU hubiera sido más complicada.
La revolución naserista en Egipto a partir de 1952 hubiera sido ahogada por las potencias occidentales si no hubiera llegado la mano amiga de la URSS en 1956 y en América Latina, la Revolución Cubana hubiera tenido que vencer muchos más problemas creados por EEUU si no es por el apoyo preciso y amplio de los soviéticos.
Igual hubiera ocurrido en la guerra de resistencia de Angola y Cuba, donde el apoyo logístico de la URSS facilitó la victoria sobre el régimen racista de Sudáfrica y ello cambio la historia de ese continente.
Para el escritor, científico y traductor Manuel Talens “la Revolución de Octubre fue desde su primer momento un referente del movimiento obrero internacional y de las organizaciones socialistas que no claudicaron frente al belicismo y las ansias de conquista de los poderosos de la tierra”.
Añadió: “Sobre el 7 de noviembre de 1917 y su importancia histórica se han escrito toneladas de páginas y lo que yo pueda añadir ahora es que la Revolución rusa fue la segunda de la historia, pero la primera que ganó el proletariado, pues la francesa, de carácter burgués, dejó intacta la propiedad privada capitalista de los medios de producción como sistema económico imperante”.
A juicio de Talens, la Revolución rusa o Revolución de Octubre fue “la prueba tangible que necesitaban los parias de la tierra para estar seguros de que el sueño de Marx no era irreal”.
La revolución de octubre crea una coyuntura histórica sin precedentes. Por primera vez una clase social desposeída, la clase obrera, encabezaba una revolución que establecía un nuevo poder, la República de los soviets, cuyo objetivo era acabar con el sistema explotador capitalista como parte de un proceso revolucionario de ámbito internacional, y así poder iniciar la construcción de una sociedad nueva, el socialismo, sin explotadores ni explotados.
DÍAS PREVIOS A LA INSURRECCIÓN DE OBREROS, CAMPESINOS Y SOLDADOS
Desde febrero de 1917 el proceso revolucionario contra el Zar había mostrado su fortaleza con la caída del zarismo, pero no definitivamente como para derrotar a la burguesía rusa que pretendió mantener el poder en sus manos como había ocurrido en la Revolución Francesa y a partir de la eliminación del Zar hizo cuanto pudo para apartar a los bolcheviques del poder.
Para Lenin, quien durante más de dos décadas estuvo en la batalla política contra al monarquía zarista, era imposible que sólo a través de las luchas sindicales los obreros llegasen a la conciencia socialista, necesaria para constituir un gobierno revolucionario por lo que el 12 de octubre, según el calendario ruso que luego fue cambiado por el calendario Gregoriano, el Comité Ejecutivo del Soviet de Petrogrado aprobó el estatuto de su brazo militar: el Comité Militar Revolucionario.
El estatuto intencionadamente era ambiguo. Los bolcheviques todavía no podían hablar abiertamente de la ofensiva insurreccional y la escondían tras propuestas llamadas defensivas.
Los conciliadores habían percibido la maniobra bolchevique y se habían negado a participar en el Comité.
El órgano militar quedó integrado por bolcheviques y sus simpatizantes. El Comité Militar Revolucionario era presidido por León Trotsky, quien días después es apresado por el gobierno provisional.
Los bolcheviques eran ampliamente mayoritarios entre los soldados y marineros en Petrogrado, Moscú, Kronstadt, Finlandia, entre otros, aunque la situación en los frentes de combate más distantes de esos centros no les era tan favorable.
Esa coyuntura daba condiciones a los bolcheviques para planear la toma de Petrogrado y la destitución de Alexandr Fiódorovich Kerenski, quien tras la caída del Zar en la llamada Revolución de Febrero se había ocupado del establecimiento de un gobierno provisional republicano y había decretado la supresión del partido Bolchevique liderado por Lenin desde el exilio.
Ante tales circunstancias, la organización de la insurrección fue puesta en manos de los militares bolcheviques, los únicos con legitimidad ante las fuerzas populares para conducir las operaciones armadas.
A las dos horas del 25 de octubre (7 de noviembre por el calendario actual) comenzaron las operaciones con la ocupación de instalaciones públicas tales como correos, telégrafos, la central telefónica, la estación ferroviaria, la central térmica, el servicio de abastecimiento del agua, los almacenes de abastecimiento de alimentos, los arsenales militares, el Banco del Estado y también de las grandes gráficas, por parte de soldados, marineros e integrantes de la Guardia Roja, reseña el portal rebelion.org.
En el hecho no hubo mayores enfrentamientos armados y los primeros prisioneros se entregaron resignadamente.
El apoyo popular a la insurrección, al Soviet y a los bolcheviques era tan sólido que no hubo necesidad ni de barricadas ni de intensos tiroteos ni de movimiento súbito de tropas.
Los hechos se desarrollaron sin que corriese sangre. Aproximadamente a las 10 horas, sin haberse tomado la sede del gobierno provisional en el Palacio de Invierno, el Comité Militar Revolucionario del Soviet de Petrogrado divulgó un boletín anunciando la victoria, la destitución del gobierno y el traspaso del poder al propio Comité.
A las 12 horas el Pre-Parlamento fue evacuado y sus miembros se dispersaron sin resistencia. Las primeras medidas iban destinadas a acabar con la guerra, distribuir las tierras y a instalar el nuevo gobierno.
El Congreso eliminó la pena de muerte, determinó la liberación de los soldados y campesinos por motivos políticos, concedió la libertad de agitación, los altos funcionarios del gobierno provisional fueron destituidos de sus cargos y se decretó prisión para Kerensky y para el general del ejército ruso y comandante de las tropas Lavr Gueórguievich Kornílov, quien desde febrero preparaba un golpe de Estado contra Kerenski.
Es así como una declaración del gobierno revolucionario, dirigido por Lenin, planteando una paz democrática fue aprobada por el Congreso, sin anexiones territoriales ni indemnizaciones y la presentó a las demás naciones contendientes del conflicto, así como a sus pueblos.
De la misma forma se dejó sin efecto la diplomacia secreta y se propuso una tregua inmediata que permitiera iniciar las negociaciones de paz.
Asimismo, se hizo un llamado en particular a los obreros franceses, ingleses y alemanes para que luchasen por la paz y presionasen a sus propios gobiernos, a la vez que luchaban contra toda explotación.
El socialismo llegó al mundo proclamando la paz entre las naciones y los pueblos del mundo lo reconocen.
Fuente: www.guevariando.org
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