México DF.- En entrevista digital desde Ecuador, el diplomático e historiador Abraham Quezada (1961), habla del proyecto Nerudiana Epistolar Dispersa: “Mi quehacer persigue recopilar y ojalá editar el otro Confieso que he vivido de Neruda. Cuando por fin dispongamos de un volumen con gran parte de las epístolas del poeta, sin duda emergerá un nuevo Neruda, un tanto distinto, más humano, menos personaje, más persona. Es importante conocer el ‘revés de trama’, que explica la superficie, completa e ilumina ángulos oscurecidos y ayuda, en definitiva, a conformar el ‘gran mosaico’ de la personalidad de este chileno tan universal”. Este año, el doctor © en Estudios Americanos publicará un libro sobre la amistad de Pablo Neruda y Salvador Allende: “He ido descubriendo la importante compenetración que existió entre ambos, he podido avanzar, y espero poder dar cuenta de una relación distinta, pero entrañable”.
Editor de las antologías de cartas: Pablo Neruda. Epistolario viajero 1927-1973 (RIL, 2004); Correspondencia entre Pablo Neruda y Jorge Edwards (Alfaguara, 2007); Cartas a Gabriela Mistral (RIL, 2009); Pablo Neruda-Claudio Véliz. Correspondencia en el camino al Premio Nobel, 1963-1970 (DIBAM, 2011); Pablo Neruda y Jorge Carrera Andrade: del Finis Terrae al aro Equinoccial (Libresa, 2012). También es autor del libro: Pedro Aguirre Cerda. Trayectoria de un ideal educativo (1990; 2ª. Ed. 2011) y del Diccionario de conceptos históricos y geográficos de Chile (RIL, 2004; 2ª. Ed. 2010).
En entrevista exclusiva con Clarín.cl Abraham Quezada respalda la próxima exhumación de Pablo Neruda, programada para el 8 de abril: “Entiendo que existen dudas razonables acerca del final del poeta y, en definitiva, debe prevalecer la verdad. Si ella pasa por la exhumación del cadáver del poeta, hay que seguir adelante y concluir esa fase de la mejor forma. Desconozco las tecnologías forenses actuales si serán capaces, a 40 años, de detectar un posible pinchazo anómalo que habría acelerado su muerte. No descarto la teoría del asesinato, menos si como hemos sabido posteriormente que el régimen de esa época no trepidó ante nada y nadie, pero me cuesta pensar que así hubiese sido”.
MC.- Abraham, ¿cuándo terminarás de compilar todas las cartas de Neruda?, ¿en qué porcentaje de avance se encuentra la Suma del Epistolario Total?
AQ.- Es, como bien comprenderás, un esfuerzo mayor, que hasta el momento está rindiendo algunos frutos, pues he editado varios epistolarios parciales de Neruda. Tengo un plan trazado a varios años, que involucra seguir la huella de las amistades y el entorno del poeta, luego identificar con quienes pudo haber tenido correspondencia. Enseguida me aboco a determinar si existieron contactos epistolares. No es fácil, al contrario, es demoroso y, a veces, hay suspicacias, de gente que simplemente no desea mostrarlas o darlas a conocer, y ello es legítimo, aunque debo confesar que siento que una parte del poeta está quedando oscurecida, y un intelectual tan luminoso, tan colectivo, tan de todos, no puede quedar en penumbras. Este es un trabajo de indagación que estoy efectuando tanto dentro como fuera de Chile. Sorprendentemente y hasta el momento, he encontrado más materiales valiosos e inéditos fuera que dentro de mi país. Mis amigos, que saben de estas pesquisas, me ayudan con datos y veces me proporcionan copias de textos desconocidos. Es, en definitiva, una historia que busca armar una red, en este caso de intelectuales, escritores, amigos, conocidos, familiares, etcétera, que hay que reconstruir para dar con aquéllos que fueron parte de ese entorno y eventualmente intercambiaron correspondencia con el poeta.
MC.- ¿Por qué incluirás las cartas de corte doméstico, sin demasiada trascendencia en la biografía de Neruda?
AQ.- Me interesa recopilar la Nerudiana Epistolar Dispersa, no por un mero afán de “atisbar las vida de los otros”, sino porque un escritor tan proteico, cuya producción poética al decir de un estudioso “envió de vuelta a España las carabelas de Colón”, es “la totalidad de su lenguaje” (aunque sea de tono menor). Por otra parte, la correspondencia es “la forma más pura de la autobiografía”. Estas dos son las premisas que nortean mi trabajo. De ahí que lo “de corte doméstico o sin demasiada trascendencia” también resulta útil para reconstruir parte o los trazos de una existencia.
Mi quehacer, en cierto modo, persigue recopilar y ojalá editar el otro “Confieso que he vivido” de Neruda. Cuando por fin dispongamos de un volumen con gran parte de las epístolas del poeta, sin duda emergerá un nuevo Neruda, un tanto distinto, más humano, menos personaje, más persona. Es importante conocer el “revés de trama”, que explica la superficie, completa e ilumina ángulos oscurecidos y ayuda, en definitiva, a conformar el “gran mosaico” de la personalidad de este chileno tan universal. ¿A qué más puede aspirar un estudioso de la vida de un poeta como Neruda?
MC.- ¿Cómo te fue durante el reciente viaje a La Habana?, ¿los escritores cubanos aportaron algunas cartas nerudianas para tu proyecto editorial?
AQ.- Muy bien, fue una gentil invitación extendida por los organizadores de la 22 Feria Internacional del Libro de La Habana. Di dos charlas allí con una muy interesante presencia de público. Me alegró mucho constatar que ya conocían mi trabajo en ese país y que algunos de mis libros habían arribado a la isla. Pude además, visitar algunos centros académicos y entrevistarme con algunas personalidades locales, conocedoras de Neruda. Por ejemplo, con las autoridades de Casa de las Américas, con el poeta Pablo Armando Fernández, con Aitana Alberti (hija de Rafael, amigo de Neruda), con el historiador Ciro Bianchi Ross, etcétera. Tuve, además, un encuentro social con Roberto Fernández Retamar. Sí, en Cuba encontré algunos materiales nerudianos, los cuales para mi alegría y regocijo, están todavía inéditos.
MC.- La editorial ecuatoriana “Libresa” publicó tu epistolario: “Pablo Neruda y Jorge Carrera Andrade: del Finis Terrae al aro Equinoccial” (2012), ¿has recibido otra propuesta para publicar un libro con las cartas de Neruda y sus interlocutores en distintos países?
AQ.- Ese trabajo, aparecido el año recién pasado, lo publicó la prestigiosa editorial Libresa de Quito y fue presentado en la Feria Internacional del Libro de Santiago, Quito y La Habana, y generó bastante interés, pues contiene un ensayo que explica el paralelismo que yo identifico en esos dos autores, así como parte de su correspondencia. Muchos intelectuales ecuatorianos, en su momento, me hicieron ver, que si bien Carrera Andrade es un poeta relevante de Ecuador, desconocían por completo los vínculos de amistad que mantenía con el vate chileno.
No, hasta el momento no he recibo propuestas de editarlo en Chile, cosa que me sorprende, pues allá se conoce poco la literatura ecuatoriana y sus personajes. En todo caso, para mí fue interesante incorporar al panteón nerudiano una figura como el escritor Carrera Andrade, además de comprobar la temprana recepción de la obra del chileno en el medio regional, la cual a mediados de los años treinta ya era bastante conocida en los países de América del sur. Acá en Ecuador, han sido receptivos a mis trabajos y tal vez, podríamos avanzar en la edición de alguno de mis libros del pasado, u otro que pueda escribir en estas hermosas tierras. Aún no lo sé, definitivamente.
MC.- El 5 de abril de 2010, en entrevista, nos hablaste del libro: “Pablo Neruda y Tom Maschler”. ¿Por qué no ha salido de la imprenta tu epistolario con el editor londinense de Neruda?, ¿conoces otras cartas inéditas con los editores del poeta?, pienso en Losada y Nascimento…
AQ.- Ese trabajo de Neruda con Tom Maschler lo escribí estando en Nueva York. La investigación y la factura de ese epistolario la efectué completamente allá. No he encontrado editor, porque está escrito en inglés -sin traducción al español hasta el momento-, y una vez terminado, inmediatamente me aboqué a otros trabajos que tenía pendiente y fue quedando rezagado. En esa época, por ejemplo, preparé y edité la Correspondencia entre Neruda y Jorge Edwards (Alfaguara, 2007) y mi Cartas a Gabriela (RIL Editores, 2009). Hay además, una razón de fondo, es que no soy, como quisiera, un escritor de tiempo completo. Soy funcionario del Servicio Exterior de Chile, por lo que también debo cumplir con mis obligaciones civiles. En todo caso y dentro de lo posible, trato que “mis deberes caminen con mi canto”.
Sí, hay material que conozco de la relación de Neruda con sus editores y gente vinculada a ese medio. En uno de esos intercambios postales, aún inéditos, el poeta despliega toda su creatividad para armar y diseñar sus libros por aparecer a su gusto. Da la impresión que antes de escribir, por ejemplo “El Tercer Libro de las Odas”, en su cabeza ya tiene claro el tipo de papel, el color, las letras y diseño de la tapa y el lomo, y los caracteres a utilizar en su impresión. Para bien o para mal, como sostuvo uno de sus más importante biógrafos: “Neruda era un poeta de libros”. No escribía poemas sueltos, escribía libros desde un comienzo.
MC.- En noviembre de 2011 se filtraron un par de cartas de Neruda a Carmen Balcells, pero la agente literaria frenó su difusión. ¿Te permitieron leer las cartas Neruda-Balcells o estarán protegidas hasta la nueva clasificación del archivo comprado por el Ministerio de Cultura de España?
AQ.- Sabía hace tiempo de su existencia, pero no conozco los detalles. Debe ser un carteo relevante que me interesa conocer. Tengo en mi archivo personal copia de algunos de los textos de ese intercambio, que me gustaría confrontar y estudiar. He de esperar que esté disponible en algún momento para acceder a él.
MC.- La poeta Alejandra Arce me dijo, en entrevista, que conserva cartas de Neruda a Homero Arce, pero no las dará a conocer hasta que termine su libro. En cambio, mi querida amiga Sara Facio me dijo que no publicará las cartas que conserva de Neruda, ni de Julio Cortázar. ¿Qué hacer en ambos casos?, ¿estás de acuerdo con el criterio de no difundir las cartas de los escritores por cuestiones personales?
AQ.- Yo busco aportar, desde una perspectiva un tanto diferente al conocimiento del poeta mayor de nuestra lengua, y sería ideal que amigos o cercanos se animaran a editar las cartas del poeta, desde sus propias perspectivas. Neruda sospechando de esas pesquisas, y los respectivos afanes de edición, alguna vez le dijo con algún grado de preocupación a Matilde, “cuando muera publicarán hasta mis calcetines”. El deseo de mantener en reserva hay que respetarlo, cautelarlo y protegerlo, y lo reservado debería mantenerse en ese ámbito. Piensa por ejemplo que, hasta el día de hoy, las cartas de T.S. Elliot no han sido publicadas -sólo un pequeño número- simplemente porque sus herederos así lo han estimado. Algunos críticos sospechan que allí se pueden encontrar verdades “un tanto incómodas” -antisemitismo o tendencias homosexuales del autor-, que ellos legítimamente desean mantener a buen recaudo. Pero al mismo tiempo, ello, de algún modo, impide a los estudiosos “conformar el exacto panorama de la existencia” de ese notable escritor, dramaturgo y crítico literario estadounidense ganador del Nobel en 1948.
Agrego un detalle, no hemos sido los investigadores quienes pusimos en la palestra pública a Neruda u otro escritor, fueron ellos mismos, con su arte y afán de darse a conocer. A nosotros, los que investigamos, y aportamos al conocimiento de la vida de ellos, nos resulta muy necesario poder acceder a esos materiales. ¿De qué otro modo podemos comprender la genialidad de su creación o la profundidad de su talento? El otro ámbito, el privado, nos ayuda a explicar y entender lo que sucede o explica su canon mayor.
MC.- Sé que trabajas en un ensayo sobre Pablo Neruda y Salvador Allende, ¿dónde lo publicarás?, ¿estará listo para los 40 años del golpe de Estado?
AQ.- Sí, estoy trabajando “sin prisa, pero sin pausa” en un ensayo sobre la relación Allende-Neruda que, cosa curiosa, no ha sido trabajada antes, excepto un par de artículos muy generales y con algunos errores. Si bien no lo he terminado, ya estoy en conversaciones con algunas editoriales y espero que vea la luz este 2013. He ido descubriendo la importante compenetración que existió entre ambos. Ha sido una investigación que me ha tenido sorprendido en varios momentos. A partir de testimonios, principalmente escritos, y documentación valiosa de archivos inéditos, he podido avanzar, y espero poder dar cuenta de una relación distinta, pero entrañable, la cual concluye para ambos, aquel fatídico mes de septiembre de 1973.
MC.- En varias cartas de Neruda a Sara Vial, Matilde Urrutia, Francisco Velasco, Volodia Teitelboim y Jorge Edwards leemos algunos síntomas y el tratamiento al cáncer que padecía el poeta, ¿hasta qué punto se puede reconstruir el expediente médico de Neruda con las descripciones de su epistolario?, ¿cuál sería su importancia para acreditar si el cáncer estaba controlado?
AQ.- Es difícil reconstruir el expediente médico del poeta en ese momento de tanta densidad e intensidad que se vivía a partir de su carteo con las personas mencionadas. En primer lugar, porque el poeta evita -porque desconoce o no quiere- aceptar la verdad de su diagnóstico. Esta es una curiosa “dignidad” de los grandes personajes, jamás quieren aparecer débiles o enfermos ante sus audiencias. El caso de Charles De Gaulle es famoso, incluso cuando visitó Chile a fines de los sesenta. Parece que desean proyectar una imagen de solidez, de personajes marmóreos y destinados a la eternidad de manera sana y vital.
Aunque Neruda siempre está hablando de diagnósticos, tratamientos, dolores a la cadera de reumatismos, etcétera, jamás habló de cáncer en su correspondencia privada. Son útiles esas cartas para conocer la trayectoria vital, pero no para explicar lo del cáncer, ni siquiera incluso cuando se va a irradiar al hospital Van Buren de Valparaíso acepta tener esa maligna enfermedad. A interlocutores tan cercanos, como Jorge Edwards, le habla de sus males, pero no de la mortífera enfermedad. Alguna vez el Dr. Francisco Velasco contó que Neruda había elegido la Embajada en Francia precisamente porque allá había buenos urólogos, es decir, al menos tenía conciencia de que padecía ciertos problemas de salud vinculados al cáncer prostático que le brotó y que fue de funesto resultado.
MC.- ¿Qué piensas de la próxima exhumación de Neruda programada para el 8 de abril?, ¿descartarías la teoría del asesinato de Neruda?
AQ.- Te confieso que en principio no me pareció. Tengo la impresión que uno, después de su ciclo vital terrestre, debe descansar en paz, sin que lo hurgueteen, lo entierren y lo desentierren. Pero entiendo que existen dudas razonables acerca del final del poeta y, en definitiva, debe prevalecer la verdad. Si ella pasa por la exhumación del cadáver del poeta, hay que seguir adelante y concluir esa fase de la mejor forma. Desconozco las tecnologías forenses actuales si serán capaces, a 40 años, de detectar un posible pinchazo anómalo que habría acelerado su muerte.
No descarto la teoría del asesinato, menos si como hemos sabido posteriormente que el régimen de esa época no trepidó ante nada y nadie, pero me cuesta pensar que así hubiese sido. Mis investigaciones del último período dan cuenta de un Neruda enfermo, fatigado, cetrino, permanentemente agotado y que fue atendido en Francia, y secretamente en Rusia, y luego continuó irradiándose en Chile. Si a ello se suma el golpe de Estado y la muerte de su amigo, el Presidente Salvador Allende, unido a la persecución y asesinatos de otras personas, que Neruda alcanzó ciertamente a conocer, y el derrumbamiento del gobierno de la Unidad Popular, queda la impresión que Neruda, al final, murió de pena, más que de cáncer.
Por otra parte, llama la atención que nadie de su entorno cercano haya dicho algo antes. Conocí muchas declaraciones de Matilde Urrutia hasta 1986, pero nada sobre esto, ninguna insinuación o sospecha que permitiera pensar en ello, siendo como fue, una importante defensora y promotora de los derechos humanos. Los otros amigos cercanos, y muy fieles a Neruda, que pudieron haber sabido, sospechado o dicho algo, nada mencionaron sobre el particular. O todos vivían engañados o se trató del crimen perfecto.
MC.- Finalmente, los investigadores David Schidlowsky, Mario Amorós y yo, publicamos cartas y documentos inéditos relativos al legado de Neruda: la Fundación Cantalao. ¿Cómo definirías la última voluntad del poeta?, ¿a qué atribuyes la insistencia del testamento político de Neruda en su epistolario?
AQ.- Desconozco en detalle esa etapa, pero sí te puedo asegurar que en una documentación inédita que estoy trabajando del poeta, vemos la enorme energía que Neruda pone para que dicho proyecto resulte. Para la Fundación Cantalao convocó de manera especial a Gonzalo Losada, incluso Neruda le ofreció que uno de los pabellones en Punta de Tralca llevaría el nombre de la editorial Losada, o el nombre completo de su editor argentino: Gonzalo Losada; Neruda insistió en pedirle un aporte económico a su amigo y editor para la nueva Fundación. También invitó a amigos de otros países a que “se pongan” para financiar la construcción de Cantalao. Como otras empresas que el poeta proyectó, Cantalao sin duda habría sido concluido de buena forma si el ramalazo de furia de ese mes de septiembre de 1973 no hubiese terminado con tantas cosas en Chile.
Por Mario Casasús