Conocido por sus columnas en El Mercurio, Carlos Peña había desplegado durante las últimas semanas la idea de que Sebastián Piñera obtendría una altísima votación en primera vuelta de las elecciones presidenciales, que confirmaría el camino económico y social seguido por Chile durante los últimos 40 años y, de este modo, refutaría a los críticos de lo que denomina “modernización capitalista”.
Los resultados no fueron los pronosticados.
Sin embargo, el hábil y locuaz rector de la Universidad Diego Portales tenía una respuesta bajo la manga: según él, la individualización producida por tales transformaciones, que obliga a la clase media a valérselas por sí misma, generarían un orgullo sin precedentes. Pero también un desarraigo. O sea, estamos tan bien que podemos estar, también, disgustados.
Jaime Retamal ha sido un público detractor de la hipótesis de Carlos Peña. En conversación exclusiva con El Ciudadano, el profesor de Filosofía en la Facultad de Humanidades de la Universidad de Santiago (Usach), y Doctor en Ciencias de la Educación, refuta la mirada sobre las clases medias que tiene el rector de la UDP, de los procesos de modernización padecidos por Chile y respecto del significado expresado por esta sociedad en las elecciones recién pasadas.
La intelectualidad de la plaza, en particular el rector de la UDP y columnista Carlos Peña, se aventuró con ciertas proyecciones para la primera vuelta presidencial. En particular, apuntó que en lo político se impondría Piñera y se abriría una disputa por la hegemonía en la izquierda. ¿Cuál es tu balance respecto de la salud de dicha hipótesis?
Esa hipótesis no estaba construida sobre la base de la más simple realidad, sino que más bien se sustentaba o sobre la base de emocionalidades anti-movilización 2011 -si somos ingenuos-, o sobre la base de una ideología que se pretende liberal, pero que en rigor no es más que una derivación más sofisticada de lo que debemos llamar neoliberalismo. Carlos Peña, y en general los columnistas que construyen sentidos y realidades para los medios hegemónicos de la clase empresarial y para sus agendas, se dieron de bruces con la realidad. El giro a la izquierda quedó más que demostrado en el nuevo escenario político social y en la composición institucional del Congreso; todo lo que pretenda de-construirlo sobre la base de hipótesis ideológicamente interesadas, que seguramente es lo que hará ese columnismo de los grandes medios de aquí en más, no es más que los intereses desplegados por frenar el avance de agendas más socialdemócratas o más de protección social y de garantías de derechos.
Por otro lado, se apuntaba que las fuerzas que pretendían cambiar el rumbo de la “modernización capitalista” perderían ante quienes las mantienen; y que se vería derrotada precisamente la hipótesis intelectual del rechazo de la sociedad ante dichas transformaciones. ¿Se verifica dicha derrota intelectual, o todo lo contrario?
La creación del constructo «modernización capitalista» no es nueva, en rigor. Sin temor a equivocarme , fue Joaquín Lavín quien mejor la interpretó en su libro «La revolución silenciosa» de 1987 , escrito para agasajar al dictador en su política neoliberal. Luego, en los ’90, fue Eugenio Tironi quien toma la posta de defensa del modelo económico, fundamentalmente poniendo como ejemplo sociológico, como arquetipo del crecimiento con igualdad de la Concertación, al nuevo mall de la comuna de La Florida, y a la maravilla que implicaba el consumo desde la perspectiva de las libertades, las identidades y el bienestar nuevo de las clases medias. Es eso lo que hace Carlos Peña y el «columnismo-séquito» que lo sigue en esto: tomar la posta de una adulación al consumo, al dinero y al mercado, considerando como horizonte de análisis la clase media winner que se desplaza de las comunas más populares hacia Las Condes o Vitacura; clase media que llegó donde llegó -supuestamente- producto de lo que llaman meritocracia. Eso es completamente falso.
Lo que entendemos como «igualdad de oportunidades» -discurso ideológico instalado desde la dictadura y proseguido durante el retorno a la democracia- es un eufemismo de una sociedad abiertamente competitiva, individualista, dominada por las lógicas de mercado. Es una sociedad que se cree democrática, pero que en rigor no hace sino desplazar al mérito real por el juego de una competición de clases ya ganada de antemano por los mismos de siempre. Esto ya lo vio Christopher Lasch en sus famosos libros «La cultura del Narcisismo» y «La rebelión de las élites». La «modernización capitalista» en Chile tiene en rigor otro nombre, y es el de «neoliberalismo». La sociedad está cansada de él y quiere, como se ve, mayor igualdad en serio, menos abuso, mayores seguridades y mejores derechos garantizados.
¿Qué se puede interpretar como señal de la sociedad en el proceso electoral? Por un lado, sorprendió la candidatura fuera del establishment; por otro, si bien no decreció el quórum, la abstención sigue siendo altísima
La abstención lejos de ser un problema simple, que bien podría solucionarse con la obligación de participar en los procesos electorales, es un proceso complejo que hunde sus raíces más bien en el proceso creciente de despolitización institucionalizada que hemos sufrido como cultura desde el retorno a la democracia. Recién ahora, debido a la Comisión Engel, hemos vuelto a repensar y a reinstalar la educación ciudadana más en serio en todos los colegios de nuestro país. Obviamente que en la abstención hay una multiplicidad de fenómenos incluidos, pero desde el punto de vista proactivo el Estado ha promovido también el desinterés por lo público, lo comunitario, lo que nos reúne como ciudadanos. Eso nos está pasando la cuenta, creo yo, como país. Abstenerse es también una actitud activa de descontento, de desencanto, de desconsuelo, de rabia y de protesta. El mundo de la clase política tiene que retornar de su planeta extraño al nuestro, el planeta del hombre de a pie que sufre los embates de la sociedad neoliberal que hemos construido.
¿Qué proyectas o por qué definiciones políticas pasa la resolución del escenario político de la segunda vuelta presidencial?
Veo difícil el triunfo de Piñera en segunda vuelta. El envión del Frente Amplio y de la centro izquierda puede tener un segundo tsunami anti-Piñera en el balotage. No obstante, el escenario hay que visualizarlo más a largo plazo. Se abrió un nuevo ciclo político en el que muchas voces van a expresar y representar de manera más urgente los cambios y los deseos de transformación que tiene nuestra sociedad. El desafío para las fuerzas transformadoras es lograr institucionalizarse lo mejor posible dentro del marco de la democracia que una coalición de izquierda necesita, y ahí -sin duda alguna- tendremos que ver cómo Revolución Democrática, lejos el partido más hegemonizante y totalizante del bloque, se comporta. Hasta el minuto, el triunfo de (Giorgio) Jackson opera como un fuego de artificio que no deja ver el trasfondo de este desafío de institucionalización democrática que tienen. No por ser de izquierda se está libre del autoritarismo.
Javier Paredes Godoy / @jparedesgodoy