Por el respeto irrestricto a la autodeterminación
México y Chile van a contracorriente en Latinoamérica, y en gran medida también Colombia. Como alumnos ejemplares de Friedman, dentro del club de ricos de la OCDE, los primeros son los peores en materia de distribución de la riqueza. Se trata, faltaba más sobraba menos, entre los amigos de Estados Unidos en la región. Todo lo que sea entreguismo colonial, servilismo y sometimiento vil. Contrasentido, porque ya cayó la Doctrina Monroe, diría John Kerry en noviembre/2013.
Los demás son susceptibles de escaramuzas políticas, golpes de Estado de ovejas negras que tienden a salirse del redil, como Manuel Zelaya de Honduras cuyo golpe en 2009 fue para expulsarlo del poder y meter a Micheletti. Ahora, por ejemplo, todos la traen contra el “errático y despótico”, el heredero de Hugo Chávez. Golpe de Estado en acción; “Golpe de Estado cruento”, dice Maduro.
Desde adentro con enemigos como López, Machado y Capriles; desde afuera, con simpatizantes desde The New York Times, el Departamento de Estado y el ex vicepresidente Joe Biden. Todos fieles “luchadores por la libertad”. Porque a EU le preocupa que algunos países se ocupen del fin del neocolonialismo, o del reparto de la riqueza como Evo Morales o Rafael Correa, y hasta el propio Nicolás Maduro; Lula o Dilma y los Kirchner de algún modo también. EU quiere puros socios como Fox/Calderón o Uribe.
Ellos son dignos defensores del intervencionismo de EU en Latinoamérica, sitio conocido como el “patio trasero”, el de los intereses vitales del imperio; término ese sí vigente, que defienden tanto Biden como John Kerry en declaraciones recientes. Pero ¡cuidado! Porque el golpe contra Venezuela puede ir en firme. Basta que EU replantee volverse a la región con el rasero anterior, en términos históricos. Por simple razón geopolítica, por la presencia de Rusia y de China, que son una amenaza para EU.
No queda más que la denuncia y la unidad, para los países que están diversificando sus economías. México, Chile y Colombia están atados de manos. No así el resto de países que no quieren ser más “patio trasero” de nadie. Al contrario: EU puede ser patio trasero de Latinoamérica. Con unidad, no a solas. Por eso han fallado las políticas anticolonialistas y antiimperialistas.
Lo dijo recién Correa, en la III cumbre de CELAC, en su mensaje como presidente en turno: avanzar hacia la descolonización de la región latinoamericana y caribeña, y contra un neocolonialismo intolerable en América Latina, con dedicatoria a EU. Una reunión celebrada en Costa Rica para hablar de la pobreza. Ese lastre del que tanto padecen mexicanos y chilenos, pero cuyos gobiernos no están a la altura de las necesidades de su gente ni de la unidad latinoamericana. No son los gobiernos que se merecen los pueblos. Son los que le imponen los intereses externos.
Por eso la postura de Cuba, en voz de Raúl (discurso del 28 de enero), que se pone las pilas. No habrá restablecimiento diplomático —tras el reconocimiento del fracaso de EU por Obama—, sin la devolución de Guantánamo, el cese del bloqueo, de las transmisiones radiales y de Tv; y sin una compensación por los daños humanos y económicos causados por el bloqueo.
Lo demás: viajes, remesas, tecnología e informática, son decisiones de EU sin consultar a Cuba. EU muestra, una vez más, su política injerencista e intervencionista que atenta la soberanía de los pueblos de Latinoamérica. No solo de Cuba. Habrá que romper paradigmas. Seguir por la senda de la unidad de la región. No hay de otra. Los que se quedan padecerán más. Seguirá la inequidad, la pobreza; así como el intervencionismo del imperio. ¿Hasta cuándo? Los pueblos tienen la palabra. Por el respeto irrestricto a la autodeterminación. ¡Eso huele a Fidel! Así es. Pero el imperio no nació ayer.
por Salvador González Briceño en Alainet / Correo: [email protected]