Han pasado seis años desde que se desatara la guerra en Siria, tras el levantamiento de los opositores al régimen de Bashar Al Assad, manifestación que se entendió como una muestra más de la llamada «Primavera Árabe», pero que terminó derivando en uno de los conflictos bélicos más sangrientos de que se tenga cuenta.
Las cifras son decidoras: Se estiman entre 320.000 y 450.000 personas muertas, 1,5 millones de heridos, el 50% de la infraestructura del país destruida, cinco millones de sirios han debido migrar y entre seis y ocho millones de ciudadanos se han desplazado dentro del territorio sirio.
La aparición de grupos terroristas como el Estado Islámico, Frente Al-Nusra o Aram al Sham, los que entre 2011 y 2015 consiguieron importantes victorias, haciéndose con parte importante del territorio, tensionaron al máximo el escenario de Medio Oriente, considerando el valor geopolítico del territorio como entrada a la zona.
Por este motivo, el territorio se convirtió en teatro de operaciones donde Estados Unidos y Rusia comenzaron a disputar la influencia del territorio y, de paso, el control de la entrada a una de las zonas más complejas del mundo: Medio Oriente y sus recursos naturales.
Desde hace dos años que comenzó la recuperación de territorio por parte de las fuerzas sirias apoyadas por Rusia: Palmira, Homs, Alepo, son las ciudades más importantes que hasta hace poco se encontraban en poder de los grupos terroristas y que son los principales triunfos de los aliados de Al Assad.
En este sentido, en conversación El Ciudadano, el analista internacional Pablo Jofré sostiene que «el peso de la guerra se lo llevó el gobierno sirio, el peso de los muertos se lo llevó el pueblo sirio, y en ese plano se ha fortalecido la figura de Al Assad porque ya no se habla de su salida, lo que demuestra una posición de fuerza».
Junto con eso, apunta a Estados Unidos al expresar que ese gobierno «apostó a lo que se llama un ‘caos programado’, que buscaba dividir Siria». Y agrega: «Fueron las fuerzas rusas y el ‘Eje de la Resistencia’ los que finalmente detuvieron a las organizaciones terroristas».
Han pasado seis años de enfrentamiento y pareciera que está cerca el final de la guerra. ¿Es tan así o es una falsa impresión?
No creo que esté cerca el fin de la guerra, creo que está cerca el fin de las operaciones terroristas, en el sentido que durante cuatro años el gobierno sirio y la sociedad siria estuvieron a merced de grupos terroristas que ocuparon gran parte del territorio desde marzo del 2011 hasta 2015, cuando ingresa a apoyar a Siria la fuerza aérea rusa, cuando ya apoyaba las milicias chiítas, milicias palestinas y Hezbolá. La entrada de Rusia marca un punto de cambio y comienza el ejército sirio junto al «Eje de la Resistencia» comienza a recuperar territorio. Al mismo tiempo, las fuerzas rusas comienzan a dar golpes al Daesh, lo que no significa el fin de los grupos terroristas, sino que se reduce la fuerza que tienen y negándole el suministro de material que tenían en los territorios que ocupaban. Incluso se consideran los recursos financieros, pues ya que hasta hace dos años controlaban el petróleo del país, lo que les entregaba poder financiero, militar y político. Yo creo que está próximo el fin de las grandes acciones de los grupos terroristas, pasando a una fase de guerra de guerrillas que costará acabarla.
¿Cómo se entiende el actuar del Daesh (Estado Islámico), de Estados Unidos y Rusia en este conflicto?
Hay que señalar una cosa importante: El Daesh es uno de los grupos terroristas, no es todo. Comunicacionalmente se le ha dado mucha importancia pero hay otros grupos, que son los que han combatido a Siria desde 2011, como son el Frente Al-Nusra (que es una «franquicia» Al Qaeda); está Aram al Sham, que no es un solo movimiento sino que agrupa a otras organizaciones que son los que han agredido a Siria desde 2011. Parte importante del apoyo de estos grupos proviene de los servicios de inteligencia occidentales (Estados Unidos, Francia e Inglaterra), en colaboración de Israel, Turquía y Arabia Saudita. Una cosa distinta es la formación de una coalición internacional, liderada por EEUU y que pone como excusa la lucha contra los grupos terroristas, pero que no fueron eficaces y quedó demostrado que era una farsa porque sólo se dedicaron a atacar al ejército árabe sirio y seguía dándole recursos a los grupos terroristas. El gobierno estadounidense apostó a lo que se llama un «caos programado», que buscaba dividir Siria. Fueron las fuerzas rusas y el ‘Eje de la Resistencia’ los que finalmente detuvieron a las organizaciones terroristas.
¿Cómo queda la posición de Al Assad en este escenario, considerando el protagonismo de los rusos o los kurdos en este conflicto?
Se ha visto en los últimos meses que la posición kurda es más pro-occidental antes que Oriente Medio, por tal motivo se habla del referéndum kurdo en Irak, cosa que se puede trasladar para el caso de los kurdos sirios. El objetivo de esto es cercar a Irán, frenar su influencia en esta zona, porque uno de los resultados del ‘Eje de la Resistencia’ es fortalecer al presidente sirio, fortalecer las posiciones del ejército sirio y a Hezbolá. El peso de la guerra se lo llevó el gobierno sirio, el peso de los muertos se lo llevó el pueblo sirio, y en ese plano se ha fortalecido la figura de Al Assad porque ya no se habla de su salida, lo que demuestra una posición de fuerza.
¿Cuales son las consecuencias que pueden darse en Oriente Medio?
Una, se fortalece la posición de Irán y del ‘Eje de la Resistencia’, lo que es el gran temor de Israel y el motivo de la gira de Netanyahu a Latinoamérica; por eso Trump va a Arabia Saudí e Israel. Se teme que los resultados del esfuerzo bélico en favor de Siria y de Irán cambie el escenario de Medio Oriente en favor de estos países. Al derrotar a los grupos terroristas, se derrotó a Occidente.