Ayer murieron nueve soldados de la coalición invasora en Afganistán tras estrellarse el helicóptero en el que sobrevolaban la provincia de Zabul, en el sur del país. Con el deceso de estas tropas, este año se ha transformado en el de mayores bajas para los ejércitos de Estados Unidos y la Otan, alcanzando el record de 529 fallecidos, ocho más que el año pasado.
El combate, en que murieron los nueve soldados, se realizó entre milicias talibanes emboscadas por tropas extranjeras y afganas, quienes solicitaron apoyo aéreo. En un comunicado de prensa emitido por la Otan, se informó que los militares muertos eran de nacionalidad estadounidense y pertenecían a la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad, Isaf, misión militar que tiene el objetivo de crear las condiciones necesarias para el estable funcionamiento del gobierno de Hamid Karzai.
Tras un rápido derrocamiento del gobierno talibán el 13 de diciembre del 2001, en un poco más de 2 meses de combate, la insurgencia ha logrado consolidar una férrea ofensiva. Lo que al principio fue una dispersa reacción por parte de las fuerzas de resistencia se ha transformado en los tres últimos años en un efectivo cuadro de guerrillas. Basta para hacerse la idea del nivel de recrudecimiento del conflicto señalar que, en lo que va desde el 2009 hasta la fecha, han muerto la misma cantidad de soldados aliados que desde el inicio de la invasión, que hasta el momento suman 2.078 fallecidos.
Actualmente, hay más de 150.000 tropas desplegadas entre las fuerzas de la Otan y Estados Unidos apoyando a las 300.000 del ejército regular afgano. Hace unos días, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ordenó un envío de 30.000 soldados más para reforzar el contingente estadounidense.
Para el último ministro del Exterior de los talibanes antes de su caída, el mulá Muttawakil, la paz no podrá existir en Afganistán mientras exista una ocupación militar extranjera. «Teníamos un Gobierno y los extranjeros lo atacaron con una guerra desequilibrada. Rechazaron a los talibanes y les quitaron sus derechos políticos. Son los extranjeros quienes han traído la actual guerra», sentencia el pretérito ministro.
Por Sebastián Fierro Kalbhenn
El Ciudadano