Armando Uribe Arce: “No hay democracia verdadera en Chile”

A su habitual indignación por la estupidez y su rabia por la tontera humana, suma su indignación por la cochina plata, por el lucro y por todo ese lumpen empresarial que le cambió el rostro al Chile que él conoció antes de 1973. No vota desde hace medio siglo y, sin embargo, su condición de zoon politikon, su bestia política saca ronchas con esa mala lengua que lo ha caracterizado desde niño.

Armando Uribe Arce: “No hay democracia verdadera en Chile”

Autor: Arturo Ledezma

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Armando Uribe Arce es abogado, profesor, ensayista y poeta, por cuyo trabajo en este campo fue reconocido con el Premio Nacional de Literatura en el año 2004. Desarrolló una destacada carrera en la diplomacia, razón por la cual no estaba en Chile en septiembre de 1973 para el Golpe de Estado. No pudo regresar a nuestro país sino hasta 1990 y, desde entonces, no ha dejado de criticar a una transición que ha tildado de transacción y sobre la que ha venido vertiendo de manera impenitente los más demoledores y certeros diagnósticos en conversaciones, libros dialogados, ensayos, cartas abiertas y, por supuesto, en su poesía. Una palabra impregnada con el permanente combustible del valor moral de la indignación razonada.

Y cual oráculo de la tragedia griega, todo lo que ha dicho se ha ido cumpliendo: hace más de 15 años auguraba una crisis económica mundial producto de un neoliberalismo salvaje. También fustigaba al lucro como el veneno que se había inoculado en la sociedad chilena y a la ignorancia que ha ido infectando a todas las clases sociales.

Se enclaustró en su amplio departamento ubicado frente al Parque Forestal, en el año 1997. Desde entonces, se dedica a leer y a escribir y… a rabiar.

Enfant Terrible

Su pensamiento lo expresa en un castellano culto y preciso que no admite mediastintas. Se reconoce como parte de las familias fundadoras de nuestro país: “Yo no provengo de agriculturas/ ni de coronas de margaritas/ soy nacido en sábana blanca / y destetado en pieza oscura”, decía en su libro Los Obstáculos, publicado en Madrid, el año 1961. Y en sus múltiples entrevistas se refiere a la gente decente, concepto que no tiene que ver ni con el dinero ni la clase social, sino que “con portarse bien sin que se note demasiado, sin que parezca como la jactancia de ser bueno. La gente decente hace las cosas que tiene que hacer y eso significa cumplir los deberes, pero no con esa palabra deber que es muy fuerte, sino que hace lo que corresponde, lo que se tiene que hacer. Y en este sentido tiene que ver con la moral, porque puede haber gente decente de los más distintas proveniencia sociales, económicas, y también culturales. La decencia es lo que da la dignidad y la dignidad puede tenerse en cualquier sector social de cualquier sociedad”.

En el Chile actual, donde el dinero es signo de estatus social, Uribe Arce ha sido un constante hostigador de los sectores más pudientes. “Yo creo que el pueblo tiene más dignidad que gente que hace fortunas y que son ricachos”.

Hablando o escribiendo, Armando Uribe está constantemente embistiendo. “Mi gesto al escribir es el gesto de tener cachos para poder arremeter, para devorar o… para matar, como no es el caso todavía, porque aun no tengo ningún proceso penal por haber matado a nadie”. Sin embargo, sus palabras salen como balas desde su atalaya. Sobre todo, cuando para muchos escritores e intelectuales la escritura es una forma de ganarse la vida, en Armando Uribe ha sido una forma de vida, pero también de muerte. “No he matado a nadie aún pero, en cierto modo, uno mata psicológicamente con lo que habla y con lo que escribe. No todo el tiempo, pero se da el derecho de eliminar y de aniquilar. Las palabras no son siempre agregados, propinas ni previos que se da el ser humano respecto de los demás, si no que, muchas veces, son veneno. Y yo creo ser bastante aficionado a envenenar mi lengua… y finalmente, por donde pecas, pagas”, dice recordando el antiguo refrán que en él se hizo carne. Hace unos años, le fue diagnosticado cáncer de lengua, “perfectamente justificado”, en su opinión, “porque soy mala lengua y lo reconozco desde niño. Siempre he sido mala lengua, pretendiendo insultar o enfurecer a los demás”. De manera milagrosa, el cáncer desapareció.

“Insoportable, francamente insoportable”, es como se recuerda de niño y de manera accidentada relata una anécdota que lo refleja. Cuando tenía unos cinco años, asistía al kindergarten de las señoras Trewhelas, donde aprendió a leer y a escribir en palotes, “…tal vez lo que uno sigue escribiendo sean siempre palotes…”, y pierde el hilo de la conversación, pero consciente arremete de manera magistral: “La verdad consiste en que a uno se le va el hilo, el hilo de la carne, el de la materia física y también de lo que uno cree que son ideas”. Y vuelve al niño Armando que iba de la mano de la empleada llegando a su casa, de regreso del colegio, cuando se negó a obedecer las órdenes de su cuidadora que lo conminó a ingresar una vez que la puerta estaba abierta: “Ya, pues, niño, dentre… dentre”. Y el pequeño se rehusaba diciendo: “No, no puedo porque hay una ‘D’ por delante. A los cinco años, ya sabía que la palabra era entrar, no dentrar… pequeño pedante”.

En esa época, recibió de regalo una pistola, seguramente adquirida en la tradicional Casa Hombo, que en lugar de balas proyectaba películas cortas de Charles Chaplin que él solía ver en la pared de su habitación, pero por poco tiempo. Prontamente, lo superó su curiosidad y la destruyó en su afán por ver en su interior. En la casa de los Uribe Arce, sin embargo, habían ciertos juegos que estaban prohibidos, uno de ellos era el Metrópoli. “Ahora me doy cuenta porqué: era la enseñanza del capitalismo y el elogio al capitalismo. Porque ese juego, Metrópoli se trataba de juntar dinero. Mi madre cuando hablaba (porque no hablaba mucho), y hablar de plata era mal visto, era sucio, se refería a ella como la cochina plata”.

El Asco

Pero los tiempos han cambiado y hablar de dinero hoy en Chile es “casi religioso, sin el casi”, dice. Un giro que se ha producido en la historia reciente de nuestro país y entonces, Armando Uribe toma la palabra, como buen profesor, y hace una relación desde la fundación de nuestra Patria. “Desde que Chile es Chile, desde que tuvo ese nombre, el país ha sido un país distinto a los demás de América. Me refiero de América del Sur, porque yo aprendí que el sur de América empezaba en la frontera de México con Estados Unidos, que se llamaba en esa época Río Bravo. Esos somos los latinoamericanos y en este continente, nosotros fuimos algo distinto a los demás, porque no producíamos riqueza. Nuestro territorio, sin embargo, no era ambicionado porque en sí mismo tuviese minas de oro, si bien es cierto que con el tiempo se descubriría algo de plata. La población misma era molesta para los conquistadores. Fíjese usted que en todas las Américas, desde Colón en adelante, sólo en un lugar hubo resistencia a la conquista menor que la chilena, y fue la de los Chichimecas, al norte de México. Ahí resistieron 60 años, pero en todo el continente sudamericano Chile fue el único que lo hizo más tiempo. Digo Chile, porque los mapuches- llamados araucanos con nombre literario y de poesía- resistieron desde el comienzo y la resistencia terminó sólo parcialmente (puesto que ahora aún quedan restos de resistencia), sólo en mil ochocientos ochenta y tanto, de modo que fue un país que necesitaba guerra para existir. En vez de dar riqueza al Imperio español, Chile les costaba dinero y tuvieron que establecer, caso primero en toda América, un ejército particular pagado. Un ejército oficial en el sur para seguir combatiendo a los mapuches. Repito: duró siglos de siglos y, por lo tanto, el país era odioso. Ahora bien, ¿por qué España tuvo tanto interés en defenderlo, si les costaba dinero y no le producía riqueza? La razón la explica mejor el historiador francés Pierre Chaunu, a quien conocí durante el período en que yo hice clases en la Universidad de París, la Sorbonne Panteón. Su principal libro se llama Sevilla y el Atlántico, donde expone que el motivo porque se quería tener soberanía sobre el territorio que se llamó Chile era impedir que hubiese enclaves militares y navales holandeses o ingleses en la costa chilena que pudiesen atacar lo que verdaderamente tenía valor, que era el Virreinato del Perú”.

Invitados de Piedra

La pregunta es cómo se relaciona esta situación histórica con el presente, en el Chile actual donde han surgido fortunas impensables en solo dos o tres décadas, con un empresariado que tiene una relación poco ética con la política, y donde dos de sus más conspicuos miembros están en reclusión preventiva, por considerarse un peligro para la sociedad, y explica de nuevo el profesor: “En Chile, desde el punto de vista psicológico y social, el buscar sólo riqueza era cosa de extraños, de extranjeros. La costumbre era otra en el sector de familias descendientes de conquistadores, que no tenía ningún espíritu de burguesía, porque no había nacido propiamente la burguesía en Europa cuando ellos llegaron, estamos hablando del siglo XVI y XVII. Eso sucedió a partir del siglo XVIII, cuando llegaron principalmente los llamados vizcaínos, que no eran muchos tampoco, pero que era la parte más progresada de España, el País Vasco, como Cataluña también en el norte de España. Llegaron estos vizcaínos y después sus familias. Mi apellido es vizcaíno también, pero mis antepasados llegaron en 1603. Eran tres hermanos…”, y se pudiera pensar que perdió nuevamente el hilo, sin embargo, arremete: “Yo le hice todo ese largo prólogo para explicar de paso lo que es el espíritu extranjero, a lo que era la psicología del chileno desde el comienzo y que dura todavía en algunos chilenos. Estas son, por demás, expresiones que representan el sentimiento profundo del inconsciente colectivo chileno. Y en ese inconsciente colectivo chileno, que se indigna de lo que hacen estos aprovechadores que son los del caso PENTA, ¡estos extranjeros! Ellos no representan la población chilena, ni mucho menos al pueblo chileno. No representan a la clase más antigua chilena. Estos señores Délano y Lavín son percibidos por una buena parte de la población chilena, como extranjeros, como si no fueran verdaderos miembros del vivir colectivo chileno. Le estoy hablando de lo que ocurre en el inconsciente colectivo de la población chilena mestiza. Son los recién llegados, los más recientes, lo que se han casado entre ellos, con mujeres que también nacieron en el extranjero o del mismo grupo. Son chilenos recientes y no son sentidos como compatriotas verdaderos. Yo mismo que soy mestizado, pero que tengo sin duda muchos privilegios, de toda especie, yo y mis antepasados directos, miramos a esta gente primero como gente recién llegada, que no forman parte de la historia de este país. Y el país es su historia, aunque no se estudie historia, se sabe de ella porque se tiene padres y madres que cuentan oralmente lo recibido psicológicamente de los antepasados. En ese sentido, los que han tenido familiares, tienen conocimiento y memoria, aunque ellos no sepan que eso está funcionando”.

Entonces, resuena de fondo ese poema partido de su libro NUNC publicado en 2010, un título que no significa Nunca sino que es una palabra altina que significa Ahora y cuya actualidad puede dejar perplejo al lector:

“Mi país me da vergüenza.
Desde el golpe de Estado el 73
a través de la continuidad
de 1990 hasta hoy, setiembre
de 2010. No es “vergüenza
ajena”; es “propio” este impudor
sin culpa real. Seguirá hasta
morir. Es lastimoso, vergonzante”.

Armando Uribe se defiende y dice que él no es responsable de estos delitos, como algunos le apuntan, y de lo que provoca escándalo. Que es una reacción suya, y que, como bien lo dice la palabra asco, “es aquello de lo que uno quisiera desligarse pero no puede porque uno lo está mirando, lo está tocando”. Y esto lo viene denunciando en sus múltiples libros de versos, prosa o dialogados desde hace más de dos décadas que han ido anunciando las crisis financieras y morales de este Chile post dictadura que, a pesar de los hechos, no parecieran terminar. “Yo quisiera que hubiésemos llegado a un fondo, ojalá que fuera así, pero me temo que todavía no se ha producido. Y es que se ha ido formado una clase, una clase empresarial, pero no es una clase social en el sentido social verdadero, como la burguesía europea, que se podría decir que es una burguesía que fue ganada como consecuencia de las luchas sociales y que trabajó durante siglos. Eso no existe en Chile. Pero dejemos eso de lado: la fortuna y el poder no dependen sólo de la historia, sino que provienen de actos realizados por personas y familias en el tiempo histórico preciso con fecha, y en nuestro país son actos que – tal vez al igual que en otras partes de América, pero no en Europa- provienen de actos que han sido delitos, crímenes. Incluso con consecuencias mortales para las víctimas, esas consecuencias mortales no provienen de que los ricos hayan asesinado a mano al pobre, pese a que esto también ocurre, y ha ocurrido históricamente: cuando ha habido grandes huelgas y levantamientos sociales y se ha matado simplemente. Pero también ocurre todos los días, que los chilenos ricos van matando a los más débiles, a los más pobres y eso es lo que produce el asco”.

La filósofa española Adela Cortina, especializada en ética aplicada, sostiene que al igual que las personas, las organizaciones esto es, las empresas como una forma de organización, son agentes morales. ¿Cómo ve a estos agentes morales Armando Uribe en Chile del año 2015?: “Deficientes o carentes de conciencia. Conciencia en el sentido también psicológico, no estrictamente moral o de valores supremos, sino en la memoria, en la capacidad de usar palabras: no tienen conciencia de su propia maldad. No es que sean tan cínicos, ni que sean tampoco hipócritas que ocultan lo que saben, sino que repito, son carentes, casi diría yo, de la capacidad de razonar contra los intereses que defienden. Son, en cierto modo, entes inconscientes o irresponsables, no en el sentido moral, sino en el sentido psicológico de lo que realizan, de las consecuencias de lo que hacen o dejan de hacer. Si se les aplica moral, en primer lugar, hay que tratar de destruir o deteriorar las ideas que ellos tienen sobre sí mismos. Hasta el día de hoy todavía, las personas que están en prisión preventiva por el caso PENTA no se les nota que hayan cambiado de opinión sobre sí mismos, en el sentido de que son inocentes y víctimas injustas de conductas perfectamente normales y naturales. Tengo la impresión, no puede asegurarlo porque no estoy en su fuero interno, pero me parece que es así por lo que hacen, dicen y también por los que están cercanos a ellos, y por las defensas que ellos tienen. Da la impresión que no tienen conciencia de haber actuado mal. Yo creo que los que están ahora en prisión preventiva tienen relación con responsabilidades, incluyendo la llamada responsabilidad moral, aunque a la palabra moral hay que ponerle entre comillas, porque no es la moral ética en el sentido real. Pero en ellos no hay concepción de que esa culpa sea moral, sino que en el peor de los casos, errores. Vale decir, no se dieron cuenta, fueron inocentes incluso en su favor, porque a tanto llega la inocencia que no se dan cuenta que se beneficiaban, o que beneficiaban a los suyos. Entonces la capacidad de crear conciencia en la sociedad y en ellos mismos, de que lo que han hecho está mal, yo creo que es la primera tarea de los mal llamados intelectuales. Un deber: tratar de crear conciencia, de que se vaya formando no sólo conciencia general, que en cierta parte yo creo que ya existe en cuanto que esto produce el desagrado de la opinión pública”.

El Ciudadano Uribe

Armando Uribe ha sido profesor titular en las cátedras de Derecho Público y Ciencias Políticas en La Sorbonne. Encabezó la delegación a la asamblea extraordinaria de Naciones Unidas en la que se aprobó el Tratado de No Proliferación Nuclear. Fue Ministro consejero en la embajada chilena en Estados Unidos y Embajador en China. También fue parte del Tribunal Russel II, junto a destacadas figuras como Julio Cortázar y Gabriel García Márquez. Ha escrito libros como El Libro Negro de la intervención norteamericana en Chile (1974), Carta abierta a Patricio Aylwin (1998), El accidente Pinochet (1999), Carta abierta a Agustín Edwards (2002), “Caballeros” de Chile (2003), donde muestra su profundo compromiso por el derecho y la política. Y a pesar de poseer una de las voces más cultas y resueltas, no ha participado activamente en la vida cívica de Chile desde hace medio siglo. Aquí sus razones: “No voté en esa elección porque estaba en el extranjero en un cargo público de diplomático. Luego, creo que las consecuencias de los 16 años y medio de dictadura con Constitución, Leyes Orgánicas Constitucionales (LOC) y legislación en general, no han desaparecido. La Transición no ha terminado y, en ese mismo sentido, la democracia no es realmente una democracia, porque toda la legislación principal no es de naturaleza democrática. Le repito la referencia a las LOC, que prácticamente no se habla de ellas, y que sin embargo, tienen más importancia real que la propia Carta Fundamental. La dictadura dejó una herencia que sigue viva, no hay democracia verdadera en Chile. Y esto no lo digo por tomar una posición extremista, sino porque el espíritu de la Constitución es de dictadura y eso sigue vivo en disposiciones precisas. Y no habiendo cambiado eso, no hay posición que tomar si no que la que yo tomo, pero con precauciones para no parecer extremista, para no parecer que estoy propiciando revueltas, revoluciones sin fundamento. Yo creo que en Chile no hay democracia en estos momentos. Todo está entramado y no hay voluntad, y no la ha habido para modificar eso. Ni siquiera para tener una posición política organizada contra esa dependencia de la herencia de la dictadura. No la hay. O la que pudiera haber, parece ser de bárbaros, torpes y negados a las realidades. Por lo tanto no actúo desde que llegué de vuelta. No puedo cooperar siquiera con el voto en lo que existe hoy en día en términos políticos”.

Un Gran Ratón

Cada día, Armando Uribe escribe sus versos en libretas de apuntes. Siempre números redondos, sean 20 ó 30, incluso 40 cada día, que denotan un gozo por la escritura y también una disciplina. Sus más de cincuenta libros son el reflejo de un trabajo incesante con la palabra, cualquiera sea la forma que tome, prosa o versos partidos. El último, cuyo título es HACHE CON Cé está dedicado a su padre y contiene “dos libros privados entregados al público”. De una exquisita factura y editado por la Editorial Éditions du relief, que pertenece a su hijo, Armando, que vive en París, en su portada lleva un mosaico del siglo I DC, en el que aparece una figura humana de marcado esqueleto y recostado sobre la leyenda griega gnothi seautón, conócete a ti mismo. Es la postura corporal e intelectual que lo representa en su decisión de recluirse en su hogar desde hace 18 años.

HACHE surge a partir de un comentario de su otro hijo, Pedro Uribe Echeverría, sobre el Cé, libro que es también reproducido a continuación, el que, según se explica en la edición, corresponde a un Tombeau, un monumento funerario dedicado a Cecilia Echeverría, su mujer que falleció hace 14 años. Y se hacen así presente, otras claves de la vida y la escritura de Armando Uribe Arce, el amor y la religión. “Me persigné desde muy niño/ y no dejé de hacerme el signo/ nunca jamás, era una seña/ física y no de un sueño en que se sueña/ con otro mundo: es un designio/ de ser crucificado con cariño”, y creo en eso, creo que persignarse significa, no en un deseo real – aunque sea un gesto real- de ser crucificado con cariño.

Y esas palabras que como balas mortíferas salen en contra de la estupidez y la tontera, se devuelven y se clavan en su propio pecho, en su propia poesía: “La tontería, más que la pereza/se hace mi gran pasión (la máxima francesa/ dice que la mayor es la flojera). Me interesa / la tontería por mi condición/ de tonto como un mico: es vocación/ desde mi infancia el ser, no un mono sino un / gran ratón”.

por Vivian Lavín en Radio Universidad de Chile


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