“Bengasi no es sobre Libia, Bengasi es sobre la política de la administración Obama de involucrar a Estados Unidos, sin claridad hacia el pueblo estadounidense, no sólo en Libia sino en todo el mundo árabe”, dijo Baxter a Kudlow. “Bengasi es sobre el Consejo Nacional de Seguridad dirigiendo una operación… que toma armas y hombres y los introduce en Siria bajo la guía del Ejército Libre Sirio”.
Gran parte de los medios de comunicación ha ignorado las audiencias llevadas a cabo esta semana en el Congreso de Estados Unidos, respecto al ataque terrorista del 11 de septiembre de 2012 en Bengasi, Libia.
Los siguientes son nueve puntos extraídos del sitio web Town Hall que refieren a las revelaciones hechas por testigos y ex funcionarios diplomáticos, que desnudan las contradicciones, falencias y complicidad del propio gobierno estadounidense en el ataque, habida cuenta del abastecimiento de armas autorizado por el presidente Barack Obama hacia grupos radicales de la región.
Para más detalles y información sobre el caso, invitamos a nuestros lectores a revisar el artículo “La verdadera historia de Bengasi: Una operación estadounidense para armar a terroristas en Siria”.
1. El segundo hombre al mando del consulado tras el fallecido embajador Chris Stevens, Gregory Hicks, recibió la orden de no hablar con investigadores del Congreso por parte del jefe de gabinete de la secretaria Hillary Clinton, Cheryl Mills. Hicks dice no haber recibido “nunca” una exigencia similar durante su distinguida carrera diplomática de 22 años. Cuando se rehusó a aceptar la petición, el Departamento de Estado envío a un abogado, quien insistió en impedir toda discusión de Hicks con miembros del Parlamento.
2. Cuando Hicks comenzó a expresar duras objeciones a las versiones desacertadas del Departamento de Estado sobre los ataques, el gobierno tomó una postura hostil. Luego de ser alabado por el presidente y la Secretaria de Estado por su performance durante el ataque, el asistente Beth Jones revirtió instantáneamente su actitud lanzando una dura crítica contra el liderazgo de Hicks, tildado sus comentarios como “embarazosos”.
3. Las secretarias Hillary Clinton y Susan Rice (mensajeras designadas por el gobierno para Bengasi) aseguraron reiteradamente que el ataque se produjo por “protestas espontáneas” provocadas a raíz de un video de Youtube anti-musulmán. Esto nunca fue cierto. Hicks cataloga el video como un evento sin importancia en Libia. Él y otros en terreno – incluyendo el propio embajador Stevens – reconocieron la redada como un ataque terrorista coordinado desde el comienzo. Hicks testificó que él, personalmente, se lo comunicó a Clinton y a su jefe de gabinete a las 2 de la madrugada, la misma noche del ataque.
El congresista Trey Gowdy también reveló un correo electrónico enviado el 12 de septiembre, en el que el asistente Beth Jones confirma a una autoridad libia que el ataque ha sido perpetrado por la organización terrorista Ansar al-Sharia. Días después, Rice salió en cinco canales de televisión estadounidenses junto a Clinton, dando a conocer la versión falsa sobre el video como causante de los ataques. Preguntas: ¿Cómo, por qué y por quiénes, fueron re-formuladas las versiones oficiales por parte del gobierno? ¿Por qué el presidente Obama se rehusó a identificar a los autores del ataque en una entrevista con CBS News, el 12 de septiembre, permitiendo que Condoleezza Rice difundiera información falsa?
4. Una pequeña fuerza estadounidense armada en Tripoli recibió el mensaje de que “no tenía la autoridad” para desplegarse en Bengasi minutos después del ataque. Esto ocurrió dos veces. El tiempo de vuelo entre ambas ciudades es menos de una hora. Miembros del contingente de rescate estaban «furiosos» por esta obstrucción. Los testigos dicen desconocer quién dio la orden de no actuar, o por qué lo hicieron. Si no era el presidente el encargado de decidir, ¿por qué no lo fue, y dónde estaba? El denunciante Mark Thompson, un oficial de carrera de contra-terrorismo del Departamento de Estado, dice que llamó a la Casa Blanca para solicitar el despliegue inmediato del Equipo de Apoyo de Emergencias Extranjeras (FEST) en Bengasi. Le dijeron que “no era el momento correcto” para hacerlo. Sus comunicaciones fueron cortadas.
5. El jefe de seguridad de Estados Unidos en Libia, Eric Nordstrom, señaló que Hillary Clinton tuvo que haber conocido “absolutamente” sus reiteradas peticiones para un aumento de seguridad en la embajada de Libia. El edificio de Bengasi operaba bajo el mínimo de los estándares de seguridad globales para las misiones diplomáticas estadounidenses – a pesar de encontrarse en un lugar peligroso y haber sido objeto de intentos de ataque anteriores. Sólo la Secretaria de Estado tiene la autoridad de otorgar excepciones a los requerimientos de seguridad mínima.
6. El embajador Stevens fue alojado en el vulnerable consulado de Bengasi por solicitud de Clinton, la cual pretendía que la misión diplomática tuviera un puesto permanente.
7. Nordstorm señaló que los componentes del grupo de milicia libia fuertemente armado que tenía la tarea de proteger el consulado fue “cómplice” de los ataques. Ningún marine estadounidense se hizo presente. Hicks estima que al menos 60 atacantes ingresaron a la embajada durante el ataque. Ocho meses después, no se ha realizado ningún arresto.
8. El embajador Stevens, mortalmente herido, fue llevado a un hospital controlado por el grupo extremista Ansar Al-Sharia, el mismo movimiento responsable del asalto. Las autoridades del gobierno expresaron a los habitantes locales que el traslado de Stevens a un hospital era evidencia de la buena voluntad de los manifestantes, quienes no aprobaban la violencia. Hicks dice que el contingente americano no quiso retirar a Stevens de ese hospital porque temían de que fuera una trampa.
9. El gobierno de Estados Unidos no buscó permiso del gobierno libio para volar ninguna aeronave en su espacio aéreo, más que un avión no-tripulado (drone). El hecho de que ninguna petición haya sido alzada, indica que nunca existió un plan o la mera intención de acelerar el reforzamiento de seguridad en Bengasi.
Esta semana se decidió, por ambos partidos Demócrata y Republicano, que los temas sin resolver ameritan nuevas audiencias sobre Bengasi.
DUDAS DEL AÑO PASADO
El año pasado reportamos que el asesinato del embajador Christopher Stevens en Libia tenía nula relación con un video anti-musulmán. El incidente estaba realmente conectado con un envío clandestino de armas a grupos radicales, como parte de una estrategia vigente de intervención en Medio Oriente y África del Norte.
Durante una entrevista con el programa estadounidense de Larry Kudlow en CNBC, el locutor radial John Baxter dijo que la renuncia del director de la CIA, David Petraeus, no se había producido en realidad por un romance con su biógrafa Paula Broadwell, sino que estaba relacionado con la política de Estados Unidos en Medio Oriente, las permanentes “revoluciones de color” en la región, y específicamente una operación que pretende armar a terroristas de Al Qaeda en Siria para derrocar al régimen de Assad.
“Bengasi no es sobre Libia, Bengasi es sobre la política de la administración Obama de involucrar a Estados Unidos, sin claridad hacia el pueblo estadounidense, no sólo en Libia sino en todo el mundo árabe”, dijo Baxter a Kudlow. “Bengasi es sobre el Consejo Nacional de Seguridad dirigiendo una operación… que toma armas y hombres y los introduce en Siria bajo la guía del Ejército Libre Sirio”.
El general en retiro William Boykin dijo en enero que el embajador Stevens se encontraba en Bengasi como parte de los esfuerzos por armar a Al Qaeda, tildados por los medios del establishment como los “rebeldes sirios”. El gobierno estadounidense estaba “canalizando armas a las fuerzas rebeldes en Siria, usando principalmente a los turcos para facilitarlo. ¿Estaba ocurriendo eso? Y de ser así, ¿se trataba de una acción encubierta legal”, dijo Boykin en una entrevista con CNS News.
Boykin dijo que Stevens “recibió una orden para apoyar a los rebeldes sirios” y que la misión especial del Departamento de Estado en Bengasi “sería el centro de esa actividad”.
En 2011, Stevens fue oficialmente designado para ser el enlace de la administración Obama con la oposición libia, según ABC News. Para marzo del mismo año, se estableció firmemente que la llamada «oposición libia» estaba conformada realmente por Al Qaeda. Stevens y el Departamento de Estado trabajaron directamente con Abdelhakim Belhadj del Grupo Islámico Combatiente Libio. Belhadj tiene conexiones directas con Al Qaeda.
El asesinato de Stevens, claramente, no hizo más lento el flujo de armas desde Libia a los grupos de Al Qaeda en Siria. «Estados Unidos está lanzando una operación encubierta para enviar armas a los rebeldes sirios por primera vez, mientras eleva sus esfuerzos militares para derrocar al presidente Bashar al-Assad», reportó The Sunday Times a inicios de diciembre de 2012.
«Morteros, granadas propulsadas por cohete y misiles anti-tanque se enviarán a través de amistosos países de Medio Oriente que ya abastecen a los rebeldes, según fuentes diplomáticas bien instaladas. Los estadounidenses han comprado algunas de las armas de arsenales de Muammar Gaddafi, el dictador libio asesinado el año pasado. Éstas incluyen misiles SA-7, que pueden ser usados para derribar aeronaves».
En abril pasado, un misil SA-7 bajo el control de Al Qaeda casi impacta contra un avión de pasajeros ruso.