Amenazas, promesas y locura desatada. Mujeres araña y hombres lobo, un dibujo animado que hace campaña y un actor mediático que luego de declararse como el futuro periodista de batalla del «cambio» debe ser internado de urgencia en una clínica psiquiátrica. Fuego amigo, fuego enemigo, fuego cruzado… fuego contra fuego. Gráfica de vanguardia y militancia de miga de pan, uno a uno se van ganando los árboles, las veredas, las esquinas, los semáforos. Presencias en ferias, en estadios, en carpas, en marchas del orgullo, en todos los puntos cardinales posibles y algunos inventados. La campaña no descansa, no hay espacio habitable que no sea deseado por los contendientes. Donde haya un átomo habrá, también, un voto. Una de las estrellas por todos disputada, una Millon Dollar Baby, la promesa del tipo de cambio, de la baja del dólar, de la quita del cepo y de la unificación de la divisa, la femme fatal, del mercado y de la clase media acomodada.
- Militancia política y brote psicótico
Una de las noticias más impactantes de la semana fue el brote psicótico del «actor» mediático argentino Matías Alé. Entre el tsunami de apariciones de políticos, amigos, ad lateres se había pronunciado como un futuro «Brancatelli de Macri». Es claro que nadie que predique esto está en su sano juicio: ¿por qué alguien aspiraría a eso? No tengo nada contra el polémico periodista deportivo, pero no creo que sea un modelo a copiar. En un sentido más amplio, la televisión no nos provee de modelos sino meramente de entretenimiento (¿cómo la política?). «Entretenimiento hasta la muerte», como dice el autodenominado filósofo que está ideológicamente del lado del pueblo, pero, intelectualmente, no puede procesarlo y aborrece todo aquello que se considere popular. Lo extraño de este punto es que no haya más brotes psicóticos, porque las condiciones, sin duda, están dadas. Cuando la realidad se aleja tanto de sí misma no queda sino vivir en la fantasía.
- Una cadena de discursos e intelectuales enfadados
El kirchnerismo sigue haciendo uso de su arma más fuerte, la oratoria, pero no en boca del flamante candidato que tiene un discurso firme, pero anémico, sino de la versión femenina de Ciceron, la primera mujer de la política argentina del nuevo siglo que maneja tiempos, contenidos, críticas, emociones con verdadera maestría. ¿Puede el arte de la retórica ganar una elección, especialmente si no es un instrumento propio del candidato? Difícilmente, las ardides del orador político suelen ser tan personalistas que no pueden ser heredadas, de hecho, podemos escuchar el mismo contenido de ambas partes y no solo que no dice lo mismo, aunque se diga lo mismo, sino que pierde fuerza, carece de pasión, le falta sensibilidad. Las cualidades no se adquieren por ósmosis por más que se ponga a uno al lado del otro semana tras semana. Los intelectuales del partido marcan, constantemente, con mayor o menor sutileza, esta brecha entre las personalidades y los discursos e incluso se pronuncian con respecto a los gustos musicales del candidato, como diría Horacio González, de Carta Abierta, quien pidió que por el momento «oculte sus gustos musicales». Cuán peligroso es darle poder a los intelectuales, pueden destruirte la campaña pronunciándose de manera snobista y caprichosa contra los gustos musicales, como si eso pudiera decir algo de alguien. No hay nada más infantil y caprichoso que un pensador, especialmente cuando creen que pueden imponer quién es «su╗ candidato. Dios nos libre de gobiernos de pensadores y filósofos, ¿acaso nadie ha leído La República?
- Mientras tanto en el incipiente Sciolismo
Marangoni, uno de los retoños del sciolismo, salió a hablar después de que el Stoiki Mujik (el hombre de pie, en la última película de Steven Spielberg) no se pudiera pronunciar contra el frente que lo alberga y que, a la vez, no puede tolerar que los represente. Este abanderado de la ola naranja, que recordemos fue bajado de las elecciones para Jefe de Gobierno de la noche a la mañana, y posible presidente del Banco Nación discutió de economía con y contra el representante del PRO (¿cambiemos?) Carlos Melconián. En este encuentro, una discusión diplomática sobre los temas candentes: inflación, dólar, cepo, PBI, reservas. Un resultado extraño: parece que hay vientos de consenso. Bastaba llegar a un plástico acuerdo mediático con consignas universales y vacías como para ponerse en el ojo de la tormenta. El oficialismo no quiere ser sciolismo, el sciolismo resiste la guerra civil del partido que le da lugar en las urnas. Un verdadero TEG intrapartidario, ¡y de todo lo que nos estaremos perdiendo! Por un lado, a la vista de público no es una buena estrategia, de una parte, mostrar fortaleza en el embate y, de otra, internas viscerales, desesperación y desesperanza. Pero, sin duda, el kirchnerismo da muestra de la verdadera lucha política, las internas, los rencores y la casa de las cartas. Eso es la política en el sentido más puro del término, justamente todo lo contrario de la nueva alianza que busca salir de la lucha, al menos en apariencia, para llegar a los campos verdes del acuerdo algo tan irreal pero tan fácil de vender.
- Macri y la guerra de las Galaxias.
El señor de las fuerzas amarillas insiste con el discurso básico de «somos lo contrario»: «ellos son odio, nosotros amor; ellos son el pasado, nosotros el futuro; ellos la campaña sucia, nosotros la conciencia limpia» y así y así y… así. Es como una moraleja de los ositos cariñosos, y es increíble que un partido se haya construido sobre el discurso del bien y del mal. ¡Un ejemplar de cualquier libro de Nietzsche para el líder de «los buenos», con urgencia, por favor! El discurso del deseo es el más fácil de sostener, porque no tiene estructura, es solo flujo de oposición y deseo.
¿Podrá Macri no pasar al lado oscuro de la fuerza? Si bien se lo acusa de tener la máquina del tiempo —que solo retorna a los 90´s— muchos se preguntan si puede vencer la herencia genética de la visión meramente empresaria. ¿Hay político detrás del ingeniero?
Sea como fuera, para las espadas láser deberemos esperar hasta el domingo próximo, donde volveremos a ver que no existe una cultura de debate en la Argentina, sino un pensamiento marketinero que busca posicionar a los candidatos desde sus imágenes y los sentimientos morales que estas puedan despertar en el auditorio. Cualquiera de las Mujercitas de Louisa May Alcott tiene más sentido crítico de la política y de la vida que todos los asesores y candidatos juntos.
Tendremos que soportar dos semanas más de esto, aunque sería más maravilloso que para todos aquellos que también estén cansados de esto, y entiendan que nada tiene que ver con nuevos o viejos gobiernos, decidieran ausentarse por un tiempo. Como en «un día sin mexicanos», pero en versión «un día sin votantes», aquel día cuando los candidatos se despierten y no encuentren a nadie más que a sí mismos. Cómo cambiaría todo si al menos se supiesen, si se encontrasen y dejaran de buscarnos.