Con 367 votos a favor, 137 en contra, siete abstenciones y dos ausentes quedó aprobado este domingo el juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff por la Cámara de Diputados de Brasil.
Las intenciones de la derecha de Brasil de acortar el mandato de la presidenta Dilma Rousseff mediante la destitución a través de un juicio político, calificado por la mandataria como un golpe de Estado, tienen al país en un complejo escenario político.
El profesor de Ciencia Política de la Facultad de Derecho de la Universidad Estácio de Sá (Brasil), Fernando de la Cuadra, explicó a El Ciudadano que «la sensación de un fin de ciclo es muy poderosa» y que «la mayoría del pueblo brasileño considera que ya nos encontramos en el comienzo del fin del Gobierno Dilma«.
En defensa de la presidenta Rousseff, el abogado del Estado, José Eduardo Cardozo, denunció que se trata de un juicio viciado que viola los principios del debido proceso legal.
Explicó que para configurarse un crimen de responsabilidad, tales actos tienen que ser practicados directamente por el presidente, de forma dolosa (deliberadamente y de mala fe) y durante el mandato que se imputa, cosa que no ha sucedido. Por ello, el juicio político que acaba de aprobarse no cumple con esas condiciones «es inconstitucional, ilegal y por consiguiente constituye un golpe de Estado».
¿Cómo sigue el proceso?
La discusión continuará ahora en el Senado, primero a cargo de una comisión conformada por 21 miembros que, posteriormente, si aprueba la solicitud, trasladará la votación al plenario de la cámara. Éste ratificará o no la medida por una mayoría simple (la mitad más uno) de la sala. Si el proceso contra la presidenta de Brasil prospera, la mandataria tendría que abandonar el cargo de manera provisional por seis meses, mientras la Cámara alta tomará la decisión y emitirá el veredicto final, que tiene que ser aprobado por dos tercios (54) de los 81 senadores. Durante este período sería el vicepresidente, Michel Temer, quien asumiría el poder.
Temer forma parte del centrista Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) que rompió su alianza con el Partido de los Trabajadores (PT). Sobre él también pesa una solicitud de juicio político que de continuar obligaría al país a adelantar las elecciones presidenciales.