El tema está. En nuestro país y en el hemisferio. En los medios, en las redes, en la opinión pública y entre los expertos.
La OEA acaba de entregar su informe sobre el «problema de las drogas», en el que se analiza el asunto y se proyectan 4 escenarios posibles, con el fin de enriquecer la conversación y el debate político, a fin de que cada país tome sus propias determinaciones. En él se asume que éste es el reto más importante que enfrentamos como continente y que el enfoque desde el cuál se ha abordado no está siendo suficientemente efectivo y se requiere mejorarlo. La construcción de este informe que fue encargado por la Asamblea General, se ha desplegado con velocidad y en un año ha visto la luz pública. De él se han extraído algunas citas que entusiasman por los aires de cambio, como la sugerencia de despenalizar el porte para consumo personal especialmente de marihuana. En su redacción convergieron diversas personalidades, representantes de organizaciones e instituciones privadas y públicas, que constituyen un variado abanico, aunque con una notable exclusión: los usuarios.
No obstante las declaraciones en la línea de no criminalizar a los usuarios, se sigue desconociendo la existencia de usuarios responsables, en particular la existencia de usuarios responsables de plantas ancestrales como es la Cannabis, que lejos de ser un mero dato estadístico, constituyen una cultura, una manera de ver, y exige ser mirada desde una perspectiva lo más integrada posible para poder dar cuenta de la riqueza que esta práctica implica, cuando se la comprende y se le saca provecho.
No parece que la voz de estas personas haya sido suficientemente escuchada, comprendida, asimilada, de hecho no han hablado por sí mismos, sino que otros hablan por nosotros, reduciendo nuestra participación a ser «objetos» de las políticas que pretende renovar.
No obstante estas personas existen, y en la medida que van develándose se visualizan cada vez más como un fenómeno cultural, sano y saludable, que va poniendo sobre la mesa elementos no contemplados en el análisis.
«…hemos comprendido que el Bien Común y la Evolución, pasan por la oportunidad de acceder más plenamente a nuestra naturaleza propiamente humana, en su doble dimensión espiritual y material, y consideramos la búsqueda de esta oportunidad el ejercicio de un Derecho Esencial, de gran impacto a nivel individual y colectivo, en las más diversas materias que hoy son foco de la preocupación mundial, y constituye parte fundamental de derechos explícitamente garantizados por estos acuerdos, como son el Derecho a la Vida, a la Integridad Física, Psíquica y Moral, a la Libertad de Conciencia, de Religión, de Pensamiento, a expresar y divulgar nuestras creencias, a la honesta recreación, y a disfrutar de los beneficios de la cultura (Artículos Nos. 1, 2, 3, 4, 11, 13, 14 de la Declaración Americana, y Nos. 4, 5, 12, 13 de la Convención Interamericana.).»
Es parte de lo que declara la carta que será enviada a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, haciendo ejercicio del Derecho a Petición, garantizado a los ciudadanos americanos en la Declaración Americana de Derechos y deberes del Hombre. Se trata de personas que emplean o respetan la opción de incluir el empleo de Plantas Enteógenas, reconociendo en ello un ejercicio no solo legítimo sino también valioso, un aporte evolutivo. Se han apropiado del saber ancestral -que a toda la humanidad pertenece como parte constituyente de la cultura- integrándolo a la vida moderna y cotidiana. Y hablan desde su propia experiencia, con plantas y sin ellas, siempre en la senda de la evolución de la conciencia.
En esta solicitud se hacen cargo del asunto de las drogas desde su perspectiva como conocedores de primera experiencia, con un enfoque de Derechos Esenciales que incluye la reivindicación del derecho al bienestar y la trascendencia, y aspira a contribuir para un abordaje esencial, integral y efectivo, desde el reconocimiento de la situación más básica que hace posible el problema y desde donde puede construirse también la solución: el Ser Humano.
La carta es breve pero sustanciosa, fundada en conocimientos universales, en la argumentación de vanguardia disponible desde las autoridades contingentes, en conocimientos científicos, y en la observación de la propia experiencia.
«El combate al narcotráfico no debe esgrimirse como justificación para imponer políticas que descuiden la cautela de Derechos Esenciales, que han sido tan explícitamente garantizados por la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y por la Convención Americana de Derechos Humanos, y que ha implicado daños y costos invaluables a las Personas, las Comunidades y los Estados, promoviendo además el prejuicio y la discriminación.
La búsqueda de una solución al problema del uso inadecuado de sustancias y la adicción, que se montan sobre la debilidad humana, no debe pasar por la criminalización de los usuarios y la demonización de las sustancias -lo que no tiene asidero ni inteligencia- sino por la actualización y fortalecimiento de facultades y competencias propiamente humanas como es la Conciencia, que permita elevar la categoría de nuestro funcionamiento individual y social . «
Lo que se pide es simple, un pronunciamiento, una manifestación pública a favor o en contra de lo que se ha planteado:
– ¿Es correcto reconocer como un Derecho Esencial la búsqueda de la trascendencia y el bienestar?
– ¿Es pertinente cautelar el libre y pleno ejercicio de la facultad de escoger y emplear Plantas de Poder Enteógeno como herramientas en esa búsqueda?
Formular la pregunta es el objetivo, mucho más que la respuesta. Llamar la atención de una Comisión Internacional cuyo propósito es velar por el cumplimiento de los compromisos de los Estados adscritos a la OEA en materia de Derechos Humanos. Llamar la atención de la opinión pública, de los expertos y los responsables en estas materias, sobre una situación real que está siendo ignorada: la existencia de esta clase de usuarios y la violación de derechos humanos que se comete contra ellos. Y ofrecer en este ejercicio ciudadano internacional una voz para todos quienes concuerden con este planteamiento.
Más aún, reconocer esta categoría de usuarios -los usuarios responsables de Plantas Enteógenas y sustancias psicoactivas artificiales- invita a desplazar el eje del análisis del problema de las drogas en otro sentido, desde el síntoma al origen.
Si realmente estamos dispuestos a resolver esta temática que nos aflige, debemos estar dispuestos a ir más al fondo y volver a hacernos las preguntas más básicas: ¿porque una persona se interesa en consumir drogas?, ¿que necesidad humana es la que reclama atención y la encuentra en esta práctica?, ¿en que condiciones puede ser provechosa la práctica de usar pscicoactivos o Plantas Enteógenas, o llegar a constituirse en un problema?, ¿en que consiste la adicción y como puede verdaderamente trascenderse, en el nivel individual y social?. Responder con profundidad esta clase de interrogantes implica explorar en nuestra comprensión de Ser Humano y de Sociedad, porque hasta ahora hemos alentado un modelo que nos impulsa en dirección de la materia desconociendo la dimensión espiritual de la existencia, y esta orientación presente en la cultura nos priva de riquezas, y comprensiones y oportunidades, y nos abandona en un escenario donde la materia en todas sus formas es motivo de adoración incuestionada que pervierte todo, incluso nuestros esfuerzos por resolver las miserias que nos aquejan, la pobreza, el hambre, la injusticia, entre otras igualmente dolorosas, que tiene un mismo origen y una misma solución: CONCIENCIA.