Hice una modesta compra en la tienda Ripley del mall Plaza Vespucio. Pagué la compra en su totalidad, al contado, con cheque al día del BCI, el cual fue cobrado por la tienda del “Sr. Ripley”. Estoy consciente que la tienda no pertenece al “Sr. Ripley” pero dejémoslo así: sucede que no puedo desalojar de mi mente al siniestro personaje – apellidado Ripley- creado por la conocida escritora P. Highsmith.
Pues bien, el retorcido Sr. Ripley imputó unilateralmente el valor de mi compra –pagada, como he dicho, al contado- a una tarjeta Ripley Mastercard, asignándome arbitrariamente cuotas de pago. Es decir, el Sr. Ripley cumplió en un cien por ciento con el abstracto optimismo del Sr. Lázaro Calderón, CEO de Ripley Corp., quién señala: “Este año vamos a pasar parte importante de nuestros clientes con tarjeta Ripley en Chile a una tarjeta Ripley Mastercard, que les permitirá usar su tarjeta a través de toda la red Transbank del país…” (Revista Portafolio Retail, Diario Financiero: “La ruta de Lázaro Calderón”, julio 2013, N°4).
Resultado concreto del pensamiento abstracto del Sr. Calderón: estoy morosa, Transbank tiene bloqueada mi cuenta bancaria, mis cheques no son aceptados en ningún lado. Y lo peor: el siniestro Sr. Ripley no mueve un dedo para solucionar el problema. Mientras tanto, en la publicación Portafolio Retail, el CEO de Ripley Corp continúa comentando su ruta empresarial: “Creemos estar preparados para un negocio retail con clientes más leales a Ripley”. Sr. Lázaro Calderón, francamente no entiendo su concepto de lealtad. En fin, lo único que le solicito es que ordene al talentoso Sr. Ripley que restañe su error: al más breve plazo debe normalizarme en Transbank con el objetivo que mis cheques sean funcionales nuevamente. Don Lázaro, por favor, resucíteme en términos bancarios. Una última reflexión: jovialmente, sin odiosidad alguna, pienso que su ruta, si sigue los pasos de La Polar, no tiene futuro alguno.