¿Chávez y Maduro brujos satánicos? La racionalidad occidental se ha posicionado como el modo dominante de entender la realidad; específicamente, la realidad latinoamericana, que -desde su misma formación- ha ido incorporando las visiones del continente europeo como propias.
En las últimas dos décadas, latinoamérica ha sido testigo del alzamiento de liderazgos que ponen en jaque los paradigmas occidentales de hacer política, pues sus representantes provienen de comunidades hasta ahora marginadas.
Es el caso de Evo Morales en Bolivia y de Hugo Chávez en Venezuela. Sobre éste último, se han volcado las más delirantes acusaciones que refieren a los métodos poco ortodoxos que habría utilizado para instalarse en el poder. Brujería, pactos con el más allá, cualquier artimaña que estuviese a mano -según ellos- Chávez la habría utilizado para promover la Revolución Bolivariana.
La religiosidad popular arraigada en los pueblos de América Central y El Caribe sirve como el argumento perfecto para desacreditar los liderazgos que provienen de aquellas bases sociales. Es el caso del manto de brujería y satanismo tejido sobre la figura de Hugo Chávez y transferido a Nicolás Maduro, donde la oposición venezolana intenta transformar sus méritos políticos en el resultado de la magia negra y pactos con fuerzas malignas.
El catolicismo, la blancura en la piel, el paradigma del éxito individual, por ejemplo, calan dentro del inconsciente colectivo como “lo bueno” y “digno de seguir”. Al otro lado de la vereda está el perfil del pobre, del “marginal” que vive en el barrio, en el cerro, del negro que es obrero y la negra que trabaja en la casa de los ricos, del muchacho de piel oscura que camina por la calle con ropa que no es de marca, que -de acuerdo a los prejuicios establecidos desde el feudalismo- es señalado por su “mal aspecto” y consecuentemente perseguido por la «seguridad ciudadana», la última barrera que protege a la civilización del salvajismo brutal e ignorante.
Son herramientas de dominación neo-coloniales utilizadas por la derecha conservadora y sus laboratorios políticos de poder.
Cabe preguntarse entonces: ¿Es la tecnología discursiva tan importante como los recursos naturales, el poder militar, las plataformas políticas o el desarrollo económico? Sí, pues la primera es la que permite el despliegue de las demás.
Dicho de otra forma, monopolizar discursivamente las versiones sobre lo que es correcto en la sociedad, facilita el despliegue de acciones cuyo fin es explotar recursos naturales (estén el país que estén), activar ofensivas políticas y militares contra naciones enemigas e imponer medidas económicas que perjudican a todos menos al que las emprende. El poder de un imperio no solo se mide en soldados y monedas, también se observa en sus rendimientos comunicacionales.
¿Líderes pobres = malos líderes?
Un ejemplo de lo anterior, se evidencia en la campaña continuada e incisiva que se ha aplicado contra el proyecto socialista en Venezuela, la figura de Hugo Chávez, Nicolás Maduro y el proceso de Revolución Bolivariana, que por más de 20 años ha sido señalada como un proceso que lideran personas incultas o marginales sin educación, es decir, un montón de animales salvajes e irracionales.
Es así como el liderazgo latinoamericano, cosechado por las fuerzas de izquierda en la región, con una marcada tendencia política hacia el socialismo, ha sido constantemente señalado por la derecha continental como un proceso “populista”, que invoca a la fe y la esperanza de la gente para someterla, que carece de “gente pensante” que pueda ofrecer -según las clases dominantes- el bienestar que sólo puede brindar el capitalismo y las estructuras neoliberales.
La racionalidad occidental, asociada al hombre blanco, la civilización, la ciencia y la técnica, la modernidad y el capitalismo, se impone por sobre las visiones propias de Latinoamérica y el Caribe, que producto de su accidentada historia han desarrollado un crisol complejo de identidades, sistemáticamente atropelladas y disminuidas, etiquetadas de salvajes y primitivas, quizá inocentes y de seguro destinadas a la marginalidad.
Pero las consecuencias negativas del modelo neoliberal en Latinoamérica, para las grandes masas -claro- son evidentes y se pueden observar en los retrocesos sociales y económicos que hoy sufren países como Argentina, Brasil, Colombia, Perú, Chile y Paraguay, todos gobernados por empresarios adinerados que han sido complacientes con los intereses de Estados Unidos y del Fondo Monetario Internacional, al ceder su soberanía en detrimento de las reivindicaciones de su población.
Satanismo y brujería
En los titulares de los medios conservadores se constata la graciosa tendencia, que fomenta la idea, de que el apoyo popular que recibieron Hugo Chávez y Nicolás Maduro, obedece a una suerte de influjo mágico ligado a la brujería, la santería e incluso a ritos satánicos.
En los textos se describe a Hugo Chávez como un líder “profundamente” vinculado a los rituales de la santería, método a través del cual -el venezolano- se habría logrado mantener en el poder político, y que luego -incluso- le fue arrebatado con una especie de “maldición” provocada por la propia “ambición” del líder bolivariano, después de que ordenara abrir el sarcófago de El Libertador, Simón Bolívar.
Lo que no dicen estos medios es que la exhumación de los restos de Bolívar se efectuó para determinar las verdaderas causas de su muerte a través de estudios científicos estrictos que también sirvieron para armar un retrato digital de su rostro.
La maquinaria mediática apunta a desprestigiar liderazgos y a socavar la legitimidad de sus proyectos políticos, así como también a disminuir la confianza que reciben del pueblo, al etiquetarlos como hombres “satánicos”, vinculados a la magia negra y la invocación de ritos que los mantienen “atados” al poder mientras las masas continúan “cegadas”, lo cual no deja de ser hilarante.
En 2016, David Place -un periodista venezolano que vivió por un tiempo en Miami y actualmente reside en Madrid- publicó un libro titulado: Los Brujos de Chávez, un texto que contó con amplio apoyo financiero de empresarios radicalmente opositores al chavismo.
Durante el lanzamiento de ese libro, toda la plataforma mediática que integra la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), lobby de encuentro de los dueños de las empresas de comunicación que tiene como sede Miami, Florida, se abocó a promocionar por vía impresa, televisiva y digital, lo que calificaron como un «gran trabajo de investigación periodística» que da «certeza, veracidad y realidad» de todas las «artimañas» ejecutadas por Chávez -sobre todo- y luego seguidas por Maduro, para sostener el poder que ejerce en Venezuela la “santería cubana” y -según ellos- “su mentor” Fidel Castro. Sería entonces una especie de versión tropical satánica de las teorías económicas de Karl Marx.
Chávez, su espiritualidad y el complot macumbero
Lo cierto es que Chávez fue un hombre que creyó y se adentró en un crisol espiritual variopinto. Muchas veces se definió como un profundo hombre cristiano, un fiel creyente religioso, de Cristo, de Dios, de los Santos católicos e incluso de la Santería, que se define como un conjunto de sistemas religiosos de origen caribeño y latinoamericano, que funde creencias del catolicismo con la cultura tradicional yoruba.
La santería o Regla de Osha-Ifá, surge entonces como un sincretismo de elementos europeos y africanos, que se han emancipado como culto religioso en el bloque de países latinoamericanos, con una marcada tendencia al crecimiento exponencial dentro de sus filas de creyentes.
Justamente, esta cultura religiosa tiene amplio reconocimiento en Cuba, la mayor de las Antillas. Este país albergó, sobre todo en la época de la colonización española, a una gran cantidad de esclavos africanos, quienes con el pasar de los años no olvidaron sus raíces y sumaron algunas creencias que les fueron impuestas por la Iglesia Católica para “civilizarlos” y liberarlos de las fuerzas demoníacas.
Es bien sabido que las persecuciones, masacres y “cacerías de brujas” perpetradas por las oligarquías que reinaron dentro de la cúpula eclesiástica, sirvieron para erradicar todo tipo de creencia espiritual o deidades que fueran ajenas al llamado del “Poder de Dios”.
Esa erradicación de lo supuestamente “malo” aún persiste en la actualidad. Si bien no se ejecuta -al menos no masivamente- como a través de las campañas militares conocidas como las Cruzadas que ordenó el Papa Urbano II para colonizar e imponer el catolicismo o través de la violencia y masacres ejecutadas por los “Caballeros Templarios” en gran parte de la Europa latina, sí es aplicada mediante el asedio en las distintas plataformas y redes mediáticas.
Prueba de ello son publicaciones como la realizada por medios como: Huffington Post, El Universal de México, El Mundo de España, Revista OJO, Cubanet (medio de Miami), El Nuevo Herald, el Diario Las Américas y agencias de noticias como española EFE, la francesa AFP, las británicas Reuters y BBC, la estadounidense AP, entre otras.
La nueva cruzada y sus templarios
En estos medios se han realizado trabajos titulados como: “Chávez y la brujería: cómo Castro llenó Venezuela de espías-babalawos” (El Nuevo Herald), donde se apoyan en declaraciones del periodista David Place y comentarios del expresidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, desprestigiado por participar en crímenes de lesa humanidad, desaparición forzosa de ciudadanos, paramilitarismo y corrupción en su país.
Las publicaciones además muestran videos y narraciones de los opinadores que aseguran las supuestas relaciones “satánicas” de Chávez y su equipo de gobierno, entre ellos Maduro.
Otro titular cita: “Chávez usó la santería como instrumento político” (Revista Ojo), en esta nota se indica: “Las revelaciones son, cuando menos, escalofriantes. Y si no fuera porque se trata de una investigación periodística bien documentada, con más de sesenta testimonios, fotos y hasta cartas firmadas del puño y letra del propio Chávez, se podría pensar que se trata de una obra de ficción”.
A estos titulares se suma también el ataque dirigido hacia Nicolás Maduro, donde se vuelve a utilizar la postura del escritor del libro sobre Chávez y sus brujos.
“La Santería y Nicolás Maduro”, dice el encabezado de El Universal de México, que dedica una nota a las opiniones de Place sobre su “amplia” investigación y que al cierre dedica un breve espacio donde dice que “la Santería” sigue “más viva que nunca” en Miraflores y en Nicolás Maduro.
Se puede tener una posición cercana o alejada al socialismo en el país petrolero, que para el caso da igual, pero recurrir a la paranoia colectiva para transferir lo político hacia lo mágico resulta poco serio.
Lo bueno contra lo malo, Dios contra sus demonios, capitalismo versus socialismo, ricos sobre pobres, blancos sobre negros, racionalidad e irracionalidad, eficiencia sobre ineficiencia, gente de bien y gente no preparada, el mejor futuro del país contra la marginalidad chavista-madurista.
Este delirio de ficción responde al mismo molde que sirvió para perseguir comunistas en la era del macartismo. En general, usar el argumento que justifica el triunfo del chavismo por sobre la derecha liberal significa transferir una situación exclusivamente política hacia una especie de evento mágico-satanista.
Deberíamos pensar entonces que ¿la derecha fue derrotada por brujos? ¿Lenin y Stalin son fantasmas deletéreos que desde el más allá influyen malignamente sobre el destino de los pueblos? «Oluku mi», diríamos.
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