Chile y el G-20

La reunión del G20 de la semana pasada evidencia la creciente necesidad de reformular el sistema financiero y económico internacional


Autor: Mauricio Becerra

La reunión del G20 de la semana pasada evidencia la creciente necesidad de reformular el sistema financiero y económico internacional. En una reunión donde no hubo ganadores ni perdedores, quedó claro que la estructura actualmente vigente carece de realismo. Y no sólo debe reformularse el sistema financiero y económico, el multilateralismo necesario debe instalarse en el ámbito de las relaciones políticas y soberanas entre países.  Hoy es cosa del pasado la omnipotencia de los Estados Unidos y el Nuevo Orden Mundial propiciado por aquel país tras el derrumbe soviético, no fue capaz de poner orden y menos fue nuevo.

El peso objetivo que poseen las economías emergentes en el mundo está mas allá de toda duda y de hecho, resulta primordial plantearse si esta denominación refleja los cambios en el orden estratégico que hoy se producen en un proceso de globalización que, por lo demás, no posee las mismas características del iniciado hace unos 20 años.

Para Chile ha sido primordial su relación con los países desarrollados. La lógica detrás de esta postura consiste en que dicha prevalencia asegura estabilidad de ingresos, disminuye riesgos y potencia el desarrollo interno En virtud de esta posición, Chile históricamente ha entregado la administración de sus recursos naturales y endosado la soberanía. Los resultados casi nunca han sido buenos por cuanto en general los países defienden los intereses de sus propias naciones en cambio, en nuestro caso, con una alta intervención desde el exterior, básicamente hemos sido un mercado de “llegar y llevar”.. En tiempos de crisis, como las que hoy enfrentamos, ello redunda en que la actividad económica tiende a contraerse, hecho refrendado por los últimos índices de IMACEC. Ello sucede por cuanto precisamente la responsabilidad de la actual crisis radica en la política seguida por los Estados Unidos, uno de nuestros principales socios comerciales. Otro de los socios chilenos predilectos es la Unión Europea, igualmente afectada por la crisis. Si bien es cierto que la política de ahorrar en función de políticas contra cíclicas puede ser positiva, al final ha quedado demostrado que la apertura económica sostenida en acuerdos comerciales y bajadas unilaterales de aranceles, no ha sido muy útil.

Los indicadores económicos con los países desarrollados se mantienen en el ámbito de poco progreso o derechamente involucionando porque la lógica que los sostienen se hizo trizas. Los países desarrollados sufren inestabilidad y resulta mas exacto pensar que la provocan. La burbuja financiera no se inventó en Chile sino allá y fueron esos países, en particular Estados Unidos, los encargados de dictaminar las reglas del juego que Chile debía aceptar en los años 90 para suscribir los TLC.

Cuando en el G20 se criticaron las medidas proteccionistas de esos países, aplicadas en oposición a su propia predica de abrir las economías sub desarrolladas, Chile siguió en cambio, celebrando acuerdos comerciales con países promotores de ese proteccionismo y apegado a la lógica de relaciones comerciales asimétricas.

Así las cosas, hoy la reunión del G20 demuestra y refleja lo equivocado de nuestra premisa original. Cierto es que en el camino se fueron tomando medidas, pero resulta necesario en este sentido hacer un mea culpa por cuanto en la practica hoy, la Presidenta estuvo en la India, pasó por Rusia y el país se dispone a profundizar las relaciones con América Latina, tal como debió haberlo hecho hace unos años atrás y no hizo cegado por una obsecuencia dogmática en su visión de relaciones económicas internacionales. Hacer la apuesta diferente habría ayudado al país a recuperar sus riquezas, desarrollar su industria y fomentar relaciones políticas encaminadas a promover el multilateralismo, la reforma del sistema económico y financiero internacional y por supuesto su expresión en Naciones Unidas ampliando el Consejo de Seguridad, etc.

Pero, nunca es tarde para enmendar y de paso permitirnos afrontar la crisis en mejor pie.

Carlos Arrue

El Ciudadano


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