Una nueva dirigencia formada por experimentados hombres y mujeres ocupa el escenario político de China, comprometida a impulsar a este gran país hacia un nivel superior de desarrollo en medio de perentorias necesidades sociales y crisis economía mundial.
La confirmación como presidente de Xi Jinping y de Li Kegiang como primer ministro, junto a otras caras nuevas al frente del parlamento nacional, Zhang Dejiang, y la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, Yu Zhengsheng, entre otros cargos, conforman la nueva tripulación responsable de conducir la nación por rutas llenas de desafíos.
Xi asumió la secretaría general del Partido Comunista de China (PCCh) en el XVIII Congreso celebrado en noviembre pasado en el Gran Palacio del Pueblo, una posición que lleva aparejada la presidencia del país, cargo en el que fue confirmado la víspera por la Asamblea Popular Nacional (APN).
El parlamento respaldó hoy como jefe del gobierno a Li Kegiang, integrante del selecto Comité Permanente del Buró Político del PCCh en el curso de un proceso de cambios de esta XII legislatura.
Xi y Li sustituyen respectivamente a Hu Jintao y a Wen Jiabao en los cargos de presidente y primer ministro luego de ambos cumplieron los dos mandatos de cinco años que establece la ley.
Otros ministros y altos cargos en la cúpula gobernante china también fueron sustituidos por iguales razones.
Funcionarios políticos no han tenido reparo en declarar a la prensa que entre los desafíos fundamentales que enfrenta la nueva dirigencia figuran reducir la brecha entre pobres y ricos, solucionar problemas ambientales, elevar el bienestar social y luchar sin descanso contra la corrupción.
Para el economista Li Yining, quien ha seguido de cerca el debate nacional sobre estos temas, lo que hace más complejo esos desafíos es que deben ser enfrentados al tiempo que es necesario cumplir otros compromisos como avanzar la urbanización y estimular el consumo interno.
Todas estas y otras muchas tareas son llamadas a realizarlas en medio de un ambiente de austeridad, sin fanfarrias ni excentricidades, una política que ha desarrollado y cumplido el líder Xi Jinping, quien ya prohibió banquetes, banderolas, alfombras rojas, regalos y otros procederes derrochadores.
El contacto directo con la población, conocer sus inquietudes, anhelos y disgustos aparece también entre las prioridades de los nuevos líderes de China, quienes han acudido personalmente a remotas áreas del país para conocerlas de primera mano.
Como parte del proceso de profundizar las reformas y la apertura de China que preconiza su dirigencia, el país está inmerso en un cambio en la estructura de gobierno que acaba de aprobar la XII APN, encaminado a disminuir la burocracia y elevar la eficiencia.
Ese programa contempla reducir a 25 los actuales 27 ministerios con la desaparición del de Ferrocarriles (uno de los mega-ministerios), la fusión de las funciones de salud y de población y planificación familiar, y la elevación del rango de la actual Administración Estatal de Alimentos y Medicamentos.
Esta reestructuración, la séptima en 30 años, persigue transformar las funciones gubernamentales con la reducción de la intervención estatal en el mercado y asuntos sociales, y eliminar la duplicidad de funciones, la baja eficiencia y la burocracia, según los especialistas.
En medio de este complejo entramado, los nuevos líderes estrenan políticas novedosas para evitar un estancamiento de China cuando el mundo y sus principales mercados sufren una crisis económica que debilita las exportaciones, con la elevación del nivel adquisitivo de sus pobladores.
Con una población que supera los mil 300 millones de habitantes, China puede conseguir ingresos multimillonarios de su propia población en el mercado interno, cuando logre estrechar la actual brecha entre pobres y ricos y los residentes rurales tengan salarios que les permitan un mejor nivel de vida.
Por Ilsa Rodríguez