Dirigentes sociales presentes en el encuentro emplazaron a la clase política a escuchar a la gente y no llegar a acuerdos cupulares que desconocen la voluntad ciudadana.
Un centenar de dirigentes vecinales, estudiantiles y sociales y representantes de movimientos ciudadanos se reunieron, este sábado 6 de agosto, en la Casa de la Cultura de Rengo, Sexta Región, para debatir sobre la posibilidad de una nueva Constitución para Chile a través del llamado a una Asamblea Constituyente. Escucharon atentamente la discusión los parlamentarios Juan Pablo Letelier, senador PS por la región de O´Higgins y actual vicepresidente de la Cámara Alta, y el diputado, DC, Ricardo Rincón. Ambos fueron emplazados por dirigentes sociales a jugárselas de verdad por un cambio profundo a la Constitución, inspirados en el movimiento ciudadano, y no alcanzar acuerdos cupulares, de espaldas a la gente.
El encuentro se inició con una obra de teatro donde un grupo de estudiantes secundarios de la localidad realizó una parodia de las peripecias por las que debe pasar mucha gente en Chile para poder estudiar una carrera universitaria. “Dejemos el lucro ahora y la mala educación”, fue el estribillo con que los escolares se despidieron cantando entre los aplausos del público.
A continuación, le tocó su turno a los expositores invitados a la jornada: el abogado de Derechos Humanos Roberto Garretón, Gustavo Ruz Zañartu, presidente del Movimiento Nacional por la Asamblea Constituyente y Matías Sagredo, encargado nacional de los Estudiantes por la Asamblea. Coordinó la mesa Patricia Torrealba, del Movimiento por una Asamblea Constituyente de la región de O´Higgins.
Garretón partió puntualizando que un derecho humano fundamental que todos los pueblos tienen es el de la la libre determinación y que la camisa de fuerza que representa la “Constitución pinochetista” impide la expresión real de la voluntad popular. Según el abogado, la idea central de los mentores de la Constitución del 80, encabezados por Jaime Guzmán, fue diseñar una carta que transformara en secundario el dato de quién gobierna el país, porque su diseño asegura que los adversarios a la coalición gobernante de turno no podrán hacer algo muy diferente cuando alcancen el poder. Y eso según Garretón es precisamente lo que ha ocurrido en Chile con una Constitución que garantiza a perpetuidad los valores de Pinochet y que es imposible de cambiar con los métodos que la propia Constitución establece.
El panorama regional, en cambio, analizado por Garretón, ha sido fecundo en Asambleas Constituyentes, las cuales han contribuido a reducir las constituciones autoritarias fraguadas en regímenes de excepción. Un ejemplo de aquello es Colombia donde a partir de un proceso que se inicia en 1990, a propuesta de un movimiento estudiantil, la clase política terminó cediendo, se consultó a la ciudadanía y se formó una Constituyente que culminó en una nueva Constitución para ese país.
Garretón cree que cuando se produce una manifestación tan contundente como la ocurrida en Chile en las últimas semanas no queda otra que convocar a una Constituyente. “Los cambios se pelean, pero acá siempre topamos con la indiferencia o el miedo de la clase política que no parece dispuesta a cambiar por completo una Constitución autoritaria, tremendamente presidencialista, inmodificable sin los votos del pinochetismo en el Parlamento”.
Matías Sagredo, del movimiento nacional de estudiantes por una Constituyente, hizo un análisis histórico de este tipo de consultas populares, planteando que ha llegado el momento de construir un nuevo pacto para Chile, en función de lo que plantea la voluntad mayoritaria; un acto de refundación del país, acordando “de qué manera avanzamos hacia el bien común y la felicidad de los ciudadanos”. Sagredo cree que el texto que en la actualidad nos gobierna no puede ser llamado Constitución, porque garantiza la estabilidad y prosperidad de los poderosos, “pero no cautela el bienestar de todos los habitantes de la patria”.
Finalmente, le correspondió intervenir a Gustavo Ruz, dirigente nacional por una Asamblea Constituyente. El abogado hizo un llamado a todos los ciudadanos “a que tomen en sus manos su propio destino para no seguir manejados por un grupito que tiene en un puño nuestro futuro como nación”.
Según Ruz, uno de los objetivos centrales de la Constitución del 80 fue que los ciudadanos no intervinieran organizadamente en la cosa pública y se pudiera establecer entre unos pocos las bases de una sociedad segregadora, clasista, excluyente, que garantiza la libertad de empresa, pero no el respeto por los derechos de los trabajadores y que “borra de un solo plumazo todas las conquistas de la historia del movimiento social chileno”.
Los tres panelistas coincidieron en que Chile era un punto negro en América Latina en este terreno, ya que la mayoría de los países del continente han buscado fórmulas de consulta popular para liberarse de los autoritarismos y de las Constituciones anti democráticas, como sucedió en Colombia en 1990, en Venezuela en 1999, en Bolivia en 2007 y en Ecuador en 2008, entre otros países que reformularon drásticamente su Carta Fundamental.
Al terminar el ciclo de exposiciones se abrió la ronda de preguntas y el debate ciudadano: dirigentes, estudiantes, vecinos, representantes de organizaciones sociales, formularon interrogantes a los panelistas o bien plantearon su propia visión sobre el asunto.
Un muchacho desde la última fila emplazó a los adultos a asumir su responsabilidad histórica en el cambio que Chile necesita y a “no pedirles sólo a los estudiantes que lleven todo el peso del movimiento”. Una señora, antigua habitante de Rengo, en respuesta al joven fue tanto o más elocuente que él: “Hay que tener claro que tenemos una Constitución de corte fascista y es nuestro deber aportar a que cambie, aunque tengamos 80 años, como los que tengo yo…”
Antes de concluir la jornada, los ánimos se fueron encendiendo y surgieron reproches a la clase política y su actitud obsecuente y temerosa durante los últimos 17 años ante una Constitución de raíces totalitarias que no garantiza la participación. Varios dirigentes sociales presentes en la actividad desafiaron directamente a los parlamentarios presentes a establecer un compromiso con una Asamblea Constituyente que abra las puertas a un cambio constitucional profundo.
Consultado al finalizar el encuentro sobre el desafío planteado por los habitantes de Rengo a la clase política, el senador Juan Pablo Letelier, reafirmó la urgencia de una Asamblea Constituyente para Chile con el propósito de terminar con las amarras de la dictadura y sentar las bases de un país con mayor participación y justicia social y que sea una clara demostración de que la clase política está escuchando lo que exige la ciudadanía.
Un colaboración del equipo de comunicaciones del senador Juan Pablo Letelier